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Economía

Se viene un “Megacanje” de la deuda en pesos: Massa quiere pasarle la carga al próximo Gobierno

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El ministro de Economía anunció un acuerdo con los bancos para la conversión de bonos en pesos. El Gobierno quiere despejar las dudas por un eventual reperfilamiento en el corto plazo, pero a cambio de trasladar toda la carga financiera a las futuras autoridades en 2024.

Con pésimas chances electorales y en plena retirada, el Gobierno kirchnerista busca desenvolverse de las necesidades financieras para la deuda en pesos, al menos, para 2023. El ministro de Economía Sergio Massa anunció un megacanje de la deuda pública en moneda local, tomada por acreedores privados (es evidente que la deuda intra-sector público se va a canjear).

Tal y como estaban postulados los plazos y las amortizaciones de la deuda en pesos hasta la fecha, se concentraba una brutal y peligrosa cuantía de vencimientos entre abril y septiembre. El canje de Massa buscaría una conversión de los bonos para postergar los plazos de pago con vista a 2024 y 2025, ya en el marco de un nuevo Gobierno que deberá cargar con todo el peso de la deuda kirchnerista.

El Ministro anunció que los detalles serán confirmados oficialmente en una semana, por lo que aún no queda del todo claro desde qué mes en adelante se tomará el plazo para los vencimientos de los bonos. Aún así, es casi un hecho que la operación involucrará una suma de por lo menos 8,5 billones, y de hasta 12 billones de pesos.

Las principales razones del canje

“El poder plantearnos en una oferta de dos canastas o la posibilidad de tener un programa de deuda que, inclusive, desactiva esa idea de la bomba, de que cada dos o tres meses está algo por explotar y que le da una curva de vencimiento 2024, 2025, mucho más ordenada, asociada además al programa de orden fiscal”, anunció Massa en el día de la fecha. 

Massa afirmó que las medidas se toman para “llevar mayor tranquilidad a los ahorristas”, que son los que en última instancia se perjudican por la insolvencia o la iliquidez de los bancos. Sin embargo, lo cierto es que los vencimientos dudosamente podían ser afrontados sin acudir a un rescate directo del Banco Central vía emisión monetaria.

Así lo confirmó y evidenció el mercado en las últimas colocaciones de títulos en la plaza financiera. El plazo promedio de las licitaciones del Tesoro Nacional se redujo de los 16,7 meses en abril del año pasado, a solamente 3 meses para febrero de este año

Pero el mercado no solo concedía préstamos a cada vez menos plazo, sino que además exigió tasas cada vez más elevadas. La última licitación de pesos comprometió una tasa efectiva del 118% interanual, mientras la inflación de enero escaló al 98,8% y la inflación de febrero habría superado el 100%. 

El mercado no cree en absoluto en el programa fiscal del Gobierno kirchnerista, aunque hasta ahora tampoco descuenta plenamente la idea de un “reperfilamiento” o un default futuro de la deuda en pesos como sucedió en el año 2019. 

Cabe señalar que si bien el objetivo del canje es trasladar vencimientos a futuro y, por medio de ello, evitar un rescate monetario mayor, lo cierto es que el Banco Central tendrá un rol activo en la operación. 

El BCRA deberá asegurar un mecanismo de recompra automática para que el precio de los bonos canjeados no oscile por fuera de una determinada parametrización, y estas intervenciones significan un costo en emisión monetaria y más inflación. Esta maniobra pretende compensar cualquier tipo de corrida o de shock de expectativas, ya sea desde los propios mercados o por algún eventual anuncio de la oposición de Juntos por el Cambio.

La bomba de tiempo que deja Massa al próximo Gobierno

El ordenamiento fiscal se suponía la principal “ancla” del programa lanzado en agosto del año pasado, pero realmente (y aún cumpliendo con las metas del Fondo) el programa no garantiza ni la estabilidad de la deuda ni la solvencia intertemporal del sector público (y el Riesgo País volvió a aumentar). 

La deuda bruta total del Tesoro Nacional volvió a crecer en términos del PBI a partir de octubre del año pasado, y la deuda en pesos llegó a representar el 12,7% del PBI en diciembre. Esta partida acumula un aumento de 2 puntos porcentuales desde noviembre de 2019. 

Asimismo, la segunda gran deuda en pesos radica en el Banco Central y representa un monto equivalente al 11% del PBI. El stock de Leliq y Pases es cada vez más grande en relación a la base monetaria, superando el 200% de la misma y ostentando niveles prácticamente similares a los que hubo en el primer semestre de 1989 (la antesala de la hiperinflación). 

El mayor para la estabilidad en el corto y mediano plazo los confirma el déficit cuasi-fiscal, los intereses que cada semana se pagan la deuda del Central. Esta factura sideral de recursos ya supera el 4% del PBI (con lo cual el déficit fiscal total es de más de 8 puntos del producto), y se convirtió en el principal factor explicativo para la expansión de la cantidad de pesos día tras día. 

Economía

La Argentina que dejó Alfonsín: Masivos apagones eléctricos, hiperinflación y corralito

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Los máximos dirigentes del radicalismo en Juntos por Cambio recordaron y reivindicaron la figura de Raúl Alfonsín por el 14° aniversario de su fallecimiento, pero nadie mencionó que el expresidente dejó un país destruido.

Tapa de los principales diarios argentinos en medio del estallido hiperinflacionario

Un día como hoy en 2009 fellecía el expresidente Raúl Alfonsín, una figura reivindicada tanto por el kirchnerismo como la “oposición” del radicalismo presente en Juntos por Cambio (JxC).

Los referentes más importantes de la Unión Cívica Radical expresaron su pública reivindicación a la que fue una de las presidencias más caóticas desde 1983, signada por una crisis económica y social sin precedentes. 

En este sentido, algunas figuras políticas como el Gobernador de Jujuy Gerardo Morales o el candidato a Jefe de Gobierno porteño Martín Lousteau, expresaron su vocación por continuar con las fallidas políticas de Alfonsín.

La peor hiperinflación de la historia y el corralito a las extracciones bancarias

El lanzamiento del Plan Primavera en agosto de 1988 significó el último intento de la administración radical por contener la inflación, bajo un programa heterodoxo que incluía controles de precios, tarifas, costos y desdoblamiento cambiario. La moderación de precios duró solamente tres meses, y la falta de disciplina fiscal terminó por implosionar el programa para enero de 1989.

El déficit del Estado nacional se disparó del 2,7% del PBI en 1988 (habiendo registrado superávit en el año previo) y el rojo financiero ascendió al 5,2% del PBI. Frente al incumplimiento fiscal, la falta de estabilidad y las pésimas perspectivas a futuro, el Banco Mundial decidió cancelar desembolsos por 350 millones de dólares programados para enero de 1989, y el Gobierno incurrió en un default con acreedores externos. 

Los ahorristas se precipitaron rápidamente a los bancos, buscando retirar sus tenencias de australes para canjearlos por dólares en el mercado paralelo lo más pronto posible (anticipando el estallido inflacionario). Los precios subieron un 9% en febrero de 1989, 17% en marzo y hasta un 33,4% en el mes de abril

El Gobierno respondió imponiendo un severo corralito sobre las extracciones diarias de australes, al mismo tiempo en que se aumentó drásticamente la carga por pasivos remunerados (disparando el déficit cuasi-fiscal del Banco Central). Se creó así un sistema monetario dual entre el “austral billete” fuera del sistema bancario y el “austral cheque” retenido por el corralito

La demanda de dinero doméstico cayó a los niveles más bajos de la historia mediana por el agregado M2, y la deuda remunerada del Banco Central escaló hasta el 10% del PBI, volviéndose insostenible. La huida del dinero propagó la hiperinflación a pesar de las restricciones bancarias, y los precios se dispararon un 78,5% en mayo de 1989, 114% en junio y 196% en julio.

La variación interanual de los precios minoristas escaló al 3.611% en julio de 1989, más de 3.000 puntos porcentuales por encima del nivel previo al lanzamiento del Plan Primavera. El radicalismo se vio obligado a adelantar el traspaso de mando al presidente electo Carlos Menem, y huir del Gobierno en medio de la peor crisis del siglo

Estallido hiperinflacionario durante el Gobierno de Raúl Alfonsín.

