China
En medio de la crisis, China empieza a soltarle la mano a sus vasallos económicos en África
Debido a la fuerte crisis económica que atraviesa China, el régimen comunista ha empezado a cortar las inversiones a África y a cancelar pagos de deuda en los empobrecidos países africanos que habían caído en la trampa de deuda de la Belt & Road Initiative.

A lo largo de la última década, buena parte de los países de África se han vuelto fuertemente dependientes económicante de China. Primero empezaron con relaciones comerciales que parecían demasiado buenas para ser reales; después, empezaron a sacar préstamos del Banco Central con sede en Beijing, a tasas que, una vez más, parecían demasiado buenas para ser reales.
Pero la realidad es que China sabía que estos países no iban a poder pagar sus deudas, y su idea nunca fue recibir de regreso este dinero. El Partido Comunista convencía a los gobiernos africanos para que saquen estos préstamos para construir infraestructura destinada al transporte comercial, como puertos, rutas, ferrocarriles y aeropuertos.
Sin embargo, cuando indefectiblemente estos países entraban en default con el Estado chino, el régimen comunista entraba en escena y se apropiaba de las construcciones, quedándose con una parte clave de cada país donde ejecutaba este plan.
Este masivo programa para convertir a decenas de países de África en vasallos económicos de China se conoce como la Belt and Road Iniciative (BRI), apodada en español como la “Nueva Ruta de la Seda“, y fue lanzada por el dictador chino Xi Jinping en 2013, a pocos meses de su ascenso al poder.
Originalmente anunciada con la intención de renovar y amplificar viejos caminos comerciales e invertir en infraestructura a lo largo del mundo para interconectar de manera naval, aérea y terrestre al gigante asiático con el resto de las naciones, el plan macabro siempre tuvo como objetivo generar una interdependencia global de las naciones subdesarrolladas y emergentes para con China.
Actualmente, se estima que China ha invertido más de 500 mil millones de dólares en esta iniciativa. Dinero que rara vez volvió a ver en concepto de devolución de los préstamos: la gran mayoría del dinero entregado le otorgó un control estratégico clave de alguna infraestructura en África, aunque también en Asia, Europa y Latinoamérica.
La inversión hasta la fecha equivale al dinero necesario para estar en el top 30 de países con mayor PBI del mundo. El valor estimado de la BRI para el 2030 se espera en más de 1,3 billones de dólares.

Donde más ha invertido China hasta ahora es en África, donde los páises son más vulnerables a este tipo de propuestas. Cientos de puertos, ferrocarriles, rutas, aeropuertos y hasta centrales eléctricas han sido construidas en países a lo largo de todo el continente con préstamos chinos.
Estos préstamos no tienen como objetivo final cobrar intereses, si no que justamente China espera que no puedan devolver el dinero, y así quedarse con las construcciones que hayan hecho con ese dinero prestado. Las garantías preferenciales que impone China en sus contratos ponen en situación crítica la soberanía de los deudores, la famosa “trampa de deuda”.
Desde principios del siglo XXI y facilitado por la disolución de la URSS y la desatención de los Estados Unidos, el Partido Comunista Chino comenzó a construir lazos más estrechos con los países africanos.
China está interesada por la abundancia de recursos naturales y materias primas en ese continente, como así también por la mano de obra barata.
La plataforma principal para la interacción entre África y la República Popular China es el “Foro de Cooperación China-África”, que se lleva a cabo cada tres años desde 2000. En este momento, el foro se ha integrado en la Belt and Road Iniciative.
Desde ese entonces, los productos baratos chinos han inundado los mercados africanos, y las relaciones entre los países africanos y China se conocen como la “diplomacia de la deuda”, una manera de vasallaje en el siglo XXI.

