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La Libertad Avanza y el fenómeno Milei: ¿Populismo de derecha o derecha popular?

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El explosivo crecimiento de Javier Milei en las encuestas llevó a muchos periodistas y políticos a llamarlo despectivamente como un "populista de derecha", pero ¿qué verdaderamente representa el diputado libertario?

Mucho se está hablando de un ascenso inminente de un populismo de derecha liderado por Javier Milei. Sin ir más lejos, la ex-gobernadora de la Provincia de Buenos Aires y actual Diputada Nacional por CABA, María Eugenia Vidal, no se cansa de repetirlo cada vez que aparece en los medios masivos de comunicación.

El problema aparece cuando se pide una definición de populismo, aunque sea chapucera. Ahí todos los iluminados que vienen a explicarnos cuántos pares son tres botas -desde algún canal de televisión- hacen agua. Hay sólo dos opciones: o no saben, o no quieren responder.

¿Qué es y qué no es el populismo?

Intentemos desenredar este asunto: ¿Qué hace que Gerardo Morales o Martín Lousteau se encuentren en el mismo espacio político que Ricardo Lopez Murphy o Patricia Bullrich? ¿Alcanza sólo con las expectativas de poder?

Todos sabemos que en política no siempre 1+1 es igual a 2, porque sumar a dos distintos muchas veces puede hacer que el votante no se quede ni con uno ni con el otro cuando éstos están juntos. Lo que logra el populismo es encontrar en el discurso, a través de significantes vacíos, un factor unificante para lograr la hegemonía con el fin de que un único líder sea quien llegue al poder. El verdadero líder populista es el que logra venderle a los distintos sectores que puede representarlos a todos.

Ahora bien, esta hegemonía necesita un enemigo común. Necesita confrontar con alguien (persona o grupo) a nivel discursivo que será la anti-identidad.

El populismo no es un conjunto de medidas económicas aunque haya ciertas características comunes. El populismo no sólo es una estrategia electoral. El populismo, bajo ningún concepto, es un sinónimo de popular. Es mucho más.

Es olvidarse de que la política es praxis y que la realidad manda. Es cambiar la realidad por un relato. El populismo, en resumidas cuentas, no cree en la política de las cosas, cree sólo en sí mismo porque iguala política a discurso y discurso a poder.

El discurso utiliza los significantes vacíos que son estos elementos del lenguaje que tienen potencialmente distintas interpretaciones a nivel cultural. Ejemplos sobran: Patria, dictadura, felicidad, democracia, autoridad, justicia, incluso libertad o república.

Acá hay una diferencia fundamental con un líder popular ya que éste une a los similares en un proyecto político común. En la esencia del populismo está aglutinar gente que no tiene nada que ver ideológicamente entre sí. Es decir, encontraremos un peronista del interior muy tradicional y conservador unido a un cuarentón porteño progre de La Cámpora unidos bajo el significante vacío de la “Soberanía Nacional”. Ninguno piensa lo mismo de la Soberanía Nacional, es más, probablemente piensen cosas absolutamente diferentes.

Estos referentes que intentan instalar la grieta entre “populistas” y “antipopulistas” dicen defender la República o los valores republicanos. También se encuentran todos en la misma coalición aunque piensen y actúen de manera diametralmente opuesta en cosas fundamentales. No los une nada fuera del discurso de “La República”. Piensan distinto en temas que dividen aguas: impuestos, tamaño y naturaleza del Estado, aborto, drogas, justicia, planes sociales y un larguísimo rosario de etcéteras.

La clave del líder populista es no definir, porque al dejar ese lugar vacío en el discurso, cada grupo puede completar con sus propias ideas. Según Laclau, quien es indiscutidamente padre y mentor intelectual del populismo, en ese espacio vacío es donde existe la política. Es lo que daría lugar a la acción.

