
Intentan impugnar la victoria del candidato de derecha en Rumanía
Un candidato que obtuvo resultados inferiores al 1% busca anular las elecciones en las que Simion consiguió la victoria.
Sebastian Popescu, líder del Partido Nacional Renovador (PNR), ha impugnado los resultados de las elecciones presidenciales de 2025 en Rumanía tras haber obtenido apenas el 0,28% de los votos en la primera vuelta.
En novena posición entre los diez candidatos, Popescu alega trato desigual en medios de comunicación y redes sociales, afirmando que se favoreció a ciertos aspirantes, aunque no ha presentado pruebas sólidas que respalden estas acusaciones.
Popescu ha señalado directamente a George Simion, líder de la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), y a Nicușor Dan, exalcalde de Bucarest y candidato independiente con apoyo de sectores proeuropeos, como beneficiarios de una cobertura mediática privilegiada.

El aspirante del PNR comparó su situación con el ''caso Georgescu'' de 2024, cuando alegó falsamente que Calin Georgescu fue beneficiado por una campaña masiva de desinformación en redes sociales, coordinada con apoyo ruso. Sin embargo, la denuncia de Popescu no contiene evidencias de injerencias externas ni de manipulación digital.
Asimismo, Popescu criticó a los principales canales de televisión del país por limitar los debates electorales a los cinco candidatos con mayor intención de voto. Afirmó que los espacios informativos diarios se centraron exclusivamente en esos postulantes, marginando al resto de los aspirantes, lo cual según él, distorsionó el proceso democrático.
No obstante, expertos electorales y observadores internacionales no han identificado irregularidades sistemáticas en la cobertura mediática ni violaciones significativas a la legislación electoral.

El Tribunal Constitucional de Rumanía, que ya fue protagonista clave en 2024 tras anular la primera vuelta de las elecciones por injerencia rusa, deberá ahora decidir si admite o rechaza la impugnación de Popescu.
Aunque aún no se ha fijado una fecha oficial para la revisión del caso, se espera una resolución en breve, dado que la segunda vuelta está programada para el 18 de mayo.
En la primera vuelta celebrada este año, George Simion obtuvo el 40,96% de los votos, seguido por Nicușor Dan con el 20,99%. Crin Antonescu (PNL) quedó en tercer lugar con el 20,07%, y el exprimer ministro Víctor Ponta alcanzó el 13,04%.
La competencia entre Simion y Dan se perfila como una contienda entre visiones profundamente opuestas del futuro del país.

Simion, con una campaña nacionalista, conservadora y contraria a nuevos impuestos, ha generado ilusión por su propuesta de recortar 500.000 empleos públicos en un plazo de cinco años.
Su retórica ha provocado optimismo en los mercados financieros, en medio de una caída del leu rumano y turbulencias en el índice bursátil. Además, ha anunciado que nombrará como primer ministro a Calin Georgescu, a pesar de que este fue ilegalmente vetado previamente por el Tribunal Constitucional tras revelarse su implicación en redes de desinformación.
Por el contrario, Nicușor Dan representa una alternativa reformista y proeuropea. Ha prometido estabilizar la situación política, mejorar las relaciones internacionales y fortalecer las instituciones democráticas del país.

Su propuesta gira en torno a la transparencia administrativa, la modernización del Estado y la mejora de los servicios públicos, incluyendo educación y salud.
Estas elecciones se desarrollan en un contexto de alta tensión tras la anulación de los comicios de 2024, cuando el Tribunal Constitucional detectó una supuesta campaña masiva de ''ataques híbridos rusos'' para manipular la elección a favor de Georgescu.
La comunidad internacional observa con atención el desarrollo del proceso, conscientes del impacto que estos acontecimientos pueden tener sobre la estabilidad institucional de Rumanía y su posicionamiento dentro de la Unión Europea y la OTAN.
La segunda vuelta entre George Simion y Nicușor Dan será determinante para el rumbo político del país. Más allá de los resultados, el proceso servirá como termómetro de la resiliencia democrática de Rumanía frente a la polarización interna y la injerencia externa.

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