Este es el contexto de la última década, pero la situación está levemente cambiando desde que estalló la pandemia. China atraviesa actualmente la peor crisis económica de su historia desde su apertura comercial en la década del 70, producto de un agotamiento del sistema económico mixto y de las brutales cuarentenas que impusieron contra su población.
Es de esta forma que en 2022, las inversiones en la Belt and Road Initiative en África alcanzaron un mínimo de dinero intercambiado en años. El año pasado, la cantidad de dinero invertido en construcción en el África subsahariana fue de US$ 4.500 millones de dólares.
Esto implica casi un 50% menos que el año anterior, cuando hubo alrededor de US$ 8.100 millones de dólares invertidos en 2021. Por otra parte, la inversión de empresas privadas chinas en proyectos de la BRI en el África subsahariana también disminuyó de US$ 8.500 millones de dólares en 2021 a menos de US$ 3.000 millones de dólares el año pasado, una caída de casi el 60%.
Además, hay silencio absoluto hace prácticamente un año sobre nuevos anuncios sobre la financiación china para proyectos ferroviarios y portuarios en África. Aunque hubo algunos anuncios como inversiones en Argentina y Uruguay, China le ha soltado completamente la mano a sus vasallos económicos africanos.
Las razones de la reducción en la “ayuda” económica
- Imagen internacional: Después de la crisis de la deuda en Sri Lanka y las acusaciones en todo el mundo de que China está practicando la diplomacia de la trampa de la deuda, el régimen comunista quiere reparar su imagen de buen acreedor reduciendo la cantidad de préstamos que otorga.
- Los países africanos no pueden pedir prestado más dinero: La capacidad de muchos países africanos para aceptar nuevos préstamos es muy baja debido a la pandemia y los intereses impagables de préstamos anteriores.
- La dinámica económica interna china: Tras el golpe al mercado interno chino por la política de tolerancia cero durante la pandemia, las empresas chinas están destinando grandes recursos a proyectos internos, olvidándose completamente de las inversiones más riesgosas en África.

Cambio de canciller, ¿cambio de rumbo?
El 1ro de enero hubo fuertes cambios en la Cancillería de China, luego de que el dictador Xi revalidará su régimen aplacando la oposición interna que pedía que finalice su mandato que se extiende ya por una década.
Es así que el ministro de Asuntos Exteriores de la República Popular China, Wang Yi, asumió el liderazgo de la Oficina de Asuntos Exteriores del Partido Comunista Chino, el cargo más alto en la diplomacia china, reemplazando al histórico Yang Jiechi, cerebro de la BRI en África.
Además, como ministro de la República Popular asumió Qin Gang, cercano a Wang, volviendo a unificar en una misma ala del Partido Comunista estas dos carteras diplomáticas. Lo primero que hizo Qin al asumir su cargo fue realizar una gira por África.
En su gira, Qin visitó muchos países del continente africano y firmó documentos en muchos campos, incluida la cancelación de varias deudas, terminando con el expansivo programa que promovía la diplomacia de la deuda.
Simultáneamente, Rusia, Estados Unidos y otras potencias lanzaron sus propios viajes a África a comienzos de este año, lo que demuestra que la (leve) retirada de China del continente desató una verdadera carrera por llenar este vacío.
Al mismo tiempo, varios países de África, como Egipto, República Democrática del Congo, Zambia, Mozambique y Uganda, mostraron su descontento con China por esta decisión, asegurando que la nación comunista “les soltó la mano en el momento más difícil” y todos han firmado nuevos acuerdos comerciales con otros países.
China
Se forma un nuevo eje: Xi Jinping visitó Moscú y acordó junto a su “querido amigo” Putin una serie de tratados de cooperación
El presidente Vladimir Putin y el dictador chino Xi Jinping acordaron avanzar en estrechar sus lazos políticos y económicos en el Kremlin, tras una visita histórica en plena guerra en Ucrania.

