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Economía

La industria se derrumbó por segundo mes consecutivo y cayó 5% en mayo

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El INDEC reveló que la producción industrial cayó un 5% en mayo a partir de la serie desestacionalizada, luego de haberse derrumbado casi un 2% en abril. La actividad industrial vuelve a caer por debajo del nivel de prepandemia.

De acuerdo con el último informe del INDEC el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) registró una brutal contracción de 5% en mayo con respecto a abril, midiendo la serie desestacionalizada del índice. Esta contracción fue la más grande registrada en el sector desde abril del año pasado, el momento más álgido de la cuarentena en Argentina.

La producción industrial cayó por segundo mes consecutivo, después de que abril registrara otra contracción de casi 2% con respecto a febrero, y volvió a situarse por debajo de los niveles que había antes de la pandemia. La actividad industrial acumula una caída del 1,8% con respecto a febrero de 2020.

La serie original del índice, medida a partir de una comparación interanual, arrojó un importante rebote estadístico en torno al 30,2%, pero la cifra cobra muy poca relevancia a la hora de explicar la realidad porque surge de comparar contra un 2020 escandalosamente dramático.

Quince de las dieciséis divisiones que componen el IPI registraron aumentos interanuales de la producción, como era de esperarse partiendo de la comparación contra mayo de 2020.

El rebote estadístico para 2021 esconde la verdadera realidad sobre la actividad en términos desestacionalizados: la industria acumuló una escandalosa contracción del 6,8% entre enero y mayo de 2021. Con los datos del propio INDEC queda en evidencia la desastrosa trayectoria industrial de este año.

Pese a las exclamaciones del oficialismo, Argentina atraviesa un importante freno de la actividad económica. El índice EMAE, que también mide el INDEC, registró una contracción 1,2% en abril y se estima que volverá a cerrar en rojo con el dato de mayo. Las estadísticas oficiales sugieren que la recuperación económica fue brutalmente abortada desde el primer trimestre del año.

La caída de la actividad industrial en mayo fue una suerte de anticipo para lo que ocurrió en el economía general, a partir de las restricciones a la circulación que el Gobierno había decidido implementar en ese mes.

A su vez, el INDEC también informó sobre el desempeño de la construcción en el mes de mayo, registrando una caída del 3% del Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) desestacionalizado. Es el cuarto mes consecutivo que cierra en rojo.

Nuevamente, y pese al pobre desempeño del 2021, se observó un rebote estadístico del 70,9% que surge de comparar el nivel de actividad del ISAC en mayo de 2021 contra el mismo mes del 2020, en términos de la serie original del índice.

Cuba

Cuba sufre la peor crisis desde el colapso de la Unión Soviética: Escasez total de comida y apagones masivos

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El régimen comunista está tratando de reprimir el aumento de los precios con controles, provocando un drástico desabastecimiento como no se veía en la isla en más de 30 años. Escasean alimentos básicos y el combustible, y los cortes de luz llegan a durar entre 8 y 10 horas por día.

La dictadura de Miguel Díaz-Canel fracasó estrepitosamente en su intento por estabilizar la diezmada economía de Cuba. El sistema socialista está atravesando un colapso como no se veía desde la década de 1990, cuando el derrumbe de la Unión Soviética desató el llamado “período especial” en la isla.

Los desequilibrios fiscales del sector público son monetizados por el Banco Central, y esto provocó un problema de sobrante monetario que el régimen no puede controlar. La dictadura apostó por la imposición de estrictos controles de precios, salarios, tarifas y jubilaciones para tratar de aminorar el alza del IPC oficial, pero provocó el peor desabastecimiento en 30 años.

La Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei) publicó que la tasa de inflación interanual de los precios estrictamente oficiales cayó ligeramente al 39,52% en agosto, mientras que el IPC registró un salto del 0,7% con respecto a junio. La inflación fue aún menor en ciertos servicios públicos celosamente controlados por el Gobierno. La inflación reprimida es cada vez más grosera, y las políticas del régimen están generalizando la escasez en todo el país.

Los controles de precios minoristas provocaron escasez de alimentos básicos a lo largo y ancho de la isla, por lo que el régimen endureció los cupos legales para la compra de pollo y carnes blancas.

