Tres personas observan con asombro un sepulcro vacío iluminado por una luz suave.
SOCIEDAD

Las tres miradas del sepulcro vacío

En el evangelio de San Juan en su versión griega se emplean tres verbos relacionados con el significado básico de 'ver'.

Por Martín-Miguel Rubio Esteban

En el relato que nos hace el evangelio de San Juan, al comienzo del capítulo XX, en su versión griega, se emplean tres verbos relacionados con el significado básico de “ver”, para contarnos que el sepulcro en donde fue colocado el cuerpo de Jesús estaba vacío, sin el cuerpo ya del divino Maestro, sólo con los lienzos y el sudario separados sin el cuerpo ni la cabeza.

Choca este rico repertorio verbal del griego lleno de matices – la sinonimia, sensu stricto, no existe en la lengua -, con el latín, que en todo momento dice solamente “vidit”. Todavía en el siglo I de nuestra era, y a pesar del Siglo de Oro de Augusto, el latín no podía ocultar sus orígenes, una lengua de soldados-labradores.  

Santa María Magdalena es la primera discípula que “ve” conmovida el sepulcro vacío, con la gran piedra que taponaba la boca de la entrada a la tumba corrida o levantada ( “êrménon ek toû mnêmeíou” ), y ese “ve” lo dice San Juan con la forma verbal “blépei”.

Entrada de una tumba antigua con una gran piedra redonda a un lado.
Las tres miradas del sepulcro vacío | La Derecha Diario

Luego, informados por la santa, San Pedro y San Juan se apresuran en marchar al sepulcro. El joven San Juan, adelantándose a San Pedro, llega a la tumba el primero, e inclinándose ( “parakýpsas” ) “ve” ( otra vez la forma verbal “blépei” ) los lienzos (“othónia”) con que se había amortajado el cuerpo de Jesús echados ( “keímena” ) en el suelo. Pero cuando llega San Pedro y entran los dos en la tumba, el discípulo mayor “ve” todas las cosas, lienzos y sudario separados, con la forma verbal “theôreî”.

Finalmente, San Juan, el primero que entró de los dos, se da cuenta de lo que ha ocurrido, se ilumina su mente, y el evangelista – que es él mismo – dice que “vio y creyó”. Y para decir ese “vió”, nuestro sujeto homodiegético emplea la 3ª Persona del Singular del Aoristo del verbo “horaô”; esto es, “eîden”.

Pues bien, ¿qué diferencias de matices hay entre estos tres verbos que se emplean para decir “ver”? Blépô tiene los significados de “dirigir los ojos a”, “gozar de la vista”, “ver claro”, “vigilar” y hasta “desconfiar”. Respecto a theôreô tiene los significados de “contemplar”, “examinar”, “inspeccionar”, “pasar revista” y “juzgar”.

Una pintura que muestra a tres mujeres con vestiduras antiguas alrededor de un hombre acostado en una tumba de piedra, con una lámpara de aceite encendida cerca.
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Finalmente, “horáô” significa “observar”, “comprender”, “entender”, “percibir por los sentidos”. Esto es, Santa María Magdalena y San Juan “vieron claro”  que el sepulcro de Jesús estaba vacío; San Pedro “inspeccionó y pasó revista” a todas las cosas y detalles del sepulcro, y, finalmente, el evangelista San Juan “comprendió” la naturaleza y sentido que tenía aquel sepulcro vacío, manifestación del misterio de la resurrección.

Es así que la lengua griega nos enseña mejor en este caso los tres tipos de mirada que hubo  en el suceso de la resurrección de Cristo, miradas que suponen una “gradatio” retórica, desde la visión clara de las cosas hasta la comprensión total de su significado.

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