
Un excompañero del joven hallado en la casa que alquiló Cerati quedó bajo sospecha
Un testigo clave señaló a un exalumno como amigo de Diego Fernández, asesinado en 1984
La causa por el crimen de Diego Fernández, el adolescente desaparecido en 1984, dio un vuelco inesperado. A más de 40 años del hecho, un testigo clave señaló como sospechoso a un excompañero de colegio del joven, quien habría sido su amigo en esa época.
Los restos de Diego fueron hallados por obreros en mayo pasado, mientras levantaban una medianera en una vivienda ubicada en Avenida Congreso, barrio de Coghlan.El inmueble colinda con la casa donde años después residió Gustavo Cerati,exlíder de Soda Stereo.
La propiedad pertenece desde la década del 70 a la familia Graf. Y fue justamente un miembro de esa familia, Cristian Graf, quien quedó ahora en la mira de la Justicia.
El vínculo entre el sospechoso y la víctima
Cristian Graf, hoy de 56 años, asistió junto a Diego a la Escuela Técnica N.º 36. El nuevo testigo, otro exalumno que reside actualmente en el exterior, aseguró que ambos mantenían una amistad y que la aparición de los restos generó conmoción en un grupo de WhatsApp que comparten los egresados.
El testimonio será brindado de manera virtual este jueves ante el fiscal Martín López Perrando. De resultar contundente, podría derivar en la imputación formal de Graf por homicidio. Sin embargo, el paso del tiempo juega en contra: la causa podría ser declarada prescripta por haberse superado los plazos legales.
Desde el hallazgo de los restos, la familia Graf fue seguida de cerca por los investigadores. La madre de Cristian continúa viviendo en la casa donde apareció el cuerpo; él y su hermana abandonaron el hogar hace años.

El día que Diego desapareció
El 26 de julio de 1984 fue la última vez que se vio con vida a Diego Fernández. Tras almorzar con su madre, salió rumbo a lo de un amigo y no regresó. Fue visto por última vez en Rómulo Naón y Monroe, barrio de Belgrano.
Con solo 16 años, Diego entrenaba fútbol en el club Excursionistas. Aquel día no llevaba su bolso deportivo, solo vestía su uniforme escolar.

Su familia intentó denunciar la desaparición, pero la Policía catalogó el caso como “fuga de hogar”. La investigación fue prácticamente inexistente durante décadas. En 1986, el padre de Diego, Juan Benigno, denunció públicamente el abandono del caso en la revista ¡Esto!.
En una reciente entrevista, Javier, hermano de Diego, expresó: “Me siento vacío. Mi papá murió buscándolo. En 1991 lo atropelló una camioneta”. También afirmó que espera justicia: “Sería lo ideal saber por qué”.
El hallazgo que lo cambió todo
El descubrimiento del cuerpo se produjo por accidente. Mientras construían una pared, obreros notaron un derrumbe en el jardín trasero de la casa y hallaron huesos humanos.
La historia tomó relevancia pública al conocerse que allí había vivido Gustavo Cerati, quien le había alquilado la casa a Marina Olmi. Fue entonces cuando un sobrino de Diego sospechó que podían ser sus restos y contactó al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
El ADN confirmó que se trataba de Diego Fernández. La autopsia reveló que murió por un puntazo en la zona de la cuarta costilla derecha. También se detectaron intentos fallidos de descuartizar el cuerpo con un serrucho. Fue enterrado a las apuradas en una fosa de apenas 60 centímetros.
Entre los objetos hallados junto a los huesos se encontraron: un zapato talle 41, un corbatín azul escolar, un llavero con una llave, un reloj Casio con calculadora y una moneda de 5 yenes que Diego llevaba como amuleto.
Un crimen silenciado durante décadas
El caso permaneció ignorado durante más de 40 años, mientras la familia de Diego lo buscaba sin respuestas. La casualidad, sumada al trabajo forense y la memoria de quienes compartieron su vida, reactivaron una causa que podría acercarse, finalmente, a la verdad.
El próximo paso judicial dependerá del valor del nuevo testimonio y de la decisión del fiscal. Aunque la prescripción amenaza con cerrar el caso sin condenas, la aparición de un sospechoso reabre una esperanza: que, después de tanto silencio, alguien responda por lo que pasó con Diego.
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