Filipinas denunció que 42 embarcaciones de milicias marítimas, un buque de la Armada del Ejército Popular de la Liberación y otro de la Guardia Costera China violaron el mar territorial de su país.

Este sábado la Guardia Costera Filipina (PCG) informó de la presencia ilegal de un buque de la Armada del Ejército Popular de Liberación, el buque de la Guardia Costera de China 5201 y 42 presuntos buques de las milicias marítimas de China anclados en las cercanías de la isla de Thitu.

Thitu, en la cadena de islas Spratly, es el puesto de avanzada más grande y de mayor importancia estratégica de Filipinas en el Mar de China Meridional para mantener su propio reclamo sobre una masa de agua reclamada por el Partido Comunista Chino, pero donde varios países tienen reclamos territoriales en conflicto.

El personal de PCG establecido en esta isla, también conocida como Pag-asa, reportó que estas 42 embarcaciones de la milicia marítima china escoltadas por un buque de la Guardia Costera China y de la Armada estaban “claramente dentro del mar territorial de 12 millas náuticas de la característica terrestre”.

Como informamos previamente en La Derecha Diario, China está lanzando operativamente contra sus enemigos a sus milicias marítimas, compuestas por barcos pesqueros ilegales y otras embarcaciones que no responden oficialmente al Ejército Popular pero que llevan a cabo tareas militares para el Estado chino.

Con el objetivo de succionar recursos de otros países, violar sistemáticamente las fronteras extranjeras y presionar a los países vecinos que tienen reclamos territoriales en contra de China, esta milicia marítima se encarga de hacer “el trabajo sucio” en los mares circundantes del país que les financia el combustible, los repuestos, y la construcción de sus embarcaciones ‘pesqueras’.

La milicia marítima no es simplemente un grupo de pescadores, sino que está compuesto por personal con diversos antecedentes, incluidos procesadores pesqueros, astilleros, constructores de puertos, trabajadores médicos, veteranos, funcionarios del gobierno local y miembros del Partido Comunista.

Esta milicia marítima china tiene una variedad de misiones, como actividades diarias de producción pesquera; operaciones de guerrilla marítima; cooperación y apoyo a las fuerzas de operaciones marítimas; y participación en actividades de zona gris en el mar.

Según las estimaciones oficiales, estos barcos chinos se ubicaron a una distancia de aproximadamente 4,5 a 8 millas náuticas de la isla Pag-asa, claramente dentro de las 12 millas náuticas de mar territorial donde el Estado filipino ejerce soberanía plena.

El presidente Ferdinand Marcos Jr dijo hace dos semanas que Filipinas “no perderá ni una pulgada” de territorio por las “actividades agresivas” de China en el mar.

En este caso de Filipinas, encontramos dos características fundamentales de esta milicia marítima. La primera es el trabajo en coordinación con la Armada del Ejército Popular de la Liberación y con la Guardia Costera China, delatando las relaciones intrínsecas entre la conducción oficial de las fuerzas chinas y la informal conducción de estos “pesqueros” chinos que violan sistemáticamente el derecho del mar.

En segundo lugar, encontramos en este nuevo caso la puesta en disputa de hecho de sus aguas, buscando una reacción militar Filipinas para tener excusas de sancionar al país que está defendiendo sus derechos territoriales. La milicia marítima busca llevar a cabo provocaciones extremas para atraer a las fuerzas armadas del adversario a emprender acciones militares y justificar su propia represalia militar, lo que podría resultar en un aumento de las tensiones generales.

China mantiene un fuerte descontento con el nuevo gobierno de Filipinas: desde el ascenso del nuevo presidente Ferdinand Marcos Jr., el país volvió a ubicarse bajo la esfera de influencia de Estados Unidos, lo cual se vio reflejado en nuevos acuerdos militares y el afianzamiento de su cooperación en seguridad.

Además, Filipinas está en conversaciones para incluir posiblemente a Australia y Japón en las patrullas conjuntas planificadas del Mar Meridional de China con Estados Unidos. Si el plan se materializa, será la primera vez que Filipinas se una a las patrullas marítimas multilaterales en el Mar de China Meridional, una medida que evidentemente ha hecho enojar al régimen comunista chino.

Al establecer patrullas conjuntas con Australia, Japón y Estados Unidos, algunos medios norteamericanos han descripto que Filipinas ahora está operando como si fuera un miembro “de facto” del Quad.

