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Economía

El mito de los trenes estatales: La administración del Estado destruyó los ferrocarriles y generó pérdidas monumentales

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Uno de los mitos más difundidos en la historia argentina es el supuesto desmantelamiento del sistema ferroviario durante su privatización, pero todo esto ocurrió realmente cuando el sistema estaba en manos del monopolio estatal.

El candidato Javier Milei expresó su apoyo para la privatización de los ferrocarriles, una maniobra que buscaría fomentar la reinversión después de años de descapitalización y abandono por parte del Estado. No solo los servicios se vieron deteriorados, sino que el conjunto de la operatoria ferroviaria estatal constituye la segunda fuente explicativa más importante en el total de las pérdidas de las empresas públicas nacionales (solo por detrás de ENARSA).

Posiblemente uno de los mitos más difundidos en la historia argentina es la idea de un supuesto “desmantelamiento” del sistema ferroviario a lo largo de la década de 1990. La mitología kirchnerista esgrimió este argumento falso para atacar cualquier tipo de concesión o privatización de servicios, pero nada de esto se condice con la realidad.

Fue la propia gestión estatal (en la forma de un monopolio) la que se encargó de destruir y desmantelar el sistema ferroviario entre 1948 y 1989. Todos los datos operativos de los ferrocarriles desde su fundación a mediados del siglo XIX empeoraron dramáticamente bajo la gestión del Estado, sin importar los sucesivos cambios de signo político que se fueron produciendo.

La mayor expansión ferroviaria se impulsó cuando el sistema fue completamente privado a partir del siglo XIX y hasta la primera mitad del siglo XX, principalmente capitales provenientes de Gran Bretaña.  En este período la intervención del Estado fue más bien pasiva. Los ferrocarriles estatales fueron muy limitados y en muchos casos privatizados, la operación más importante fue la privatización del Ferrocarril Oeste de Buenos Aires en 1887. Por otra parte, el Gobierno se limitaba a ofrecer garantías para la construcción de ramales, o proveer financiamiento barato para el sector privado, pero el Estado se mantenía alejado de la función proveedora de servicios a gran escala.

La estatización de los ferrocarriles se produjo en 1948, ya cuando estos arrojaban pérdidas y los capitales ingleses estaban interesados en vender antes que hacerse cargo de una costosa reestructuración del sistema, haciendo que fuese un pésimo negocio para el Gobierno y para la sociedad argentina. A partir de este punto, todos los datos operativos empeoraron sistemáticamente, y las racionalizaciones llevadas a cabo no pudieron detener el proceso.

La longitud de vías férreas disminuyó en más de 9.000 kilómetros entre 1961 y 1980, y más de 12.000 kilómetros computando el período 1960-1990. Todo esto se produjo bajo la gestión del monopolio estatal, sin ninguna injerencia del sector privado.

La pérdida de ramales y el deterioro de los servicios provocó, a su vez, una gran disminución en la cantidad de pasajeros transportados por el sistema. A nivel país, los ferrocarriles llegaron a transportar un máximo de hasta 622.000 pasajeros en 1959, y para el año 1989 esa cifra había caído a solamente 280.400 pasajeros. Se produjo una caída equivalente al 55% en un período de 30 años de descapitalización y desmantelamiento.

Datos operativos de los ferrocarriles desde 1857.

La carga productiva transportada por ferrocarril también cayó dramáticamente bajo la gestión del Estado. Mientras que en 1948 los ferrocarriles transportaban un promedio de 34.000 toneladas de mercancías en todo el país, para 1989 el umbral cayó a solo las 14.200 toneladas, una caída superior 58% en 41 años. El punto más bajo de transporte ferroviario de cargas se registró en 1992, el último año de la gestión estatal.

De hecho, la mayor parte de la aparición de “pueblos fantasma” por el cierre de ramales y estaciones ferroviarias se produjo precisamente durante los años de la gestión estatal, y más específicamente entre las décadas de 1960 y 1980. Entre 1961 y 1990 cerraron más del doble de talleres y depósitos ferroviarios en comparación con el período 1991-2000.

Y de la proporción de pueblos que decrecieron a partir de la segunda mitad del siglo XX, el 44% perdieron el acceso al ferrocarril entre 1961 y 1970, y un 27% entre 1971 y 1980. Solamente un 19% de los pueblos que decrecieron en los años 90s perdieron el acceso al ferrocarril. Esto sugiere que la mayor parte del decrecimiento poblacional en estas localidades se produjo más bien por otras razones desde los años 50s, y en particular por el sesgo anti-exportador que debían soportar las economías regionales.

Datos operativos de los ferrocarriles desde 1857.

Y la razón detrás del masivo deterioro fue la falta de rentabilidad y la necesidad de racionalizar los servicios para contener las pérdidas. Esto se puede medir de varias maneras, una de ellas es el coeficiente de explotación que vincula ingresos y gastos de los ferrocarriles.

