
Las exitosas reformas de Bolsonaro que impulsaron al fútbol brasileño
Las reformas le dieron autonomía a los clubes y modernizaron la gestión deportiva, abriendo paso a inversiones privadas.
Mientras el fútbol argentino enfrenta numerosos problemas bajo la deficiente gestión de Claudio "Chiqui" Tapia, Brasil se beneficia de un modelo moderno y eficiente que le da un verdadero protagonismo a sus clubes.
Bajo la administración del expresidente Jair Bolsonaro, el país vecino emprendió una serie de exitosas reformas entre 2020 y 2021, las cuales generaron resultados positivos que se pueden ver a día de hoy.
Estos cambios modificaron desde los derechos de transmisión hasta el régimen jurídico de los clubes, con una visión empresarial, profesional y orientada a atraer inversión privada.

Este exitoso modelo podría servir de ejemplo para una Argentina futbolera que, aunque rica en talento, parece condenada a perder su lugar en la élite por falta de decisión política o caprichos ideológicos de quienes manejan el fútbol.
Las exitosas reformas de Bolsonaro
Los cambios realizados por el expresidente brasileño fueron varios. El más emblemático fue la llamada "Ley del Mandante", sancionada tras la firma de la Medida Provisional 984. Esta normativa cambió las reglas del juego en los derechos de transmisión: el club local pasó a tener el derecho exclusivo para negociar la transmisión de sus partidos, sin la necesidad de acordar con el equipo visitante.
Esta medida, impulsada por clubes como Flamengo, rompió el monopolio de cadenas tradicionales como Globo y abrió la puerta a la competencia con nuevas plataformas digitales como YouTube o Amazon. Por primera vez, los clubes brasileños comenzaron a tener verdadero control sobre su producto, lo que derivó en mayor autonomía financiera y en nuevas fuentes de ingreso.

Además, la ley estableció que el 5% de los ingresos por derechos audiovisuales sean destinados directamente a los jugadores, reconociendo su rol central en el espectáculo. Este reparto más justo no solo favorece la profesionalización del deporte, sino que también incentiva el rendimiento.
En el plano contractual, Bolsonaro introdujo más flexibilidad para los clubes, reduciendo el plazo mínimo de contrato de 90 a 30 días. Esta medida permitió a los clubes más chicos y con recursos limitados adaptar sus planteles sin caer en crisis financieras, algo especialmente útil durante la pandemia del COVID-19.
Pero quizás la reforma más estructural y transformadora fue la creación de la Sociedad Anónima del Fútbol (SAF), un nuevo marco legal que permite a los clubes convertirse en empresas con fines de lucro, atraer inversores privados, emitir acciones y establecer modelos de gestión profesional. Con esta ley, Brasil decidió abrir el fútbol al capital privado con reglas claras y protección jurídica, un paso que el fútbol argentino aún se niega a dar.

El caso del Cruzeiro es paradigmático, ya que era un club endeudado y al borde del abismo, pero que fue rescatado tras su conversión en SAF, con Ronaldo Nazário como inversor principal. Hoy, el club es uno de los más importantes en el fútbol brasileño.
Por otro lado, Jair Bolsonaro también dejó en claro que modernizar el fútbol no significaba premiar la irresponsabilidad financiera. En enero de 2021, vetó artículos clave de un proyecto que buscaba suspender los pagos de deuda de los clubes con el Estado, conocido como programa Profut, y evitar sanciones a dirigentes por falsificación de balances o mala administración financiera.
De esta manera, las reformas de Brasil representaron una apuesta por el fútbol moderno, que ya están dando sus frutos. Si Argentina no toma nota, corre el riesgo de quedar rezagada no solo frente a Europa, sino también frente al pujante fútbol brasileño.
El actual Mundial de Clubes es el ejemplo perfecto. Mientras que todos los clubes brasileños presentes en la competición clasificaron, los argentinos, River y Boca, terminaron siendo eliminados en la fase de grupos.
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