Desde que Rusia formalizó la guerra con Ucrania con la invasión el pasado 24 de febrero del 2022, cayó la hegemonía estadounidense que primó en el mundo desde la caída del Muro de Berlín y se plantaron las semillas de un nuevo eje que empezaba a formarse en en el continente asiático.
Inmediatamente después del avance contra Kiev, Occidente lanzó una batería de sanciones que obligaron a Rusia a aliarse política y comercialmente con China, alianza que quedó sellada este martes con la visita del dictador comunista chino Xi Jinping a Moscú.
Xi Jinping y Vladimir Putin se reunieron en el Kremlin esta mañana por primera vez desde 2019, cuando el mundo era muy diferente al actual. No había ocurrido la pandemia, en Estados Unidos gobernaba Donald Trump, Beijing estaba en plena guerra comercial con Washington, y Rusia se encontraba muy lejos de la esfera de influencia de China.
Hoy, todo ha cambiado. Rusia está en plena guerra proxy con la OTAN, la Casa Blanca tiene uno de los presidentes más débiles de la historia de los Estaods Unidos, y China ha forjado una alianza con Moscú que no se veía desde antes de la década del ’70 con la Unión Soviética.
En la reunión, ambos mandatarios promocionaron los lazos entre los países y consensuaron la visión estratégica compartida entre China y Rusia. Además, la reunión es vista como un apoyo informal de China hacia Rusia en su guerra contra Ucrania y Occidente, algo que hasta el momento no había pasado.
La visita además tiene lugar pocos días después de que la Corte Penal Internacional de La Haya acusara al presidente ruso de cometer crímenes de guerra en Ucrania y emitiera una orden de arresto, lo cual impide el viaje de Putin a cualquiera de los 123 países que adhieren al Estatuto de Roma.
El líder chino fue recibido a su llegada al aeropuerto de Vnukovo, cerca de Moscú, por Dmitry Chernyshenko, uno de los 10 viceprimeros ministros de Rusia, y una banda militar rusa, sin la presencia del propio Vladimir Putin.
En un comunicado oficial emitido después de que Xi aterrizó el lunes, el líder chino señaló que, “frente a un mundo turbulento y cambiante, China está dispuesta a continuar trabajando con Rusia para salvaguardar firmemente el orden internacional“.
Las conversaciones entre los dos líderes duraron cuatro horas y media el lunes, según la agencia estatal de noticias rusa RIA Novosti; y se espera que el martes se lleven a cabo más reuniones formales.

En la visita, los dos líderes firmaron una serie de documentos para promover una “cooperación estratégica” después de lo que Putin describió como conversaciones “exitosas y constructivas” que mostraron que China era claramente ahora el socio económico más importante de Rusia.
“Estoy convencido de que nuestra cooperación multifacética continuará desarrollándose por el bien de los pueblos de nuestros países”, remarcó Putin; y agregó que Rusia, China y Mongolia habían completado todos los acuerdos para poner en marcha el gasoducto Power of Siberia 2, que enviará gas ruso a China, lo cual permitirá reemplazar la exportación de gas que iba por el Nord Stream a Europa, con exportaciones de gas y petróleo a Beijing.
El gasoducto Power of Siberia 2 entregaría 50 mil millones de metros cúbicos (bcm) de gas natural por año desde Rusia a China a través de Mongolia. “Se puede ver la cosecha temprana de nuestra cooperación, y se está avanzando en una mayor cooperación“, dijo Xi a Putin luego de firmar los papeles.
“En los últimos años, China ha dado un salto colosal hacia adelante“, dijo Putin, elogiando a Xi. “En todo el mundo, esto evoca interés y, desafortunadamente, incluso envidia“. Xi llamó a Putin su “querido amigo“, elogió repetidamente a su homólogo ruso, diciendo que el desarrollo del país había “mejorado significativamente“.
Ambos mandatarios subrayaron que el “diálogo responsable” es la mejor manera de resolver el conflicto en Ucrania. Además, Putin afirmó una vez más a Xi que está “siempre abierto al proceso de negociación”, a pesar de su repetida negativa a comprometerse con Kiev en una retirada de tierras ucranianas.
“Ambas partes intercambiaron puntos de vista en profundidad sobre el tema de Ucrania“, informó la agencia estatal de noticias china Xinhua más tarde en el día, describiendo la reunión de los líderes como “profunda y sincera”.
Según dichos de Xi a Putin, Beijing tiene una “posición imparcial” sobre el conflicto en Ucrania y apoya la paz. Seguidamente, luego de que ambos líderes discutieran la propuesta de Beijing para un alto el fuego en Ucrania, Putin afirmó que la propuesta de paz de China podría usarse como base para las conversaciones.
“Estudiamos de cerca sus propuestas sobre el acuerdo sobre la aguda crisis en Ucrania“, afirmó Putin a Xi. “Por supuesto, tendremos la oportunidad de discutir este tema. Sabemos que se basan en los principios de justicia y compromiso con los puntos fundamentales del derecho internacional“, agregó el líder ruso.
Asimismo, han advertido contra cualquier paso que pueda empujar el conflicto de Ucrania a una “fase incontrolable”, y ambos coincidieron que no podría haber ganadores en una guerra nuclear.

