
Uruguay es caro, pero no por las razones que nos dicen
Cronicas de un expolio constante.
8El alto costo de vida en Uruguay es una preocupación constante para sus ciudadanos, pero las explicaciones oficiales no resisten un análisis económico elemental. Según el ministro de economía del Frente Amplio, el país es caro por su pequeño tamaño y los elevados salarios.
Estas afirmaciones son falacias económicas que desvían la atención del verdadero problema: el excesivo peso del Estado.
Este artículo desmiente los mitos oficiales, explicando las causas del encarecimiento y el camino para mejorar el poder adquisitivo.
El mito del tamaño y los salarios
Contrariamente a lo que afirma el ministro, países pequeños no son inherentemente caros. Suiza o Singapur demuestran que un tamaño reducido puede ser una ventaja. Asimismo, culpar a los salarios elevados es un error que confunde causa con efecto.

Los tres elementos en juego aquí son: valor del salario, costo de vida y productividad.
El valor del salario
El salario real importa más que el nominal. Más de la mitad de su ingreso es absorbido por el Estado, disfrazando la confiscación como “solidaridad” o “justicia social”.
El costo de vida
El costo de vida no se debe a salarios altos, sino al peso del Estado reflejado en precios artificialmente inflados por monopolios estatales como ANCAP, UTE y OSE.
Además, el IVA del 22%, el IRPF progresivo hasta 35% y el IASS castigan al que más trabaja y a los jubilados. Todo esto acompañado de barreras arancelarias y regulación que impiden la competencia.
Los precios altos son consecuencia de la intervención estatal aliada a sindicatos que desconectan salarios de la productividad, impidiendo la coordinación espontánea del mercado.
La productividad
Salarios reales elevados son sostenibles solo con mayor productividad. Con baja productividad, nunca podrán pagarse mejores salarios.

El salario se determina por el producto marginal del trabajo, lo que depende también del capital disponible. Desde la Revolución Industrial, los salarios reales crecen gracias al progreso productivo, salvo en sectores donde el gobierno interviene: salud, educación, energía, transporte, crédito.
Somos caros, y no es bueno
Algunos datos muestran la proporción del gasto familiar en alimentos y el crecimiento desmedido del empleo público.
En países ricos, el gasto familiar en alimentos es 14%. En países pobres, 33%. Mientras más gastamos en alimentarnos, menos podemos ahorrar e invertir.

La población creció 2% en 25 años, pero el empleo público directo aumentó 35%. El mayor incremento ocurrió bajo gobiernos del Frente Amplio, especialmente el de José Mujica.
Conclusión
Los salarios no explican el alto costo de vida; es el costo el que erosiona los salarios reales. Subirlos por decreto, sin productividad, empobrece más a la población.
Lo que se necesita es más ahorro, inversión y trabajo productivo, y menos Estado erosionando ingresos mediante impuestos, monopolios y regulación.
Redistribuir el ingreso no genera riqueza: solo condena al país a la pobreza. Es urgente eliminar monopolios estatales, reducir gasto político y bajar impuestos. Solo así dejaremos de ser un país caro para vivir y pobre para progresar.
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