El congelamiento de las tarifas energéticas provocó exactamente el mismo efecto sobre el combustible. Y debido a la escasez de divisas provocada por los controles cambiarios, la dictadura comunista estableció cupos de compra en todas las estaciones de servicio del país, llegando incluso a su prohibición directa en los casos más extremos.

Ocurre lo mismo en el mercado eléctrico. El abastecimiento de energía eléctrica entró en colapso ante la falta de insumos importados y la distorsión de los precios sobre las tarifas al público. El régimen organizó apagones masivos que alcanzan a cubrir entre el 17% y el 30% del país, afectando a usuarios residenciales, comercios e industrias.

Los apagones se producen todos los días, y llegan a tener una duración de entre 8 y 10 horas. Las autoridades comunicaron que se esperan más apagones por lo menos hasta pasado el mes de octubre, y que la situación no mejorará en el corto plazo.

La dictadura aún se resiste a sincerar los precios otra vez, como ya se vio obligada a hacer en enero de 2021 cuando el IPC llegó a aumentar hasta un 44%. La represión financiera está provocando el colapso de la actividad económica, y el régimen discontinuó la publicación de las estadísticas de empleo y PBI desde el segundo trimestre del año pasado.

El tipo de cambio paralelo del dólar se disparó hasta los 242 pesos cubanos, marcando una brecha cambiaria de casi el 100% con respecto al dólar oficial. Como ocurrió en Argentina y Venezuela, Cuba se quedó sin dólares para hacer frente a sus importaciones más básicas debido al control de cambios.

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Economía

¿Se repite la historia? Como en 1989, el FMI amenaza con congelar los desembolsos, lo cual llevó al adelanto el traspaso de mando

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La situación es peligrosamente similar a la que se produjo con el Banco Mundial en el año 1989, cuando el Gobierno de Alfonsín incumplió las metas acordadas y la institución decidió congelar los desembolsos pendientes, lo que llevó al colapso del Plan Primavera, la Hiperinflación y la asunción anticipada de Menem.

La Argentina de 2023 se parece cada vez más a la de 1989. Las condiciones iniciales son alarmantemente similares, y la política económica implementada tanto por Raúl Alfonsín como por Alberto Fernández parecen calcadas. Los resultados esperados no son diferentes tampoco.

El FMI lanzó una severa advertencia a través de su vocera Julie Kozack, anticipando que las medidas tomadas por Sergio Massa atentan directamente contra los lineamientos básicos establecidos en el programa (que ya fue revisado y flexibilizado 6 veces por incumplimientos del Gobierno). Se desmanteló el ordenamiento fiscal y se descuidó la acumulación de reservas.

“Estamos trabajando para entender mejor y evaluar estas medidas recientes y la necesidad de adoptar acciones compensatorias que puedan adoptarse para fortalecer la estabilidad y salvaguardar los objetivos del programa al tiempo que no se exacerben las vulnerabilidades”, explicó Kozack.

El FMI también reconoció que el programa acordado se encuentra totalmente “descarrilado”, a lo largo del año se incumplieron prácticamente todas las metas fijadas, y nada hace pensar que puedan cumplirse en el último trimestre.

El exdirector del Board del FMI Mark Sobel anticipó que muy probablemente la cadena de desembolsos prevista para este año no se produzca, y la situación podría normalizarse recién en un próximo Gobierno que pudiera presentar un plan de estabilización serio y creíble (algo que Massa no está en condiciones de hacer). Se compromete una suma de US$ 2.500 millones para fin de año, que finalmente podría nunca llegar a desembolsarse.

De manera muy similar Argentina sufrió un corte abrupto en su cadena de desembolsos en enero de 1989, cuando el Gobierno de Alfonsín incumplió las metas acordadas con el Banco Mundial y la institución decidió no desembolsar un paquete previsto por 350 millones de dólares para entonces.

En conjunto con una serie de desequilibrios que se acumulaban por aquel entonces, esto fue la gota que rebalsó el vaso para el colapso definitivo del Plan Primavera y el inicio de una caótica devaluación del tipo de cambio oficial.

