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Economía

Colapsan los bonos CER: El Banco Central intervino para evitar un desplome total pero continúa el peligro de default

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Peligra una de las pocas vías de financiación que el Tesoro estaba empleando para cubrir el déficit fiscal sin emisión monetaria. Sin el mercado local, el Gobierno podría incumplir las metas del FMI.

En las últimas dos ruedas, los títulos públicos conocidos como bonos CER sufrieron un fuertísimo golpe que llevó al Banco Central (BCRA) y a la ANSES a tener que intervenir activamente en el mercado para evitar mayores caídas en las cotizaciones.

Para aquellos que no estén familiarizados con estos instrumentos y cuál es su rol vital en la estrategia financiera formulada por el Gobierno, en concordancia con el FMI, es importante aclarar que venía siendo la principal fuente de financiación para cubrir los déficits fiscales sin más emisión monetaria.

El CER es, como indican sus siglas, el Coeficiente de Estabilización de Referencia. Un índice que elabora el BCRA diariamente para reflejar la evolución de la inflación. Para hacerlo, toma de referencia la variación registrada en el IPC elaborado por el INDEC en el último mes, y lo ajusta de forma diaria al mes siguiente. 

Los instrumentos que ajustan por CER utilizan el índice para actualizar el capital invertido y los intereses en la fecha del cumplimiento, la fórmula es la siguiente: Índice CER + % de tasa integral de retorno (TIR), por lo que al final se devolverá el capital ajustado por estas dos variables

En una economía con recurrente inflación como la argentina, estos instrumentos suelen ser muy codiciados, ya que permiten evitar pérdidas de capital frente a la inflación y a su vez brindan oportunidades para realizar lo que se conoce como «carry trade», el cual implica vender dólares, hacerse de pesos, posicionarse en un instrumento de corto plazo, obtener una renta y luego reposicionarse en moneda dura, obteniendo rendimientos que difícilmente podrían obtenerse en dicha moneda.

Debido a los déficits fiscales crónicos del Gobierno, y al reciente acuerdo con el FMI, que establece un límite a la emisión monetaria para cubrir el déficit de hasta 1% del PBI, siendo que el déficit pactado para este año es del 2,5% del PBI, no le queda otra opción al Gobierno que endeudarse en el mercado financiero para poder cubrir el faltante.

Dado el deplorable historial crediticio de la Argentina y la pésima reputación de este Gobierno, financiarse en los mercados internacionales de deuda es imposible, el Riesgo País está arriba de los 2.000 puntos básicos, por lo tanto, para colocar deuda debería hacerlo arriba del 20% anual en dólares.

Ante esta imposibilidad, el Gobierno debe necesariamente recurrir al mercado local en pesos para poder financiarse, donde las colocaciones de deuda se hacen a través del programa «Creadores de Mercado» que tiene el gobierno con los Fondos Comunes de Inversión (FCI).

El programa venía funcionando bien, el Gobierno lograba hacer el roll-over de deuda renovando los vencimientos regularmente y en las licitaciones obtenía lo que el gobierno elegantemente llamaba «financiamiento neto positivo», un eufemismo para no decir, deuda adicional.

Rafael Brigo asume como secretario de Finanzas | Argentina.gob.ar
Guzmán junto al secretario de Finanzas Rafael Brigo, responsable de ejecutar las operaciones financieras.

Pero esta luna de miel con los mercados locales no duró lo que el Gobierno esperaba que durase. Dentro del menú que el Gobierno ofrece en las licitaciones, los inversores cada vez dejan más de lado los instrumentos a tasa fija, es decir, los que no ajustan por CER. Esto se debe a que los rendimientos son licuados por la inflación descontrolada y se han vuelto negativos en términos reales.

Esto termina en colocaciones de deuda ajustada por CER cada vez mayores, y como dichos instrumentos no se pueden licuar, el stock de deuda aumenta permanentemente a velocidades cada vez más alarmantes.

Como si esto fuera poco, se suma un segundo problema, todavía está fresco el recuerdo de cuando el ex ministro de Economía de Macri, Hernán Lacunza, hizo un reperfilamiento de la deuda en pesos (default), incumpliendo con los compromisos pactados en su momento.

