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Economía

Los 6 economistas más importantes del mundo que recomendaron la dolarización para Argentina

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La caótica economía argentina fue un caso de estudio a nivel internacional, y dado el fracaso sistemático de la política monetaria numerosos economistas reconocidos como Milton Friedman, Robert Barro y Rudi Dornbusch han recomendado dolarizar.

Las uniones monetarias, y en el caso argentino la dolarización propiamente dicha, fueron objeto de debate para su aplicación en economías emergentes e incluso en países desarrollados (la zona Euro).

Ante la dramática experiencia de la Argentina y los sucesivos fracasos para desarrollar una política monetaria propia que pudiera estabilizar el peso, muchos economistas de reconocida trayectoria internacional alentaron públicamente la dolarización del país, algunos de ellos galardonados con el Premio Nobel de Economía.

La credibilidad es el principal argumento para la dolarización, ya que atarse a una moneda emitida por un Banco Central fuera del país garantiza que la reforma sea duradera, muy difícil de revertir, y por lo tanto creíble. La estabilidad de precios es el puntapié inicial para cualquier programa de reformas estructurales.

Milton Friedman

El Premio Nobel de Economía en el año 1976 se refirió en múltiples oportunidades al “particular” caso argentino, resaltando las dificultades que atravesó el país en contraposición con otras economías emergentes.

Friedman se definió a sí mismo como un firme defensor de los tipos de cambio flotantes (incluso en contra del patrón oro) y una política monetaria autónoma convencional, pero para el caso argentino sugirió la dolarización como una herramienta verdaderamente creíble para estabilizar los precios, algo que jamás se pudo lograr con política monetaria propia por una cuestión de dominancia fiscal crónica.

La política estadounidense ha sido mala, pero sus políticas (las de Argentina) han sido mucho peores. Hay giros en la política monetaria estadounidense que pueden compararse con los giros que han ocurrido en la política monetaria de Argentina. Entonces, la razón principal por la cual la vinculación a una moneda importante sería una ventaja para Argentina es precisamente porque les impediría seguir malas políticas monetarias internas. Tendrían menos problemas de ajuste simplemente porque nuestra política demostrará ser más estable que la de ellos”, explicó Friedman.

Robert Barro

Barro es reconocido como uno de los economistas estadounidenses más influyentes del mundo, tanto en el ámbito académico como en la aplicación concreta de políticas públicas.

Barro partió de la base del análisis de las uniones monetarias óptimas desarrollado por Robert Mundell en 1961 (galardonado con el Premio Nobel en Economía de 1999). Señala que la dolarización fomenta activamente el comercio (disminuye los costos de transacción) y garantiza la estabilidad de precios. En contraste, se pierde la posibilidad de realizar política monetaria contracíclica para amortiguar shock exógenos o corridas contra el sistema bancario.

La dolarización presenta pros y contras muy definidas. Pero nuevamente, la recomendación para el caso argentino parece ser inequívoca. La falta de confianza en el peso y la falta de credibilidad en los planes de estabilización que pretenden rescatarlo (lo que se traduce en la caída de la demanda de dinero) es el principal argumento para preferir una solución de “segundo mejor” como lo es la dolarización. En este sentido, Barro defiende la dolarización por encima de otras soluciones como por ejemplo la convertibilidad.

“Específicamente, si un país propenso a la inflación adopta la moneda de un ancla creíble, elimina el problema de sesgo inflacionario de la política monetaria discrecional. Estos regímenes son mucho más creíbles que las promesas habituales (generalmente efímeras) de fijar el tipo de cambio. Muchos países también carecen de la disciplina interna e instituciones que puedan proporcionar un compromiso interno firme con una política monetaria dedicada a la estabilidad de precios”, concluyó Barro.

Guillermo Calvo

El economista argentino responsable de la dirección de políticas públicas de la Universidad de Columbia se pronunció a favor de la dolarización para un país como Argentina. Es ampliamente reconocido en el mundo por sus aportes académicos en cuestiones vinculadas al mercado de capitales, la teoría de contratos, los problemas de credibilidad y la sostenibilidad de la deuda pública, todas con vigencia actual.

El economista se mostró mucho más receptivo a los tipos de cambio fijos o “administrados” para las economías emergentes en contraposición con las desarrolladas, y dentro de los regímenes de tipo de cambio fijo se puede incluir la dolarización como un caso extremo.

Un punto a recordar en el debate sobre si la dolarización es apropiada para los mercados emergentes es que estas economías todavía están emergiendo. Los movimientos en los tipos de cambio son costosos en este entorno. Si los responsables de la formulación de políticas analizan detenidamente las opciones de regímenes de tipos de cambio en las economías emergentes, podrían descubrir que los regímenes de flotación pueden ser más una ilusión y que los tipos fijos, especialmente la dolarización completa, podrían surgir como una elección sensata para algunos países especialmente en América Latina o en las economías de transición en la periferia del eurozona”, explica Guillermo Calvo.

