
Éxodo de jóvenes de clase media amenaza la sostenibilidad de los programas sociales
Los jóvenes de la olvidada clase media abandonan el país, por lo que hay menos gente trabajando y más estirando la mano
Imagina a un joven mexicano de 25 años. Estudió, consiguió un empleo mal pagado y, cada quincena, ve cómo le descuentan impuestos que no sabe en qué se usan. Sabe que, con suerte, logrará ahorrar para un coche, pero jamás para cuando se haga viejo. Sabe también que, cuando envejezca, nadie le garantizará una pensión digna. Sin embargo, él sí paga la de otros. Así funciona México hoy, bajo el gobierno socialista de Morena.
Nuestro país envejece a pasos agigantados. Por ejemplo, en 1970 había apenas 1.8 millones de adultos mayores y para 2050 serán casi 29 millones, es decir, más de uno de cada cinco mexicanos. La pensión universal, una de las banderas de Morena, ya beneficia a más de 28 millones de personas y su costo se disparó, pues pasó de 8 mil a 24 mil millones de dólares en apenas seis años.
Y todavía se planea incrementarla a niveles equivalentes a un salario completo... Suena generoso, pero es un lujo que no podemos pagar.

El peso creciente de las pensiones universales
Desde 2019, la pensión federal se duplicó y hoy cubre a más de 28 millones de mexicanos. Para los socialistas, entre más mexicanos reciban dinero, mejor, pues no entienden que repartir dinero entre millones de personas no es sustentable.
Aún así siguen adelante y aumentaron el presupuesto social de 8 mil a 24 mil millones USD en seis años...
Es bien conocido que los adultos mayores mexicanos son trabajadores. La mitad de ellos aporta a un sistema contributivo y algunos continuan trabajando. Pero hay más de ellos que ya no contribuyen económicamente al mercado laboral del país y depende de un programa clientelar lleno de filtraciones y corrupción, lo que obliga al Estado a sostener un sistema que crecerá exponencialmente.
El peso que cargan los jóvenes
El dinero para financiar a aquellos que no pensaron en su futuro sale de las arcas públicas, es decir, de los bolsillos de los trabajadores jóvenes. Son ellos quienes, además de pagar impuestos altísimos, deben soportar la inseguridad, la falta de oportunidades y un crecimiento económico estancado.
Muchos ya no aguantan más...
Hace años hice una encuesta para un proyecto académico, en donde pregunté a varios compañeros, si se irían de México a estudiar. La mayoría dijo que sí. Cuando les pregunté sobre si regresarían, me dijeron que no.

Ese proyecto escular toma más relevancia ahora. Según cifras oficiales, México es hoy el segundo mayor expulsor de migrantes a Estados Unidos. La fuga de talento y de manos trabajadoras es una realidad que enfrenta nuestro país. Jóvenes de la olvidada clase media y media alta abandonan el país porque aquí, además de enfrentar violencia y falta de empleo formal, sienten que sostienen sobre sus hombros un sistema que solo les quita.
Morena presume sus programas sociales y están convencidos de que son necesarios, pero en el fondo son un lastre para el futuro. Cada peso destinado a pensiones sin sustento es un peso menos para crear empleos o invertir en desarrollo. Y, mientras tanto, se castiga a quienes aún producen y se incentiva la dependencia del Estado.
Una bomba a punto de estallar
Si nada cambia, el sistema colapsará. Cada año hay menos jóvenes cotizando y más adultos mayores dependiendo de ayudas. No es sostenible. Y lo más grave es que esta crisis no solo es financiera, también es moral. Morena está hipotecando el futuro de quienes hoy deberían estar construyendo sus vidas.
La solución no es fácil, pero es evidente. Hay que reducir la carga social y los impuestos que asfixian a los emprendedores. Debemos regresar a un modelo donde cada quien contribuya para su retiro, con un pilar solidario para quienes realmente lo necesiten, no para todos por igual.
La OCDE y la CONSAR (Comisión Nacional de Ahorro para el Retiro) habían advertido que las Afores, antes de la intervención morenista, tenían altos rendimientos y representaban un sistema más justo y sostenible.
También urge incentivar el ahorro voluntario. Hay que ahorrar. Hoy, solo 37% de los jóvenes guarda algo para su vejez. Es un fracaso del sistema educativo y de la cultura financiera mexicana.
Seguir apostando todo a pensiones universales es como construir una casa sobre arena.

Pensar con cabeza fría
La izquierda ha gobernado con emociones y buenismo, pues el regalar dinero da votos, pero destruye países. Los jóvenes lo saben, por eso se van. Si no cortamos el gasto social insostenible y no construimos un sistema de pensiones responsable, México enfrentará no solo una crisis económica, sino un quiebre social.
La solución pasa por pensar distinto. Ser más políticos, más críticos, más racionales. Dejar de aplaudir a quien reparte dinero y exigir a quien crea oportunidades. Reducir impuestos, generar empleo y dejar de castigar al que trabaja.
Porque cada día que pasa con este sistema, la bomba sigue contando hacia cero. Y cuando estalle, ni los jóvenes ni los viejos tendrán futuro.
Más noticias: