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Venezuela

¿A dos puntas? Mientras Maduro negocia con Biden, su número dos se reunió con el canciller ruso en Turquía

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Tan solo cinco días después de que Maduro recibiera una delegación de Biden en Caracas, la vicepresidente de facto del chavismo, Delcy Rodríguez, se reunió con Serguéi Lavrov en Antalya.

En el marco de la invasión a Ucrania, Estados Unidos decidió imponer severas sanciones a las operaciones financieras y comerciales de Rusia, lo cual significó un golpe durísimo a la propia Occidente, dado que en la última década Estados Unidos y Europa generaron una dependencia del gas y petróleo ruso por las políticas verdes que impulsaron.

Esto llevó a Biden a proponerle a Maduro levantar las sanciones impuestas por Trump a cambio de que Venezuela le exporte a Estados Unidos y Europa todo lo que Rusia dejará de venderles. El dictador chavista vio con buenos ojos la propuesta y en un primer anuncio parece que la negociación está encaminada.

Pero mientras tanto, la vicepresidente de facto de Venezuela, Delcy Rodríguez, se reunió este jueves con el canciller ruso Serguei Lavrov, en Antalya, Turquía, luego de la reunión que la mano derecha de Putin mantuvo con su homólogo ucraniano.

Nadie en Occidente sabía que Delcy iba a estar en Turquía en el mismo momento que Lavrov y la reunión tomó por sorpresa a la Casa Blanca. Una parte de la misma estuvo grabada, y otra parte fue a puertas cerradas, donde no hay dudas que se discutió la propuesta de Biden a Caracas.

Al comienzo de la reunión, Lavrov dijo que es una excelente oportunidad para discutir las relaciones bilaterales y el entendimiento común de la justicia y el derecho internacional. Rodríguez, por su parte, dijo: “Estamos muy felices de verlos. Es un momento importante para toda la humanidad. Rusia siempre ha jugado un papel importante en la historia“.

Una vez finalizada la reunión, Lavrov manifestó que “las partes señalaron el desarrollo dinámico de las relaciones bilaterales en línea con la asociación estratégica, reafirmaron la identidad de los enfoques de Rusia y Venezuela sobre los problemas mundiales más apremiantes, y condenaron las ilegales medidas coercitivas unilaterales utilizadas como instrumento de injerencia en cuestiones de soberanía de estados”.

La reunión entre Rodríguez y Lavrov tuvo lugar tan solo cinco días después de que funcionarios estadounidenses se reunieran con Maduro en Caracas, también de manera secretiva y sin una confirmación oficial hasta 48 horas después.

Cabe recordar que Maduro acusó a la OTAN y a Estados Unidos de causar la crisis en Ucrania, argumentando que se burlaron del acuerdo de Minsk de 2014 firmado entre Rusia y Ucrania que tenía como objetivo poner fin a un conflicto que comenzó a principios de ese año entre los separatistas prorrusos en el este de Ucrania y el gobierno de Kiev. Pero luego, cuando Estados Unidos impuso sanciones a Rusia y le ofreció comprarle petróleo a Venezuela, Maduro aceptó las negociaciones.

El propio Maduro confirmó que mantuvo una reunión con funcionarios de la Casa Blanca, y anunció que ha decidido “reactivar con mucha fuerza el proceso de diálogo nacional” con “todos los factores políticos” del país. También destacó que los recibió en su oficina personal y que pidió colgar las banderas de Venezuela y de Estados Unidos juntas. “Así unidas se veían muy bonitas. Unidas como deben estar“, dijo luego en cadena nacional.

Hemos decidido en esta reunión reactivar con fuerza el proceso de diálogo nacional con todos los factores políticos, sociales, económicos, religiosos y culturales del país”, afirmó tras sostener un encuentro con sus vicepresidentes, el canciller y el Estado Mayor en el Palacio de Miraflores, luego de hablar con los norteamericanos.

