Turquía
El “King-Maker” Sinan Ogan asegura que apoyará a la oposición en Turquía solo si se expulsan a los kurdos de la coalición
Sinan Ogan, candidato presidencial que obtuvo el tercer lugar en Turquía, y cuyo apoyo es decisivo de cara a la segunda vuelta electoral, ha asegurado que solo apoyará a la oposición si prometen no hacerle concesiones a los kurdos en el sur.

Sinan Ogan, candidato a presidente de la derecha kemalista en Turquía, terminó tercero en las elecciones generales del pasado domingo, con un importante 5,2%, que lo ubican como un “King-Maker” (“hacedor de reyes”) de cara a la segunda vuelta del 28 de mayo.
Si bien Ogan tiene una agenda más parecida a la de Erdogan en el país, representa a la tradicional derecha kemalista, que aboga por un Estado secular, más cercano a Occidente e integrado a la comunidad internacional, muy diferente a la postura neo-otomana, imperialista y pro-Islam, de Erdogan.
Por lo tanto, a quién votará su electorado es una incógnita que podría definir el resultado del balotaje que tendrá lugar en dos semanas. En la primera vuelta, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, lideró el resultado con el 49,5% de los votos, mientras que Kemal Kilicdaroglu, líder opositor apoyado por Estados Unidos, obtuvo alrededor del 45% de los comicios.
Como ninguno de los candidatos logró el 50% requerido para asumir la presidencia directamente, después de que se abrieran el 100% de las urnas, según el Consejo Supremo Electoral de Turquía, la elección irá a una segunda vuelta.
Ahora, Ogan ha asegurado que solo podría apoyar a Kilicdaroglu en la segunda vuelta si la opositora Alianza Nacional, saca a los kurdos de su coalición, a quienes considera terroristas y anti-turcos. Además, exigió que Kilicdaroglu prometa no hacer concesiones a los kurdos y a sus representantes políticos en un eventual gobierno.
El académico y experto en la región del Cáucaso, participó en la primera ronda de las elecciones presidenciales como candidato de ATA (Alianza Ancestral), un frente de partidos nacionalistas turcos liderados por el derechista Partido de la Victoria, que es conocido por su postura anti-inmigrante.
“Consultaremos con nuestra base de votantes para nuestra decisión en la segunda vuelta. Pero ya dejamos claro que la lucha contra el terrorismo y el envío de refugiados de vuelta son nuestras líneas rojas“, dijo Ogan a Reuters en una entrevista el lunes.
Además, Ogan dijo que su objetivo era eliminar a los partidos principalmente kurdos de la “ecuación política” de Turquía y reforzar a los nacionalistas y secularistas turcos. “Y los resultados de las elecciones mostraron que tuvimos éxito en esto“, señaló.

El pro kurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP), que decidió no presentar ningún candidato a presidente, ha respaldado a Kilicdaroglu en las elecciones presidenciales, mientras que el kurdo-islamista Huda-Par, respaldó a Erdogan.
En las elecciones parlamentarias, la alianza pro-kurda consiguió 66 escaños. Según los resultados preliminares, los escaños fueron logrados, en su mayoría, en las provincias predominantemente kurdas del sureste, quedando muy por detrás de los 321 del partido del presidente Erdogan y de los 213 de la oposición, pero formando un interesante bloque que tendrá poder de negociación.
La cifra marca un descenso con respecto a los asientos conseguidos por el HDP, la tercera fuerza política del país. En junio de 2015, habían logrado 80 escaños luego de obtener el 13% de los votos, mientras que, en junio de 2018, se quedaron con 67 escaños tras alcanzar el 11,7% de los votos.
Ogan también resaltó que aún no se había reunido con Erdogan o Kilicdaroglu desde la votación del domingo, pero señaló que estaría abierto a la negociación “basada en sus principios”. “Podríamos firmar un protocolo con Alianza Nacional (para respaldar a Kilicdaroglu) para dejar claro que no darán ninguna concesión al HDP. Es así de simple“, dijo.
Por último, Ogan remarcó que los resultados de las elecciones del domingo mostraron que la principal oposición de Turquía no ha podido obtener suficiente apoyo público a pesar de los terremotos masivos que azotaron el sureste de Turquía en febrero y de la crisis económica turca. “Los votantes enviaron un mensaje de que no confían lo suficiente en la oposición“.
A este respecto, Wolfango Piccoli, de la firma de consultoría y asesoría Teneo, dijo que “Erdogan ahora tiene una clara ventaja psicológica contra la oposición. Probablemente duplicará sus narrativas centradas en la seguridad nacional en las próximas dos semanas”.
La mayoría de los analistas creen que Kilicdaroglu y su alianza opositora tendrán dificultades para detener el impulso de Erdogan antes de la segunda vuelta del 28 de mayo.