China ha calificado el viaje como un “viaje de amistad, cooperación y paz”, en medio de un impulso de Beijing para enmarcarse como un defensor clave para la resolución del conflicto de Ucrania. No obstante, el viaje de Xi es visto en Occidente como un respaldo rotundo al líder ruso frente a la amplia condena internacional de su guerra.
El Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo que la visita mostraba la intención de China de proporcionar “cobertura diplomática” para las presuntas atrocidades rusas en Ucrania.
“Que el presidente Xi viaje a Rusia días después de que la Corte Penal Internacional emitiera una orden de arresto contra el presidente Putin sugiere que China no siente la responsabilidad de responsabilizar al Kremlin por las atrocidades cometidas en Ucrania, y en lugar de condenarlas, preferiría proporcionar cobertura diplomática para que Rusia continúe cometiendo esos crímenes graves“, dijo Blinken en una conferencia de prensa en el Departamento de Estado de Estados Unidos sobre la publicación del Informe de Derechos Humanos 2022.
Los líderes occidentales han expresado su escepticismo sobre el papel potencial de China como pacificador y su supuesta neutralidad. Tras el anuncio del viaje de Xi a Moscú, la Casa Blanca expresó su preocupación por las posibles propuestas de China que serían “unilaterales y reflejarían solo la perspectiva rusa”.
Una propuesta de alto el fuego, que China ha pedido repetidamente, podría simplemente proporcionar una forma para que Rusia se reagrupe antes de lanzar una represalia, dijo John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional.

El lunes, después de que Xi llegó a Moscú, si bien Blinken dijo que los “elementos” de la propuesta de paz de China para la guerra estaban en línea con los esfuerzos que Washington apoyaría, como “la garantía de la seguridad nuclear, la resolución de la crisis humanitaria, la protección de los civiles”; también dijo que cualquier llamado a un alto el fuego “que no incluya la eliminación de las fuerzas rusas del territorio ucraniano apoyaría efectivamente la ratificación de la conquista rusa”, ya que “permitiría al presidente Putin descansar y reacondicionar sus tropas, y luego reiniciar la guerra en un momento más ventajoso para Rusia”.
“El mundo no debe dejarse engañar por ningún movimiento táctico de Rusia, apoyado por China o cualquier otro país, para congelar la guerra en sus propios términos“, continuó Blinken.
Por otro lado, Estados Unidos y sus aliados han advertido desde el mes pasado que China está considerando enviar ayuda letal a Rusia para su esfuerzo de guerra, lo que Beijing ha negado.
“Si China se mueve para suministrar abiertamente armas a Rusia, en efecto estará participando en el conflicto del lado del agresor“, dijo Oleksiy Danilov, secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania.
Mientras Kiev observa atentamente los acontecimientos en Moscú con la visita oficial de Xi, reiteró el lunes que cualquier plan de paz debe comenzar con una salida rusa de su territorio. “Esperamos que Beijing use su influencia sobre Moscú para poner fin a la guerra agresiva contra Ucrania“, dijo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania, Oleg Nikolenko, a CNN.
“Restaurar la integridad territorial de Ucrania debe estar en el centro de cada esfuerzo diplomático“, señaló. “Estamos listos para entablar un diálogo más estrecho con China para restaurar la paz en Ucrania de acuerdo con los principios consagrados en la Carta de la ONU y la última resolución de la Asamblea General de la ONU sobre este asunto”.

Funcionarios ucranianos, chinos y estadounidenses se negaron la semana pasada a confirmar una posible reunión virtual entre Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania y Xi Jinping, luego de un informe del Wall Street Journal de que los dos países planeaban hablar por primera vez después del entonces posible viaje de Xi a Moscú.
No estaba claro si y cuándo exactamente Xi hablaría con Zelenski. “Estamos esperando la confirmación“, dijo la viceprimera ministra de Ucrania, Iryna Vereshchuk. “Ese sería un paso importante. Tienen cosas que decirse el uno al otro“, agregó.
No obstante, la visita del primer ministro de Japón, Fumio Kishida, a Kiev al mismo tiempo que Xi estaba en Moscú, es una señal de determinación de Occidente y sus aliados para respaldar a Ucrania.
China
China avanza en Medio Oriente y ahora busca una alianza entre Irán y el Consejo de Cooperación del Golfo
El presidente chino, Xi Jinping, ha ofrecido a Irán y a los estados árabes del Golfo Pérsico celebrar una cumbre conjunta en Beijing este año según reveló The Wall Street Journal.

