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Brasil

Bolsonaro sacó de la pobreza a 10 millones de brasileños en 2021 según el Banco Mundial

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A contracorriente de lo que ocurrió en la mayoría de las economías del mundo, la tasa de pobreza de Brasil cayó en 2020 y llegó al nivel más bajo de la historia. En 2021 se recobró el crecimiento y la pobreza se ubica en el valor más bajo de la historia. 

La medición de la pobreza elaborada y publicada por el Banco Mundial, a partir de ingresos en moneda constante y ajustable por poder adquisitivo, determinó que Brasil concretó una drástica reducción de la pobreza en los primeros tres años de gobierno de Bolsonaro, incluso durante el año de pandemia cuando decenas de gobernadores cerraron sus estados y generaron un caos económico. 

Bajo la administración de Jair Bolsonaro la tasa de pobreza medida bajo una línea de 10 dólares PPP de 2017 cayó del 40,5% en 2018 al 39,7% en 2019, y luego al 34,4% para el término de 2020. No hay datos oficiales para el 2021, pero se estima que el número actualmente se ubica por debajo del 30%.

La adopción de políticas de asistencia social focalizadas y, en mayor medida, el rechazo a un cierre generalizado de la economía a nivel federal durante la pandemia, además de un fuerte crecimiento económico con una inflación baja en comparación con la región, contribuyeron a generar un resultado diametralmente opuesto al que se registró en la mayoría de los países latinoamericanos en 2020

Bajo esta línea de medición, el Banco Mundial estima que desde enero del 2019, cuando asumió Bolsonaro, y hasta el 31 de diciembre del 2020, un total de 11,7 millones de personas salieron de la pobreza en Brasil, de las cuales unas 10,7 millones lo hicieron solamente en 2020

La tasa de pobreza medida en los US$ 8 PPP de 2017 bajó del 23% en 2018 al 18% en 2020, la medición para los US$ 5 PPP pasó del 17% al 10%, y la pobreza más extrema ubicada en los 2,25 dólares diarios bajó del 5,6% al 2% en el mismo período. 

Brasil tiene hoy el menor nivel de pobreza de su historia

La aplicación de las reformas estructurales como parte del Consenso de Washington en la década del 90 permitió que Brasil obtuviera un importante despegue económico entre 1994 y 2014. Las privatizaciones, la apertura comercial, la estabilidad de precios y la disciplina fiscal fueron los factores explicativos del holgado crecimiento. 

Valiéndose de estas reformas, el entonces presidente Lula da Silva capitalizó a partir del 2003 para sí mismo todos y cada uno de los beneficios de este boom económico, pero deteriorando progresivamente los motores que hacían posible esa situación.

Pobreza en Brasil entre 1981 y 2020.

Así, Lula gobernó en un período en el que la pobreza cayó estrepitosamente mientras se encargó, a través de un sólido relato mediático, de convencer a la gente que salía de la pobreza no por el boom económico de aplicar las medidas del Consenso de Washington, si no por los planes sociales y las obras que desde su gobierno impulsó.

Esta situación fue similar a lo que ocurrió con otros presidentes contemporáneos como Néstor Kirchner en Argentina o Evo Morales en Bolivia, quienes se fueron del poder antes de que estallaran las grandes crisis de sus gobiernos, y su imagen quedó impoluta.

Lejos de ser un logro del socialismo del siglo XXI o del Foro de Sao Paulo, fueron las reformas económicas liberales en la década de 1990, propiciadas por los presidentes Collor de Mello, Itamar Franco y Henrique Cardoso quienes sacaron a 41,76 millones de brasileños de la pobreza, en el período de 1992 a 2014. 

Tras 11 años de gobierno de Lula y de su sucesora directa, Dilma Rousseff, Brasil sufrió una severa crisis económica y financiera entre 2015 y 2016, producto directo del agotamiento de recursos. Como los gobiernos del PT se encargaron de distribuir y no de generar capital, el desarrollo no se pudo consolidar y el país entró nuevamente en un ciclo de aumento de pobreza.

El Banco Mundial estima que la pobreza trepó del 38,8% en 2014 al 41,6% en 2016, y casi 7 millones de brasileños cayeron nuevamente bajo ese umbral, medido a partir de los 10 dólares PPP. 

A diferencia de lo que ocurrió en las primeras presidencias de Lula, Bolsonaro no heredó una organización económica reformada y funcional, sino que al contrario, heredó un Estado quebrado y dominado por el asistencialismo, y tuvo la difícil tarea de volver a encaminar a la economía brasileña por el sendero del liberalismo.

Lula, en caso de ganar en segunda vuelta, tendrá nuevamente las cuentas ordenadas y recursos para dilapidar, por lo que la prensa nuevamente celebrará el boom económico del PT, a pesar de que el gran responsable es Bolsonaro.

De todos modos, esta vez hay un colchón de recursos mucho más chico que el que heredó Lula en 2003, y es posible que un rápido giro por izquierda de la matriz económica, después de un período de bonanza, lleve a Brasil a una fuerte crisis, como la que atraviesa hoy Argentina.

Brasil

Masiva protesta en Brasil en contra de la censura de Lula: Bolsonaro habló ante millones y pidió un aplauso para Elon Musk

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En la protesta se vieron manifestantes vestidos de Bolsonaro, de Elon Musk y hasta del presidente argentino Javier Milei, en favor de la libertad de expresión y el fin del régimen autoritario de Lula.

El ex presidente Jair Bolsonaro convocó a millones de manifestantes en las playas de Copacabana, este domingo en Río de Janeiro, para protestar contra la persecución política del régimen de Lula da Silva y pedir por el fin de la censura en redes sociales contra la oposición.

Millones de manifestantes comenzaron a llegar poco después de las 8 de la mañana. Bolsonaro salió del hotel cercano alrededor de las 10:00 horas, se subió a uno de los camiones y pronunció un discurso que duró unos 35 minutos, con un micrófono y parlantes para que escuche toda la ciudad.

En su discurso, Bolsonaro criticó con dureza a Lula y al juez del Supremo Tribunal Federal (STF), Alexandre de Moraes, por sus medidas contrarias a la libertad de expresión. El juez Moraes ha metido presos a empresarios, políticos, periodistas y activistas bolsonaristas en los últimos 2 años.

El líder de la oposición pidió una amnistía para los presos del 8 de enero, día en el cual manifestantes de derecha ingresaron al edificio del Congreso y de la Corte Suprema en protesta contra el fraude electoral impulsado por el Tribunal Supremo Electoral, que preside el propio Moraes.

Como ocurrió con el Asalto al Capitolo en Estados Unidos dos años antes, no solo el puñado de violentos fue arrestado, sino que el gobierno de Lula mantiene apresados a miles de brasileros que se estaban manifestando pacíficamente y no ingresaron a los edificios públicos ese día.

En otra parte del discurso, Bolsonaro pidió un aplauso para Elon Musk, a quien apodó como una “leyenda” y aseguró que es un “hombre que quiere preservar la libertad“. Tras comprar Twitter, Musk desafió a Moraes y levantó todos los bloqueos que había impuesto la Suprema Corte.

El expresidente volvió a hablar de las elecciones de 2022, que fueron robadas por el Tribunal Electoral, y recordó que hubo fraude en las urnas: “Lo que más queremos es que Brasil vuelva a la normalidad, que podamos participar en las elecciones sin sospecha alguna“.

“Al fin y al cabo, el alma de la democracia son unas elecciones limpias en las que nadie puede siquiera pensar en dudar de ello“, aseguró.

La protesta fue convocada por Bolsonaro en medio de un intento del juez Moraes por apresarlo al expresidente, por una presunta participación en un intento de golpe de Estado para permanecer en el poder, del cual no hay pruebas.

Sin embargo, Moraes ya apresó a varios ex ministros, a múltiples empresarios que le donaban dinero y a todos los periodistas que apoyaron su gobierno. El próximo objetivo de la dictadura, y el gran trofeo que busca Lula, es arrestarlo a Bolsonaro.

A pesar de que Bolsonaro era un simple diputado y que estaba a un año de anunciar su campaña presidencial cuando la Justicia arrestó a Lula en julio de 2017, por lo que no estuvo relacionado en lo más mínimo con su detención, el dictador de izquierda nunca le va a perdonar que puso de Ministro de Justicia a Sergio Moro, el juez que le dictó prisión efectiva.

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Brasil

La Corte Suprema de Brasil analiza bloquear Telegram, WhatsApp y Twitter en todo el país para censurar a la oposición

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Alexandre de Moraes, principal juez responsable de censurar a la oposición en Brasil, dijo que el bloqueo masivo no es una medida que adoptaría “en estos momentos”, pero el resto del STF tiene tiempo de votar hasta el 26 de abril.

El Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil, controlado por el presidente Lula da Silva, inició este viernes un proceso para analizar la posibilidad de bloquear aplicaciones de mensajería, como WhatsApp y Telegram, en Brasil.

El análisis se desarrollará mediante videoconferencias hasta el 26 de abril, fecha en la que los jueces tomarán la determinación sobre si el máximo tribunal puede suspender temporalmente el funcionamiento de las aplicaciones de mensajería que se nieguen a entregar información de los usuarios investigados por delitos sin sentencia firme.

Esta votación se da en medio de fuertes denuncias de persecución política contra el gobierno de Lula, que está utilizando a los jueces de la Suprema Corte para censurar a la oposición en redes sociales, solicitando eliminar cuentas y borrar publicaciones. Incluso La Derecha Diario ha sido víctima de esto.

