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Economía

Uno a uno, todos los impuestos creados o aumentados por el Gobierno de los Fernández

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Desde diciembre de 2019 el Gobierno impulsó un drástico aumento de impuestos que elevó la presión tributaria rápidamente, incluso en plena pandemia. La presión impositiva volvió a los niveles más altos de la historia.

El principal objetivo del Frente de Todos y Alberto Fernández al frente del país fue sin lugar a dudas el aumento de los impuestos. Desde diciembre de 2019 Argentina volvió a incrementar la presión impositiva drásticamente. Esto se consiguió a partir de aumentar o crear impuestos abiertamente distorsivos para la economía.

La presión tributaria a nivel nacional pasó de representar el 23% del PBI en 2019 hasta llegar al 25,1% del PBI en 2021, mientras que la recaudación consolidada incluyendo a las provincias llegó al 30,7% del producto en ese año. Estas cifras son las más altas registradas desde 2015 y, a su vez, son las más elevadas de la historia argentina.

Bienes Personales

Este impuesto fue la principal obsesión del oficialismo desde diciembre de 2019, y constituye un gravamen sobre el patrimonio. En ese mismo año, Fernández aprobó una ley para aumentar la tasa mínima del impuesto del 0,25% al 0,75%, y la tasa marginal máxima fue incrementada del 0,5% al 1,25%.

A su vez, durante todo el 2020 el Gobierno congeló el mínimo no imponible en torno a los $2 millones, pero como la inflación ascendió al 36% en ese período, una gran cantidad de personas cayeron en la obligación de tributar simplemente por una cuestión de nominalidad, y no por un incremento real de su patrimonio. Esta maniobra fue un aumento tributario indirecto.

En los últimos días del 2021, el Gobierno finalmente se dignó a permitir un aumento del mínimo no imponible hasta los $6.000.000, aunque no sin oponer resistencia. Sin embargo, y dada la bochornosa actualización de Juntos por el Cambio, el kirchnerismo logró volver a aumentar las alícuotas de Bienes Personales. La tasa máxima volvió a subir del 1,25% al 1,75%, y los bienes declarados en el exterior con una tasa superior de hasta el 2,25%.

Impuesto PAIS

Este tributo supone un recargo del 30% sobre la compra de divisas, afectando severamente no solo al ahorro de las personas que buscan defenderse de la inflación, sino también al pago efectuado con tarjetas de crédito en divisas, o simplemente la contratación de diversos servicios del exterior como lo son Netflix, Amazon o Spotify, entre muchos otros.

Estos últimos servicios digitales fueron gravados con una alícuota especial del 8%, debido al carácter fuertemente popular de los consumos damnificados. La compra de dólares para el atesoramiento mantiene un recargo del 30% y fue el principal objetivo del Gobierno al imponer el impuesto: no solamente un objetivo recaudatorio, sino también uno de índole cambiario.

Impuesto a la riqueza

Gravando prácticamente la misma base imponible que Bienes Personales, el Gobierno estableció un tributo con alícuotas progresivas del 2% al 3,5% sobre el patrimonio de los argentinos, mientras que los bienes declarados en el exterior fueron afectados con una tasa máxima del 5,25%. Cabe destacar que se gravan los activos solamente, y no el patrimonio neto de una persona como suele hacerse en el mundo.

Percepción de Ganancias sobre la compra de divisas

La resolución general 4.815 de la AFIP dispuso en 2020 la percepción de la alícuota más elevada del impuesto a las ganancias (35%) sobre la compra de dólares en los mercados oficiales, añadiéndose al 30% que ya suponía el impuesto PAIS.

Esta medida fue abiertamente regresiva, pues aquellas personas que ya pagan ganancias tuvieron la posibilidad de deducir este recargo a la hora de tributar el impuesto anual, pero el resto de las personas quedaron excluidas de este recurso y sin poder recuperar nada.

Impuesto a las Ganancias para empresas

El Gobierno de Alberto Fernández desmanteló las tenues rebajas tributarias que habían sido planteadas en la reforma impositiva del 2017 para las empresas. En diciembre de 2019 el kirchnerismo dejó sin efecto la baja de la tasa sobre las utilidades reinvertidas al 25%, dejando así la alícuota en el 30% como se mantenía desde 2018.

En 2021, el kirchnerismo avanzó incluso más y decidió establecer un sistema de alícuotas diferenciales en detrimento de un sistema horizontal de tasa única, por lo que se introdujo una fuerte distorsión adicional en la economía. La tasa máxima sobre las ganancias no distribuidas aumentó al 35% a partir de la ley 27.630, volviendo al valor de 2015.

Impuesto sobre los débitos y créditos

El kirchnerismo duplicó el impuesto sobre las transferencias bancarias, pasando del 0,6% al 1,2%. Este tributo es uno de los más distorsivos de la estructura impositiva argentina.

Como si esto no fuera suficiente, el kirchnerismo amplió la base imponible sobre la cuál opera el impuesto. Fueron incluidas algunas cuentas de pago que antes quedaban exentas, y en 2021 el Gobierno amplió la tributación para fondos vinculados con las operaciones de criptomonedas.

Retenciones

Desde diciembre de 2019 el kirchnerismo estableció drásticos aumentos sobre la exportación de soja y granos, que llegaron a consolidar una alícuota del 33%. La tasa sobre estos productos bajó hasta el 30% en octubre de 2020, pero nuevamente volvió al 33% en enero de 2021. También fueron eliminados todos los topes en pesos sobre la aplicación de retenciones, una medida que había sido instrumentada en la gestión anterior.

Impuestos Internos y primas sobre seguros

El Gobierno decretó el aumento tributario sobre los productos electrónicos, siendo que el impuesto interno pasó del 10,5% al 17% cuando no fueran fabricados en Tierra del Fuego, y del 0% al 6,55% cuando son de origen nacional. Esta medida excluyó a miles de personas de poder acceder a la tecnología.

Se creó un nuevo impuesto interno, esta vez sobre las apuestas online con una tasa progresiva del 2% al 5% sobre el valor neto que se deposite en la cuenta de cada apostador. Para personas radicadas en el exterior, las tasas aumentan hasta el 10% e incluso el 15% dependiendo de dónde esté radicado.

Se dispuso la creación de una contribución obligatoria del 0,5% sobre las primas de seguro automotor. Esto afecta a todos los vehículos asociados con servicios de transporte de pasajeros.

También se creó otro impuesto interno, esta vez para todos los seguros excepto los vinculados a la vida, con una tasa del 3 por mil sobre el valor de los mismos. Este impuesto se determinó como “Contribución sobre las primas de seguros para el manejo del fuego”, creando también el propio Fondo Nacional del Manejo del Fuego que se hizo cargo de los recursos adquiridos.

En la misma dirección, actualmente el Gobierno trabaja en crear otro impuesto más sobre los seguros vehiculares, esta vez creando un fondo forestal. Esta iniciativa se conoce como el “seguro verde” y su alícuota sería establecida en el 0,5% de las primas afectadas.

Impuesto al valor agregado (IVA)

El Gobierno eliminó completamente todas las exenciones dispuestas en 2019 por el ex presidente Macri sobre los productos de primera necesidad. El IVA del 10,5% al 21% volvió a aplicarse sobre los consumos de la canasta básica.

Esto significa que productos como la leche y diversos lácteos, las verduras, las carnes, los huevos, una amplia gama de cereales, las grasas de aceite vegetal o animal y los azúcares, todos fueron nuevamente gravados debido a la disposición de Alberto Fernández.

Economía

El Banco Central rebajó la tasa de política monetaria de los Pases del 60% al 50% y se espera un colapso de la inflación

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La carga de intereses a cuenta de los pasivos remunerados es cada vez menor, después de la quinta reducción de tasas en lo que va de la presidencia de Javier Milei. La autoridad monetaria también tomó la decisión de incrementar nuevamente el encaje legal aplicado sobre las billeteras virtuales.

El Banco Central al frente del Presidente Santiago Bausili determinó una nueva reducción de la tasa de política monetaria de referencia, aquella a cuenta de los Pases, pasando del 60% al 50% nominal anual a partir del 2 de mayo. De esta forma, la tasa efectiva anual fue establecida en el 64,82% según informó el propio BCRA.

En otras palabras, los pasivos remunerados que emite el Banco Central pasan a abonar una tasa nominal equivalente al 4,2% por mes, a cuenta de los Pases que se renuevan cada día. 

La decisión oficial responde a la drástica caída de las expectativas de inflación para los próximos meses, un hecho que se refleja claramente en el informe de expectativas REM que elabora la autoridad monetaria. Las principales consultoras privadas del país también dan cuenta de esta situación, y proyectan un claro escenario de desinflación para 2024.

