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Francia

Macron: El liberticida que se convirtió en la figura favorita de los “liberales” de izquierda

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El disfraz de un empresario refinado o administrador eficiente, de modales respetuosos, es el arquetipo que enamora al “liberalismo” de izquierda, aunque haga todo lo contrario a la agenda liberal.

A pesar de que llevó la deuda pública y el gasto estatal a niveles históricos, aumentó impuestos, estatizó empresas e impuso una de las cuarentenas más fuertes del mundo, los seguidores de Emmanuel Macron han defendido su gestión como un camino en defensa del liberalismo más riguroso contra el peligro del presunto oscurantismo ultraderechista de Marine Le Pen. Nada más alejado de la realidad.

Para entender qué es el liberalismo de izquierda, sirve lo que el autor argentino Juan José Sebreli, escribió el año pasado en un artículo de la Revista Seúl titulado Por qué soy un liberal de izquierda: “Para nosotros, las minorías de cualquier tipo deberán ser siempre respetadas, porque el liberalismo es justamente el respeto de las elecciones libres, por eso resulta intolerable cuando uno ve a ciertos liberales aliados a católicos, evangelistas, dogmáticos, homófobos, conservadores o directamente a fascistas”.

La democracia liberal gana un respiro”, tituló el diario The Washington Post tras conocerse los resultados de las elecciones en Francia. Según el artículo, triunfó un “elocuente defensor de los valores democráticos liberales”, crítico del “nacionalismo estrecho” y del “autoritarismo”.

Por su parte, en sus redes sociales, el director de fundaciones liberales Alejandro Bongiovanni, escribió que la victoria de Macron es una “discreta satisfacción” porque “el mundo sería peor con un mandato de Le Pen”. En el mismo sentido, la periodista macrista Cristina Pérez, publicó en su cuenta de Twitter que “el triunfo de Macron es un triunfo para el mundo libre”.

Con apenas pinceladas, se observa aparentemente que Macron es esa fuerza menos mala que bloquea a la ultraderecha (la derecha ya no existe, según los medios, hoy sólo tenemos ultraderechas). El economista español liberal Juan Ramón Rallo escribió en el diario La Razón de España que “el problema ahora mismo en Francia sigue siendo el mismo que hace cinco años: la alternativa que tiene Macron enfrente, Le Pen, es peor”.

Parece mentira que el Macron de quienes hablan es el mismo que se animó a decir en enero que a los no vacunados tenía muchas ganas de joderles la vida, para luego imponerles brutales restricciones con pases sanitarios dignos de las peores dictaduras de la humanidad.

Tal testimonio debería haber ahuyentado a aquellos que velan por el respeto de “cualquier minoría”, y de mínima alzar la voz contra una afirmación un tanto autoritaria. Pero no. Si la minoría perseguida no es un grupo LGBT, no pasa nada. No es de ultraderecha ni vacunófobo.

El descaro del presidente francés causó una orgía mediática en los titulares de la prensa progresista, alimentando el deseo pandémico de “joder” a quienes habían elegido no inocularse con experimentos. Eso sí, nadie puso en duda sus “valores democráticos liberales”. Pasó inadvertido por todos.

No fue casual tal aseveración: la política sanitaria de Macron desde el comienzo del coronavirus hace dos años fue la de un estricto confinamiento con duras penas para los infractores. No por nada los franceses enfrentaron una de las cuarentenas más brutales de toda Europa.

Algunos podrán decir que muchos mandatarios impusieron brutales restricciones sanitarias. Es cierto. Pero sus fieles “liberales de izquierda” tampoco pueden agarrarse de las cuestiones económicas.

Macron no ha reformado absolutamente nada del gigantesco y saqueador Estado francés. La enorme carga fiscal y el elevado gasto social caracterizaron su gestión. El gasto público a día de hoy en Francia es de casi 60% del PBI, 3,5 puntos más alto que en 2017, año en que llegó al poder, y más de 5 puntos si comparamos con el año antes de que sea nombrado ministro de Economía.

Aunque niveles estrafalariamente altos de gastos estatales sean lo normal en la prisión impositiva que es la Unión Europea, Francia lidera el ranking entre los países más derrochadores que integran la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Lo mismo ocurre con la deuda pública, que actualmente está en 112% del PBI, cuando al momento de su asunción era del 97% del PIB.

De hecho, en la campaña, fue Le Pen la que abogó por bajar impuestos, proponiendo reducir del 20% al 5,5% el IVA de combustibles y electricidad, eliminar peajes de autopistas y la tasa audiovisual. Mientras Macron sigue defendiendo una tímida reforma previsional para aumentar la edad jubilatoria que en 5 años jamás se animó a ejecutar, Le Pen proponía una reforma integral con participación del sector privado.

También Macron impulsó una fuerte agenda estatizadora, que empezó a ejecutar en su primer día tras la reelección. Mientras Le Pen había llamado a estatizar empresas en 2017, propuesta que dejó de lado para estas elecciones, el “liberal” de izquierda la tomó sin tapujos.

El enemigo invisible de la “ultraderecha”

La gran ventaja electoral de Macron ha sido una sola. Esta es, como lo está siendo en gran parte del mundo, el terror infundado contra las “ultraderechas”. El disfraz de un empresario refinado o administrador eficiente, de modales respetuosos, es el arquetipo que enamora al “liberalismo” de izquierda.

No importa si sube impuestos, si se burla de las libertades civiles (como fueron las cuarentenas), o si estatiza empresa. Su sola presencia alcanza para frenar un mal mayor. Pero, ¿cuál es ese mal mayor? ¿Un político que alerta sobre el malestar social de una inmigración masiva sin restricciones? ¿Que defiende la autoridad de los padres sobre sus hijos menores de edad contra el Estado? ¿Qué propone reformas más ambiciosas para bajar impuestos?

En Europa lo normal es que antes que un Víctor Orbán húngaro o un Vladimir Putin ruso, es mejor cualquier cosa. En Estados Unidos la sintonía es la misma, y es en ese sentido que se logró ponerle un bozal a Donald Trump. Recientemente, Chile fue un caso de estudio, donde para muchos liberales fue mejor una izquierda extrema (Gabriel Boric) que una supuesta ultraderecha (José Antonio Kast).

En Francia ocurre lo mismo con Le Pen, derrotada en 2017 y ahora en 2022. El propio Macron se mostró sabedor de que ganó gracias a la campaña del miedo que todos los medios ejecutan contra la derecha frente a cada elección importante: “Muchos me votaron para bloquear a la extrema derecha y eso es una obligación para mí”, dijo en su discurso de victoria.

Lo importante ya no es la gestión o incluso la reducción del peso del Estado, hoy lo urgente es impedirle a las derechas llegar al poder, como también lo expresó Angela Merkel cuando surgió el partido nacionalista Alternativa por Alemania (AfD).

Para los “liberales” de izquierda, cada elección ya no es una forma de ponerle límites al Estado benefactor que ha empobrecido a los europeos, su cruzada es contra un enemigo invisible creado por la propia izquierda marxista: el hombre de paja con un cartel que dice ultraderecha.

Economía

La resurreción de las estatizaciones en Francia: Macron es el presidente que más empresas expropió en los últimos 40 años

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El  presidente francés emprendió el proceso de nacionalizaciones más ambicioso desde los tiempos de François Mitterrand, en contraposición con sus primeros discursos de campaña en 2017. El Estado aumentó su participación en el sector de la energía, el transporte y la industria. 

Desde su llegada al poder con un mensaje centrista y moderado, Emmanuel Macron no titubeó en llevar a cabo el proceso de estatizaciones más importante de los últimos 40 años en Francia. No se veía una convicción estatista tan pronunciada desde la administración del expresidente socialista François Mitterrand, como parte de su “programa común de Gobierno”.

La administración Macron avanzó incluso más allá de las pretensiones del expresidente socialista François Hollande, quién solo llevó a cabo un aumento temporal en la participación accionaria estatal de la firma Groupe PSA.

El primer episodio de estatización bajo el mandato de Macron se produjo con la expropiación de la empresa de astilleros STX Francia en mayo de 2017. El Gobierno se adueñó temporalmente de la firma a fin de “defender los intereses estratégicos de Francia”.