Rudi Dornbusch

Dornbusch, uno de los macroeconomistas más reconocidos del mundo y referente de la Universidad de Chicago, recomendó abiertamente la dolarización para el caso argentino.

El economista recomendó la dolarización tras la caótica salida de la Ley de Convertibilidad en 2002, incluso antes de tener la oportunidad de ver los brutales desequilibrios monetarios que sufrió el país a partir de la década de los 2000 y hasta la actualidad.

Dornbusch se posicionó como uno de los economistas partidarios de que la reforma monetaria para estabilizar los precios debe ser siempre la primera en orden de prioridades por sobre cualquier otra, ya que sin estabilidad las reformas restantes (la apertura, la disciplina fiscal, la reforma laboral, la reforma tributaria, la desregulación, etc) se ven boicoteadas y corren el riesgo de ser deliberadamente interrumpidas.

Resaltó el éxito inicial de la Convertibilidad para apuntalar el crecimiento económico y servir como el puntapié inicial para una agenda de reformas estructurales desde el año 1991, pero a pesar de la credibilidad del régimen y el fin de la inflación, las instituciones fallaron y Argentina volvió a un régimen de de dominancia fiscal sobre la política monetaria en 2002.

Tyler Cowen

Cowen destaca como uno de los economistas más influyentes de Estados Unidos, PhD por la Universidad de Harvard y columnista en numerosos medios como Bloomberg y el New York Times.

Se pronunció a favor de la dolarización de Argentina, asegurando que la verdadera postura extremista es la defensa de la disfuncional e hiperinflacionista política monetaria del Banco Central argentino

Analizó los pros y contras de la dolarización, y concluyó que la política errática y desquiciada que aplicó Argentina en las últimas décadas (con la sola excepción del período de la Convertibilidad) no garantiza ninguno de los tan aclamados beneficios de la política monetaria autónoma.

“Si un país dolariza, renuncia a la opción de obtener ingresos por señoreaje de su propia inflación y, en cambio, entrega esos ingresos a la Reserva Federal de EE. UU. Eso sería una preocupación si el banco central nacional se comportara de manera responsable. Pero en el caso de Argentina, eliminar los ingresos por señoreaje de la inflación es exactamente lo que la dolarización está tratando de lograr”, explicó el economista.

La conclusión de Cowen es muy clara: Si bien la mejor alternativa para Argentina es la disposición de una política monetaria convencional, responsable y autónoma, esto resulta tan poco creíble en el contexto argentino que la dolarización se perfila como una alternativa muy prometedora para garantizar la estabilidad de precios, el retorno del ahorro y el crédito a largo plazo.

“Lo que Argentina necesita es una dolarización genuina , por lo que el gobierno no tiene una forma sencilla de volver a la irresponsabilidad monetaria. La dolarización literal, en lugar de una mera paridad, es una política creíble”, sentenció Cowen.

Steve Hanke

El exasesor del presidente Ronald Reagan es uno de los más fervientes partidarios de la dolarización para países emergentes que se mostraron incapaces de estabilizar sus monedas.

Hanke sirvió como asesor del presidente Jaime Mahuad durante el proceso de dolarización de Ecuador, y también recomendó al presidente Carlos Menem que dolarizara la economía en el año 1999. Alertó que ninguno de los beneficios convencionales de una política monetaria autónoma son percibidos por Argentina en la práctica, en un contexto de inestabilidad constante.

“Ese es un argumento típico de la academia y es estúpido. La Argentina ha tenido demasiados shocks con tipo de cambio flexible; es algo para decir en una clase en la academia, pero no en la economía real, donde los shocks se pueden absorber mejor con el dólar como moneda. La Argentina es un desastre y su única opción es dolarizar”, explicó Hanke.

Economía

El Banco Central rebajó la tasa de política monetaria de los Pases del 60% al 50% y se espera un colapso de la inflación

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La carga de intereses a cuenta de los pasivos remunerados es cada vez menor, después de la quinta reducción de tasas en lo que va de la presidencia de Javier Milei. La autoridad monetaria también tomó la decisión de incrementar nuevamente el encaje legal aplicado sobre las billeteras virtuales.

El Banco Central al frente del Presidente Santiago Bausili determinó una nueva reducción de la tasa de política monetaria de referencia, aquella a cuenta de los Pases, pasando del 60% al 50% nominal anual a partir del 2 de mayo. De esta forma, la tasa efectiva anual fue establecida en el 64,82% según informó el propio BCRA.