Emre Peker, de la consultora Eurasia Group, estimó que la probabilidad de una victoria de Erdogan era de un 80%. “Los resultados muestran que Erdogan y sus aliados reforzaron con éxito el apoyo del titular con fuertes mensajes sobre terrorismo, seguridad y valores familiares, incluso cuando la economía continuó encabezando las preocupaciones de los votantes”, añadió Peker.
El consultor de riesgo político, Anthony Skinner, dijo que el resultado subrayó la dificultad de tratar de medir la opinión pública en una nación fuertemente polarizada de 85 millones de personas.
“Muchos resultados de encuestas de opinión pública preelectorales no reflejaron el ingenio de Erdogan y el grado de apoyo que todavía disfruta en el país“, dijo. “Simplemente demuestra cuán cuidadoso debe ser uno cuando mira las encuestas de opinión pública antes de las elecciones”.
Economía
Erdogan anuncia al ortodoxo Mehmet Simsek como Ministro de Economía de Turquía en una fuerte señal positiva para los mercados
El recientemente reelecto mandatario turco decidió nombrar a un economista abiertamente ortodoxo y famoso por su postura liberal para frenar la corrida contra la Lira y recuperar la confianza de los mercados.

Tras haber ganado las elecciones, el presidente Recep Tayyip Erdogan lanza un mensaje de confianza y seguridad a los mercados a partir del nombramiento de Mehmet Simsek como nuevo ministro de Hacienda y Finanzas (conocido comúnmente como ministro de Economía).
Se trata de un economista muy conocido por su perfil marcadamente ortodoxo y favorable a las reformas estructurales pro-mercado, cercano a las ideas del Consenso de Washington y la disciplina fiscal.
Los mercados reaccionaron favorablemente de manera casi inmediata. El índice de acciones bancarias del país se disparó un 6,6% en las primeras horas tras conocerse la noticia, mientras que el rendimiento de los bonos soberanos de Turquía a 10 años se desplomó hasta un 9,3% y obtuvo el valor más bajo de las últimas tres semanas.
La principal expectativa alrededor de la figura de Simsek es su rol en el combate de la inflación, principalmente a través de una fuerte disciplina fiscal y una cierta normalización de la política monetaria. El FMI estima que el déficit primario de Turquía aumentaría del 0,39% del PBI en 2022 a más del 4,4% para fin de año, luego del “Plan Platita” de Erdogan para ganar las elecciones.
El nuevo ministro tendrá la difícil tarea de otorgarle independencia al Banco Central, recortar el déficit para calmar las expectativas inflacionarias y evitar que la espiral inflacionaria en la que se ha metido Turquía termine en una hiperinflación.
Además del nombramiento de Simsek, Erdogan echó a Şahap Kavcıoğlu como presidente del Banco Central, quien desde marzo del 2021 activó una mega bomba de emisión para financiar el incesante gasto público de Erdogan, que incluyó programas sociales primero por la pandemia y luego por el terremoto, además de guerras en Siria y corredores para inmigrantes.
En su lugar fue nombrada Hafize Gaye Erkan, ex presidente de uno de los bancos regionales más importantes de Estados Unidos, además de ocupar un cargo en la Junta de Accionistas de Tiffany y la empresa Marsh. Su perfil es extremadamente pro-mercado, y parecería ser un buen indicio, aunque todo dependerá de Erdogan y cuánta autonomía les termine dando.
A pesar de estos nombramientos, la única manera de controlar la inflación es dejar de emitir y subir las tasas de interés (como ocurre en casi todas las economías del mundo), pero la postura de Erdogan no parece haberse modificado en lo más mínimo e incluso se describió esta semana a sí mismo como “un enemigo del interés”.
La tasa de política monetaria del Banco Central de Turquía continúa apostada en el 8,5% anual y habiendo bajado del 14% desde agosto del año pasado. Por su parte, la tasa de inflación interanual superó el 39,6% en mayo de 2023.
Hasta ahora, la única herramienta para disciplinar los precios fue el atraso del tipo de cambio sostenido por venta de reservas, pero el Banco Central turco ya no está en condiciones de continuar con este proceso porque agotó completamente sus reservas netas. El tipo de cambio del dólar volvió a aumentar, y acumula un salto de 8,22% desde el 28 de mayo.
Pasadas las elecciones, las posturas de Erdogan podrían verse atenuadas ante el menor riesgo político para la estabilidad de su administración y ya habiéndose legitimado ampliamente como mandatario del país. Los mercados aún esperan un giro de 180° en la política económica.
“Creemos que la elección de Mehmet Simsek como nuevo ministro del Tesoro y Finanzas aumenta la probabilidad de que la política monetaria cambie hacia una dirección más ortodoxa”, explica un informe del banco Goldman Sachs.
Economía
La lira turca se derrumba tras la victoria de Erdogan y el Banco Central se queda sin reservas netas
Los mercados respondieron negativamente ante los resultados de la contienda electoral, mientras que el Banco Central ya no se muestra capaz de seguir postergando la devaluación de la paridad cambiaria con el dólar.