Luego, en septiembre de 2017, se llegó a un acuerdo con la empresa italiana Fincantieri para que el sector privado retuviera hasta el 51% del paquete accionario hasta 2018, y a partir de julio de ese mismo año el Estado francés adquirió el 84,34% del total y pasó a denominarse “Astilleros Atlánticos”

Con una superficie de 150 hectáreas, Astilleros Atlánticos se perfila como una de las firmas más importantes de Europa y del mundo en materia de construcción naval. Incluso posee operaciones vinculadas con la fabricación militar, y en menor medida las subestaciones eléctricas. 

Más tarde, a mediados de 2018, el Gobierno anunció la nacionalización mayoritaria de la firma multinacional Areva, empresa líder en el programa nuclear del país y un gran peso en la industria energética francesa, fuertemente dependiente de este tipo de actividades.

El Estado culminó la nacionalización durante el primer trimestre de 2021, y asignó un monto de hasta 560 millones de euros para aumentar su participación accionaria hasta el 90% para llevar a cabo un control más exhaustivo, dejando a la iniciativa privada en un lugar completamente marginal. 

La economía francesa se encuentra cada vez más intervenida, más regulada y con un menor grado de competitividad relativa a la propia Unión Europea y el resto del mundo. Macron, que muchos al día de hoy reconocen como de ideología liberal, en términos económicos es el más estatista en más de cuatro décadas.

En 2021 el ministro de Economía Bruno Le Maire dio marcha atrás con sus propias declaraciones negando “cualquier posibilidad de nuevas estatizaciones”, y se decidió incrementar el peso accionario del Gobierno francés en la firma aeronáutica Air France-KLM hasta el 28,6%.

El Estado retenía hasta el 54,4% del paquete accionario en 2003, su participación cayó por debajo del 14,3% tras la privatización parcial del expresidente Jacques Chirac en 2004, pero bajo la administración de Emmanuel Macron se volvió a retroceder en la apertura hacia la iniciativa privada.

La última gran apuesta del oficialismo fue la estatización total de Electricité de France (EDF), la principal empresa de generación de electricidad en el país en junio de 2022. EDF es una de las empresas eléctricas más importantes del mundo y la principal proveedora de electricidad no solo en Francia si no que en toda Europa occidental. En el año 2017, esta empresa llegó incluso a ocupar el segundo lugar en la producción eléctrica mundial, solo por detrás de la China Energy Investment Corporation.

Macron tiene pensado seguir con las estatizaciones a lo largo de su segundo mandato que tiene duración hasta 2027, tras su reelección el año pasado, estuvo muy cerca de perder frente a la derechista Marine Le Pen, a la que irónicamente había acusado de “estatista” en la campaña de 2017.

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Economía

Francia aprueba la reforma previsional de Macron y la edad jubilatoria aumentará de 62 a 64 años

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El aumento de la edad de jubilación ofrece una alternativa para evitar el colapso de las finanzas públicas, pero aún así la reforma de Macron implica mantener elevados déficits fiscales hasta 2026. 

El presidente francés Emmanuel Macron finalmente logró la aprobación de su reforma previsional, la cual tendrá un gran impacto sobre las finanzas públicas en vista a los próximos años. El Senado resolvió su aprobación por 201 votos a favor contra, 115 en contra, y solo 29 abstenciones.

Si bien muchos esperaban que la largamente prometida reforma tendría un mayor involucramiento del sector privado, finalmente Macron resolvió por mantener el sistema público, y el único ajuste será el aumento de la edad mínima para acceder a una jubilación, que se incrementará de los 62 años actuales hasta los 64 años.

Francia tenía estándares etarios completamente desacoplados a su condición demográfica, poniendo en peligro la sostenibilidad del sistema. Principalmente, cada profesión tenía su propia edad jubilatoria lo cual generaba enormes baches fiscales en las cuentas públicas.

El aumento de la edad jubilatoria no será retroactivo, por lo que no se afectarán “derechos adquiridos” por cotizantes que ya están retirados. Además, el aumento gradual se llevará a cabo a razón de 3 meses por año a partir de septiembre de 2023, y sólo se llegará a una edad efectiva de 64 años para todos en 2030

También se llevará a cabo un ajuste sobre la cantidad mínima de años de cotización requerida para percibir el 100% de la pensión en la edad de retiro. Este período se incrementará de 42 a 43 años, pero lo hará gradualmente entre 2023 y 2027.