En otras palabras, los pasivos remunerados que emite el Banco Central pasan a abonar una tasa nominal equivalente al 4,2% por mes, a cuenta de los Pases que se renuevan cada día. 

La decisión oficial responde a la drástica caída de las expectativas de inflación para los próximos meses, un hecho que se refleja claramente en el informe de expectativas REM que elabora la autoridad monetaria. Las principales consultoras privadas del país también dan cuenta de esta situación, y proyectan un claro escenario de desinflación para 2024.

Las mediciones inflacionarias de alta frecuencia están reflejando el colapso de la variación de los precios minoristas en alimentos y bebidas. Para la consultora LCG, la variación semanal en este rubro fue negativa por más de 1 punto porcentual al término de la quinta semana de abril. 

Los sondeos de Alphacast también prevén una ligera caída de precios hacia la segunda mitad del mes pasado, considerando al rubro de los alimentos. En la misma dirección, el economista Alberto Cavallo (el hijo del exministro de Economía) anticipó mediante un índice diario de precios que la inflación ya está viajando al 5% mensual, descontando el efecto de las tarifas de los servicios públicos.

Entran en juego dos lógicas principales detrás de la rebaja de tasas. En primer lugar, la caída de la inflación efectiva y de la inflación esperada permiten una tasa de interés más baja, ya que de este modo se evita generar rendimientos excesivos medidos en dólares. Pero por otro lado, y más importante aún, la caída de la tasa de interés (en un contexto de cepo cambiario) permite sanear el balance del Banco Central y reducir la expansión monetaria a cuenta de los pasivos remunerados.

La carga de la deuda remunerada en pesos del BCRA es cada vez menor en relación al PBI, y lo mismo ocurre con el pago de sus respectivos intereses. Y desde el Gobierno nacional, el superávit fiscal concretado durante los primeros 3 meses del año permite anular cualquier tipo de financiación monetaria para el fisco.

El Banco Central de Bausili también tomó la decisión de elevar la tasa de encaje aplicado para billeteras virtuales del 10% al 15%, y de esta manera es altamente probable que disminuyan los rendimientos de alternativas como por ejemplo Mercado Pago, además del efecto que tuvo la reducción de tasas.

Se busca generar un marco de reglas de juego que genere incentivos para la compra de títulos públicos al Tesoro por parte del mercado. Esto responde a dos fines bien concretos: por un lado el rollover de la deuda interna en pesos a plazos más extensos, y en segundo lugar la retención de pesos para cancelar Adelantos Transitorios con el propio BCRA (una manera adicional para retirar pesos de la circulación).

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Economía

La reforma tributaria que propone Biden amenaza con destruir hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo para el año 2025

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Así lo sugiere un reciente informe de la Tax Foundation, estimando el efecto total de los aumentos impositivos que propone la campaña de Biden de cara a las elecciones. Se estima una reducción del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI en caso de aprobarse los cambios.

El Presidente Joe Biden lanzó una agenda económica completamente radicalizada hacia la izquierda, buscando contentar al ala más extremista de su partido (anteriormente representada por el excandidato Bernie Sanders en la contienda electoral del 2020).

En este sentido, el Presidente recuperó una profunda impronta favorable a subir generalizadamente los impuestos en Estados Unidos, tanto para empresas como para personas físicas y para productos importados. Se buscan gravar ingresos, patrimonios y bienes con tasas sustancialmente más elevadas que las actuales.

La Tax Foundation desarrolló un reciente informe estimando el impacto económico que podría desatar el plan fiscal de Biden para el año 2025. Se estima una reducción total del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI, una caída del 3,8% en el capital social potencial acumulado en las empresas, una reducción del 1,6% sobre la masa salarial promedio, y finalmente la destrucción de hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo en el sector privado, en relación a la cantidad que cabría esperar de no aprobarse las subas impositivas.

La agenda de los demócratas es, y por diferencia, la más ambiciosa y extremista desde la era de Franklin D. Roosevelt. El esquema tributario resultante de una eventual victoria de Biden en las próximas elecciones de noviembre queda resumido de la siguiente manera:

