
Ecuador llora al Cabo Rosales: Héroe caído en medio de la crisis de seguridad nacional
Muerte de policía evidencia crisis de seguridad, se requieren medidas drásticas
La violencia que azota a Ecuador ha cobrado una nueva víctima entre las filas de quienes nos protegen. El pasado 1 de marzo, el Cabo Segundo Bolívar Orlando Rosales Morocho perdió la vida mientras cumplía con su deber constitucional en la provincia de Esmeraldas, al enfrentarse a delincuentes que previamente habían asesinado a una persona.
Según informó la Policía Nacional del Ecuador, el valiente uniformado falleció al repeler un ataque armado contra dos antisociales, quienes resultaron abatidos durante el enfrentamiento. Las autoridades han calificado este incidente como un caso de uso legítimo de la fuerza.
Este trágico suceso pone de manifiesto la peligrosa realidad que enfrentan diariamente los miembros de la fuerza pública en su misión de proteger a los ecuatorianos. El Cabo Rosales, descrito como un "héroe con uniforme que mantenía su espíritu de servir y proteger", representa el sacrificio máximo en la lucha contra la delincuencia que amenaza la seguridad nacional.
Como bien señala el comunicado policial: "Cuando la vida de un policía se apaga, no solo pierde su familia o la institución, pierde el país, PERDEMOS TODOS". Esta frase refleja el impacto colectivo que tiene la pérdida de cada servidor público que arriesga su vida por mantener el orden y la paz.
La trágica pérdida del Cabo Rosales es un doloroso recordatorio de la crisis de seguridad que enfrenta Ecuador, una situación que tiene sus raíces en la desastrosa gestión de gobiernos anteriores, especialmente durante la era correísta. Durante ese período, se implementaron políticas blandas frente al crimen organizado y se desmantelaron sistemáticamente las capacidades de inteligencia y operativas de las fuerzas del orden.
Crisis de seguridad y narcotráfico
El régimen de Correa, con su retórica populista y sus políticas económicas irresponsables, creó un caldo de cultivo perfecto para el florecimiento de las actividades delictivas. La corrupción institucionalizada, la politización de la justicia y el debilitamiento de las instituciones de seguridad sentaron las bases para que el narcotráfico se convirtiera en un pilar central de la delincuencia en el país.

Hoy en día, Ecuador se enfrenta a las consecuencias de esas políticas miopes. El narcotráfico se ha convertido en el principal motor de la violencia descontrolada que azota al país. Los carteles de la droga, aprovechando la debilidad institucional heredada, han establecido redes de distribución y han cooptado a sectores vulnerables de la sociedad.
La situación actual demanda acciones decididas y un cambio radical en el enfoque de seguridad. Es imperativo que el gobierno actual y los futuros reconozcan los errores del pasado y se comprometan a fortalecer las instituciones de seguridad, implementar políticas de mano dura contra el crimen organizado y restaurar el estado de derecho en todo el territorio nacional.
Este lamentable hecho ocurrido hace apenas un día nos recuerda la urgente necesidad de fortalecer las políticas de seguridad y brindar mayor respaldo a quienes, como el Cabo Segundo Bolívar Rosales, están dispuestos a dar su vida por proteger a la sociedad ecuatoriana. Solo así podremos honrar el sacrificio de héroes como el Cabo Rosales y garantizar un futuro seguro para todos los ecuatorianos.