Las mediciones inflacionarias de alta frecuencia están reflejando el colapso de la variación de los precios minoristas en alimentos y bebidas. Para la consultora LCG, la variación semanal en este rubro fue negativa por más de 1 punto porcentual al término de la quinta semana de abril. 

Los sondeos de Alphacast también prevén una ligera caída de precios hacia la segunda mitad del mes pasado, considerando al rubro de los alimentos. En la misma dirección, el economista Alberto Cavallo (el hijo del exministro de Economía) anticipó mediante un índice diario de precios que la inflación ya está viajando al 5% mensual, descontando el efecto de las tarifas de los servicios públicos.

Entran en juego dos lógicas principales detrás de la rebaja de tasas. En primer lugar, la caída de la inflación efectiva y de la inflación esperada permiten una tasa de interés más baja, ya que de este modo se evita generar rendimientos excesivos medidos en dólares. Pero por otro lado, y más importante aún, la caída de la tasa de interés (en un contexto de cepo cambiario) permite sanear el balance del Banco Central y reducir la expansión monetaria a cuenta de los pasivos remunerados.

La carga de la deuda remunerada en pesos del BCRA es cada vez menor en relación al PBI, y lo mismo ocurre con el pago de sus respectivos intereses. Y desde el Gobierno nacional, el superávit fiscal concretado durante los primeros 3 meses del año permite anular cualquier tipo de financiación monetaria para el fisco.

El Banco Central de Bausili también tomó la decisión de elevar la tasa de encaje aplicado para billeteras virtuales del 10% al 15%, y de esta manera es altamente probable que disminuyan los rendimientos de alternativas como por ejemplo Mercado Pago, además del efecto que tuvo la reducción de tasas.

Se busca generar un marco de reglas de juego que genere incentivos para la compra de títulos públicos al Tesoro por parte del mercado. Esto responde a dos fines bien concretos: por un lado el rollover de la deuda interna en pesos a plazos más extensos, y en segundo lugar la retención de pesos para cancelar Adelantos Transitorios con el propio BCRA (una manera adicional para retirar pesos de la circulación).

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Economía

La reforma tributaria que propone Biden amenaza con destruir hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo para el año 2025

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Así lo sugiere un reciente informe de la Tax Foundation, estimando el efecto total de los aumentos impositivos que propone la campaña de Biden de cara a las elecciones. Se estima una reducción del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI en caso de aprobarse los cambios.

El Presidente Joe Biden lanzó una agenda económica completamente radicalizada hacia la izquierda, buscando contentar al ala más extremista de su partido (anteriormente representada por el excandidato Bernie Sanders en la contienda electoral del 2020).

En este sentido, el Presidente recuperó una profunda impronta favorable a subir generalizadamente los impuestos en Estados Unidos, tanto para empresas como para personas físicas y para productos importados. Se buscan gravar ingresos, patrimonios y bienes con tasas sustancialmente más elevadas que las actuales.

La Tax Foundation desarrolló un reciente informe estimando el impacto económico que podría desatar el plan fiscal de Biden para el año 2025. Se estima una reducción total del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI, una caída del 3,8% en el capital social potencial acumulado en las empresas, una reducción del 1,6% sobre la masa salarial promedio, y finalmente la destrucción de hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo en el sector privado, en relación a la cantidad que cabría esperar de no aprobarse las subas impositivas.

La agenda de los demócratas es, y por diferencia, la más ambiciosa y extremista desde la era de Franklin D. Roosevelt. El esquema tributario resultante de una eventual victoria de Biden en las próximas elecciones de noviembre queda resumido de la siguiente manera:

