Francia
Elecciones en Francia: Macron y Le Pen irán a ballotage en pleno crecimiento de la derecha, pero ¿será suficiente para ganar?
La derecha cosechó un 40% de los votos, el centro representado únicamente por Macron un 30% y la izquierda un 30%. La segunda vuelta promete ser un mano a mano entre dos clásicos rivales.

Como indicaban todas las encuestas, el presidente Emmanuel Macron se impone en las elecciones generales francesas, pero deberá ir a una segunda vuelta contra la derechista Marine Le Pen, en lo que será una reiteración del ballotage del 2017.
Al 84% escrutado, Emmanuel Macron se impone con el 27,4% de los votos, Marine Le Pen le sigue con el 25,4% y en tercer lugar se ubica el comunista Jean-Luc Melénchon, con el 20%.
En cuarto lugar con 6,9% quedó el derechista Éric Zemmour, quien en algún momento llegó a sondear en segundo puesto pero finalmente terminó perdiendo la pulseada por el voto de la derecha con Le Pen.
Más abajo quedó Valérie Pécresse, con el 4,7% de los votos. La candidata de Los Republicanos registró la peor elección de la historia del partido, que llegó a gobernar múltiples veces Francia y, junto al Partido Socialista, manejaron los hilos de la política francesa por décadas.
El ecologista Yannick Jadot obtuvo el 4,3% de los votos, el soberanista Jean Lassalle obtuvo el 3,5% de los votos, el comunista Fabien Roussel obtuvo el 2,4% de los votos, y el derechista Nicolas Dupont-Aignan obutvo el 2,2% de los votos.
Prácticamente en último lugar, la alcaldesa de París y líder del histórico Partido Socialista, Anne Hidalgo, obtuvo 1,8% de los votos y también hizo la peor elección de la historia del tradicional partido francés.
Los también comunistas, Philippe Poutou (Partido Anticapitalista) y Nathalie Arthaud (Partido Obrero) obtuvieron 0,8% y 0,6% respectivamente.
Los resultados son prácticamente iguales por sectores a las últimas elecciones. Las formaciones del centro a la derecha obtuvieron un poco más del 40%, el centro, representado únicamente por Macron, obtuvo aproximadamente el 30%, y la izquierda un poco menos del 30%.
En 2017, para el ballotage Macron consiguió el apoyo de Los Republicanos, del Partido Socialista y hasta del comunista Melénchon, y terminó arrasando en segunda vuelta. Se impuso por el 66% de los votos, y Le Pen, como le ocurrió a su padre, generó que todos los demás partidos se unieran en su contra.
Pero tras cuatro años desastrosos de Macron, el panorama es muy diferente. La izquierda no tiene la misma predisposición de apoyar al ex banquero. Melénchon particularmente, fue uno de los principales promotores de las manifestaciones de los chalecos amarillos, que mantuvieron la protestas constantes durante tres años contra el gobierno.
El propio Melénchon volvió a decir lo mismo que dijo en 2017, que “ni un voto nuestro debe ir hacia Le Pen” tras conocerse los resultados. Pero todo indica que esta vez su base de votantes no le va a hacer caso, y va a votar por Le Pen o se va a abstener, lo cual también beneficia a la derechista.
Además, a diferencia del 2017 cuando todo el voto de la centroderecha estaba con François Fillon, quien llamó a votar por Macron, esta vez está repartido entre Pécresse y Zemmour. Es sensato pensar que los votos de Zemmour irán íntegramente a Le Pen, y una parte de los de Pécresse también.
Esto la deja a Le Pen con una base de por lo menos el 40% de los votos, que con abstenciones y algunos votos de la extrema izquierda que quiera votar en contra del establishment (que está con Macron), puede convertirse entre 45 y 50 puntos.
Las últimas encuestas, especialmente la de Harris Interactive que viene siendo la más acertada hasta el momento, muestra a Le Pen perdiendo el ballotage pero por tan solo 3 puntos, una diferencia abismal comparado con 2017, cuando perdió por 30.
Según esta encuesta, Macron se impondría con el 51,5% de los votos contra el 48,5% de Le Pen, una diferencia que entra en el márgen de error de la encuestadora, que es 3,1% según su ficha técnica.

Economía
La resurreción de las estatizaciones en Francia: Macron es el presidente que más empresas expropió en los últimos 40 años
El presidente francés emprendió el proceso de nacionalizaciones más ambicioso desde los tiempos de François Mitterrand, en contraposición con sus primeros discursos de campaña en 2017. El Estado aumentó su participación en el sector de la energía, el transporte y la industria.