Este antecedente, sumado a la falta de precisión (probablemente adrede) en cuanto a cómo abordaría este tema un eventual nuevo Gobierno de Juntos por el Cambio a partir de 2023, ha llevado a los inversores a exigir cada vez más títulos en CER y además preferentemente con vencimientos antes de diciembre del 2023, como por ejemplo las letras del Tesoro ajustables por CER, las LECER.

El exministro de Economía de la gestión Macri, Hernán Lacunza, quien defaulteó deuda en pesos.

Hasta esta semana, esto venía siendo un problema potencial, pero se volvió muy real el día Mmércoles cuando el Fondo Pellegrini, gerenciado por el Banco Nación, realizó una venta de títulos CER por un valor superior a $10.000 millones de pesos.

Una venta tan grande sin una mayor demanda, generó una caída en el valor de estos instrumentos, dando inicio a un efecto en cadena. Los cuotapartistas de los FCI colocados en CER veían bajar el valor de su cuotaparte, solicitaban el rescate de la misma, obligando así al FCI a tener que vender títulos CER para poder pagarle, provocando así una mayor caída.

Ni siquiera los títulos que vencen antes de diciembre del 2023 pudieron evitar la caída, ya que el mercado descontó que el Gobierno no podría refinanciar cuando lleguen los vencimientos.

Todos los bonos sufrieron caídas superiores al 15% en solo dos días. Para tomar un ejemplo, el bono TX23 con vencimiento en marzo 2023 cotizaba a $236,85, con lo cual su rendimiento era de CER + una TIR de 2,78% al cierre del día lunes, en la jornada de ayer llegó alrededor de los $210, con una TIR de 21% en un bono que vence en menos de un año, es decir, valores de default

Frente a esta situación, el BCRA y la ANSES tomaron la decisión de intervenir, realizando grandes compras de títulos para poder frenar la caída y lograr que el precio se estabilizara, continuando con el ejemplo citado, el TX23 cerró a $220 con una TIR de 14,16%. 

Pero el conflicto ahora va por partida doble. Si la caída continua, el Estado no podrá seguir «subsidiando» la salida de los ahorristas de manera permanente, sin una recomposición de capitales genuina, será postergar lo inevitable.

Hacer el roll-over de los vencimientos venideros será imposible, y el Tesoro perderá una buena parte de su financiamiento. Esto implica que no le quedará otra opción al Gobierno que pedirle al BCRA que le haga nuevos giros al Tesoro, incumpliendo las metas que pide el FMI, aumentando las perspectivas de inflación y verse obligados a pedirle un waiver al Fondo o defaultear.

Por otra parte, los pesos sueltos muy probablemente irán a los dólares financieros, algo que en la última parte de la rueda de ayer se pudo ver, tanto el CCL como el MEP aumentaron alrededor de $8. ¿Podrá el gobierno recomponer el mercado de deuda en pesos o será este el principio de una corrida bancaria? El tiempo dirá, pero la situación es crítica.


Por Steven Rosenthal, para La Derecha Diario.

Economía

Colapsa el déficit cuasi-fiscal: El Banco Central rebajó la tasa de política monetaria de los Pases del 60% al 50%, la más baja 

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La carga de intereses a cuenta de los pasivos remunerados es cada vez menor, después de la quinta reducción de tasas en lo que va de la presidencia de Javier Milei. La autoridad monetaria también tomó la decisión de incrementar nuevamente el encaje legal aplicado sobre las billeteras virtuales.

El Banco Central al frente del Presidente Santiago Bausili determinó una nueva reducción de la tasa de política monetaria de referencia, aquella a cuenta de los Pases, pasando del 60% al 50% nominal anual a partir del 2 de mayo. De esta forma, la tasa efectiva anual fue establecida en el 64,82% según informó el propio BCRA.

En otras palabras, los pasivos remunerados que emite el Banco Central pasan a abonar una tasa nominal equivalente al 4,2% por mes, a cuenta de los Pases que se renuevan cada día. 

La decisión oficial responde a la drástica caída de las expectativas de inflación para los próximos meses, un hecho que se refleja claramente en el informe de expectativas REM que elabora la autoridad monetaria. Las principales consultoras privadas del país también dan cuenta de esta situación, y proyectan un claro escenario de desinflación para 2024.

Las mediciones inflacionarias de alta frecuencia están reflejando el colapso de la variación de los precios minoristas en alimentos y bebidas. Para la consultora LCG, la variación semanal en este rubro fue negativa por más de 1 punto porcentual al término de la quinta semana de abril. 

