
Un vecino justiciero enfrentó a un ladrón en calzoncillos y lo hizo llorar
En la insegura provincia gobernada por Kicillof, un vecino redujo a un delincuente que intentaba robar su auto.
La inseguridad desbordada en el conurbano bonaerense volvió a ser noticia. Esta vez, en El Palomar —localidad del partido de Morón— un vecino decidió tomar la justicia por mano propia y enfrentó a un ladrón que intentaba robar la rueda y la batería de su automóvil. El hecho ocurrió el martes a la 1:57 de la madrugada, en plena ola polar que azota al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), y fue registrado íntegramente por una cámara de seguridad.
Lejos de tratarse de un episodio aislado, este tipo de situaciones se repiten cada vez con más frecuencia en territorio bonaerense, gobernado por el desastroso Axel Kicillof, cuya inacción ante la creciente ola delictiva obliga a los ciudadanos a exponerse en defensa propia.
En las imágenes, grabadas por las camaras de seguridad y emitidas por los medios, se observa cómo un delincuente carga con la rueda y la batería sustraídas de un auto estacionado. Segundos después, desde una casa ubicada justo enfrente, irrumpe un hombre descalzo y en ropa interior. A pesar del frío extremo, sin mediar dudas, se lanza sobre el delincuente con una frase tan directa como reveladora del hartazgo social:
"Dame la rueda y la batería", le exige.
El ladrón, lejos de amedrentarse, responde con descaro:
"Te doy la rueda, pero la batería no".
La respuesta fue inmediata: el vecino lo tomó de la campera y lo tiró al suelo de una trompada. A los pocos segundos, el delincuente ya estaba inmovilizado y suplicando entre lágrimas por perdón, mientras el vecino, aún exaltado, camina en círculo. Otro familiar se suma a la escena y golpea al delincuente con una botella de cerveza.
Varios vecinos se asoman a ver lo que ocurre, hasta que, minutos más tarde, suena la alarma comunitaria. Finalmente, un patrullero llega para detener al ladrón.
La escena, que parece sacada de una tragicomedia argentina, pone de manifiesto una realidad mucho más cruda: la falta de presencia del gobierno provincial, el descontrol de la delincuencia y la desesperación de los vecinos que, ante la ausencia de respuestas concretas, se ven empujados a defender lo propio con sus propias manos. El hecho no solo resalta el valor del vecino, sino también el fracaso rotundo de una política de seguridad provincial que, bajo la conducción de Axel Kicillof, deja a los ciudadanos librados a su suerte.
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