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Economía

El ingreso por habitante de México se derrumbó desde que el socialista López Obrador asumió la presidencia

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La política económica del Presidente provocó un importante derrumbe sobre la inversión privada. La economía de México abandonó su tendencia de crecimiento de largo plazo, y entró en una dramática situación de estanflación. 

Tras cuatro años de administración socialista en México, los resultados de la política económica son cada vez más decepcionantes. El ingreso por habitante de México, medido por el índice IGAE ajustado por el crecimiento poblacional, registró un derrumbe del 3,1% desde la asunción de Andrés Manuel López Obrador en diciembre de 2018.

Se  abandonó completamente la tendencia de crecimiento que tenía antes de la pandemia, durante el mandato de Peña Nieto, y de hecho no logró siquiera recuperarse del impacto provocado por la pandemia en 2020. El ingreso per cápita de octubre de 2022 aún acumula una caída del 1,25% en comparación al nivel que tenía en febrero de 2020. 

La economía de México se perfila como una de las contadas excepciones en América que aún no logra recuperarse del impacto provocado por la pandemia. Al mismo tiempo, la inflación interanual alcanzó un récord de hasta el 8,7% en septiembre, y retrocedió ligeramente al 7,8% en noviembre. Se observa una evidente situación de estanflación: estancamiento de la actividad económica junto con elevadas tasas de aumento de precios.

Evolución del ingreso por habitante en México desde 2010.

Cuando se analizan los componentes de la economía mexicana, existen dos factores que explican en gran medida el estancamiento económico y caída del ingreso per cápita: el derrumbe del nivel de inversión privada y la caída de las exportaciones no petroleras

El sexenio de Lopéz Obrador podría pasar a la posteridad como el primero en décadas que registra un nulo crecimiento sobre el nivel general de vida. El Presidente, disconforme con los resultados de sus propias políticas, decidió desestimar la legitimidad de los indicadores económicos (como por ejemplo el PBI) a la hora de explicar las condiciones de vida del país. 

De hecho, la mayor parte de los analistas descuentan casi completamente que el sexenio de López Obrador terminará con la tasa de crecimiento per cápita más baja de los últimos 100 años. Esto es casi un hecho, dada la dinámica observada hasta ahora y la resiliencia por revertir esta tendencia hasta 2024. 

El nivel de ventas minoristas (la mayor proporción del consumo) logró recuperarse del shock por la pandemia, pero enfrenta una situación de estancamiento desde el mes de mayo. La industria manufacturera logró sortear el efecto recesivo, pero a partir de agosto comenzó a disminuir su ritmo de crecimiento interanual.

Las decisiones de López Obrador que condujeron al estancamiento

La llegada de la izquierda al poder supuso un fin, al menos temporal, sobre el proceso reformista de la economía mexicana. Un importante retroceso para la inversión privada aconteció con la reforma energética del presidente López Obrador

El Gobierno determinó que la Comisión Federal de Electricidad (CFE), un ente estatal que se encarga de la provisión de energía eléctrica, mantiene garantías legales para conservar la participación mayoritaria sobre todos los proyectos energéticos del país.  

La inversión privada queda relegada a un simple “apoyo a las empresas estatales” en palabras del propio oficialismo. Los inversores quedan obligados a realizar contratos sólo a través de la CFE y de la petrolera estatal PEMEX, lo cual limita dramáticamente el rol de la iniciativa privada en el sector más dinámico de la economía del país. 

Los problemas sobre la seguridad jurídica en México también funcionan como un factor disuasivo que desalienta la inversión, tanto la doméstica como la extranjera. En este sentido, el mandatario prometió una polémica reforma agraria para expropiar tierras a cambio de indemnizaciones con valores arbitrarios. 

En segundo término, el deterioro de la disciplina fiscal contribuyó al aumento de las expectativas inflacionarias a largo plazo, y con ello la pérdida de la previsibilidad necesaria para fomentar un clima sano de inversiones. 

El déficit fiscal del Gobierno federal aumentó del 1,4% del PBI en el primer trimestre de 2020 al 2,83% en el tercer trimestre de 2022. El resultado fiscal consolidado de México (sumando Gobiernos locales) representó el 3,7% del PBI en 2022, y el Fondo Monetario Internacional espera que aumente por lo menos hasta el 4,1% del PBI en 2023.

Para las proyecciones del FMI, México demorará hasta 5 años en retornar al desequilibrio fiscal que había antes de la pandemia, incluso a pesar de las expectativas por una mayor contribución de los ingresos federales.

La inversión privada acumuló una caída del 7,2% desde el primer trimestre de 2018, y como resultado de las políticas de López Obrador se acumuló una brecha equivalente al 19,8% con respecto a la tendencia de crecimiento pasada.

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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