Maduro estaba a punto de ser condenado por la justicia norteamericana luego de la extradición a Estados Unidos por parte de Cabo Verde de Alex Saab, principal testaferro del chavismo acusado de lavado de dinero y fraude financiero. Según reportan medios locales, Maduro habría pedido que no solo se levanten las sanciones, si no que “duerman” la causa de Alex Saab.

Economía

Dos décadas de economía chavista: Así la extrema izquierda hundió a Venezuela en tan solo 20 años

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Este domingo se cumplieron 10 años del fallecimiento del dictador socialista Hugo Chávez, el principal impulsor de un régimen que retuvo el poder del país en los últimos 24 años de forma ininterrumpida. Venezuela sufrió la peor crisis económica, inflacionaria y social en la historia del continente.

Un 5 de marzo de 2013 fallecía el dictador socialista Hugo Chávez, principal impulsor de las ideas de la izquierda autoritaria en el país y artífice de las bases por las que hoy en día Venezuela sufre las consecuencias de la peor crisis económica de su historia.

El modelo chavista postuló la estatización de los principales servicios públicos de la economía, el proteccionismo comercial frente a la competencia internacional, el aumento del gasto público y las subvenciones generalizadas, la intervención del banco central y la regulación de amplios aspectos de la vida económica (como el mercado inmobiliario, el mercado cambiario y las finanzas).

El resultado fue catastrófico, la economía venezolana sufrió una situación sin precedentes en la región y pocas veces vista en el mundo: hiperinflación de precios en conjunto con una profunda depresión en el nivel de actividad económica

Actividad económica e inflación en Venezuela.

Episodios similares solo fueron observados en situaciones de posguerra o durante el colapso de la Unión Soviética desde 1991, pero incluso con estos parámetros tan malos, la crisis venezolana se anota un récord perverso pues la hiperinflación que sufre es una de las más prolongadas de la historia registrada, y lo mismo ocurre para la depresión. 

A modo de ejemplo, la Gran Depresión de Estados Unidos se desarrolló en el marco de una aguda deflación de precios y perduró por un período de 43 meses (poco más de 3 años y medio de caída constante en el nivel de actividad). Asimismo, el colapso de la Unión Soviética involucró una depresión del PBI por 6 años entre 1990 y 1996, y con una hiperinflación de precios que perduró entre 1992 y 1993. 

La crisis venezolana se prolongó desde junio de 2014 hasta agosto de 2020 en una primera etapa, acumulando una caída del 88,97% en el nivel de actividad. Se trata de una depresión económica que perduró por 74 meses, más de 6 años consecutivos. Más tarde, y tras una incipiente reactivación, la actividad volvió a caer un 15% en el cuarto trimestre de 2022, por lo que la depresión lleva 9 años hasta la actualidad

La inédita duración de la crisis solo es comparable a la también prolongada duración del estallido inflacionario. Venezuela acumula 91 meses consecutivos con una inflación interanual que supera los 3 dígitos desde 2015, 29 meses con 4 dígitos, 6 meses con 5 dígitos, 7 meses con 6 dígitos, y otro período de 7 meses con un total de hasta 8 dígitos de inflación interanual en el momento más violento del estallido de precios

La inflación mensual promedió el 42,48% entre 2016 y 2023, y el último registro recabado por el Observatorio Venezolano de Economía y Finanzas (OVF) advirtió por un aumento del 39,2% en el IPC del primer mes del año corriente. 

En todo el continente, no se tienen registros de una crisis con características semejantes, e incluso a nivel mundial es casi imposible encontrar una situación similar para países en tiempos de paz. 

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Irán

Irán ayudará a reconstruir la planta de refinación más grande de Venezuela y consolida su control sobre el país

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El régimen islámico ayudará a Venezuela a poner en funcionamiento nuevamente al complejo de refinación de petróleo más importante de América del Sur, el Centro de Refinación Paraguaná (CRP).

Empresas estatales de Irán y Venezuela comenzarán en las próximas semanas una renovación que durará por lo menos 100 días para poner nuevamente en funcionamiento el complejo de refinación más grande de la nación sudamericana para restaurar su capacidad de destilación de crudo.

