
Televisa y la #LeyCensura: la vieja maquinaria de control al servicio del gobierno
La transmisión del spot en Televisa expone un nuevo intento del régimen por censurar y someter medios críticos.
La estrategia parece clara: la llamada #LeyCensura no llegó sola. Vino acompañada de un spot transmitido por Televisa que justifica la supuesta necesidad de “regular” a los medios para combatir la desinformación. Un mensaje que, en apariencia, buscaba proteger al ciudadano común, pero que, en el fondo, sienta las bases para legitimar la intervención del gobierno en la línea editorial de medios independientes y críticos.
¿Casualidad? Cuesta creerlo. Más aún cuando recordamos que hace apenas unos días Televisa transmitió un spot de Donald Trump, en un acto que entonces pareció un ejercicio publicitario común: darle plataforma a quien paga por ella, un ejercicio de particulares con una ética debatible. Hoy cobra sentido: no fue torpeza, fue —posiblemente— una simulación. Un ejercicio de colaboración entre Televisa y el poder político para preparar el terreno, medir reacciones y, sobre todo, construir el pretexto perfecto para justificar nuevos mecanismos de control mediático y una venganza contra las plataformas digitales y opositores como Ricardo Salinas Pliego o Carlos Loret. Llama la atención las supuestas pruebas de ataques digitales a Carlos Slim, con conocimiento del gobierno.
Lo que estamos presenciando no es un simple ajuste en las reglas del juego. Es el resurgimiento de viejas prácticas, ahora disfrazadas de modernidad y discurso progresista de “protección de las audiencias” y “soberanía nacional”. Televisa, como en los peores tiempos del presidencialismo hegemónico, no actúa como un medio de comunicación libre, sino como un instrumento de control social, servil a los intereses de quien detenta el poder, entre ellos, el de Arturo Zaldívar.
Las recientes revelaciones de #TelevisaLeaks terminan por encajar las piezas del rompecabezas. Según Carmen Aristegui, su medio ostenta documentación interna y testimonios que muestran cómo la televisora ha orquestado campañas sucias contra empresarios y figuras públicas que resultan incómodos para el actual régimen. Todo, aparentemente, en respuesta directa a los intereses gubernamentales.
El patrón es innegable: se construyen narrativas, se manufacturan “escándalos”, se envenena la conversación pública y se normaliza la censura bajo el disfraz de la “lucha contra la desinformación”. Mientras tanto, la relación Televisa-Gobierno no solo sobrevive, sino que parece más sólida que nunca, reciclándose en nuevas formas de simulación y montaje para justificar medidas como la #LeyCensura.
Así, mientras los medios críticos son acorralados, la que alguna vez fue la gran televisora nacional vuelve a cumplir el mismo rol de siempre: operar como un brazo propagandístico, manipulando percepciones y castigando disidentes. La diferencia es que ahora, además, lo hace con el aval de una legislación diseñada a su medida.
México enfrenta una nueva amenaza a la libertad de expresión, disfrazada de regulación moderna, con viejos operadores reciclados para tiempos de simulación democrática.
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