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Economía

El plan Ocampo-Cachanosky para dolarizar: La arquitectura financiera que permitiría la dolarización a un tipo de cambio actual

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Los economistas Emilio Ocampo y Nicolás Cachanosky presentan una propuesta superadora para implementar una dolarización ordenada de la economía sin la necesidad de shocks traumáticos, y preservando los derechos de propiedad de los depositantes.

Una de las críticas más frecuentes a la dolarización es el hecho de que implicaría convalidar un tipo de cambio exorbitante e inalcanzable, por el cual el proceso se volvería prácticamente inviable de llevar a la práctica. Sin embargo, lo cierto es que existe una propuesta concreta para dolarizar sin la necesidad de este tipo de sobresaltos extremos.

Los economistas Emilio Ocampo y Nicolás Cachanosky desarrollaron su propia propuesta de dolarización como parte de su libro “Dolarización: Una Solución para la Argentina”, también desarrollada en su propio blog personal y presentada de manera independiente frente a la mayor parte de los espacios políticos de oposición.

El esquema propone desarrollar una arquitectura financiera que sea capaz de resolver el problema cuasi-fiscal que tiene el país (uno de los principales limitantes para la estabilidad de precios), preservar los derechos de propiedad de los depósitos de los ahorristas y converger hacia una dolarización a un tipo de cambio perfectamente razonable, al nivel que hoy podrían ser las distintas paridades alternativas del dólar, como el dólar blue o el dólar CCL.

¿Por qué está mal el cálculo del tipo de cambio al que suelen apelar algunos economistas para criticar la dolarización?

Suele escucharse que para implementar una proceso de dolarización es necesario contar con un elevado nivel de reservas netas, algo que hoy el Banco Central no tiene. En este sentido, muchos economistas postulan que el BCRA sólo cuenta con una posición neta de US$ 2.000 millones en sus activos de reserva, y para rescatar los pesos circulante en la economía haría falta un tipo de cambio sideral en torno a los $1.000 o incluso $2.000 pesos por dólar, dependiendo de cómo se haga la dolarización. 

Esto es falso. Como explican los autores de la propuesta, el BCRA no solo cuenta con reservas de divisa netas en sus activos, sino que también retiene una determinada posición de Adelantos Transitorios del Tesoro Nacional (AT) y Letras Intransferibles (LI). Para muchos economistas estos activos no valen absolutamente nada porque se rollean automáticamente cada vez que vencen, pero lo cierto es que sí tienen un valor de mercado, aunque a una cotización extremadamente baja por falta de interesados.

Este es el principal punto de discusión con respecto a los enfoques de los economistas en Juntos por el Cambio (JxC) u otros espacios. A valores actuales (algo que puede variar pero por el momento sirve para el cálculo), los autores estiman que los activos del BCRA en concepto de AT y LI ascienden a los US$ 70.000 millones de valor nominal con el dólar CCL.

Si bien esta relación es muy variable por la coyuntura, contabilizando estos activos, la dolarización es factible a un tipo de cambio mucho más cercano al dólar paralelo o el dólar financiero de la actualidad. Ocampo ha contado en sus redes sociales que el número al que llegar se ubica entre los $350 y los $600 pesos por dólar.

¿De dónde saldrían los dólares para dolarizar y como se eliminaría el déficit cuasi-fiscal?

Los autores dividen su programa en dos segmentos: por un lado la solución al déficit cuasi-fiscal (la deuda remunerada del BCRA y sus intereses), y por otro lado el proceso de dolarización propiamente dicho.

Se propone un canje entre Adelantos Transitorios y Letras Intransferibles por nuevos bonos emitidos bajo ley New York. Es una maniobra para que los inversores puedan aceptar los bonos y además es factible, ya que en diciembre de 2015, la gestión de Federico Sturzenegger logró un canje similar, sin una promesa de dolarización. Se genera así una suerte de recapitalización implícita del Banco Central.