El principal juez señalado por ser el brazo armado del Gobierno socialista es Alexandre de Moraes, responsable de ordenar el bloqueo de miles de usuarios opositores a Lula en Twitter. Sin embargo, Moraes anticipó su voto en contra de la medida, probablemente para evitar un mayor escándalo en medio de un conflicto judicial abierto contra Elon Musk y la oposición.

Moraes, se unió al juez Edson Fachín diciendo que la medida no parecería necesaria en estos momentos, pero sorprendió su voto negativo ya que él mismo ha sido responsable en el pasado de bloquear temporalmente a Telegram, luego de que la empresa se negara a entregar información personal de sus usuarios. Hasta el momento, los otros nueve jueces aún no han votado.

La presentación de esta acción en los tribunales se inició en 2016, a través del partido Ciudadanía. El proyecto se basó en una decisión del Tribunal de Sergipe, que ordenó la suspensión de WhatsApp en todo el territorio nacional por un período de 72 horas.

WhatsApp se había negado a romper la confidencialidad de los mensajes de la aplicación cuando el tribunal pidió mensajes privados de las personas en un caso vinculado a la libertad de expresión.

En aquel entonces Facebook (ahora Meta) afirmó que los mensajes están cifrados de un extremo a otro, lo que significa que ellos no almacenan en los sistemas de la aplicación los mensajes ni pueden entregarlos, y que solo el usuario puede hacerlo.

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Brasil

Los inversores internacionales huyen de Brasil y ya sacaron casi 5.000 millones de dólares del país por las medidas de Lula

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Mientras se escapan los inversores de Brasil, el tipo de cambio del real con respecto al dólar ascendió a las 5,27 unidades y marcó una suba del 1,6% al cierre del día martes. Se trata del valor nominal más elevado de la gestión de Lula.

El dólar acumuló un alza del 8,7% de acuerdo a su paridad con el Real de Brasil desde el comienzo del año. Pero solamente al término de la rueda del día martes, el tipo de cambio se anotó una suba diaria superior al 1,6% y volvió a romper récords nominales.

La paridad del dólar llegó a los 5,27 reales al cierre del martes, el mayor valor registrado desde marzo del año 2023. La fuerte depreciación de la moneda brasileña destacó de entre otras divisas latinoamericanas que se vieron duramente afectadas por el accionar monetario conservador que recientemente adoptó la Reserva Federal de Jerome Powell.

La tasa de inflación de Estados Unidos para el mes de marzo superó las expectativas (subió ligeramente al 3,5%), con lo cual es más probable que la FED evite reducir su tasa de referencia en el corto plazo, o en su defecto que lo haga más lentamente. Esto repercutió en todas las divisas de la región, pero Brasil se vio afectado además por factores estrictamente internos.

La política fiscal del Gobierno socialista está fuera de control. El resultado primario del Gobierno federal (sin Estados locales ni municipalidades) marcó un rojo equivalente al 2,55% del PBI en febrero, el más alto desde el estallido de la pandemia. El Presidente Lula da Silva asumió su cargo habiendo heredado un superávit primario de 0,56 puntos del PBI en enero del año pasado.

Contabilizando la pesada carga de intereses que enfrenta el país vecino, el resultado financiero marcó un déficit récord de hasta el 7,7% del PBI en febrero, y no se veía algo semejante desde julio de 2021. Cabe señalar que cuando Lula asumió la presidencia del país, el déficit financiero representaba el 4,32% del producto bruto, casi se duplicó en 13 meses.

El Gobierno socialista cuestionó con dureza la independencia del Banco Central de Brasil, heredada de la administración de Jair Bolsonaro, pero al no poder revertir su autonomía se valió del endeudamiento como vía principal para solventar la brecha fiscal. La carga de intereses por la deuda pública se incrementó del 4,88% al 5,15% del PBI desde enero de 2023.

El descarrilamiento de la política fiscal hace mecha sobre la efectividad de la política monetaria, ya que pese a la autonomía legal, existen serias dudas sobre el sostenimiento del actual margen de déficit con persistente endeudamiento. En consecuencia, se reduce el efecto disciplinario de la tasa de referencia SELIC que aplica la autoridad monetaria, y con ello se proyecta un mayor impacto negativo sobre el nivel de actividad real.

Este contexto adverso provocó que Brasil pierda cada vez más atractivo para la inversión internacional. La firma Goldman Sachs recomendó abiertamente deshacer las posiciones en empresas públicas brasileñas debido a una mayor injerencia política del Gobierno, y como resultado de la falta de credibilidad en el desempeño futuro de Brasil, se registró una salida de por lo menos US$ 4.227 millones (21.000 millones de reales) por parte de inversores extranjeros en el país.

La repercusión de la depreciación del real será mayormente negativa sobre el saldo exportador de las empresas argentinas, más aún en un contexto de fuerte apreciación del peso frente al dólar.

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