El Quadrilateral Security Dialogue, compuesto por Australia, India, Japón y los Estados Unidos se ha presentado como una asociación sólida y fortalecida en interéses y valores compartidos, que combina recursos estratégicos con posturas ideológicas para tener características similares a una “OTAN asiática” construida para contrarrestar a China.

En medio de amenazas activas de la dictadura comunista china, los gobiernos de Filipinas, Japón y Estados Unidos avanzan en la formación de una red de acuerdos de seguridad que garanticen la seguridad frente a la amenaza del Partido Comunista.

El pasado martes 14 de febrero, Filipinas presentó una protesta diplomática pidiendo a Beijing que sus barcos cesen las “actividades agresivas”, luego de que la guardia costera china dirigiera un láser de grado militar hacia un barco filipino, cegando a temporalmente a su tripulación en el puente.

Así, el presidente filipino convocó al embajador chino en Manila para expresar su preocupación “por la creciente frecuencia e intensidad de las acciones de China contra la guardia costera y los pescadores filipinos”.

En defensa de Filipinas, el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos advirtió que “un ataque armado contra las fuerzas armadas filipinas, embarcaciones públicas o aviones, incluidos los de la guardia costera en el Mar de China Meridional, invocaría los compromisos de defensa mutua de Estados Unidos en virtud de un tratado de 1951”. El tratado mencionado obliga a los aliados a ayudarse a defenderse mutuamente en caso de un ataque externo.

Sin ser más que otro hecho que escala el conflicto en el Indo-Pacífico, este suceso da pie para analizar los últimos movimientos de Filipinas, Estados Unidos y Japón en lo que parece indicar una profundización en la red de acuerdos que forman esta alianza de contención de China.

A comienzos de febrero, los máximos funcionarios de Defensa de Filipinas y los Estados Unidos acordaron que el Ejército de los Estados Unidos obtendrá acceso a 4 nuevas bases militares en Filipinas. Estas se sumarán las 5 bases ya cubiertas en el Acuerdo de Cooperación de Defensa Mejorada (EDCA) firmado en 2014, que permite a los Estados Unidos rotar y construir instalaciones en bases específicas en territorio filipino.

El gobierno norteamericano celebró este acuerdo ya que las nuevas ubicaciones “permitirán un apoyo más rápido para los desastres humanitarios, mejorarán el entrenamiento militar de los ejércitos de ambos Estados y responderán a otros desafíos compartidos”, haciendo referencia a la cercanía de estas bases con Taiwán.

Tan solo una semana después de esto, el presidente filipino Ferdinand Marcos Jr visitó Japón en un viaje a Tokio de 5 días para profundizar aún más los lazos bilaterales y de seguridad. De esta forma, el 9 de febrero el mandatario filipino se reunió con el primer ministro japonés Fumio Kishida.

Entre las distintas áreas en las que se decidió fortalecer la cooperación, la esfera de la seguridad es la que más interés trajo. Ambos líderes firmaron un acuerdo para permitir que sus Fuerzas Armadas trabajen de manera conjunta durante las operaciones de socorro.

Este documento es muy importante, ya que es visto como la base para un acuerdo de seguridad crucial entre los países amenazados por el expansionismo chino. El punto en cuestión es el Acuerdo de Fuerzas Visitantes, un tratado destinado a facilitar ejercicios conjuntos y visitas mutuas de fuerzas militares.

El propio presidente filipino dijo el domingo 12 de febrero que no veía ninguna razón por la que Filipinas no debería tener un Acuerdo de Fuerzas Visitantes (VFA) con Japón si eso aumentara la seguridad marítima.

Las relaciones entre Japón y Filipinas se encuentran actualmente en su apogeo. Japón es para Filipinas, excluyendo a China, la mayor fuente de ayuda financiera destinada al desarrollo, como así también el principal destino de exportación de productos filipinos y el mayor inversor en infraestructura. Japón representa una alternativa a China, que Filipinas parece necesitar en medio del fortalecimiento de las relaciones con Estados Unidos.

Por su parte, Japón necesita a Filipinas para proyectar su poder en la región. A través de acuerdos de seguridad y aviones de combate japoneses llegando a Filipinas, es crucial este país para que Japón contenga a China en búsqueda de su propia seguridad. En este punto, con la renovación de la estrategia de seguridad nacional, así como el aumento del presupuesto militar, está claro que estos objetivos son de máxima prioridad para el país.

Además de beneficiarse Japón y Filipinas, el tercer beneficiario de esta alianza es Estados Unidos. Como ‘garante’ y principal socio estratégico en materia de seguridad para estos dos países, Estados Unidos forma una red de alianzas en el Indo-Pacífico que sirven para contener a China y mantener a raya el expansionismo del PCCh y la amenaza a Taiwán.