Estos bonos canjeados serían transferidos a un denominado “Fondo de Estabilización Monetaria (FEM)” en conjunto con los pasivos financieros del BCRA (la deuda remunerada que genera el déficit cuasi-fiscal), un fideicomiso establecido en Estados Unidos bajo una legislación segura y no dependiente de los vaivenes políticos de la Argentina. Asimismo, el Estado capitalizaría ese fondo por ejemplo con los recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) o ciertos ingresos fiscales a modo de garantía. 

A partir de este fideicomiso capitalizado, el objetivo del programa es negociar un refuerzo crediticio o “Credit Enhancement” para revaluar el perfil de riesgo del fondo. Esta negociación se llevaría a cabo con organismos de crédito multilateral y bancos internacionales, a fin de obtener una serie de garantías para atraer a los inversores.

Es una estrategia muy similar a la que se llevó a cabo durante el famoso Plan Brady y que pretende transformar títulos “radiactivos” o rechazados por otros más confiables.

Con esta operación, el FEM estaría en condiciones para emitir un papel comercial colateralizado con la garantía de los bancos internacionales que decidan participar a fin de pagar las Leliq y la deuda remunerada del BCRA.

El déficit cuasi-fiscal se vería completamente eliminado sin ningún tipo de confiscación a los ahorristas o a los bancos locales. Algo completamente distinto de lo que fue el Plan Bonex de los 90s, otro “cuco” que muchos economistas disidentes a la idea de dolarizar traen de manera incorrecta.

De esta manera, los dólares para implementar la dolarización al tipo de cambio sugerido vendrán desde el exterior, a través del mecanismo que instrumenta el Fondo de Estabilización Monetaria. Este fideicomiso permite la financiación de toda la deuda del BCRA con el sistema financiero local, para entonces sí facilitar enormemente la dolarización a un tipo de cambio razonable.

Economía

¿Nueva guerra comercial con China? Biden apunta a triplicar los aranceles para la importación de acero y aluminio

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La administración Biden amenaza con lanzar una nueva ofensiva arancelaria contra el ingreso de productos chinos, una maniobra que podría conducir a una pronta respuesta por parte del gigante asiático.

El giro proteccionista de la Casa Blanca bajo la presidencia de Joe Biden se hace cada vez más evidente. Pese a prometer lo contrario en su campaña electoral, Biden promete redoblar los aumentos tarifarios contra China y otros países del mundo.

Hasta ahora, las medidas proteccionistas del Gobierno se focalizaron en subsidios encubiertos, como por ejemplo los dispuesto en la llamada “Ley de Reducción de la inflación” del 2021. Pero esta vez se estudia abiertamente un nuevo rediseño del sistema arancelario.

El Presidente Biden propuso triplicar el arancel de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, del 7,5% al 25%. Esta resolución amplía una anterior que ya había adoptado el expresidente Donald Trump, en virtud de la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial (establecida en 2018). Pero la ley sancionada durante la administración anterior sólo alcanzaba a unos productos específicos, y la propuesta de Biden es generalizar el aumento arancelario sin excepción en todo el sector.

Estados Unidos se constituye actualmente como el cuarto productor mundial de acero, mientras que China ocupa el primer lugar. Semejante participación en el mercado haría muy efectivo el impacto de un arancel sobre la importación de China (con beneficios positivos para la industria local), pero este tipo de medidas resultan en su mayoría estériles, debido a que se espera una pronta respuesta por parte de China y la situación volvería al punto de inicio (o aún peor debido a la persistente volatilidad).

Siguiendo el mismo patrón, la administración Biden intervendrá deliberadamente en la adquisición de US Steel por parte de inversores japoneses, un acto populista y desesperado en medio del clima de la campaña electoral.

Asimismo, el Presidente Biden propuso incrementar los aranceles para la importación de madera canadiense del 8% al 14%, sin ningún tipo de justificación convencional. Esto supone un golpe hacia uno de los mayores socios comerciales de Estados Unidos en la región.Queda en evidencia que la política comercial de Biden no se limita exclusivamente a China.