Venezuela tiene una de las reservas de petróleo más grandes del mundo, pero el hidrocarburo es de baja calidad y debe ser refinado antes de ser utilizado como combustible. Sin embargo, gracias a las medidas socialistas que colapsaron la economía del país, las petroleras venezolanas se quedaron sin el capital para operar estas refinerías y rápidamente cayeron en desuso, imposibilitando al régimen chavista de usar sus propios recursos.

Repararlas también requiere de una inversión que hoy el sanguinario dictador Nicolás Maduro no puede llevar a cabo, por eso buscó la ayuda de Irán, un país experto en el tema, que felizmente aceptó a cambio de que Venezuela siga abriéndole las puertas y permita que la teocracia chiíta use a su país como una base militar en Sudamérica.

El esfuerzo conjunto de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la Compañía Nacional de Refinación y Distribución de Petróleo de Irán (NIORDC), de propiedad estatal, permitirá aumentar considerablemente la producción de combustibles en el Centro de Refinación Paraguaná (CRP), que está prácticamente frenado hace varios años.

Esto permitirá dar un paso en el camino que prometió Maduro de poner fin a la dependencia venezolana de tecnologías de refinación estadounidense, según reportes de Reuters, pero la letra chica es que pasarán a depender de Irán.

El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amirabdollahian, llegó a Caracas a principios del mes pasado y se reunió el viernes con el ministro de Petróleo de Venezuela, Tareck El Aissami, según posteos en la cuenta de Twitter de la embajada iraní en Caracas y el Ministerio de Petróleo de Venezuela.

Venezuela, que tiene las reservas de crudo más grandes del mundo, ha enfrentado problemas en los últimos años para producir suficiente gasolina y diésel debido a frecuentes interrupciones y fallas, insuficiente inversión y sanciones impulsadas por Estados Unidos al gobierno del dictador Nicolás Maduro, las cuales crean obstáculos para importar.

En los últimos años, Teherán ha fortalecido los lazos con Caracas mediante el suministro de petróleo crudo y condensado a pesar de las sanciones, así como piezas y materias primas para la antigua red de refinación de petróleo de 1,3 millones de barriles por día de Venezuela.

Centro de Refinación Paraguaná

En las próximas semanas se espera que las empresas firmen un contrato por 460 millones de euros para la modernización del complejo de refinería de Paraguaná con una capacidad de 955.000 barriles diarios en la costa occidental de Venezuela.

La revisión planificada de la unidad de destilación combinará piezas y equipos chinos e iraníes en refinerías construidas originalmente con tecnologías estadounidenses. Según Refinitiv Eikon, el buque de carga Golsan, de bandera iraní, llegó a Venezuela con equipo preparado a principios de febrero. No obstante, especialistas agregaron que la integración de los componentes nuevos y antiguos no será fácil.

El proyecto de modernización de Paraguaná permitirá que NIORDC negocie con contratistas y subcontrate trabajos específicos para reparar cinco de las nueve unidades de destilación del complejo, que realizan la refinación primaria de petróleo crudo.

Paraguaná -compuesta por las refinerías de Amuay y Cardón- operó al 25% de su capacidad durante febrero. Por ello, si la renovación tiene éxito, podría seguir una revisión más grande en 2024 y 2025, según las fuentes.

“Si las plantas de destilación no funcionan, la refinería no funciona”, dijo el experto en energía radicado en Caracas, Nelson Hernández. “Todas las instalaciones deben pasar por una remodelación o un programa de mantenimiento importante“.

El suministro de crudo a las refinerías de Amuay y Cardón podría modificarse para elevar la producción de combustibles de motor, como lo hizo NIORDC en El Palito, donde agregó petróleo iraní a la dieta de la refinería.

Refinería de petróleo más grande de PDVSA

En mayo, NIORDC firmó un contrato de 110 millones de euros con PDVSA para reparar la refinería más pequeña de Venezuela, El Palito, con una capacidad de 146.000 barriles por día en el centro del país. Este proyecto se encuentra actualmente en ejecución.