El coeficiente de explotación ferroviario se deterioró constantemente entre 1948 y 1989, pese a las reformas introducidas por el Plan Larkin (1959-1962), el plan Krieger Vasena (1967-1969) y la administración Martínez de Hoz (1976-1980). Todos estos intentos por reestructurar el sistema estatal para hacerlo rentable solo encontraron el fracaso. Las pérdidas de los ferrocarriles llegaron a representar entre el 0,4% y hasta el 1% del PBI, llegando a una situación de virtual colapso para 1989.

Con la privatización y concesión de los servicios ferroviarios, el coeficiente de exportación mejoró del 0,34 al 0,57 entre 1990 y 2000. La cantidad de pasajeros transportados aumentó de 214.000 a casi 480.000 en el período 1992-2000, mientras que la carga productiva transportada por esta vía se disparó en un 87% en el mismo período. Todo esto ocurrió a pesar de que se produjo un importante proceso de reestructuración para levantar en aproximado de 9.000 kilómetros de vías férreas ineficientes, cuya rentabilidad era imposible de alcanzar.

Argentina

La reforma del Estado de Milei llegará a las Provincias: “Corten otros gastos y paguen los salarios, no hay más plata”

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El Presidente electo anticipó que la consolidación fiscal del sector público no solamente se limitará al Gobierno nacional, sino a todas las distintas esferas del Estado argentino, incluyendo las Provincias y las municipalidades.

A partir del 10 de diciembre el Gobierno de Javier Milei propone lanzar un plan de ajuste fiscal que llevaría al déficit financiero cero para el ejercicio de 2024. Esto implica ya no tan solo equilibrar las finanzas operativas del Gobierno nacional, sino que además poder afrontar la totalidad del pago de intereses y servicios por la deuda pública.

Pero el proceso de Reforma del Estado no se limitará al Sector Público Nacional, también afectará a las Provincias y los municipios irremediablemente. Una de las partidas responsables de esta dinámica son las transferencias discrecionales que, hasta ahora, el Gobierno kirchnerista asignada a dedo dependiendo de su preferencia política con cada gobernador de turno.

Las transferencias surgen como la diferencia entre los recursos presupuestados a principios de año y la ejecución presupuestaria efectiva, en la cual el Estado recibe más pesos nominales en sus arcas por el efecto de la inflación en la cadena de pagos. Esto permite generar un “colchón” de recursos que no tienen una asignación específica, y dotan de poder discrecional al Gobierno de turno. A partir del 10 de diciembre se termina esta lógica y comienza el ajuste fiscal.

El Presidente electo lo simplificó de la siguiente manera: “Hay que poner los números en orden. Corten otros gastos y paguen los salarios, no hay más plata”. Esto implica, además, sostener las consecuencias de la devolución del IVA y la reducción del impuesto a las Ganancias de la cuarta categoría sobre los recursos de la coparticipación.

Un total de 5 Provincias anunciaron programas de ajuste fiscal, en alineamiento con la política económica del próximo Gobierno. Los gobernadores de Tucumán, Santa Cruz, Chaco, La Pampa y Entre Ríos se comprometieron con la austeridad para sobrellevar el año 2024.

Incluso el Gobernador peronista Osvaldo Jaldo debió alinearse con Milei, y anunció un masivo recorte de gastos por $220.000 millones de pesos para el presupuesto del año próximo. Se cerrarán hasta 40 organismos y dependencias locales, incluyendo la Unidad de Reconversión Laboral (Unrel) a partir del 30 de noviembre, y se dejarán sin efecto las designaciones realizadas en los 60 días anteriores al 29 de octubre.

Por otra parte, y desde el punto de vista del Gobierno nacional, se dispondrá de un ambicioso programa de privatizaciones para sanear las finanzas públicas. Por otra parte, la obra pública enfrentará grandes recortes presupuestarios.

Todas aquellas obras que ya estén en curso de ejecución no serán paralizadas, y en su lugar se llamará a licitación para que el sector privado se encargue de financiarlas y completarlas en caso de que exista interés inversor. A cambio, el Estado proveerá de un marco regulatorio especial para ofrecer la concesión de los servicios por la infraestructura terminada (algo muy común en rutas nacionales, puertos, caminos, etc).

Aquellas obras públicas que no están en proceso de ejecución pero están planificadas, serán sometidas a evaluación, como parte de una racionalización integral que se llevará a cabo en todo el sistema. La máxima prioridad será la concreción del déficit cero para diciembre de 2024.

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Economía

Estallan los precios en los últimos días de Massa como Ministro de Economía: Subieron 3,1% en la última semana de noviembre

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La Secretaría de Política Económica informó que los precios minoristas aceleraron todos los aumentos en la última semana de noviembre, por lo que la variación mensual volvió a superar cómodamente los dos dígitos.

El ministro Sergio Massa deja una economía sustancialmente más desequilibrada de la que recibió en agosto del año pasado. Según el último sondeo de la Secretaría de Política Económica, la tasa de inflación semanal escaló nuevamente al 3,1% hacia la última semana de noviembre.