El ocaso populista

Ahora bien: ¿Cuándo hay problemas en los populismos? En primer lugar, cuando el discurso empieza a quedar cada vez más corto respecto a los problemas reales. Cuando ese pueblo que votó realidades, recibe palabras. El enojo crece. La vida se vuelve peor. No hay soluciones, sólo queda relato. En segundo lugar, cuando el líder es forzado a tener que definir cosas y, por lo tanto, muchos de los que se sentían representados, ahora se sienten huérfanos.

Por eso el populismo socialdemócrata de Cambiemos está aterrado con el enojo popular mientras deglute amargamente la foto de Macri con Trump.

El problema principal es que el discurso ya no alcanza. Los ciudadanos estamos enojados, angustiados, frustrados con ambos lados de la grieta, que ellos mismos crearon porque la necesitan para reafirmarse como dignos populismos. Necesitamos más que palabras. Nos cansamos de que ataquen nuestros valores, que promuevan cosas que no nos interesan, que nos impongan su agenda progresista, que vengan a explicarnos el mundo con palabras lindas y políticas públicas nórdicas pero rompan todo lo que amamos a su paso.

Ellos, que tienen títulos y cargos larguísimos, no pueden comprender que una gran mayoría verdaderamente nacional y genuinamente popular no les crea, no los quiera y no los escuche.

Sin más preámbulo, esto que late y se empieza a explicitar en distintas encuestas, en videos virales y en las conversaciones hogareñas, es la derecha popular. Javier Milei ha logrado, nada más y nada menos, que sacarla del clóset. Ha logrado darle voz a millones de argentinos que soportaron que la política gobierne de espaldas al pueblo.

Una mirada simplista dirá que es sólo por la política económica, pero la mirada atenta verá que muchos ciudadanos venimos acumulando otros dolores: promoción del aborto, promoción de las adicciones, lenguaje inclusivo, adoctrinamiento infantil, políticas de género, des-educación pública, bastardeo a los símbolos patrios, entre muchas otras banderas elitistas que nada tienen que ver con el sentir y vivir de la gran mayoría de los argentinos.

Fundamentalmente lo que no se tolera más es la arrogancia de los gobernantes que han hecho del Estado un monstruo que oprime directa o burocráticamente a cada persona y a cada familia. Ya no hablamos de un “Estado presente” sino de un Estado omnipresente, enajenante, persecutorio y sobreideologizado. Esto explica cabalmente, entre otras cosas, este resurgir del conservadurismo o derecha popular que seguirá en alza.

La “casta” verdaderamente tiene miedo: sembró vientos y está cosechando tempestades. Las élites ilustradas rechazan profundamente que el pueblo, que fue despojado de la dignidad del trabajo y de sus propios valores, encuentre hoy una representación política que diga y piense como ellos: La derecha popular encarnada en la figura de Javier Milei.

Hoy no se está alzando un populismo de derecha. Estamos siendo espectadores de cómo dos populismos progresistas, Cambiemos y el kirchnerismo, se disputan los jirones de nuestra golpeada y empobrecida Argentina. Por eso necesitan salir a calificarnos de “algo”. Confundiendo popular con populista, creen que lograrán fabricar un miedo que la sociedad ya no tiene.

El resurgir del conservadurismo popular bajo el paraguas de “Las ideas de la libertad” es una expresión genuina y latente de los valores culturales que otrora hicieron grande a nuestra Nación y, quizás, estemos muy cerca de ver el país pujante, ingenioso, emprendedor y arraigado que supimos ser. ¿Haremos Argentina grande otra vez? No lo sabemos todavía, pero depende de nosotros.

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Los argentinos votaron para salir de la esclavitud el 19 de noviembre, pero algunos todavía tienen la esclavitud dentro suyo

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"Si bien los hebreos habían salido de Egipto, Egipto aún no había salido de ellos".

Si bien los argentinos elegimos a Javier Milei el 19 de noviembre del año pasado, para liberarnos de las garras de la esclavitud kirchnerista, vemos hoy en día muy claramente, que abandonar la esclavitud en la cual nos sumergió durante años la casta política, no es tan fácil.