Desde su llegada al poder con un mensaje centrista y moderado, Emmanuel Macron no titubeó en llevar a cabo el proceso de estatizaciones más importante de los últimos 40 años en Francia. No se veía una convicción estatista tan pronunciada desde la administración del expresidente socialista François Mitterrand, como parte de su “programa común de Gobierno”.
La administración Macron avanzó incluso más allá de las pretensiones del expresidente socialista François Hollande, quién solo llevó a cabo un aumento temporal en la participación accionaria estatal de la firma Groupe PSA.
El primer episodio de estatización bajo el mandato de Macron se produjo con la expropiación de la empresa de astilleros STX Francia en mayo de 2017. El Gobierno se adueñó temporalmente de la firma a fin de “defender los intereses estratégicos de Francia”.
Luego, en septiembre de 2017, se llegó a un acuerdo con la empresa italiana Fincantieri para que el sector privado retuviera hasta el 51% del paquete accionario hasta 2018, y a partir de julio de ese mismo año el Estado francés adquirió el 84,34% del total y pasó a denominarse “Astilleros Atlánticos”.
Con una superficie de 150 hectáreas, Astilleros Atlánticos se perfila como una de las firmas más importantes de Europa y del mundo en materia de construcción naval. Incluso posee operaciones vinculadas con la fabricación militar, y en menor medida las subestaciones eléctricas.
Más tarde, a mediados de 2018, el Gobierno anunció la nacionalización mayoritaria de la firma multinacional Areva, empresa líder en el programa nuclear del país y un gran peso en la industria energética francesa, fuertemente dependiente de este tipo de actividades.
El Estado culminó la nacionalización durante el primer trimestre de 2021, y asignó un monto de hasta 560 millones de euros para aumentar su participación accionaria hasta el 90% para llevar a cabo un control más exhaustivo, dejando a la iniciativa privada en un lugar completamente marginal.
La economía francesa se encuentra cada vez más intervenida, más regulada y con un menor grado de competitividad relativa a la propia Unión Europea y el resto del mundo. Macron, que muchos al día de hoy reconocen como de ideología liberal, en términos económicos es el más estatista en más de cuatro décadas.
En 2021 el ministro de Economía Bruno Le Maire dio marcha atrás con sus propias declaraciones negando “cualquier posibilidad de nuevas estatizaciones”, y se decidió incrementar el peso accionario del Gobierno francés en la firma aeronáutica Air France-KLM hasta el 28,6%.
El Estado retenía hasta el 54,4% del paquete accionario en 2003, su participación cayó por debajo del 14,3% tras la privatización parcial del expresidente Jacques Chirac en 2004, pero bajo la administración de Emmanuel Macron se volvió a retroceder en la apertura hacia la iniciativa privada.
La última gran apuesta del oficialismo fue la estatización total de Electricité de France (EDF), la principal empresa de generación de electricidad en el país en junio de 2022. EDF es una de las empresas eléctricas más importantes del mundo y la principal proveedora de electricidad no solo en Francia si no que en toda Europa occidental. En el año 2017, esta empresa llegó incluso a ocupar el segundo lugar en la producción eléctrica mundial, solo por detrás de la China Energy Investment Corporation.
Macron tiene pensado seguir con las estatizaciones a lo largo de su segundo mandato que tiene duración hasta 2027, tras su reelección el año pasado, estuvo muy cerca de perder frente a la derechista Marine Le Pen, a la que irónicamente había acusado de “estatista” en la campaña de 2017.
Economía
Francia aprueba la reforma previsional de Macron y la edad jubilatoria aumentará de 62 a 64 años
El aumento de la edad de jubilación ofrece una alternativa para evitar el colapso de las finanzas públicas, pero aún así la reforma de Macron implica mantener elevados déficits fiscales hasta 2026.

