Seguinos en redes

Economía

La transición hacia la economía de mercado en Rusia en los 90s: Las reformas que enterraron el comunismo

Publicado

en

Las reformas del presidente Borís Yeltsin sentaron las bases de la Rusia moderna y terminaron definitivamente con el experimento comunista más relevante de la historia. Su sucesor, Vladimir Putin, rescató la mayor parte de los avances para la transición hacia una economía de mercado moderna.

Tras el histórico colapso de la economía socialista y centralizada entre 1988 y 1991, la recién creada Federación Rusa enfrentó una serie de reformas estructurales muy complejas que no siempre contaron con el suficiente respaldo político para llevarse a cabo de manera ordenada.

El presidente Borís Yeltsin fue el gran impulsor de la economía de libre mercado en Rusia, y sentó las bases fundamentales para el sistema que todavía sigue vigente en el país. Los frutos de las reformas comenzaron a mostrar resultados en la década del 2000, y rescatar a la economía rusa del desastre socialista.

El fin del desabastecimiento y la lucha contra el establishment comunista

El presidente Yeltsin se hizo cargo de la Federación Rusa tras la desocupación y el colapso de la Unión Soviética el 31 de diciembre de 1991. Respaldado por el apoyo popular obtenido en las elecciones de agosto de ese mismo año, decidió llevar un plan de shock para la desarticulación del sistema socialista.

El 2 de enero de 1992 se anunció el fin de la represión financiera y la liberalización de los precios. La inflación en ese mismo mes superó el 245% debido al sinceramiento de los precios irrisorios que establecía la URSS. 

El desabastecimiento de la carne cayó del 53% al 46% hasta junio, en la leche bajó del 14,4% al 7,9%, en manteca del 38% al 4%, en huevos del 22,4% al 2,7%, en productos vegetales se redujo del 70% al 43,4%, y el desabastecimiento de pan cayó del 31,6% al 8% en el mismo período. Los productos volvían a las góndolas por primera vez después de casi dos décadas de desabastecimiento crónico.

El 29 de enero Yeltsin emitió el Decreto de Libre Comercio por medio del cual se legalizó la transacción privada entre personas y empresas por primera vez desde la década de 1920. A esto le siguió la apertura al comercio exterior y la abolición del monopolio estatal sobre el mismo.

La Duma estatal, aún controlada por el Partido Comunista desde la última elección proscriptiva en 1990, boicoteó muchas de las iniciativas del presidente Yeltsin para desregular y privatizar la economía. Junto con las limitaciones de la vieja Constitución socialista vigente desde 1978, esto derivó en la famosa crisis constitucional de 1993 al final de la cual el Gobierno logró imponer la agenda reformista y aprobar una Constitución compatible con la economía moderna.

Disminución progresiva del rol del Estado en la economía de Rusia desde la década de 1980.

La lucha contra la inflación y la crisis financiera de 1998

La política monetaria de Rusia fue totalmente errática en los primeros años de la Federación. El Gobierno de Yeltsin heredó una situación fiscal desequilibrada, al mismo tiempo en que se debía reformar el régimen impositivo para abandonar las tasas punitivas y expropiatorias que regían en la Unión Soviética.

El Banco Central de Rusia no solo debió lidiar con la dominancia fiscal, sino además con el sideral sobrante monetario (rublos anteriormente reprimidos que salieron a la circulación por el levantamiento de controles). Por otra parte, las ex-repúblicas soviéticas integrantes de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) también tenían la potestad de emitir rublos y lo hicieron de forma irresponsable en un contexto de crisis y transición.

Rusia abandonó la CEI en julio de 1993 y desplegó una reforma monetaria en diciembre de ese mismo año, pero la política extremadamente laxa del Banco Central hizo imposible bajar la inflación. La autoridad monetaria adquirió la independencia legal en abril de 1995, y estableció un régimen de metas de inflación con un tipo de cambio relativamente estable respecto del dólar.

La inflación minorista se contuvo exitosamente para mediados del año 1996. El plan logró bajar la inflación del 220% en abril de 1995 a menos del 6% para julio de 1998. Por su parte, la tasa de pobreza oficial informada por Rusia cayó del 33,5% al 20,8% entre 1992 y 1997, en gran medida por el control de la inflación y el fin del desabastecimiento.

Para mediados de 1997 la crisis financiera en los mercados asiáticos precipitó una masiva salida de capitales de los países emergentes, y entre ellos Rusia. Este hecho se sumó a la delicada situación fiscal que el Gobierno aún no había resuelto, y se gestó un ataque especulativo contra el rublo al mismo tiempo en que los inversores abandonaron sus tenencias de bonos soberanos rusos.

El presidente Bill Clinton respaldó al Gobierno de Yeltsin a través de un préstamo de US$ 4.800 millones desde el FMI en julio del año 1998, pero el “efecto contagio” de los mercados financieros no se pudo contener y la economía rusa sufrió una detención súbita de capitales con importantes efectos recesivos.

Producción industrial y tasa de inflación mensual de Rusia desde los años 80s.

La era Putin y la reactivación económica

El presidente Yeltsin recibió una economía socialista desorganizada y en proceso de colapso, y tras 8 años de administración entregó un sistema reformado, más moderno y competitivo, una tasa de inflación aún por encima del 36% y equilibrio fiscal en las cuentas públicas.

Su sucesor, el presidente Vladminir Putin, avanzó con el proceso reformista y concretó la segunda parte parte de la reforma fiscal prevista desde 1996. Putin inauguró el “flat tax” en Rusia, se eliminaron todas las tasas progresivas del impuesto a las Ganancias para personas físicas y se estableció una alícuota unificada de solo el 13% (aún vigente).

El impuesto de sociedades, que gravaba a las empresas con alícuotas de entre el 43% el 35%, se simplificó en una tasa unificada de 24% a partir de 2002, y rebajada una vez más a sólo el 20% a partir de 2009 (una reforma que sigue inalterada hasta el día de hoy).

Rusia experimentó una muy robusta recuperación de su actividad económica desde mediados del año 1999, y la tasa de desocupación volvió a converger hacia una situación de pleno empleo en los últimos años (con la sola excepción de la pandemia en 2020). Las sucesivas incursiones militares de Rusia, y en particular la guerra desatada en Ucrania, llevaron a la suspensión de la agenda reformista e incluso a una gran cantidad de retrocesos.

Salario real (base 1989=100) y tasa de desocupación de Rusia entre 1989 y 2023.

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

Publicado

en

El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

Seguir Leyendo

Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

Publicado

en

Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

Seguir Leyendo

Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

Publicado

en

La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

Seguir Leyendo

Tendencias