Todo esto dio lugar a la hiperinflación, la peor que haya sufrido Argentina en toda su historia, y Alfonsín acordó con Menem, quien había recién ganado las elección, tomar control del Poder Ejecutivo de manera anticipada, un 8 de julio.

Paralelamente, y volviendo al año 2023, el Bank of America y Goldman Sachs pronostican que el dólar oficial sufrirá un salto de $350 a por lo menos $700 para el mes de diciembre, una devaluación del 100% que fácilmente podría desatar la tercera hiperinflación de la historia argentina.

Raúl Alfonsín y Carlos Menem caminan por los jardines de Olivos el 31 de mayo de 1989, el día en que se decidió el adelanto del traspaso presidencial.

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Economía

Massa deja un Estado fallido: Uno de cada dos argentinos es pobre y uno de cada diez vive en la indigencia absoluta

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Lo confirmó el INDEC en su último informe sobre la encuesta EPH. El umbral de la pobreza volvió a los niveles más altos desde el estallido de la pandemia, y ya es similar al que había en 2001. La tasa de indigencia creció hasta el 9,3% de la población en la primera mitad del 2023.

Cuando Sergio Massa deje el Palacio de Hacienda el 10 de diciembre de este año, entregará al próximo presidente, que incluso podría ser él mismo, un país en condiciones económicas deplorables, con todos los indicadores a la par que el 2001.

El INDEC, que mide la pobreza con una vara bastante baja, confirmó de manera oficial que la tasa de pobreza alcanzó al 40,1% de las personas en el primer semestre del 2023, por lo que casi uno de cada dos argentinos es pobre agarrando la medición más optimista posible.

A su vez, el 29,6% de los hogares, o uno de cada tres familias, viven bajo la línea de la pobreza. Se trata de todas aquellas personas que no logran alcanzar por lo menos una canasta básica mensual, definida por un monto promedio por hogar en torno a los $199.593 (valores que corresponden al primer semestre, y al día de hoy ya son obsoletos).

El indicador de pobreza oficial llegó a los valores más altos desde el estallido de la pandemia, esta vez debido a la crisis inflacionaria. De hecho, se encuentra en valores similares a los que había en el primer semestre del año 2006 según la medición histórica del CEDLAS, y también un valor similar al del primer semestre del 2001, previo al estallido de la crisis.

Las estadísticas de Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (CEPED) de la Universidad de Buenos Aires también confirman que los niveles de marginalidad social de 2023 son perfectamente comparables con los que había en el año 2001 (una pobreza en torno al 45% con los estándares de medición actuales).

Con este nuevo salto, la pobreza acumula un aumento de 5 puntos porcentuales en lo que va de la presidencia de Alberto Fernánrez, Cristina Kirchner y Sergio Massa. Pero estos datos se corresponden con el primer semestre del año, es decir, hasta el mes de junio (antes de la dramática devaluación).

Asimismo, de acuerdo a los datos de la EPH un total de 800.000 personas cayeron en la pobreza solamente en lo que va de la gestión de Sergio Massa como ministro de Economía. A pesar de que Fernández prometía “venir a parar” este crecimiento, los datos muestran evidencia de todo lo contrario.

Las estimaciones del economista Martín González Rozada y la Universidad Torcuato Di Tella (que son compatibles con los datos del INDEC) revelan que la pobreza habría aumentado hasta el 42% en el semestre móvil finalizado en agosto. La devaluación aceleró la espiral inflacionaria y el deterioro de los ingresos en términos reales.

Por su parte, la tasa de indigencia alcanzó al 9,3% de las personas relevadas en la EPH, y hasta el 6,8% del total de los hogares. El ingreso familiar promedio para no caer en la indigencia llegó a representar los $91.093 en el primer semestre, una cifra que aumentó drásticamente hasta el día de hoy (generalmente por encima de la inflación general).

Desagregando la métrica de la pobreza entre grupos etarios, el INDEC relevó que la pobreza entre chicos de 0 a 14 años de edad se disparó al 56,4%, una cifra muy por encima del 53% que se registraba en el segundo semestre de 2019. Se acumuló un crecimiento superior a los 3 puntos porcentuales durante la administración kirchnerista.

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