La estrategia económica del presidente Recep Tayyip Erdogan demostró ser satisfactoria para imponerse en los comicios electorales, pero los costos de la misma comienzan a vislumbrarse. El Banco Central ya no dispone de suficientes reservas como para seguir defendiendo una paridad cambiaria relativamente estable.
Tras la victoria de Erdogan, el tipo de cambio del dólar con respecto a la lira turca subió un 0,5% en pocas horas y alcanzó el récord nominal más alto de la historia. El ritmo de devaluación mensualizado es el más drástico desde junio del año pasado, y se debe tener en cuenta que el dólar en Turquía solamente aumentó un 4% entre octubre de 2022 y abril de 2023 (mientras que los precios subieron mucho más rápido).
El atraso cambiario sostenido por la venta de reservas internacionales fue la principal herramienta del mandatario turco para disciplinar los precios, como parte de su firme reticencia por actualizar la tasa de política monetaria que establece el Banco Central. También se ajustaron los requisitos de liquidez bancaria al 25%, y se creó un seguro de cambios para depósitos a plazo fijo.
Las reservas brutas del Banco Central de Turquía cayeron por debajo de los 58.830 millones de dólares al término de la segunda semana de mayo, una caída acumulada de más de US$ 26.000 millones en diciembre de 2022. Pero descontando una serie de activos que realmente no son de libre disponibilidad, se calcula que las reservas netas del banco ya entraron en el terreno negativo.
La estrategia anti-inflacionaria de Erdogan llegó a un punto de agotamiento, y a partir de las próximas semanas se espera que la escalada del dólar (o la caída de la libra frente a todas las divisas) se profundice notablemente, retornando así a un escenario inflacionario extremadamente delicado.
La tasa de inflación interanual de Turquía había escalado hasta el 85,5% en octubre del año pasado, y el ancla cambiaria (en adhesión a otras medidas) logró reducir la inflación al umbral del 43,6% al cierre de abril de este año. Sin embargo, la variación mensual de los precios minoristas sigue oscilando entre el 2% y el 6%, niveles mucho más drásticos de los que había antes de la pandemia.
El Gobierno turco conservó el poder político del país, pero ahora deberá lidiar con las consecuencias de una política cambiaria extremadamente disfuncional y muy similar a las experiencias que fueron llevadas a cabo en Argentina durante el kirchnerismo.
Los mercados descuentan una fuerte devaluación que podría traer aparejado un shock contractivo sobre la pujante economía turca, que hasta ahora mantenía una tasa de crecimiento robusta y había logrado recuperarse completamente de la crisis provocada por la pandemia.
Estados Unidos
Biden y Erdogan analizan la posibilidad de intercambiar la venta de F-16 por la aceptación de Suecia a la OTAN
Tras la victoria electoral de Recep Tayyip Erdogan, Joe Biden se comunicó para felicitarlo y aprovechó la ocasión para charlar sobre la venta de aviones F-16 de producción estadounidense a Turquía y sobre el ingreso de Suecia a la OTAN.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tras una llamada telefónica realizada el día lunes con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo que este reiteró el anhelo de Ankara de comprar aviones de combate F-16 de Estados Unidos, a lo que Biden respondió que Washington estaba “ansioso” por ver a Ankara abandonar su potura actual y aceptar el ingreso de Suecia a la OTAN.
El intercambio entre ambos líderes tuvo lugar cuando Biden llamó a Erdogan para felicitarlo por su victoria en las elecciones presidenciales de Turquía el domingo, lo que confirma la continuación por cinco años más de este al frente de Turquía, tras más de dos décadas en el poder.
“Felicité a Erdogan. Todavía quiere resolver algo de los F-16. Le dije que queríamos acordar con Suecia, así que hagámoslo. Y así volveremos a estar en contacto el uno con el otro”, dijo Biden a periodistas antes de partir de la Casa Blanca hacia Delaware.
“Vamos a hablar más sobre esto la próxima semana“, agregó el presidente norteamericano. Por su parte, la Presidencia turca, en una breve declaración sobre la llamada, dijo que ambos líderes acordaron profundizar la cooperación en todos los aspectos de sus lazos bilaterales, cuya importancia dijeron que ha crecido aún más frente a los desafíos regionales y globales.
Turquía ha tratado de comprar F-16 por valor de 20.000 millones de dólares, además de casi 80 kits de modernización de manos de Estados Unidos, pero la venta se ha estancado debido a las objeciones del Congreso de los Estados Unidos sobre el problemático historial de derechos humanos de Ankara y la política contra Siria, a pesar de que la administración Biden ha dicho repetidamente que apoya la venta.