Si exploramos en la historia universal, sobre el tema de la esclavitud, tenemos sobrados casos que nos sirven como ejemplo para analizar en profundidad esta cuestión. Podemos tomar el ejemplo de Moises y Egipto, como ya lo citó varias veces el propio Milei.

Encontramos en el libro de Éxodo que al principio, los hebreos no querían ni escuchar la opinión de Moises cuando les hablaba sobre la posibilidad de ser liberados. Luego de que Moises diera una gran batalla cultural y religiosa contra el faraón, logró liberar de manera milagrosa al pueblo hebreo.

De todas maneras, apenas tuvieron algunos inconvenientes en el desierto empezaron a reclamarle a Moises, su liberador, arrepentiedose de haber salido y exigiendo retornar a Egipto. Esto nos demuestra que si bien uno puede liberarse de las garras físicas de la esclavitud, no es tan fácil luego liberarse de la misma psicológicamente y culturalmente.

Si bien los hebreos habían salido de Egipto, Egipto aún no había salido de ellos. Y por más que recorrían muchos kilómetros en el desierto, no lograban alejarse de Egipto, ya que lo llevaban dentro de sí mismos. Es más si pensamos en profundidad, podemos observar que no solo que no lograron dejar atrás a Egipto, sino que lo expandían cada vez más, llevando con ellos mismos a Egipto a cada lugar que ellos viajaban.

Parece que los pueblos olvidan de manera fácil. Solamente transcurrió medio año de que salimos de nuestra propia esclavitud en Argentina. Sin embargo, muchos se comportan de manera ambigüa. Por un lado, le exigen a Javier Milei cambios inmediatos y mágicos, como si las últimas elecciones hubiesen ocurrido hace años. Pero por otro lado, son estas mismas personas que siguen con la esclavitud dentro de ellos mismos. Siguen pensando y comportándose como esclavos.

Y obviamente que un punto está ligado al otro. Como aún no logran desprenderse de su esclavitud interna, eso les produce una distorsión cognitiva y exigen soluciones mágicas y falsas, las cuales son erróneas y los hunden más en su esclavitud interna.

Retornando al pueblo hebreo es interesante recalcar el momento en el cual, se quejan con Moises por comer todos los días el maná en el desierto. El versículo dice: "recordamos los pescados que comíamos en Egipto GRATUITAMENTE, los pepinos, los melones, el puerro las cebollas y los ajos. Pero ahora nuestra alma está seca, pues no hay nada excepto el maná ante nuestros ojos" (números, cap. 11, versículos 5 y 6).

Ellos querian seguir comiendo GRATIS la comida de Egipto. No querian esforzarse en ir a recolectar el maná. El maná caía del cielo pero ellos mismos debian esforzarse en recolectarlo. Este es el punto. Tener beneficio gratuito por medio de alguna ayuda gubernamental, eso significa ser esclavo. Exigir soluciones fáciles y gratuitas a un gobierno, es un pensamiento completamente de esclavo.

Exigir que los politicos nos solucionen la vida, es de esclavos. Reclamar ayuda y exigir intervenciones estatales, es de esclavo. Y por más que los hebreos físicamente estaban libres, el versículo puntualiza: "sus almas estaban secas", sus almas aún no se habían liberado por completo.

La solución para poder liberarnos por completo de las garras de la esclavitud, no está únicamente en lo que haga Javier Milei o cualquier otro político. Si seguimos exigiendo que los políticos solucionen nuestras vidas, no entendimos en profundidad el cambio radical que vino a hacer Javier Milei.

La solución está principalmente dentro de cada uno de nosotros. Trabajando con esfuerzo, con constancia, con fe en Dios y en nosotros, actuando e interactuando con nuestros semejantes, de manera digna, respetuosa y correcta. Trabajando dentro del marco de la ley, "dentro de la ley todo, fuera de la ley nada". Repito. No hay nada GRATIS en esta vida.