Los sondeos de Alphacast también prevén una ligera caída de precios hacia la segunda mitad del mes pasado, considerando al rubro de los alimentos. En la misma dirección, el economista Alberto Cavallo (el hijo del exministro de Economía) anticipó mediante un índice diario de precios que la inflación ya está viajando al 5% mensual, descontando el efecto de las tarifas de los servicios públicos.

Entran en juego dos lógicas principales detrás de la rebaja de tasas. En primer lugar, la caída de la inflación efectiva y de la inflación esperada permiten una tasa de interés más baja, ya que de este modo se evita generar rendimientos excesivos medidos en dólares. Pero por otro lado, y más importante aún, la caída de la tasa de interés (en un contexto de cepo cambiario) permite sanear el balance del Banco Central y reducir la expansión monetaria a cuenta de los pasivos remunerados.

La carga de la deuda remunerada en pesos del BCRA es cada vez menor en relación al PBI, y lo mismo ocurre con el pago de sus respectivos intereses. Y desde el Gobierno nacional, el superávit fiscal concretado durante los primeros 3 meses del año permite anular cualquier tipo de financiación monetaria para el fisco.

El Banco Central de Bausili también tomó la decisión de elevar la tasa de encaje aplicado para billeteras virtuales del 10% al 15%, y de esta manera es altamente probable que disminuyan los rendimientos de alternativas como por ejemplo Mercado Pago, además del efecto que tuvo la reducción de tasas.

Se busca generar un marco de reglas de juego que genere incentivos para la compra de títulos públicos al Tesoro por parte del mercado. Esto responde a dos fines bien concretos: por un lado el rollover de la deuda interna en pesos a plazos más extensos, y en segundo lugar la retención de pesos para cancelar Adelantos Transitorios con el propio BCRA (una manera adicional para retirar pesos de la circulación).

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Economía

La reforma tributaria que propone Biden amenaza con destruir hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo para el año 2025

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Así lo sugiere un reciente informe de la Tax Foundation, estimando el efecto total de los aumentos impositivos que propone la campaña de Biden de cara a las elecciones. Se estima una reducción del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI en caso de aprobarse los cambios.

El Presidente Joe Biden lanzó una agenda económica completamente radicalizada hacia la izquierda, buscando contentar al ala más extremista de su partido (anteriormente representada por el excandidato Bernie Sanders en la contienda electoral del 2020).

En este sentido, el Presidente recuperó una profunda impronta favorable a subir generalizadamente los impuestos en Estados Unidos, tanto para empresas como para personas físicas y para productos importados. Se buscan gravar ingresos, patrimonios y bienes con tasas sustancialmente más elevadas que las actuales.

La Tax Foundation desarrolló un reciente informe estimando el impacto económico que podría desatar el plan fiscal de Biden para el año 2025. Se estima una reducción total del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI, una caída del 3,8% en el capital social potencial acumulado en las empresas, una reducción del 1,6% sobre la masa salarial promedio, y finalmente la destrucción de hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo en el sector privado, en relación a la cantidad que cabría esperar de no aprobarse las subas impositivas.

La agenda de los demócratas es, y por diferencia, la más ambiciosa y extremista desde la era de Franklin D. Roosevelt. El esquema tributario resultante de una eventual victoria de Biden en las próximas elecciones de noviembre queda resumido de la siguiente manera:

  • Aumento de la tasa del impuesto sobre la renta empresarial del 21 por ciento al 28 por ciento (a partir del año fiscal 2025)
  • Aumento del impuesto mínimo alternativo corporativo introducido en la Ley de Reducción de la Inflación del 15 por ciento al 21 por ciento (a partir de 2024)
  • Cuadruplicar el impuesto a la recompra de acciones implementado en la Ley de Reducción de la Inflación del 1 por ciento al 4 por ciento (a partir de 2024)
  • Hacer permanente la limitación de pérdidas comerciales excesivas para las empresas de paso
  • Limitar aún más la deducibilidad de la compensación de los empleados según la Sección 162
  • Aumento de la tasa impositiva global sobre ingresos intangibles de baja tributación (GILTI) del 10,5 por ciento al 21 por ciento, calcular el impuesto jurisdicción por jurisdicción y revisar las reglas relacionadas
  • Derogar la tasa impositiva reducida sobre los ingresos intangibles derivados del extranjero (FDII)
  • Ampliar la base del impuesto sobre la renta neta de inversiones (NIIT) para incluir ingresos comerciales no pasivos y aumentar las tasas del NIIT y el impuesto adicional de Medicare para alcanzar el 5 por ciento sobre ingresos superiores a $400,000
  • Aumento del impuesto sobre la Renta individual al 39,6 por ciento sobre ingresos superiores a $400 000 para declarantes solteros y $450 000 para declarantes conjuntos (a partir de 2024)
  • Gravar las ganancias de capital a largo plazo y los dividendos calificados a las tasas ordinarias del impuesto sobre la renta para Ingreso imponible por encima de US$ 1 millón de dólares, y gravar las ganancias de capital no realizadas en caso de fallecimiento por encima de una exención de US$ 5 millones, revirtiendo parcialmente la reforma de George Bush (2001-2003)
  • Triplicar los aranceles de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, desatando una nueva guerra comercial con el gigante asiático