La variación intermensual de los precios (es decir, en comparación con la misma semana del mes de octubre) cerró con un alza de casi el 11%, cómodamente apostada en los dos dígitos.

Todo esto se produjo a pesar de que el tipo de cambio oficial sigue corriendo muy por debajo de la inflación general, las tarifas de los servicios públicos persisten congeladas, y la brecha cambiaria oscila supera el 140%.

El colapso de la represión financiera comenzó a afectar al mercado minorista con el desbaratamiento de Precios Justos, y el Gobierno saliente también debió convalidar aumentos en los combustibles para evitar nuevas situaciones de desabastecimiento.

Se estima que la tasa de inflación de noviembre podría llegar a superar el 11%, y las proyecciones de las consultoras privadas sugieren que incluso podría ascender a más del 13% mensual, incluso por encima de los registros observados entre agosto y septiembre (post-devaluación).

Para el mes de diciembre se espera un salto descomunal como resultado de la liberalización de la inflación reprimida por el kirchnerismo. Sin lugar a dudas, esta constituye una de las más pesadas herencias de los últimos 4 años de gestión.

A partir de los próximos 12 meses comenzarán a impactar todos aquellos costos inflacionarios que el kirchnerismo reprimió artificialmente en los últimos años, pero en particular en los 16 meses de gestión massista.

También cabe destacar que debido al rezago de la política monetaria, aún deteniendo la emisión directa del Banco Central para asistir al Tesoro a partir del 10 de diciembre (como de hecho se pretende lograr), la tasa de inflación seguiría subiendo en respuesta a la cantidad de pesos que todavía sigue circulando a una velocidad cada vez más rápida en la economía.

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Economía

Efecto Milei: Se desploma el dólar, la Bolsa cierra el mes con una suba del 40% y el Riesgo País quedó debajo de los 2.000 puntos básicos

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Los mercados financieros respondieron con optimismo a la llegada del nuevo Gobierno presidido por Javier Milei a partir del 10 de diciembre. Las empresas argentinas se revalorizaron en tiempo récord, generando un shock opuesto al que provocó la insurrección del kirchnerismo en agosto del año 2019.

El “efecto Milei” se sigue extendiendo por los mercados financieros. Los mercados reciben con optimismo la salida del Gobierno kirchnerista y la vuelta hacia la ortodoxia económica. El mes de noviembre fue marcado por una profunda revalorización de los activos argentinos: el índice S&P Merval escaló más de un 40% en ese período, y hasta un 44,7% valuado al tipo de cambio Contado con Liquidación (CCL).

El Merval se acerca a romper la barrera de los 1.000 puntos básicos, y en solo dos semanas logró alcanzar y superar los máximos que se habían registrado a mediados de julio. Destacó la increíble suba de las acciones de Aluar (414%), Ternium (262,28%), Pampa Energía (259,96%) y Cresud (244,64%), entre muchas otras que se vieron favorecidas por el impacto.

Se produjo un shock radicalmente opuesto al que generó el regreso del kirchnerismo en agosto del año 2019. Los principales activos de las empresas argentinas se revalorizan cuando el kirchnerismo se mantiene alejado del poder, a medida que crecen las expectativas por una economía más abierta, desregulada y estable.

El dólar se desplomó en todos los mercados alternativos. El tipo de cambio paralelo, que había llegado a superar los $1.080 en la antesala de las elecciones, se derrumbó a solo $905 al cierre del día 30 de noviembre, y la cotización del 1 de diciembre rebotó a los $955. En consecuencia, la brecha cambiaria se redujo del 180% al 150% desde que Milei ganó las elecciones.

El efecto Milei también impactó drásticamente en la cotización del segmento Contado con Liquidación hasta perforar el piso de los $900, razón por la cual la plaza bursátil porteña llegó a aumentar más valuada en dólares que expresada en pesos. Asimismo, el dólar MEP (frecuentemente utilizado por la demanda minorista) osciló en la franja de $850 a $900 durante la última semana.

Los bonos soberanos experimentaron una fuerte suba como reacción a la promesa de disciplina fiscal que esgrimió el Javier Milei en su discurso inaugural tras haber ganado las elecciones, y el impacto fue particularmente destacable en los bonos GD30 y GD29. 

El índice de Riesgo País elaborado por la firma JP Morgan cayó a los 1.983 puntos básicos, el valor más bajo desde la primera semana de agosto. Este indicador mide el rendimiento de los títulos soberanos argentinos en comparación con los que pagan los bonos del Tesoro de Estados Unidos. 

El Presidente electo descartó de plano cualquier tipo de operación que implique la violación 

de los contratos asumidos por el Estado. Esto no sólo incluye al pago de los servicios por la deuda externa, sino también al respeto por la deuda interna (se descarta cualquier tipo de reperfilamiento) y los pasivos remunerados del Banco Central.

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