Recordemos que, a principios de este año, un paquete mucho más pequeño de 259 millones de dólares, el cual incluye actualizaciones de software de aviónica para la flota actual de aviones de combate F-16 de Turquía, fue aprobado por el Congreso de Estados Unidos, días después de que Turquía ratificara la adhesión de Finlandia a la OTAN. Por ello, todo indica que la venta de F.-16 se destrabará en tanto y en cuanto Turquía acepte la membresía de Suecia.
Un grupo de Senadores estadounidenses de ambos partidos, por medio de una carta emitida en febrero, dijeron a Biden que el fracaso de Turquía para ratificar los protocolos de adhesión para Suecia y Finlandia, que todavía estaba esperando en ese momento, “cuestionaría esta venta pendiente”, refiriéndose a los F-16.
A este respecto, Estados Unidos le habría dicho previamente a Turquía que sería difícil lograr que el Congreso aprobara el acuerdo para la venta de los F-16 si Ankara no da luz verde al ingreso de Suecia en la OTAN.
Suecia y Finlandia solicitaron la membresía de la OTAN el año pasado, abandonando sus políticas de no alineación militar de larga data tras la invasión rusa de Ucrania. Si bien Turquía ratificó la adhesión de Finlandia a la OTAN a fines de marzo, ha seguido negándose a aceptar a Suecia debido a que alega que Estocolmo da refugio y se niega a entregar a miembros asociados al Partido de los Trabajadores del Kurdistán, a los cuales Turquía considera terroristas.
Por su parte, Estados Unidos anhela poder cerrar la unión de Suecia al sistema de seguridad colectiva occidental a mediados de julio, cuando la alianza celebre una cumbre en Lituania.

Recordemos que cualquier nuevo aspirante a miembro de la OTAN debe ser acetado por todos los miembros actuales de la organización. Por el contrario, tanto Turquía como Hungría aún no han aprobado la candidatura de Suecia.
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