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Economía

La inflación en EE.UU. es la más elevada de la historia si se la mide con una canasta de referencia comparable con el pasado

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Economistas de gran prestigio internacional, como Lawrence Summers y John Williams, sugieren que la magnitud real de la inflación en Estados Unidos podría ser más alta de lo que sugieren las estadísticas oficiales.

La Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos anunció oficialmente que la inflación interanual llegó al 9,1% en el mes de junio, contemplando el aumento de los precios en 12 meses. Solo en junio el Índice de Precios al Consumidor (IPC) minorista marcó un aumento del 1,3%,

Como una medida ampliatoria para medir el fenómeno inflacionario, las autoridades también anunciaron que la inflación mayorista superó el 11% en junio, y solo en ese mismo mes los precios en este sector aumentaron un 1,1%.

Sea cual sea la medición que se elija, se llega a una conclusión de que la inflación en Estados Unidos es la más alta desde 1981. Sin embargo, existen mediciones alternativas que sugieren que el actual aumento de precios podría ser el más brutal en toda la historia de ese país.

El economista John Williams, que dirige el sitio web Shadowstats dedicado íntegramente al estudio de estadísticas estadounidenses, postula que la inflación oficial no refleja completamente la verdadera dimensión de la inflación porque acontecieron numerosos cambios de canastas de referencia entre 1980 y 2022.

A fin de tener un índice de inflación que sea comparable a través del tiempo en términos estrictos, Williams desarrolla un IPC alternativo usando a la canasta de bienes y servicios de 1980 como referencia, y registrando la variación de los precios sobre cosas comprables.

El resultado es dramático: la inflación de Estados Unidos llegaría a casi el 17% interanual y sería la más alta de la historia, superando holgadamente al 14,6% registrado en abril de 1980. Esta medición sugiere que el peso real de la inflación es muy superior al que estiman las estadísticas oficiales.

Inflación oficial (en rojo) y alternativa (en azul). Fuente: Shadowstats.

Sin embargo, es posible acotar que el cambio de las canastas de referencia es necesario ya que responde no solo a las diferentes preferencias de los consumidores a través del tiempo, sino también al avance tecnológico, por lo que el impacto de esta inflación para la sociedad de la década del 80 sería del 17%, pero para la sociedad actual es del 9,1%.

Es por esta razón que también existe otra manera de generar una serie de inflación comparable a través del tiempo: utilizar la canasta actual y proyectarla hacia el pasado. Esta estrategia resulta útil porque compara el nivel histórico de la inflación sobre la canasta de bienes y servicios que hoy son de interés para los consumidores, en lugar de incluir otros rubros que antes lo fueron pero que ya no lo son.

Esta estrategia particular es utilizada por los economistas Lawrence Summers, Judd Cramer y Marijn Bolhuis. En su paper “Comparando la inflación pasada y presente” de junio de 2022, se llega a la conclusión de que la variación interanual actual del IPC es la segunda más alta de la historia moderna, por encima de la inflación de la década de 1970 y levemente por debajo de los años 80s.

Mientras que la inflación más alta registrada de la historia de Estados Unidos fue del 14,6% en 1980, durante la transición de gobierno entre el demócrata Jimmy Carter y el republicano Ronald Reagan, con esta corrección, el país tuvo una inflación de casi el 10% en el mes de mayo, cuando la estadística oficial marcaba una inflación en torno al 8%.

Inflación oficial (en azul) y alternativa (en rojo). Fuente: "Comparing past and present inflation" (2022).

Sin importar la medición alternativa que se decida utilizar, las series históricas y compatibles de los precios minoristas estiman que la inflación actual de los Estados Unidos es aún más dramática de lo que plantea la estadística oficial.

Los estímulos fiscales aprobados por los demócratas y por el presidente Joe Biden no lograron su cometido para encauzar a la economía en su tendencia de crecimiento de pre-pandemia, y a cambio produjeron un escenario cada vez más evidente de estanflación.

No se están viendo medidas para reducir la inflación, más que una suba gradual de la tasa de interés por la Reserva Federal. Pero desde el punto de vista fiscal, el déficit es cada vez más pronunciado y Biden no para de enviar leyes al Congreso que expanden el gasto público.

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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