  • Aumento de la tasa del impuesto sobre la renta empresarial del 21 por ciento al 28 por ciento (a partir del año fiscal 2025)
  • Aumento del impuesto mínimo alternativo corporativo introducido en la Ley de Reducción de la Inflación del 15 por ciento al 21 por ciento (a partir de 2024)
  • Cuadruplicar el impuesto a la recompra de acciones implementado en la Ley de Reducción de la Inflación del 1 por ciento al 4 por ciento (a partir de 2024)
  • Hacer permanente la limitación de pérdidas comerciales excesivas para las empresas de paso
  • Limitar aún más la deducibilidad de la compensación de los empleados según la Sección 162
  • Aumento de la tasa impositiva global sobre ingresos intangibles de baja tributación (GILTI) del 10,5 por ciento al 21 por ciento, calcular el impuesto jurisdicción por jurisdicción y revisar las reglas relacionadas
  • Derogar la tasa impositiva reducida sobre los ingresos intangibles derivados del extranjero (FDII)
  • Ampliar la base del impuesto sobre la renta neta de inversiones (NIIT) para incluir ingresos comerciales no pasivos y aumentar las tasas del NIIT y el impuesto adicional de Medicare para alcanzar el 5 por ciento sobre ingresos superiores a $400,000
  • Aumento del impuesto sobre la Renta individual al 39,6 por ciento sobre ingresos superiores a $400 000 para declarantes solteros y $450 000 para declarantes conjuntos (a partir de 2024)
  • Gravar las ganancias de capital a largo plazo y los dividendos calificados a las tasas ordinarias del impuesto sobre la renta para Ingreso imponible por encima de US$ 1 millón de dólares, y gravar las ganancias de capital no realizadas en caso de fallecimiento por encima de una exención de US$ 5 millones, revirtiendo parcialmente la reforma de George Bush (2001-2003)
  • Triplicar los aranceles de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, desatando una nueva guerra comercial con el gigante asiático

Pese a las subas impositivas, la administración Biden no propone un sendero sostenido de reducción del déficit fiscal, ya que la mayor parte del paquete tributario se vería acompañado por nuevas expansiones presupuestarias. 

Y a diferencia de la estrategia seguida por el expresidente Donald Trump, la guerra comercial con China que propone desatar Biden se produciría en un contexto de profunda caída en la competitividad fiscal de Estados Unidos, todo lo contrario a lo que ocurrió entre 2017 y 2020 (cuando las empresas estadounidenses disfrutaron de fuertes recortes impositivos).

Esto deja a Estados Unidos en una posición comparativamente difícil para forzar una nueva “tregua” con China en la cual se flexibilicen controles cambiarios o medidas arancelarias proteccionistas, como sí ocurrió tras el último acuerdo firmado en 2020.

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Economía

Con Milei, los bancos vuelven a cumplir su función fundamental: Prestarle dinero a familias y empresas y no al Estado

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Se redujo drásticamente la absorción de crédito a través del Estado nacional y el Banco Central, y se amplía la cantidad de recursos disponibles para ser prestados al sector privado productivo. La política económica del Gobierno produjo un punto de inflexión para el sistema financiero.

Desde la caída de la convertibilidad y el rebrote inflacionario en la Argentina, la proporción de crédito retenido deliberadamente por el sector público fue creciendo incesantemente en los últimos años.

El Estado se adueñó de una parte creciente en la cantidad de pesos disponibles generados por el ahorro del país, y en consecuencia se redujo la proporción canalizada por el sector privado (las familias y las empresas). Mientras que el crédito al sector privado superaba holgadamente el 20% del PBI durante el menemismo, al término del último experimento kirchnerista consiguió superar a duras penas el 7% del PBI en 2023

A partir de diciembre de 2023, la política económica ejecutada por el Presidente Javier Milei y el ministro Luis Caputo se propuso un giro drástico en la direccionalidad del crédito argentino. El superávit financiero del Sector Público Nacional (SPN) permitió liberar una gran masa de recursos para el sector privado, algo que hasta el momento parecía completamente imposible.

Por primera vez desde 2018 se produjo un rebrote de créditos hipotecarios, nuevamente atados a la unidad UVA más un cierto margen de rendimiento en términos reales. Estos créditos no solo permiten la reapertura del mercado de crédito inmobiliario, sino que además implican una fuerte presión para aliviar los aumentos sobre los precios de los alquileres.

A partir de la nueva política económica, los bancos privados debieron replantearse la canalización del crédito. El Gobierno nacional dejó de incurrir en amplias licitaciones por encima de sus posibilidades para financiar el déficit (las licitaciones actuales solo refinancian la deuda interna), y el Banco Central profundizó su agresiva política de rebajas en la tasa de interés que pagan los Pases (ahora hasta el 60% nominal anual).

Todo esto abrió la posibilidad de volver a financiar a las familias vía hipotecas, y a las empresas a través de diversos proyectos de inversión productiva. El Gobierno espera que este efecto, habitualmente llamado “crowding-in” o desplazamiento positivo, contribuya activamente a la reactivación de la actividad económica a partir del segundo semestre del año.

Dada la fuerte credibilidad en la política económica, el mayor ahorro del sector público (efecto recesivo) podría ser compensado por un repunte de la inversión del sector privado por la vía del crédito (efecto expansivo).

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