Pese a las subas impositivas, la administración Biden no propone un sendero sostenido de reducción del déficit fiscal, ya que la mayor parte del paquete tributario se vería acompañado por nuevas expansiones presupuestarias. 

Y a diferencia de la estrategia seguida por el expresidente Donald Trump, la guerra comercial con China que propone desatar Biden se produciría en un contexto de profunda caída en la competitividad fiscal de Estados Unidos, todo lo contrario a lo que ocurrió entre 2017 y 2020 (cuando las empresas estadounidenses disfrutaron de fuertes recortes impositivos).

Esto deja a Estados Unidos en una posición comparativamente difícil para forzar una nueva “tregua” con China en la cual se flexibilicen controles cambiarios o medidas arancelarias proteccionistas, como sí ocurrió tras el último acuerdo firmado en 2020.

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Economía

Con Milei, los bancos vuelven a cumplir su función fundamental: Prestarle dinero a familias y empresas y no al Estado

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Se redujo drásticamente la absorción de crédito a través del Estado nacional y el Banco Central, y se amplía la cantidad de recursos disponibles para ser prestados al sector privado productivo. La política económica del Gobierno produjo un punto de inflexión para el sistema financiero.

Desde la caída de la convertibilidad y el rebrote inflacionario en la Argentina, la proporción de crédito retenido deliberadamente por el sector público fue creciendo incesantemente en los últimos años.

El Estado se adueñó de una parte creciente en la cantidad de pesos disponibles generados por el ahorro del país, y en consecuencia se redujo la proporción canalizada por el sector privado (las familias y las empresas). Mientras que el crédito al sector privado superaba holgadamente el 20% del PBI durante el menemismo, al término del último experimento kirchnerista consiguió superar a duras penas el 7% del PBI en 2023

A partir de diciembre de 2023, la política económica ejecutada por el Presidente Javier Milei y el ministro Luis Caputo se propuso un giro drástico en la direccionalidad del crédito argentino. El superávit financiero del Sector Público Nacional (SPN) permitió liberar una gran masa de recursos para el sector privado, algo que hasta el momento parecía completamente imposible.

Por primera vez desde 2018 se produjo un rebrote de créditos hipotecarios, nuevamente atados a la unidad UVA más un cierto margen de rendimiento en términos reales. Estos créditos no solo permiten la reapertura del mercado de crédito inmobiliario, sino que además implican una fuerte presión para aliviar los aumentos sobre los precios de los alquileres.

A partir de la nueva política económica, los bancos privados debieron replantearse la canalización del crédito. El Gobierno nacional dejó de incurrir en amplias licitaciones por encima de sus posibilidades para financiar el déficit (las licitaciones actuales solo refinancian la deuda interna), y el Banco Central profundizó su agresiva política de rebajas en la tasa de interés que pagan los Pases (ahora hasta el 60% nominal anual).

Todo esto abrió la posibilidad de volver a financiar a las familias vía hipotecas, y a las empresas a través de diversos proyectos de inversión productiva. El Gobierno espera que este efecto, habitualmente llamado “crowding-in” o desplazamiento positivo, contribuya activamente a la reactivación de la actividad económica a partir del segundo semestre del año.

Dada la fuerte credibilidad en la política económica, el mayor ahorro del sector público (efecto recesivo) podría ser compensado por un repunte de la inversión del sector privado por la vía del crédito (efecto expansivo).

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