
El saqueo pensional de Petro: cómo está quebrando el futuro de los colombianos
Petro repite la historia del fracaso: el populismo destruye los ahorros y pone en riesgo la vejez de millones.
Petro repite la historia del fracaso al impulsar una reforma que no solo elimina la libertad de elección en materia pensional, sino que además convierte los ahorros de los trabajadores en un botín político. Lo que presenta como justicia social es, en realidad, un acto descarado de populismo que repite el error de Argentina en 2008, cuando se estatizaron los fondos privados de pensiones con promesas falsas que solo trajeron miseria a los jubilados.
Lejos de modernizar el sistema, el gobierno de Petro ha optado por dinamitar el régimen de capitalización individual para imponer un modelo estatista, centralizado y políticamente manipulado. Así, el Estado se convierte en el gran administrador de los recursos de millones de colombianos, no para garantizar su retiro digno, sino para financiar programas clientelistas y consolidar poder a costa del esfuerzo ajeno.

El plan: confiscar los ahorros y eliminar la libertad
El plan: confiscar los ahorros y eliminar la libertad es el verdadero objetivo detrás de la reforma pensional de Petro. Obligar a los trabajadores a cotizar en Colpensiones hasta 2,3 salarios mínimos destruye por completo el principio de elección individual. Bajo este esquema, el Estado se convierte en el único administrador de los fondos, anulando la posibilidad de que cada colombiano construya su propia jubilación. Es una maniobra política para controlar recursos ajenos con fines clientelistas.
Esta imposición vulnera el derecho de cada ciudadano a decidir sobre su futuro financiero. Lo más grave es que esta centralización de aportes no solo pone en riesgo la sostenibilidad del sistema, sino que crea una dependencia absoluta del Estado. Cuando los gobiernos cambian y los recursos se agotan, los afectados no serán los políticos, sino los millones de colombianos que confiaron en un sistema ahora secuestrado.

Un robo institucionalizado
Un robo institucionalizado es lo que realmente representa esta reforma. No se trata de solidaridad, se trata de convertir los aportes de los trabajadores en dinero disponible para financiar rentas básicas populistas. Petro está institucionalizando el saqueo: se apropia de fondos privados para repartirlos como limosna electoral, sacrificando la sostenibilidad del sistema y engañando a los colombianos con un discurso de equidad.
Este nuevo sistema castiga al que trabaja, al que ahorra, al que proyecta su futuro con responsabilidad. La lógica de esta reforma es perversa: si ahorras, te lo quitan; si no ahorras, el Estado te premia. Esta perversión destruye los incentivos del esfuerzo y el mérito, base fundamental de una economía sana. Además, deja la puerta abierta a una utilización política y discrecional de los recursos, como ya ha ocurrido en otros países donde el populismo arrasó con los fondos de pensiones.
Argentina, el espejo que Petro decidió ignorar
Argentina, el espejo que Petro decidió ignorar muestra con claridad el desenlace de este tipo de reformas. En 2008, el kirchnerismo destruyó las AFJP con promesas de bienestar que jamás llegaron. Petro sigue el mismo camino, ignorando las lecciones del pasado por mero fanatismo ideológico.
El resultado en Argentina fue devastador: los fondos fueron utilizados para cubrir déficit, pagar planes sociales y financiar campañas electorales. Nada quedó de los ahorros que millones de argentinos acumularon durante años. Esa es la receta que Petro quiere importar a Colombia, ignorando deliberadamente el fracaso argentino y condenando a una nueva generación al mismo destino.
Petro y su cruzada contra el ahorro

Petro y su cruzada contra el ahorro reflejan el verdadero espíritu de esta reforma: destruir el sistema de capitalización individual y centralizar el poder económico en manos del Estado. El mensaje es claro: no trabajes, no ahorres, que el gobierno te mantendrá... hasta que el modelo colapse. Es una estafa generacional disfrazada de política social.
El presidente no solo ataca el ahorro individual, sino que lanza un mensaje destructivo para el tejido productivo del país. En lugar de premiar el esfuerzo, Petro impone un sistema de castigo al que produce, y recompensa al que depende del Estado. Esta cruzada ideológica contra el mérito y la responsabilidad no solo es económicamente inviable, sino moralmente corrosiva. Un país que destruye el ahorro destruye su futuro.
En conclusión, Petro repite la historia del fracaso al promover una reforma que socava los cimientos del ahorro, elimina la responsabilidad individual y pone en riesgo el futuro de millones de colombianos. Es un saqueo disfrazado de solidaridad que, como en Argentina, solo traerá pobreza, dependencia y crisis. Colombia aún está a tiempo de frenar esta locura populista. Lo que está en juego no es solo una pensión: es la libertad de decidir cómo vivir y cómo envejecer.
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