El crack de las empresas estatales y la crisis energética

La acumulación de décadas de continua descapitalización en los servicios públicos estatizados, una vocación mantenida por Gobiernos militares, peronistas y radicales, culminó con el colapso del sistema energético entre 1988 y 1989.

Las empresas del Estado no disponían de recursos y el nivel de capitalización necesaria para producir la energía requerida por la demanda interna, ni tampoco su eficiente distribución sobre las distintas áreas del país. 

El Gobierno radical respondió a la situación mediante la aplicación de un arsenal de regulaciones para racionar la energía, del mismo modo en que lo hacían las economías socialistas bajo la cortina de hierro, o como en la actualidad se practica en Cuba y Venezuela. 

El Gobierno adoptó las siguientes medidas de emergencia energética, en medio de la hiperinflación:

  • Se decidió reducir en un 50% la iluminación en Avenidas con alta densidad demográfica, especialmente en la Capital Federal, proliferando así los casos delictivos. 
  • Se suprimió la iluminación de monumentos, fuentes y ornamentaciones de edificios públicos.
  • Se determinó la prohibición del uso de energía para la iluminación de vidrieras y carteles luminosos, incluyendo cines, teatros, e incluso pequeños comerciantes.
  • Se limitó la programación oficial de los canales de televisión a tan solo 4 (cuatro) horas diarias, a fin de ahorrar desesperadamente energía
  • Se anunciaron numerosos asuetos forzados en la administración pública para frenar el consumo de energía en el aparato del Estado
  • Las entidades bancarias se vieron forzadas a reducir su horario de atención al público
  • Se establecieron cortes programados todos los días sin excepción, apagones masivos por todo el país con una duración media de 3 a 5 horas, y con intervalos de frecuencia cada 6 horas. Se vieron afectados colegios, hospitales, edificios residenciales y fábricas.

La situación se volvió completamente insostenible para el oficialismo, y el grueso de la sociedad demandaba desesperadamente un cambio de Gobierno y la puesta en marcha de privatizaciones para recuperar los servicios públicos.

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Economía

Justicia de EE.UU. falló en contra del Estado argentino por la expropiación ilegal de YPF: Se deberá pagar hasta US$ 20.000 millones

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La fatídica expropiación llevada adelante por la hoy vicepresidente Cristina Kirchner acaba de generar otro costo para el país, que deberá pagar entre US$ 8.500 y hasta US$ 20.000 millones por el fallo.

Como se advirtió hace años, la expropiación ilegal de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en 2012 no solamente deterioró el funcionamiento del sistema energético nacional, sino que funcionó como una virtual nacionalización de deudas que mantenía la firma, y significó una catarata de denuncias contra la venta forzosa e ilegal.

La maniobra dispuesta por la hoy vicepresidente Cristina Kirchner y el hoy gobernador Axel Kicillof, en su momento presidente y ministro de Economía respectivamente, implicará que el Estado argentino deberá realizar un pago de entre US$ 8.500 y US$ 20.000 millones de dólares, de acuerdo al fallo que salió esta tarde.

La jueza Loretta Preska, titular del tribunal del Distrito Sur de Manhattan, dictó sentencia a favor del fondo Burford, quien compró el juicio en 2014 por US$ 50 millones de dólares a Peterson y Eton Park, a quienes, según la justicia norteamericana, se les quitó su propiedad de manera ilegal.

Bajo el kirchnerismo, el Estado llevó adelante un claro incumplimiento de los términos y condiciones de los derechos contractuales con los que se había comprometido. La medida de expropiación fue adoptada simplemente por cuestiones ideológicas, y una visión compartida por una gran cantidad de diputados y senadores que hoy pertenecen al espacio de Juntos por el Cambio (JxC).

En otras palabras, el fallo de la corte estadounidense reconoce que el Estado argentino no pagó el valor que correspondía abonar por las acciones de YPF al momento de su expropiación, sino que fijó un valor arbitrario por fuera de los parámetros de mercado. 

Las acciones del fondo que compró los derechos para litigar contra el Estado argentino se dispararon hasta un 31% en el día de la fecha, este hecho refleja la confianza de los mercados en la firmeza del fallo. 