El dictador de China, Xi Jinping, está planificando la organización de una cumbre sin precedentes entre los altos funcionarios de Irán y los de sus seis vecinos árabes del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), reveló el Wall Street Journal.
Según el informe, Xi hizo hizo esta propuesta cuando visitó la capital de Arabia Saudita, Riad, en diciembre del año pasado, a sabiendas que en marzo se firmaría el acuerdo de reestablecimiento de relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita, que medió el Partido Comunista Chino.
Durante su visita a Riad, Xi le pidió a los estados árabes que permanezcan “independientes y defiendan sus intereses comunes”, y agregó que China “apoya a los estados árabes en la exploración independiente de caminos de desarrollo adecuados a sus condiciones nacionales y mantener su futuro firmemente en sus propias manos“, una propuesta mucho más interesante que la de Biden, quien les había pedido que “sacrifiquen” ganancias aumentando la producción de petróleo para que bajen los precios del barril de combustible.
China también prometió importar más petróleo y gas natural de los estados árabes del Golfo sin interferir en sus asuntos internos, apuntando contra la estrategia que ha seguido Washington en los últimos años contra las petro monarquías del golfo.
Por su parte, cuando Xi recibió oficialmente al presidente iraní Ebrahim Raisi en Beijing el mes pasado, donde todas las fuentes coinciden que el dictador chino consiguió el apoyo de Teherán para la firma del acuerdo de normalización con los saudíes.
Si bien Raisi viajó a la capital china para quejarse con el dictador rojo que China los había traicionado por sus palabras en favor de los países del Golfo, el iraní se fue de Beijing habiendo aceptado firmar un tratado de paz con Arabia Saudita.
Xi había firmado una declaración conjunta que había firmado con los líderes árabes del golfo que cuestionaba la soberanía de Irán de tres islas en disputa y la influencia regional y los programas nucleares y militares de Teherán.

Según los informes, Raisi ya aceptó reunirse con los países árabes en lo que será el acercamiento más importante entre la dictadura chiíta y las monarquías sunitas en capaz cientos de años de historia del Medio Oriente.
Su administración está buscando lazos económicos más fuertes con Beijing mientras espera que China desempeñe un papel más importante en las conversaciones estancadas sobre la restauración del acuerdo nuclear de Irán de 2015 con las potencias mundiales, que Estados Unidos abandonó unilateralmente en 2018.
Si China logra que los estados del Golfo e Irán participen en una sala para el diálogo, sería una señal de otra victoria diplomática después de que Beijing organizara las conversaciones de la semana pasada que llevaron a un acuerdo histórico y sorpresa para poner fin a una brecha de siete años entre Teherán y Riad.
Durante las conversaciones secretas, “todas las partes acordaron no usar el inglés en las negociaciones, con discursos y documentos realizados bajo tres copias en árabe, farsi y mandarín“. China aprendió de las técnicas de negociación de Trump, y logró este histórico acuerdo prometiendo enormes desarrollos comerciales entre los países y respetando sus intereses nacionales y culturales.

Los dos rivales regionales acordaron que sus ministros de Relaciones Exteriores se reunirían dentro de dos meses para reabrir las misiones diplomáticas y que la declaración trilateral que firmaron con China los comprometió a implementar dos acuerdos de cooperación que habían firmado más de dos décadas antes.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán ha dicho que las embajadas que se cerraron en 2016 pronto se reabrirán en Teherán y Riad, mientras que los consulados generales se restablecerán en Mashhad y Jeddah.
Como parte del acuerdo, Arabia Saudita acordó “atenuar la cobertura crítica” negativa de Iran International, un canal de televisión en idioma persa que Teherán cree que está financiado por el estado saudí y considera una organización “terrorista”.
Iran International, que ha negado repetidamente los cargos de financiación saudí a través de su empresa matriz Volant Media, trasladó el mes pasado sus oficinas de Londres a Washington, DC. citando amenazas a su personal.
Mientras tanto, Teherán acordó dejar de alentar los ataques transfronterizos contra Arabia Saudita desde Yemen por parte de los hutíes, al que apoya en el conflicto de más de 8 años entre el vecino sur del reino saudí y la Coalición Árabe liderada por Arabia Saudita, que respalda al gobierno yemení reconocido internacionalmente.
Para hacer cumplir los compromisos, los funcionarios saudíes tienen esperanzas de que Beijing pueda “usar sus lazos económicos para influir en el comportamiento de Irán”, ya que China sigue siendo el mayor importador de petróleo iraní.