  • Aumento de la tasa del impuesto sobre la renta empresarial del 21 por ciento al 28 por ciento (a partir del año fiscal 2025)
  • Aumento del impuesto mínimo alternativo corporativo introducido en la Ley de Reducción de la Inflación del 15 por ciento al 21 por ciento (a partir de 2024)
  • Cuadruplicar el impuesto a la recompra de acciones implementado en la Ley de Reducción de la Inflación del 1 por ciento al 4 por ciento (a partir de 2024)
  • Hacer permanente la limitación de pérdidas comerciales excesivas para las empresas de paso
  • Limitar aún más la deducibilidad de la compensación de los empleados según la Sección 162
  • Aumento de la tasa impositiva global sobre ingresos intangibles de baja tributación (GILTI) del 10,5 por ciento al 21 por ciento, calcular el impuesto jurisdicción por jurisdicción y revisar las reglas relacionadas
  • Derogar la tasa impositiva reducida sobre los ingresos intangibles derivados del extranjero (FDII)
  • Ampliar la base del impuesto sobre la renta neta de inversiones (NIIT) para incluir ingresos comerciales no pasivos y aumentar las tasas del NIIT y el impuesto adicional de Medicare para alcanzar el 5 por ciento sobre ingresos superiores a $400,000
  • Aumento del impuesto sobre la Renta individual al 39,6 por ciento sobre ingresos superiores a $400 000 para declarantes solteros y $450 000 para declarantes conjuntos (a partir de 2024)
  • Gravar las ganancias de capital a largo plazo y los dividendos calificados a las tasas ordinarias del impuesto sobre la renta para Ingreso imponible por encima de US$ 1 millón de dólares, y gravar las ganancias de capital no realizadas en caso de fallecimiento por encima de una exención de US$ 5 millones, revirtiendo parcialmente la reforma de George Bush (2001-2003)
  • Triplicar los aranceles de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, desatando una nueva guerra comercial con el gigante asiático

Pese a las subas impositivas, la administración Biden no propone un sendero sostenido de reducción del déficit fiscal, ya que la mayor parte del paquete tributario se vería acompañado por nuevas expansiones presupuestarias. 

Y a diferencia de la estrategia seguida por el expresidente Donald Trump, la guerra comercial con China que propone desatar Biden se produciría en un contexto de profunda caída en la competitividad fiscal de Estados Unidos, todo lo contrario a lo que ocurrió entre 2017 y 2020 (cuando las empresas estadounidenses disfrutaron de fuertes recortes impositivos).

Esto deja a Estados Unidos en una posición comparativamente difícil para forzar una nueva “tregua” con China en la cual se flexibilicen controles cambiarios o medidas arancelarias proteccionistas, como sí ocurrió tras el último acuerdo firmado en 2020.

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Economía

Con Milei, los bancos vuelven a cumplir su función fundamental: Prestarle dinero a familias y empresas y no al Estado

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Se redujo drásticamente la absorción de crédito a través del Estado nacional y el Banco Central, y se amplía la cantidad de recursos disponibles para ser prestados al sector privado productivo. La política económica del Gobierno produjo un punto de inflexión para el sistema financiero.

Desde la caída de la convertibilidad y el rebrote inflacionario en la Argentina, la proporción de crédito retenido deliberadamente por el sector público fue creciendo incesantemente en los últimos años.

El Estado se adueñó de una parte creciente en la cantidad de pesos disponibles generados por el ahorro del país, y en consecuencia se redujo la proporción canalizada por el sector privado (las familias y las empresas). Mientras que el crédito al sector privado superaba holgadamente el 20% del PBI durante el menemismo, al término del último experimento kirchnerista consiguió superar a duras penas el 7% del PBI en 2023

A partir de diciembre de 2023, la política económica ejecutada por el Presidente Javier Milei y el ministro Luis Caputo se propuso un giro drástico en la direccionalidad del crédito argentino. El superávit financiero del Sector Público Nacional (SPN) permitió liberar una gran masa de recursos para el sector privado, algo que hasta el momento parecía completamente imposible.

Por primera vez desde 2018 se produjo un rebrote de créditos hipotecarios, nuevamente atados a la unidad UVA más un cierto margen de rendimiento en términos reales. Estos créditos no solo permiten la reapertura del mercado de crédito inmobiliario, sino que además implican una fuerte presión para aliviar los aumentos sobre los precios de los alquileres.

A partir de la nueva política económica, los bancos privados debieron replantearse la canalización del crédito. El Gobierno nacional dejó de incurrir en amplias licitaciones por encima de sus posibilidades para financiar el déficit (las licitaciones actuales solo refinancian la deuda interna), y el Banco Central profundizó su agresiva política de rebajas en la tasa de interés que pagan los Pases (ahora hasta el 60% nominal anual).

Todo esto abrió la posibilidad de volver a financiar a las familias vía hipotecas, y a las empresas a través de diversos proyectos de inversión productiva. El Gobierno espera que este efecto, habitualmente llamado “crowding-in” o desplazamiento positivo, contribuya activamente a la reactivación de la actividad económica a partir del segundo semestre del año.

Dada la fuerte credibilidad en la política económica, el mayor ahorro del sector público (efecto recesivo) podría ser compensado por un repunte de la inversión del sector privado por la vía del crédito (efecto expansivo).

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