Trascendió tras la visita de Ferdinand Marcos a Fumio Kishida la posibilidad de un pacto de seguridad tripartito con los Estados Unidos. Según lo que declaro el mandatario a Kyodo News, tal pacto “podría ser un elemento central para brindar algún tipo de estabilidad a todos los problemas que estamos viendo a nuestro alrededor. […] Esto ayudaría a fortalecer los lazos trilaterales en situaciones confusas y peligrosas”.

La coordinación entre los aliados en el Pacífico permitirá a Estados Unidos tomar el control de casi toda la “primera línea de islas”, que consiste en islas ubicadas a lo largo de casi toda la costa china. Aunque el control total de la línea aún está muy lejos, Estados Unidos persigue este objetivo activamente.

En el segundo trimestre del año, se realizarán las maniobras anales Balikatan 2023 en las que Estados Unidos y Filipinas realizarán los mayores ejercicios militares conjuntos desde 2015, con el despliegue de 9.000 militares en conjunto.

En La Derecha Diario, ya hemos analizado el acercamiento de Filipinas a Estados Unidos, representado en los discursos del mandatario filipino y la necesidad del país de maniobrar entre los dos jugadores clave de la región y sacar el máximo provecho de su enfrentamiento.

El nuevo presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos Jr, visitó China y se posiciona exitosamente entre Beijing y Washington para sacar provecho de su disputa.

Este miércoles 4 de enero, el presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos Jr, visitó Beijing para reunirse con su par chino Xi Jinping. Entre los temas principales estaba la disputa fronteriza marítima entre ambos.

La cumbre entre ambos resultó en la firma de 14 acuerdos bilaterales en áreas como agricultura, desarrollo de infraestructura, seguridad marítima, turismo, etc. A su vez, Xi Jinping se comprometió a desarrollar una amplia cooperación en todas las áreas, incluida la inversión en el desarrollo de aldeas y tecnología agrícola, educación y producción de vacunas.

Las partes acordaron “manejar apropiadamente las diferencias” en el Mar de China Meridional por medios pacíficos. Los asuntos marítimos “no comprenden la suma total” de las relaciones bilaterales, dijeron Filipinas y China en un comunicado conjunto.

Tras la reunión, ambas partes expresaron “esperanza, confianza y determinación para desarrollar aún más las relaciones bilaterales a un nivel superior”. Fuentes chinas afirmaron que fue una “visita exitosa”.

Análisis: un cambio trascendental en la política exterior filipina

Ferdinand Marcos está marcando un camino muy distinto al de su predecesor Rodrigo Duterte.

A diferencia de Duterte, quien durante su mandato declaró en distintas ocasiones una separación de la política estadounidense a favor de las relaciones con China, el nuevo mandatario se aseguró que esas palabras nunca se volvieran a pronunciar desde que asumió su cargo, consiguiendo aún así que la cantidad de dinero que China proporcionará haya aumentado.

Se espera que China proporcione aproximadamente USD 217 millones en subvenciones a Filipinas, frente a los 97 millones que consiguió Duterte. A pesar de ser una suma de dinero insignificante, pero es un buen termómetro para medir la aprobación china al nuevo mandatario.

El éxito está en que esto sucede en medio del regreso de Filipinas a una cooperación más profunda con Washington, particularmente en el campo de la seguridad. Es por esto que es improbable que el gobierno estadounidense reaccione al acercamiento económico de Filipinas con China.

Marcos Jr. dejó en claro en su primera reunión con Joe Biden que Filipinas es un socio, aliado y amigo de Estados Unidos. Sobre Duterte, apuntó con que “ha sacrificado los intereses del país en el Mar de China Meridional para este propósito y también se ha distanciado de los estrechos vínculos con Estados Unidos”.

La situación es diferente ahora. Washington dio la bienvenida a las iniciativas de Marcos Jr para desplegar el ejército estadounidense en Filipinas en virtud del tratado bilateral de 2014. Estados Unidos tiene confianza en el nuevo presidente, aunque se desconoce cuánto durará.

Hay mucho en juego, ya que Manila es un activo que China necesita para promover sus intereses en el sudeste asiático. Pero Estados Unidos también tiene sus intereses en Filipinas, en particular debido a su proximidad geográfica con Taiwán.

Sabiendo esto, Marcos Jr. intentará todo para maniobrar entre los dos jugadores clave de la región y sacar el máximo provecho de su enfrentamiento.