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Estados Unidos

Trump y Bolsonaro juntos en el evento conservador más importante de Estados Unidos: “Nuestra misión no terminó”

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El ex presidente de Brasil fue invitado especial de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) que se realizó en Maryland y compartió escenario con Donald Trump.

Desde que Donald Trump trepó a la cima de la política de Estados Unidos, la conferencia anual CPAC, la reunión más importante de los conservadores en Estados Unidos y el mundo, se convirtió en un verdadero “trumpfest”, y este año no fue la excepción.

Cada año, la derecha de Estados Unidos se reúne para la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, según sus siglas en inglés), la reunión de conservadores más grande e influyente del mundo.

Luego de dos años de reuniones en Florida y Texas, la CPAC decidió llevar la pelea al corazón de la política norteamericana, y el evento tuvo lugar en National Harbor, Maryland, muy cerca de Washington D.C.

Varias figuras que ya se anotaron o amagan con sumarse a la pelea por la presidencia de Estados Unidos pasaron por el escenario, entre ellos, Mike Pompeo, Nikki Haley y el propio Trump, quien cerró la conferencia ante una sala llena y el aplauso unificado del público. De todos modos, el principal rival de Trump en la interna republicana, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, ni siquiera apareció en el encuentro.

Trump estuvo acompañado por otro ex presidente, el máximo líder de la derecha en Sudamérica, Jair Bolsonaro, quien recientemente se tuvo que exiliar en Estados Unidos para evitar que Lula lo arreste en Brasil. Es la segunda vez que un líder de la nueva corriente de derecha acompaña al magnate neoyorquino en la CPAC, luego de que el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, viajara a Dallas hace poco menos de un año para la misma cita.

Discurso de Bolsonaro

Relajado, caminando de un lado a otro del escenario, Bolsonaro habló en portugués mientras un traductor parado a unos metros suyo fue traduciendo el discurso al inglés para la audiencia mayoritariamente estadounidense.

Buenas tardes a todos. Discúlpenme, pero en esta tierra, me siento de Brasil, la tierra de la libertad, el progreso y el orden. Es de lo que muchos políticos siempre hablan, pero no cumplen”, arrancó Bolsonaro. “En este momento, le agradezco a Dios por la segunda vida que me dio. Y le agradezco también por la misión de haber sido presidente de Brasil por un mandato. Pero siento profundamente que esta misión no terminó”, continuó.

A lo largo de su discurso, Bolsonaro recorrió su carrera política y contó cómo llegó a la presidencia de Brasil con una campaña austera y con un fuerte contacto con la gente. “Nadie creía que podía tener éxito”, dijo, una frase que bien podría decir Trump de su primera campaña presidencial. “Con seguridad, soy el expresidente más amado de Brasil”, aseguró.

Acusó a la izquierda brasileña de haberse entregado completamente a la corrupción y al comunismo, y mostró nuevamente pruebas de que la elección en Brasil, así como en Estados Unidos, fue robada por los órganos electorales independientes que se oponía a su presidencia.

Las pantallas a ambos lados del escenario mostraron imágenes que cuestionan el resultado de la última elección presidencial, donde según el Tribunal Superior Electoral (TSE), dominado por la izquierda, Lula se impuso por una diferencia menor a 1 punto porcentual.

“Si ven las imágenes en las pantallas, verán que tuve mucho más apoyo en 2022 que en 2018. No sé porque los números mostraron lo opuesto”, dijo Bolsonaro, haciendo referencia a que aumentó su apoyo a lo largo de todo el país, pero no fue suficiente para vencer a la maquinaria del PT.

Según las denuncias de auditores independientes, las máquinas electorales que se compraron durante el gobierno de Lula tuvieron discrepancias significativas respecto al voto en las máquinas que se compraron durante el gobierno de Bolsonaro. Es importante aclarar que el código fuente de las máquinas más viejas no pudieron ser auditadas, por decisión del TSE, y esta inconsistencia nunca pudo ser explicada.

A sabiendas del público que lo escuchaba, Bolsonaro le dijo a la audiencia que era “indispensable” decirles que su relación con Trump “fue simplemente excepcional”. En su mandato, según explicó, Bolsonaro recibió el apoyo de Trump en su defensa a la libertad, rechazo al aborto y promoción de la libre portación a las armas.

Finalmente, invitó a todos los presentes a visitar Brasil y prometió volver a la política ni bien pueda. Se despidió con un mensaje de respaldo total a Trump. “Como ustedes, quiero tener el placer en unos momentos de ver a Donald Trump en el escenario”, dijo, y se ganó más aplausos. “Fui el último presidente en el mundo en reconocer los resultados de la elección de Estados Unidos hace dos años. Sigo siendo leal a nuestros principios, y sigo teniendo fe en nuestros lemas, Dios, patria, familia y libertad”, cerró.

Discurso de Trump

Inmediatamente después de Bolsonaro, quien procedió a sentarse en primera fila junto a su hijo, Eduardo Bolsonaro, habló Trump. Su discurso fue contundente y dejó en claro que esta vez no dejará cabeza sin cortar en el “pantáno”, una expresión similar a la de “casta política” en Argentina.

Vamos a terminar lo que empezamos”, dijo, y agregó: “Vamos a completar la misión”. La multitud llena en el salón de baile coreó “¡Cuatro años más!”

El discurso de una hora y 45 minutos, Trump relanzó su candidatura a presidente frente a sus seguidores más cercanos. “Teníamos un Partido Republicano que estaba gobernado por monstruos, neo-conservadores, globalistas, fanáticos de la frontera abierta y tontos, pero nunca volveremos al partido de Paul Ryan, Karl Rove y Jeb Bush”, dijo Trump a la multitud.

La gente está cansada de los RINO y los globalistas. Quieren ver America First”, dijo en una clara referencia al gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien llegó a ser su mano derecha pero ahora ha caído bajo la influencia de los Bush, quienes lo han elegido para que derribe a Trump en las primarias.

Hablando en una sala de convenciones llena, Trump pintó una imagen sombría del estado actual del mundo, en la crisis que se ve envuelta el mundo durante la pos-pandemia, con la guerra en Ucrania y las amenazas de China.

Trump describió su candidatura a la presidencia como la “batalla final” para las “fuerzas del bien“. “O ganan ellos o ganamos nosotros. Y si ganan, ya no tendremos un país”, dijo Trump.

El ex mandatario recibió algunos de los aplausos más fuertes de la audiencia cuando se habló de sus propuestas para defender los derechos de los padres y los deportes femeninos, en contra de la peligrosa ideología de género. “Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar porque sucedieron algunas cosas malas”, dijo Trump en referencia a las elecciones robadas en 2020. “Tiene que pasar“.

Estados Unidos

Anti-democrático: Biden vetó una reforma previsional aprobada en el Congreso por el Partido Republicano

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Se trata de una normativa que pretendía derogar las cláusulas de inversión ESG en administradores privados de fondos de pensiones. El Presidente emitió el primer veto de su administración, y asegura estar dispuesto a derogar nuevas iniciativas de la oposición.

Valiéndose de la mayoría retenida en ambas cámaras legislativas, el ala dura y más derechista del Partido Republicano logró los consensos necesarios para la derogación de las reglas de inversión ESG (factores ambientales, sociales y de gobernanza) para administradoras privadas de fondos de pensiones.

La derogación contó con el apoyo unánime de la oposición republicana, así como el de dos senadores del ala conservadora del Partido Demócrata, Joe Manchin de West Virginia y Jon Tester por el Estado de Montana, que permitieron que la ley sea aprobada en el Senado.

El presidente Joe Biden rápidamente vetó la ley, y anticipó que está dispuesto a disponer de nuevos vetos para hacer frente a la mayoría republicana en el Congreso. Se trata del primer uso de esta herramienta en lo que va de su administración.

Está claro que el presidente Biden quiere que Wall Street use el dinero que tanto le costó ganar no para hacer crecer sus ahorros, sino para financiar una agenda política de extrema izquierda. Eso perjudicará a las personas mayores y a los trabajadores, especialmente después de que el gasto imprudente del presidente Biden causó una inflación récord y subidas rápidas de tipos de interés”, anunció el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy.

La principal objeción que presentaron los republicanos para lanzar la derogación de la regla es el hecho de priorizar inversiones en una agenda socialista por sobre la captación de rendimientos para favorecer retornos a los afiliados del sistema. 

A tales efectos, la nueva normativa legal que pretendían aprobar los republicanos prohibía expresamente el destino de la inversión privada para cuestiones de cambio climático, factores ambientales y sociales, entre muchos otros. La inversión de las administradoras de fondos de pensiones se concentraría exclusivamente en maximizar rendimientos para los ahorros de sus clientes.

Los demócratas tildaron a la prohibición como una iniciativa “en contra del libre mercado”, y aseguran que si bien las reglas ESG condicionan la inversión bajo ciertos parámetros, las empresas no se encuentran obligadas directamente a ejercer este tipo de inversiones si no desean hacerlo.

Pero si bien es cierto que las normativas no incluían ni incluyen una inversión obligatoria sobre sectores específicos, lo cierto es que la intervención del Gobierno (y más aceleradamente en administraciones demócratas) distorsiona deliberadamente los incentivos de inversión para favorecer destinos que, en un contexto de libre mercado, no se hubieran elegido voluntariamente.

En este sentido, las regulaciones sobre la industria energética, los impuestos a los combustibles y los subsidios ecologistas previstos en la “Ley de reducción de la inflación”, entre muchas otras iniciativas, funcionan efectivamente como verdaderos condicionantes de la inversión privada. En este sentido, el proyecto de los republicanos pretendía anular virtualmente el efecto distorsivo de estos incentivos artificiales sobre la iniciativa privada

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Estados Unidos

La corrupción de la que nadie habla: Los Biden recibieron millones de dólares de empresas estatales chinas

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El Comité de Supervisión y Responsabilidad del Congreso presentó en los últimos días una serie de documentos que revelan una gran cantidad de dinero enviado desde China a la familia Biden a través de testaferros.

Estos días la fiscalía de Manhattan lidera una brutal persecución política contra el ex presidente Donald Trump, y los medios están analizando rigurosamente todo el dinero que entró y salió de sus compañías en los últimos años.

Mientras tanto, los medios hacen silencio absoluto frente a la revelación del pasado martes, cuando una comisión investigadora del Congreso mostró un enorme esquema de corrupción entre la familia Biden, el Partido Comunista Chino y los socios comerciales del actual presidente de los Estados Unidos.

El pasado martes 14 de marzo, el presidente del Comité de Supervisión y Responsabilidad, el diputado republicano James Comer reveló a través de la publicación de una serie de documentos que Joe Biden, su hijo Hunter Biden y su hermano, James Biden, recibieron la suma de US$ 4,8 millones de dólares provenientes de la compañía china “CEFC China Energy” entre los años 2017 y 2018.

El equipo legal de Hunter Biden asegura que se trata meramente de la acción de ciudadanos individuales con derecho a perseguir ”negocios personales”, y este dinero es simplemente su comisión por haber conseguido una inversión para una empresa con la que trabajaban como asesores.

Pero esto no cierra por ningún lado. En primer lugar, este dinero lo recibieron en varios montos cuidadosamente valorizados por debajo de lo que los organismos de control suelen revisar, y no hay explicación por qué una comisión de esta naturaleza se pagaría en varias transferencia a lo largo de varios meses.

Además, correos comprometedores fueron hallados en la computadora de Hunter Biden donde queda demostrado que el dinero fue una recompensa por haberle brindado acceso a la Oficina Oval a varios funcionarios comunistas, mientras Biden era vicepresidente.

Estos correos fueron legitimados una y otra vez, y están actualmente incluidos como evidencia en una investifación federal del FBI. Pero como si fuera necesaria una confirmación adicional, Hunter Biden denunció esta semana al taller de reparación donde dejó su computadora.

Esta demanda que alega robo de datos e invasión a la privacidad solo confirma la información y no tendrá cabida, ya que el dueño del taller le hizo firmar un contrato a Hunter que decía que si en 6 meses no iba a buscar la computadora reparada, ésta pasaba a control del taller; y eso es exactamente lo que pasó.

Entre los correos y una investigación del comité del Congreso, se encontró una operación en marzo del año 2017, donde la compañía ”State Energy HK Limited”, asociada al Partido Comunista Chino y subsidiaria de la ”CEFC China Energy”, realizó una transferencia por US$ 3 millones de dólares a una compañía de Rob Walker, uno de los más importantes socios empresariales de la familia Biden.

Rob Walker no se quedó con este dinero, si no que lo transfirió a varios destinatarios, quedándose él mismo con un saldo de US$ 869.308 dólares por esta operación. El ex funcionario de la administración Clinton, cuya esposa fue asistente de Jill Biden, es ampliamente considerado el testaferro de Biden para sus negocios con China.

Hunter Biden, a través de las cuentas bancarias de sus compañías ”Owasco PC and RSTP II LLC” y ”First Cleaning LLC”, recibió entre marzo y abril del año 2017, seis transferencias bancarias de parte de Robinson Walker LLC por montos variables de entre $10.692 a $300.000 dólares.

En concordancia, James Biden, recibió entre los meses de abril y mayo de 2017 cinco transferencias bancarias con pagos que datan de cifras de entre $15.000 y $125.000 dólares mediante su compañía JBBSR INC. por parte de Walker.

Al siguiente día, la misma compañía giró un importe equivalente a US$ 1.065.000 dólares a una compañía perteneciente a otro socio de la familia Biden, de nombre James Gilliar, un antiguo oficial de las fuerzas especiales británicas con vínculos cercanos a los servicios de inteligencia ingleses y considerado como otro testaferro del presidente norteamericano.

En los documentos publicados, y según se pudo corroborar en los correos que se encontraron en la laptop de Hunter Biden, Gilliar le estaba “guardando un 10% para el Hombre Grande” a través de su compañía en Abu Dhabi, ”European Energy and Infrastructure Group (EEIG)“. En el contexto del correo, todo indica que “Big Guy” es el propio Joe Biden.

El ex-oficial de las fuerzas armadas especiales británicas, James Gilliar, es uno de los socios de la familia Biden y a través de su compañía, recibió la suma de poco más de 1 millon de dólares de China.

La red sigue: Otras operaciones de la familia Biden

Otra llamativa operación surgió de revisar las cuentas bancarias de James Biden. Acorde a sus propias palabras, el hermano del presidente trabajó con la firma Hill Stone International, una subsidiaria de la constructora norteamericana Hill International, la cual declaró recientemente ante la justicia que James Biden utilizó su influencia como hermano del vicepresidente (en aquél entonces) para hacer posible la realización de negocios de la compañía en Arabia Saudita.

El antiguo oficial del Departamento del Tesoro, Thomas Sullivan, quien ofició de detective privado en esta causa, declaró que James Biden intervenía por parte de Hill International debido a la ventaja competitiva que su apellido representaba. Incluso en 2012, utilizó su influencia como el hermano del vicepresidente de los Estados Unidos en una reunión celebrada con funcionarios saudíes para conseguir su dinero.

Un portavoz del Comité de Supervisión señaló a través de Fox News que están investigando el origen de la riqueza de la familia Biden a través del tráfico de influencias y las preocupaciones de que el presidente Biden pueda estar comprometido por las relaciones comerciales de su familia con adversarios de los Estados Unidos a nivel internacional.

Otro nombre que aparece en la nómina de las transferencias bancarias realizadas por Rob Walker, es el de la ex esposa de Beau Biden (hijo fallecido del presidente Biden y antiguo procurador general del estado de Delaware), Hallie Biden, quien según las investigaciones del comité, recibió dos pagos separados en el mes de marzo del año 2017 que totalizaban la suma de US$ 25.000 dólares.

Luego de que en el año 2015 Beau falleciera a causa de un tumor de cerebro, su viuda, Hallie, tuvo una relación con el infame Hunter Biden, que sería el principal vínculo con esta red criminal.