Durante la remodelación de El Palito, PDVSA envió a casa a cientos de trabajadores venezolanos para abrir paso a los técnicos iraníes, lo que desencadenó protestas. Un grupo separado de contratistas que afirman que no se les ha pagado por trabajos en Paraguaná desde 2021 también protestó recientemente.

Nos podrán criticar, que tenemos puros malos profesionales o sin experiencia”, dijo un trabajador venezolano de Paraguaná que pidió no ser identificado por temor a represalias. “Pero la verdad es que a nosotros nos toca producir en las condiciones más difíciles y aun así lo hacemos”.

Técnicos iraníes han inspeccionado las refinerías de Venezuela varias veces en el último año para prepararse para la llegada de al menos 400 trabajadores iraníes que trabajarán junto a entre 1.000 y 1.500 empleados y contratistas locales, dijeron las fuentes.

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Economía

Colapsa Venezuela: La actividad económica cayó un 15% a fines del 2022 y los precios subieron un 40% en enero

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Los sucesivos programas de estabilización de la dictadura socialista fracasaron irremediablemente. La inflación volvió a aumentar y escaló hasta el 440% interanual en el primer mes del año. 

La economía venezolana abandonó la incipiente recuperación que mostraba desde mediados del año 2021, y volvió a una situación productiva crítica. El Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) determinó que la actividad económica se desplomó un 14,85% en el cuarto trimestre de 2022, la caída más importante desde el shock provocado por la pandemia en 2020.

Bajo la directiva del régimen chavista, Venezuela acumula una fuerte caída del 73,65% desde el tercer trimestre de 2014, el comienzo de una aguda depresión económica de la cual no volvería a salir hasta la fecha.

El socialismo del siglo XXI consiguió producir el fracaso económico más severo en la historia de latinoamérica: se combina una situación de depresión en la actividad al mismo tiempo en que se tiene hiperinflación por un período prolongado de tiempo. Se estima que la hiperinflación venezolana constituye uno de los experimentos más extensos en su tipo de los que se tengan registros a nivel mundial. 

Pese a los sucesivos programas de estabilización entallados en los últimos 4 años, los precios minoristas se dispararon un 39,2% en enero de 2023, después de haber aumentado un 37,2% en diciembre de 2022, 21,9% en noviembre y 14,5% en octubre. La evolución mensual de los precios se acelera cada vez más y da inicio a un nuevo brote hiperinflacionario. 

La inflación interanual escaló hasta el 440% en el primer mes del año, y constituye la cifra más elevada desde diciembre de 2021. El país había logrado alcanzar un mínimo de 114% de inflación en agosto del año pasado, y este proceso se volvió insostenible. 

El repudio generalizado a la moneda, la dolarización de hecho en la mayor parte de los intercambios del país, y los desequilibrios monetarios siderales que enfrenta la economía, son factores explicativos de la debacle inflacionaria. 

De hecho, el OVF informa sobre su propio Índice de dolarización, y releva la pérdida de importancia que tiene el bolívar como curso legal. Hacia julio del año pasado, el organismo determinó que el 96% de la fijación de precios tiene al dólar como referencia, cerca del 50% del pago de transacciones de bienes se hacen en dólares (o instrumentos financieros dolarizados) y el 45% de los pagos a proveedores mayoristas están dolarizados. 

Asimismo, el 65% de los salarios para obreros y operadores se pagan en dólares, una cifra similar alcanza a la mayoría de los profesionales y técnicos, mientras que para el caso de los cargos gerenciales la dolarización alcanza al 79% de las remuneraciones. Esta tendencia no hizo más que profundizarse hacia el segundo semestre del año pasado.

La hiperinflación obligó al Gobierno a tomar medidas de flexibilización de los controles de precios y liberalización parcial del tipo de cambio, pero tras haberse atenuado entre marzo de 2021 y julio de 2022, la dictadura recuperó un cierto margen de maniobra para reintroducir controles.

La vuelta de las regulaciones sobre precios y cantidades comercializadas amenaza con generalizar (otra vez) el desabastecimiento de productos básicos en mercados formales y supermercados oficiales. 

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