Los títulos de YPF no se vieron afectados por el fallo en la plaza bursátil local, y registraron una ligera alza del 2% después de meses de aumentos consecutivos por mejores perspectivas en la producción petrolera. Sin embargo, sufrieron una caída superior al 6% en la plaza de Wall Street

La jueza reconoció que la empresa YPF como tal no tuvo responsabilidad en la maniobra que realizó el Estado argentino, y por lo tanto sus activos están libres del riesgo de cualquier acción legal o embargo.

Por el contrario, el fallo reconoció algunos beneficios para la firma petrolera, y le echó toda la culpa al Estado argentino, recayendo el pago de este crimen, en última instancia, a los contribuyentes rehenes que son rehenes de la herencia de Cristina Kirchner.

En medio de una dramática crisis por la escasez de divisas que genera el cepo cambiario, el Estado argentino tendrá la posibilidad de apelar el fallo y postergar las obligaciones financieras que conlleva, pero deberá ofrecer algún tipo de garantía y, por otra parte, el fondo Burford fue facultado para realizar embargos

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Economía

Tras el último dato de la pobreza, el BCRA prohibió la compra de dólares para jubilados de la moratoria

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Se trata de jubilados que perciben incluso menos que el haber mínimo, y quedarán estrictamente excluidos del acceso al dólar para resguardar sus ahorros de la inflación. La pobreza en personas mayores de 65 años subió fuertemente en el último semestre, a partir del deterioro de los haberes previsionales.

En respuesta a la aprobación de la Ley 27.705 de moratoria previsional, el Banco Central determinó que todas aquellas personas que efectivamente accedan a una jubilación no contributiva perderán la posibilidad de acceder a cualquier tipo de dólar, incluyendo el “dólar ahorro”, el Contado con Liquidación o el dólar bursátil MEP.

Se trata de personas que perciben un monto previsional incluso por debajo de la jubilación mínima (fijada en 73.000 pesos) por el descuento de $15.000 a cuenta de la moratoria. La escasez de divisas provocada por el cepo es tan dramática y la situación es tan desesperante, que para el Banco Central es un problema la compra de dólares por parte de personas que perciben ingresos mensuales de solo 58.000 pesos.

La decisión del Banco Central se tomó el mismo día en que el INDEC publicó oficialmente los resultados del índice de pobreza, que alcanzó al 39,2% de los argentinos al término del segundo semestre del año pasado. El Gobierno se encuentra completamente abstraído de la realidad.

La pobreza que alcanza específicamente a las personas mayores de 65 años escaló del 12,1% en junio de 2022 al 14,5% en diciembre, ambos datos oficiales confirmados por la encuesta EPH del INDEC. El efecto corrosivo de la inflación sobre el poder adquisitivo de las jubilaciones y pensiones envió a la pobreza a una gran cantidad de personas que ya no están en condiciones físicas para poder trabajar. 

El Banco Central (BCRA) de Miguel Pesce decidió priorizar el ahorro de divisas como parte de un sistema cambiario completamente disfuncional, en detrimento de la capacidad de los jubilados más vulnerables para protegerse de la inflación comprando dólares

El nuevo estrangulamiento del cepo cambiario pretende seguir conteniendo la incontenible salida de divisas para el pago de importaciones. A la paridad del tipo de cambio oficial, todos los agentes se muestran demandantes y no existe oferta alguna con la sola excepción del Banco Central. 

Las reservas internacionales brutas acumularon una violenta caída de hasta 8.268 millones de dólares solamente en los últimos tres meses. Incluso habiéndose flexibilizado las metas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Gobierno se verá obligado a hacer uso de algún tipo de devaluación o parche sobre el tipo de cambio para superar los próximos meses. Se analiza la posibilidad de un eventual “dólar exportación”, de carácter temporal y con una paridad cercana a los $300.

El nivel de reservas netas (sin contabilizar partidas no disponibles en el corto plazo) se acerca peligrosamente a los niveles más bajos observados desde el año 2015, y algunas consultora privadas estiman que las reservas líquidas (las que efectivamente pueden utilizarse en cualquier momento) ya pasaron al terreno negativo. Esto implica que el BCRA podría estar haciendo uso de los encajes bancarios que deberían respaldar depósitos.

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