Hombre de barba y cabello corto con camisa blanca sonriendo frente a un fondo azul oscuro con el texto Raúl Salinas a la derecha
OPINIÓN

La herejía de hablar claro: Salinas Pliego y La Iluminación de Bitcoin

El libro incomoda porque dice lo que el establishment evita: el dinero fiat es una estafa consentida

Ricardo Salinas Pliego lanzó La Iluminación de Bitcoin y, como era de esperarse, a más de uno le dio el aire, sobre todo al que está sentado en su sofá resentido por la vida y con su foto del Che Guevara en la pared. Ya te imaginas la escena: timelines llenos de tuits indignados, memes mal recortados y feos con algo obradorista, y la misma consigna de siempre: “¡pero Bitcoin es volátil!” (spoiler: escriben “bolátil”). Sí, claro. Y el kilo de tortilla o el huevo, ¿no? Aquí el punto no es si se mueve, sino quién decide cuánto vale tu dinero: ¿un político con impresora o un protocolo con reglas claras?

El libro incomoda porque dice lo que el establishment evita: el dinero fiat es flexible para el poder y duro para tu bolsillo. Se imprime sin límite y tu billete compra menos con el tiempo. Bitcoin, en cambio, parte de un dato que no es opinión: su oferta está limitada a 21 millones y cada “halving” lo hace más escaso. Eso no depende de un presidente de turno ni de la fe en Hacienda, sino de código abierto y consenso global.

“Pero los países serios no hacen eso”, dicen. Vayamos al mundo real. El Salvador lo convirtió en moneda de curso legal; con seguridad interna y narrativa de país distinto, atrajo turismo y hasta el FMI tuvo que admitir en 2023 que los riesgos no se materializaron (aunque pidió transparencia). Nigeria tampoco pidió permiso: la adopción cripto está en el top mundial porque la gente ya no confía en el naira inflado. Y Argentina, con Javier Milei, es otro ejemplo: mientras arriba el Estado se pone serio con un superávit fiscal y la baja de la inflación, abajo la gente protege su salario usando Bitcoin y stablecoins como refugio frente al peso devaluado. Eso es capitalismo duro: disciplina desde el gobierno y dinero duro desde la sociedad.

Aquí la tesis es sencilla: si el fiat es moldeable al poder, tu defensa empieza limitando la discrecionalidad. Bitcoin no es varita mágica ni promesa de “hazte rico ya”, sino un mecanismo para que nadie pueda robarte tus ahorros imprimiendo billetes mientras duermes. Que lo diga un banquero incomoda a los que sueñan con haber vivido en la URSS, mientras les habla de la libertad económica en horario estelar de Twitter.

El remate del Tío Richi es provocador, sí: “vende tu casa y compra Bitcoin”. ¿Irresponsable? Solo si compras la idea de que estacionar el dinero en CETES es neutro. Aun cuando la tasa supere a la inflación por momentos, sigues financiando deuda pública y asumiendo riesgo soberano; y cuando la inflación la rebasa (o los impuestos te muerden la tasa), tu “ahorro” se encoge en términos reales. En corto: ahorrar en CETES para que el gobierno se endeude con tu dinero y, cuando la ecuación se voltea, te venden “perder poco a poco, pero con dignidad”.

La Iluminación de Bitcoin no es un manual de atajos para entenderlo, es un recordatorio de que ya hay opciones para no vivir esclavizado del fiat. Y si incomoda tanto es porque toca lo que más duele: la costumbre de que otros decidan cuánto vale tu trabajo.

Lean el libro y no se metan en la cabeza la idea de que te hará rico. Más bien es una oportunidad a largo plazo, sobre todo en un país donde millones ni siquiera se van a pensionar. Porque si tu plan de retiro depende de Morena y sus pensiones… mejor vete comprando aunque sea un satoshi: ese sí no lo desaparece un diputado con fuero y tampoco se lo va a gastar algún familiar de López Obrador en sus viajes de descanso millonarios.

Sobre el autor

Luis Raúl Salinas Cordón es comunicador con trayectoria en comunicación estratégica, capacitación y proyectos en los sectores público y privado. Ha dirigido equipos comerciales en telecomunicaciones y escribe sobre política, economía y libertad financiera, a veces con un enfoque simple, sarcástico y de humor.

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