El presidente francés Emmanuel Macron finalmente logró la aprobación de su reforma previsional, la cual tendrá un gran impacto sobre las finanzas públicas en vista a los próximos años. El Senado resolvió su aprobación por 201 votos a favor contra, 115 en contra, y solo 29 abstenciones.
Si bien muchos esperaban que la largamente prometida reforma tendría un mayor involucramiento del sector privado, finalmente Macron resolvió por mantener el sistema público, y el único ajuste será el aumento de la edad mínima para acceder a una jubilación, que se incrementará de los 62 años actuales hasta los 64 años.
Francia tenía estándares etarios completamente desacoplados a su condición demográfica, poniendo en peligro la sostenibilidad del sistema. Principalmente, cada profesión tenía su propia edad jubilatoria lo cual generaba enormes baches fiscales en las cuentas públicas.
El aumento de la edad jubilatoria no será retroactivo, por lo que no se afectarán “derechos adquiridos” por cotizantes que ya están retirados. Además, el aumento gradual se llevará a cabo a razón de 3 meses por año a partir de septiembre de 2023, y sólo se llegará a una edad efectiva de 64 años para todos en 2030.
También se llevará a cabo un ajuste sobre la cantidad mínima de años de cotización requerida para percibir el 100% de la pensión en la edad de retiro. Este período se incrementará de 42 a 43 años, pero lo hará gradualmente entre 2023 y 2027.
El ajuste extremadamente gradualista no responde a cuestiones de solvencia financiera, sino que más bien es consecuencia de fuertes presiones políticas y falta de consenso dentro la propia coalición que preside Macron, un frente político con ideas variopintas y sin ningún tipo de identidad propia.
La negativa de un mayor ajuste le significa un costo sideral para las cuentas públicas de Francia. Con la reforma aprobada, el déficit primario (sin contar los intereses de deuda) aumentará del 3,4% del PBI en 2022 al 4,1% en 2023, y se reducirá muy gradualmente al 3,07% para el año 2026. Se trata de un sendero incluso más gradualista que el trazado por el presidente Alberto Fernández en las negociaciones con el FMI.
Macron se negó sistemáticamente a una reforma estructural del sistema, es decir, la privatización parcial o total del régimen de contribuciones sociales para atacar el problema de la insolvencia de manera definitiva. En lugar de eso, se optó por reparametrizar el sistema, y adecuarlo al envejecimiento poblacional por un cierto período de tiempo.
Sin haberse modificado los cimientos básicos del régimen previsional, el sistema de reparto entrará en crisis fiscal una y otra vez mientras se siga incrementando la cantidad de jubilados por cada trabajador activo aportando. Dentro del sistema no existe ninguna solución más que subir nuevamente la edad jubilatoria, recortar pensiones o endurecer los requisitos mínimos de aportes cada vez más.
Economía
Igual al kirchnerismo: Macron lanza un masivo plan de control de precios por 90 días para “combatir la inflación”
El presidente francés abandonó la moderación y lanzó el programa “trimestre anti-inflación”, un paquete de medidas de extrema izquierda similar a los “Precios Justos” que se aplican en Argentina y Venezuela.

Lejos quedó la figura de mandatario moderado que alguna vez mostró el francés Emmanuel Macron. Este lunes, el presidente de la Quinta República anunció un paquete de medidas de extrema izquierda para “combatir la inflación”.
En un acto completamente desesperado, y yendo en contra de sus aliados liberales en el gobierno, Macron anunció un congelamiento generalizado de precios por 90 días (un trimestre), bajo el programa “trimestre anti-inflación” con características muy similares a las que se emplean en el programa de “Precios Justos” en Argentina y Venezuela.
Las principales cadenas de supermercados galas se verán afectadas, principalmente Carrefour e Intermarché, que deberán mantener fija una canasta de entre 400 y 500 productos. De igual manera, la cadena Casino desplegó su propia lista de 500 precios congelados por 90 días, la cual tendrá vigencia a partir del próximo 15 de marzo.
Cabe destacar que a lo largo de la historia, todas y cada una de las intervenciones fiscales fracasaron en sus pretensiones por contener el impacto de la inflación, ya que la suba generalizada de los precios es un fenómeno que se desprende de la expansión de la oferta monetaria.
“Será una medida masiva, efectiva y de protección, que garantizará el precio más bajo posible en una serie de artículos, que serán elegidos libremente por los distribuidores, tomando el nivel de precio más bajo posible de los márgenes de los minoristas”, declaró el ministro de Economía Bruno Le Maire.
Se trata de un programa que combina el acuerdo con el control de precios. Se le permite a los supermercados establecer sus propias listas de precios congelados por 90 días, aunque se los insta a hacerlo, y como resultado se genera un costo de millones de euros sobre los márgenes del comercio minorista. A cambio, el Gobierno galo promete interceder como negociador frente a proveedores mayoristas, a fin de compensar parte de las pérdidas.
“Reabriremos las negociaciones comerciales con los grandes industriales para que la rebaja de los precios al por mayor, que estamos viendo en los mercados”, anunció el ministro de Economía.
Lo cierto es que este tipo de programas conforman una suerte de parche temporal más que una solución a mediano y largo plazo. La inflación volvió a aumentar en febrero y alcanzó el 6,2% interanual y es la más alta desde 1985, mientras que en el rubro de los alimentos (el más preocupante para la opinión pública) la inflación superó el 14%.
Conforme no se corrija el excedente monetario en la economía, la demanda nominal de todos los bienes y servicios seguirá aumentando generalizadamente y los precios deberán ajustarse al alza. El Banco Central Europeo elevó la tasa de interés al 3% anual a partir de febrero, pero reaccionó muy tardíamente a la inflación.
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