
Caos en Texcoco: fans de Luis R. Conríquez vandalizaron palenque
El cantante se negó a interpretar corridos bélicos y desató una ola de violencia entre asistentes.
La noche del 11 de abril, el Palenque de la Feria del Caballo en Texcoco se convirtió en un escenario de caos y violencia.
Todo comenzó cuando el cantante Luis R. Conríquez se negó a interpretar corridos bélicos durante su presentación. Esta decisión provocó la ira de una parte del público que, incapaz de contener su frustración, comenzó a destruir mobiliario, instrumentos y equipos de sonido.
Los hechos fueron registrados en múltiples videos difundidos en redes sociales. En ellos se aprecia cómo decenas de asistentes lanzan objetos, patean el escenario y dañan la infraestructura del recinto.

La normalización de la violencia en la cultura popular
Este tipo de reacciones pone en evidencia la profunda descomposición cultural que atraviesa parte de nuestra sociedad. El fanatismo por los llamados narcocorridos —que glorifican la violencia, el crimen organizado y el consumo de drogas— ha traspasado los límites de lo tolerable.
Que una parte del público responda con vandalismo ante la negativa de un artista a complacer ese tipo de demandas refleja una preocupante pérdida de valores.

La cultura musical que idealiza la figura del delincuente no solo degrada el arte, sino que además refuerza los antivalores que tanto daño han hecho a México en las últimas décadas.
Esta música, de contenido decadente, ha encontrado un terreno fértil entre jóvenes que reaccionan con violencia cuando no se les rinde tributo a la narrativa criminal.
Una advertencia para las autoridades y la sociedad
El vandalismo ocurrido en Texcoco no puede ni debe quedar impune. Las autoridades locales deben investigar los hechos y aplicar sanciones ejemplares contra los responsables de los destrozos. Pero más allá de eso, este incidente es un llamado urgente a recuperar el rumbo cultural de la nación.

México no puede seguir normalizando la apología del crimen bajo la excusa de “libertad artística”. La música, como todo arte, debe construir, no destruir; debe elevar el espíritu, no someterlo a los caprichos de una cultura que idolatra al sicario.
Más noticias: