Calle urbana bloqueada por vallas metálicas con trabajadores usando chalecos naranjas y algunos autos estacionados y circulando
POLÍTICA

San Francisco despilfarra el dinero de los contribuyentes en una innecesaria bicisenda

Bernarte insiste con un proyecto costoso y prescindible, ignorando el contexto nacional de austeridad y eficiencia fiscal

En San Francisco, el intendente peronista Damián Bernarte vuelve a poner el foco en una obra que dista mucho de ser prioritaria para la ciudadanía. La bicisenda elevada que impulsa, presentada como símbolo de modernidad y seguridad vial, se convierte en un gasto millonario difícil de justificar. En un país donde el Gobierno Nacional promueve la austeridad, la decisión municipal parece ir a contramano del sentido común.

El proyecto, según el oficialismo local, busca embellecer el acceso a la ciudad y facilitar el cruce seguro de peatones y ciclistas. Sin embargo, San Francisco enfrenta problemas estructurales mucho más urgentes, como calles en mal estado, falta de cloacas y deficiencias en servicios básicos. Destinar recursos a una obra ornamental es, como mínimo, una muestra de desconexión con las verdaderas demandas vecinales.

Mientras en otras ciudades se aplican políticas fiscales responsables con resultados visibles, Bernarte prefiere alimentar su perfil político con obras vistosas. La bicisenda no responde a un pedido concreto de la población y amenaza con alterar innecesariamente el entorno urbano. En lugar de optimizar el presupuesto, el municipio refuerza una imagen de despilfarro que choca con el clima político y económico actual.

Hombre de traje sosteniendo un micrófono y sonriendo frente a un fondo azul claro
Damián Bernarte, intendente de San Francisco | La Derecha Diario

Prioridades desordenadas en un contexto de ajuste

La oposición en el Concejo Deliberante advirtió que la iniciativa no sólo carece de urgencia, sino que desvía fondos que podrían destinarse a necesidades reales. Problemas como el pavimento deteriorado, la inseguridad o el déficit en infraestructura básica deberían encabezar la agenda municipal. Sin embargo, el oficialismo se aferra a un proyecto que sólo parece útil para su propia propaganda.

Incluso sectores libertarios locales señalaron que la ciudad tiene más de mil cuadras sin asfaltar y barrios que quedan intransitables tras una lluvia. El contraste entre esas carencias y una costosa bicisenda elevada revela un preocupante desinterés por mejorar la vida cotidiana de los vecinos. No es la bicicleta lo que se cuestiona, sino la falta de racionalidad en las prioridades de gobierno.

El municipio argumenta que la obra fomentará el uso sustentable de la bicicleta y la integración vial, sin explicar por qué ese objetivo debe tratarse ahora. En tiempos de crisis, los gastos municipales deben enfocarse en resolver problemas concretos y urgentes, no en alimentar egos políticos. San Francisco necesita eficiencia, no megalomanía disfrazada de modernidad.

Rotonda con una estatua blanca de un santo sobre un pedestal en una zona urbana con césped y un letrero que dice San Francisco
San Francisco necesita eficiencia, no megalomanía disfrazada de modernidad | La Derecha Diario

La defensa oficial y las contradicciones del intendente

Bernarte respondió a las críticas asegurando que el proyecto había sido impulsado antes por sectores opositores. Pero esa justificación no borra el hecho de que hoy el contexto económico es radicalmente distinto, con una demanda ciudadana clara de austeridad y eficiencia. La insistencia en realizar la obra refleja una incapacidad para adaptarse a la nueva realidad fiscal.

El intendente afirmó que la bicisenda recuperará la historia y belleza de la ciudad, pero los vecinos no comen de la estética urbana. La falta de cloacas, las calles rotas y los problemas de seguridad requieren soluciones inmediatas, no intervenciones cosméticas. La obra parece más un acto de marketing político que una política pública seria.

Según el propio municipio, serán 1.300 metros de recorrido elevado que rodearán monumentos y conectarán con otras vías para bicicletas. Ese despliegue no sólo es costoso, sino que inevitablemente impactará en la circulación vehicular y en el paisaje sin resolver ninguna de las necesidades urgentes. Es, en definitiva, un lujo innecesario pagado con dinero que podría destinarse a lo que verdaderamente importa.

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