A su vez, dentro del memorandum presentado por el comité, se detallan 2 operaciones respectivas a transferencias con importes de US$ 5.000 y US$ 25.000 efectuadas por la compañía de Rob Walker hacia un beneficiario solo referido como ”Biden”, el cual muchos especulan que se trata del propio Joe Biden.

En la semana, el Departamento del Tesoro notificó a James Comer que darán al comité acceso a registros videográficos de reportes de actividades sospechosas (SAR) relacionadas a Hunter Biden, así como a su familia, algo que el legislador viene pidiendo hace meses.

A su vez, el líder del comité señaló que seguirán utilizando la evidencia documental, así como también la información bancaria y SARs con el fin de determinar si las tareas del presidente Biden se encuentran comprometidas y si existe algún riesgo para la seguridad nacional.

En sintonía con sus dichos, Comer remarcó que si el Tesoro continúa obstruyendo la investigación contra Biden, usarán todas las herramientas que tengan a disposición para asegurarse de que colaboren en la investigación.

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Economía

Biden ya tiene el déficit fiscal más alto de la última década sin contar el año de la pandemia

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El déficit financiero superó 6% del PBI en febrero de 2023, la cifra más extrema desde 2013 sin contabilizar el shock provocado por la pandemia. Las finanzas públicas se desequilibraron completamente por el rescate de préstamos estudiantiles. 

La agenda irresponsable del presidente Joe Biden terminó por desequilibrar completamente el ordenamiento de las finanzas públicas. Hacia agosto del año pasado, el Presidente firmó un masivo programa de rescate para eliminar hasta 10.000 dólares en la deuda suscripta por préstamos estudiantiles.

Las medidas se aplicaron para personas con ingresos anuales no superiores a los 125.000 dólares anuales (el 95% de los empleados de Estados Unidos cumplen este requisito). El ala más “progresista” y radicalizada del Partido Demócrata logró imponer su agenda electoral sobre el cada vez más débil Gobierno de Biden, y se generó un shock fiscal similar al que tuvieron los cheques familiares durante la pandemia. 

Se evitó proporcionar un debate parlamentario acerca de la propuesta de los demócratas. El Gobierno simplemente instruyó al Departamento de Educación el plan de alivio sobre préstamos estudiantiles, una maniobra que no estuvo ajena a objeciones legales por parte de la oposición.

El déficit financiero del Gobierno federal se disparó rápidamente del 3,76% del PBI en julio de 2022 al 6,1% del producto en febrero de 2023, un salto de 2,4 puntos en solo 8 meses. Asimismo, sin contabilizar la creciente factura por intereses netos de deuda el déficit primario escaló del 2% del PBI al 4,14% entre julio de 2022 y febrero de 2023 y prácticamente se duplicó.

Sin contabilizar el shock provocado por la pandemia en 2020, el déficit federal de Estados Unidos ya es el más elevado de los últimos 10 años. No se veía algo remotamente similar desde febrero de 2013. Cabe señalar que la economía estadounidense se recupera de un shock fiscal y monetario similar al que tuvieron las grandes guerras mundiales del siglo XX, pero muy a diferencia de aquel entonces no parece volver a converger hacia el equilibrio fiscal.

Mientras la brecha fiscal del sector público crece, las necesidades de financiamiento aumentan en un momento especialmente delicado debido al fuerte incremento de la tasa de política monetaria de la FED. Mayores aumentos en la tasa interés de referencia implican un también mayor encarecimiento en el costo de endeudamiento para el Estado.

Déficit fiscal de Estados Unidos entre 2009 y 2023.

La responsabilidad fiscal del Gobierno de Biden arroja una fuerte incertidumbre sobre qué tan creíble será el financiamiento no inflacionario del déficit para los próximos años. La política fiscal condiciona el canal de expectativas de la política monetaria de Jerome Powell, imponiendo así un fuerte limitante nada despreciable sobre la tasa de inflación.

Si los mercados no estuvieran dispuestos a suscribir enteramente la deuda del Tesoro estadounidense continuamente, entonces la FED se vería obligada a desplegar un rescate o “Put” sobre esos bonos con emisión monetaria, tal y como lo hizo en la pandemia para financiar los programas de asistencia familiar.

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