Biden despliega este paquete de propuestas como respuesta a las medidas prometidas por Trump, entre las cuales se encuentra el establecimiento de un arancel universal del 10% sobre todas las importaciones, y una tasa especial del 60% sobre todas las importaciones de China.

Como es de amplio conocimiento, la dictadura comunista en China se negó a cumplir con la liberalización total de su mercado de divisas, un requisito al que se había expresamente comprometido tras su ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el año 2000. En lugar de ello, solo se dio lugar a una serie de desregulaciones parciales y progresivas que, hasta el momento, no llegaron a desembocar en un mercado libre.

Las políticas proteccionistas se utilizaron como una medida coercitiva para forzar la liberalización cambiaria de China durante la administración de Donald Trump, aunque una vez finalizada la guerra comercial (2018-2020) se llegó a un nuevo status-quo sin mayores cambios en esta materia y con aranceles más elevados entre ambos países (la relación final entre ellos favoreció ligeramente a Estados Unidos).

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Caída en picada de la inflación: Los precios mayoristas subieron un 5,4% en marzo, después de haber alcanzado la hiper en diciembre del año pasado

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La variación mensual de los precios al por mayor se derrumba a un ritmo incluso más rápido que en los precios minoristas. La tasa de inflación general podría retroceder al 6% a partir del mes de abril, según estimaciones privadas.

El INDEC confirmó una nueva y fuerte caída de la tasa de inflación en Argentina: el Índice de precios internos al por mayor (IPIM) registró un aumento del 5,4% en marzo, la variación más baja en lo que va del año. Retrocedió implacablemente con respecto al salto del 10,2% producido en febrero, al 18% de enero, y al estallido del 54% registrado en diciembre de 2023. Esta última cifra constituye técnicamente una situación de hiperinflación.

Se observó un incremento mensual del 6,2% sobre productos de origen estrictamente nacional, mientras que los bienes importados cayeron en un promedio del 1,7% en marzo. La energía destacó de entre los aumentos mensuales, marcando una suba del 12% (debido a la corrección de precios relativos que lleva adelante el equipo económico).

Los precios mayoristas acumularon una suba del 37% entre enero y marzo, muy por debajo del 51,6% de aumento que se registró en los precios minoristas. La inflación mayorista está bajando a un ritmo mucho más acelerado que la minorista, un fenómeno muy común entre los programas de estabilización. Se registró un aumento interanual del 330,6%, debido al efecto de arrastre estadístico después del salto de diciembre. 

El programa de ajuste fiscal y monetario del Gobierno logró tumbar la hiperinflación que había dejado plantada el kirchnerismo en los últimos meses de la gestión de Massa. Este fue sin lugar a dudas el principal objetivo de las medidas de emergencia que se tomaron a partir del 10 de diciembre.

La caída de la variación mensual en los precios mayoristas fue contundente. El Índice de precios básicos al por mayor (IPIB) registró un aumento incluso menor y en torno al 4,9% al cierre de marzo, un indicador que excluye el efecto impositivo sobre los precios relevados.

Asimismo, el Índice de precios básicos del productor (IPP) marcó un aumento del 5% en marzo, y nuevamente el salto de la energía destacó de entre las principales aperturas que componen el indicador.

Con esta dinámica en los precios al por mayor, se estima que el IPC minorista volverá a registrar una nueva rebaja en su ritmo de aumento en abril. En este sentido, el exministro de Economía Domingo Cavallo sugiere que la inflación de precios al consumidor podría estabilizarse en el 9,5% a partir de abril, y retroceder hasta un umbral del 6% al 7% a partir del mes de mayo. Esto es coincidente con la desaceleración de los precios online.

La reactivación de la actividad real dependerá casi exclusivamente de la velocidad en la salida del cepo cambiario, ya que resulta un elemento imprescindible para la tan esperada recuperación en “V”. 