El ajuste extremadamente gradualista no responde a cuestiones de solvencia financiera, sino que más bien es consecuencia de fuertes presiones políticas y falta de consenso dentro la propia coalición que preside Macron, un frente político con ideas variopintas y sin ningún tipo de identidad propia. 

La negativa de un mayor ajuste le significa un costo sideral para las cuentas públicas de Francia. Con la reforma aprobada, el déficit primario (sin contar los intereses de deuda) aumentará del 3,4% del PBI en 2022 al 4,1% en 2023, y se reducirá muy gradualmente al 3,07% para el año 2026. Se trata de un sendero incluso más gradualista que el trazado por el presidente Alberto Fernández en las negociaciones con el FMI.

Macron se negó sistemáticamente a una reforma estructural del sistema, es decir, la privatización parcial o total del régimen de contribuciones sociales para atacar el problema de la insolvencia de manera definitiva. En lugar de eso, se optó por reparametrizar el sistema, y adecuarlo al envejecimiento poblacional por un cierto período de tiempo.

Sin haberse modificado los cimientos básicos del régimen previsional, el sistema de reparto entrará en crisis fiscal una y otra vez mientras se siga incrementando la cantidad de jubilados por cada trabajador activo aportando. Dentro del sistema no existe ninguna solución más que subir nuevamente la edad jubilatoria, recortar pensiones o endurecer los requisitos mínimos de aportes cada vez más. 

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Economía

Igual al kirchnerismo: Macron lanza un masivo plan de control de precios por 90 días para “combatir la inflación”

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El presidente francés abandonó la moderación y lanzó el programa “trimestre anti-inflación”, un paquete de medidas de extrema izquierda similar a los “Precios Justos” que se aplican en Argentina y Venezuela.

Lejos quedó la figura de mandatario moderado que alguna vez mostró el francés Emmanuel Macron. Este lunes, el presidente de la Quinta República anunció un paquete de medidas de extrema izquierda para “combatir la inflación”.

En un acto completamente desesperado, y yendo en contra de sus aliados liberales en el gobierno, Macron anunció un congelamiento generalizado de precios por 90 días (un trimestre), bajo el programa “trimestre anti-inflación” con características muy similares a las que se emplean en el programa de “Precios Justos” en Argentina y Venezuela. 

Las principales cadenas de supermercados galas se verán afectadas, principalmente Carrefour e Intermarché, que deberán mantener fija una canasta de entre 400 y 500 productos. De igual manera, la cadena Casino desplegó su propia lista de 500 precios congelados por 90 días, la cual tendrá vigencia a partir del próximo 15 de marzo. 

Cabe destacar que a lo largo de la historia, todas y cada una de las intervenciones fiscales fracasaron en sus pretensiones por contener el impacto de la inflación, ya que la suba generalizada de los precios es un fenómeno que se desprende de la expansión de la oferta monetaria.

Será una medida masiva, efectiva y de protección, que garantizará el precio más bajo posible en una serie de artículos, que serán elegidos libremente por los distribuidores, tomando el nivel de precio más bajo posible de los márgenes de los minoristas”, declaró el ministro de Economía Bruno Le Maire.

Se trata de un programa que combina el acuerdo con el control de precios. Se le permite a los supermercados establecer sus propias listas de precios congelados por 90 días, aunque se los insta a hacerlo, y como resultado se genera un costo de millones de euros sobre los márgenes del comercio minorista. A cambio, el Gobierno galo promete interceder como negociador frente a proveedores mayoristas, a fin de compensar parte de las pérdidas. 

Reabriremos las negociaciones comerciales con los grandes industriales para que la rebaja de los precios al por mayor, que estamos viendo en los mercados”, anunció el ministro de Economía.

Lo cierto es que este tipo de programas conforman una suerte de parche temporal más que una solución a mediano y largo plazo. La inflación volvió a aumentar en febrero y alcanzó el 6,2% interanual y es la más alta desde 1985, mientras que en el rubro de los alimentos (el más preocupante para la opinión pública) la inflación superó el 14%. 

Conforme no se corrija el excedente monetario en la economía, la demanda nominal de todos los bienes y servicios seguirá aumentando generalizadamente y los precios deberán ajustarse al alza. El Banco Central Europeo elevó la tasa de interés al 3% anual a partir de febrero, pero reaccionó muy tardíamente a la inflación

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