Según la agencia estatal de noticias iraní Mehr, antes del acuerdo histórico del viernes, China permitió a Teherán acceder a partes de los fondos congelados en bancos chinos debido a la campaña de sanciones de “máxima presión” que Washington implementa contra Teherán.
Los expertos han advertido que, si bien un acercamiento entre Teherán y Riad es un desarrollo positivo que podría ayudar a reducir las tensiones en toda la región, construirlo podría resultar desafiante ya que persiste un nivel considerable de desconfianza entre las potencias regionales.
Por ahora, otras partes interesadas en toda la región han recibido el acuerdo positivamente, mientras que Estados Unidos, que ha estado completamente ausente del acuerdo, lo ha acogido con cautela.
China
Xi Jinping cierra a China después de 40 años de aperturas: Las inversiones extranjeras Greenfield cayeron un 50% desde 2019
Los proyectos de inversión son cada vez más escasos en la economía del gigante asiático, luego de que el dictador Xi Jinping haya puesto en jaque el proceso reformista que atraviesa el país desde la década de 1980.

El fin de las famosas “tasas chinas” también coincide con el fin de la relativa hegemonía de este país sobre la afluencia de capitales como parte de la inversión extranjera directa internacional. Bajo la administración del dictador Xi Jinping, la economía de China se vuelve cada vez menos atractiva para la inversión empresarial privada.
Los niveles de la inversión extranjera “Greenfield” se redujeron constantemente desde mediados del año 2019, prácticamente sin excepción en los principales rubros que componen este tipo de operaciones.
Los proyectos Greenfield son un tipo de inversión extranjera directa (IED) en donde un inversor no residente construye desde cero instalaciones para llevar a cabo un proyecto propio o subsidiario con socios, en un país extranjero. Es un componente fundamental para la llegada de capitales y divisas en un país que capta el apetito inversor mundial, y que sabe adaptarse a la división internacional del trabajo.
La cantidad bruta de nuevos proyectos en IED Greenfield en China se desplomó hasta un 50% entre 2019 y 2022, incluso a pesar de la reactivación de la actividad económica a partir de 2021. Pero desagregando los principales sectores que componen el saldo inversor, la realidad es aún más dramática para la economía china.
La inversión vinculada al turismo cayó violentamente hasta un 78% entre 2019 y 2022, la inversión en la industria alimenticia disminuyó un 66%, en servicios financieros la caída fue del 62,5%, representó el 56,7% en maquinaria industrial y bienes de capital, 56,7% en productos electrónicos, 55,6% en industria química, 48,5% en productos software y 14,6% en la industria automotriz, entre muchos otros sectores.
Y la pérdida de interés inversor no se limita a la entrada directa de capital, también cayó de manera extraordinaria la cantidad de fusiones y adquisiciones transfronterizas por parte de empresas chinas en el exterior y empresas extranjeras en suelo chino. El régimen endureció las regulaciones sobre la cuenta capital y financiera, y dificultó la aprobación de acuerdos extranjeros para compatibilizar las reglas de juego entre países.
Incluso para un sistema centralizado y de partido único, la llegada de Xi Jinping al poder limitó todavía más la ya muy escasa transparencia y alternancia política que se había conseguido tras las reformas de Deng Xiaoping desde 1978.
El declive de China como captador de capitales internacionales está provocando un flujo de inversión hacia otras economías más competitivas, y con mejores perspectivas de crecimiento a futuro. Solamente en 2022, la cantidad de proyectos Greenfield aumentó un 158,2% en Filipinas, 113% en Malasia, 79,5% en Vietnam, 75,8% en Taiwan (República de China), 69,7% en la India y hasta un 68,5% en Indonesia.
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