Por otra parte, para que la liberalización del mercado cambiario pueda ser posible sin conducir a un nuevo proceso hiperinflacionario, resulta necesario continuar con el saneamiento del balance del Banco Central (BCRA). El director de la institución, Santiago Bausili, logró recomponer el salto de las reservas netas en sus primeros meses de gestión. 

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Contundente fracaso de la Ley de Alquileres en Cataluña: La oferta de viviendas se derrumbó y los alquileres suben al doble que la inflación

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Nuevamente se observaron de primera mano los resultados desastrosos de la regulación de los alquileres, esta vez en la experiencia catalana. El valor real de los alquileres se incrementó casi un 5% desde la vigencia de las normativas regulatorias.

El gobierno socialista-independentista de Cataluña lanzó un masivo programa estatal para tratar de controlar arbitrariamente el precio de los alquileres en la región. Así como en Argentina, el gobierno comunitario lanzó una Ley de Alquileres que dispuso la regulación total de los contratos entre inquilinos y propietarios.

Nuevamente como en Argentina, las regulaciones no cumplieron su cometido y no ofrecieron ningún tipo de alivio a los ciudadanos para acceder a una vivienda más asequible, más bien ocurrió lo contrario.

El primer experimento regulatorio de Cataluña se lanzó en septiembre de 2020, en plena pandemia, con la llamada “Ley Autonómica de Alquileres”. Dicha legislación se mantuvo casi sin cambios hasta abril de 2022. Durante este período, la oferta de viviendas cayó un 35,5%, y el valor real de los alquileres más baratos y accesibles se disparó un 12,7%, el doble que la inflación para esa misma etapa. Los datos fueron computados por un estudio del Centro de Política Económica de España (ESEADE) en base a los dos años de evidencia empírica de la regulación.

El presidente de Cataluña, Quim Torra, salió expulsado del gobierno en 2021, y tomó el control Pere Aragonès, quien a pesar de ser más moderado en cuestiones económicas, demostró no haber aprendido absolutamente nada del fracaso regulando los alquileres, y volvió a lanzar una nueva ofensiva de controles a partir de marzo de este año.

Se dictó un estricto control sobre 140 municipios en toda Cataluña, y más tarde la cantidad de localidades alcanzadas se extendió a un total de 241, abarcando territorios que representan hasta el 90% de la población catalana.

Los primeros resultados de la nueva normativa regulatoria son tan deplorables como los que cosechó la primera ley de alquileres de 2020. La oferta de viviendas respondió rápidamente con una reducción del 13% según estimaciones de la compañía inmobiliaria Idealista.

“Es innegable que el origen del problema del alquiler en España está en la poquísima oferta disponible, por lo que se hace imprescindible un cambio de rumbo que reequilibre las relaciones entre inquilinos y propietarios, que asuma que los propietarios no son el problema sino la solución al aumento de la oferta y el ajuste de los precios”, confirmó la firma inmobiliaria.

En la Ciudad de Girona la caída de la cantidad de viviendas disponibles para un alquiler cayó un 21%, en Tarragona la reducción fue del 16%, y en Barcelona se desplomó no menos de un 14%.

Sin excepción, todas las localidades afectadas por las regulaciones experimentaron fuertes caídas en la oferta disponible de inmuebles, tal y como anticiparon la mayoría de los agentes del mercado inmobiliario, y del mismo modo en que ocurrió durante el periodo 2020-2022. El Gobierno cometió dos veces el mismo error estrafalario, por motivo de un cinismo ideológico.

Dada una demanda relativamente estable (como la que de hecho se observa), la fuerte caída de la oferta de inmuebles empujó los precios hacia arriba en términos reales. Los alquileres aumentaron un 4,6% por encima de la inflación en Barcelona desde el pasado mes de marzo, siendo esta una de las regiones más afectadas por la aplicación efectiva de los controles.

El aumento real promedio de los alquileres en toda Cataluña fue del 4% en solo un mes, y el panorama luce sombrío conforme el Gobierno se niegue a torcer el rumbo económico para permitir una mayor libertad de negociación entre las partes.

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