Hay sobrados casos de ejemplos en el mundo, de personas que aparentemente amasaron una gran fortuna de manera rápida y fácil, y luego la pierden por completo, o terminan usando la fortuna que obtuvieron de manera dudosa, para pagar los problemas que la misma obtención de su fortuna les provoco.

El 19 de noviembre salimos de Egipto. Logramos en las urnas liberarnos de la casta política, logramos liberarnos de años y años de romanticismo de la probeza nacional y popular. No olvidemos esta gran hazaña. Fue la campaña más sucia de la historia contra Javier Milei, pero a su vez también fue la campaña más heroica, más épica, emotiva, mística y milagrosa de la historia.

Los gerentes de la pobreza y los econochantas fracasados, y los micrófonos ensobrados están desesperados, porque saben que estamos en el desierto camino hacia la tierra prometida. Saben que estas son las últimas oportunidades que tienen, porque ya estamos cada día más cerca de llegar a la libertad suprema.

Pero debemos tener presente,el camino hacia la tierra prometida duró 40 años. No es fácil ni rapido ni automático. Debemos seguir luchando día a día, debemos seguir dando la batalla cultural constantemente. Los obstáculos y dificultades van a seguir apareciendo.Pero tengamos la seguridad que estamos en el camino correcto.

Estamos cada vez más cerca de llegar a esa Argentina que tanto anhelamos. Sigamos con esfuerzo y lo vamos a conseguir. Y recordemos siempre que: "La victoria en la batalla, no depende del número de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo".


El fenómeno barrial (@mileibarrial, Twitter, X).

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El fenómeno Milei en el mundo: Entendiendo la ideología liberal libertaria de Javier Milei que ganó las elecciones en Argentina

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Todos hablan del fenómeno que significa Javier Milei en la política del mundo, pero muy pocos entienden realmente el alcance de su ideología. Es clave entender que la libertad que propone, viene acompañada de responsabilidades ineludibles.

El presidente Javier Milei no solo ha llegado a la cima del conocimiento popular en su país, Argentina, sino que el fenómeno que él representa se ha extendido por todo el mundo. En Estados Unidos, en Europa, en los países hermanos latinoamericanos y hasta en Japón hablan del "fenómeno Milei".

Pero ni acá ni en el resto del mundo terminan de entender exactamente la ideología de Javier Milei, que es liberal en serio, doctrinaria y ligada a la praxis libertaria. Muchos creen que es una nueva versión de lo mismo, pero es algo completamente nuevo en política.

El liberalismo pone el principal énfasis en la libertad de los individuos. Esto significa que cada quien es libre en su accionar, y por ende es responsable de manera total por su accionar. Esto significa que un presidente no debe ni tampoco puede solucionar todos los problemas de los ciudadanos.

La mayoría de los argentinos elegimos un cambio verdadero. Elegimos a Milei entendiendo que cada uno de nosotros debemos hacer lo máximo que podamos para solucionar nuestros propios problemas y para sacar el país adelante. Nosotros tenemos la responsabilidad de hacer el cambio.

Repito. El presidente NO debe solucionar ni dirigir todo. Solo tiene que trabajar en pos de que el Estado no oprima a los individuos y otorgar seguridad física y jurídica para que cada ciudadano pueda actuar de la manera más libre posible y que cada quien disfrute del producto de su esfuerzo.

Si bien un presidente obviamente debe dirigir y gobernar un país, en el liberalismo gobernar implica que el mandatario quita las regulaciones del Estado y le otorga cada vez más libertad a la población; y por ende, más responsabilidad a todos los ciudadanos por igual.

El que las hace, las paga”, decía Milei en campaña sobre la inseguridad, pero aplica a todos los aspectos de la vida en sociedad. Cuando tenés libertad de elegir, también tenés la responsabilidad de responder por tus actos.

Si bien hay libertad de expresión y cada quien puede emitir su opinión, los argentinos deben dejar de quejarse, y deben hacerse cargo de aquello que votaron, en el buen sentido. Es decir, que hay que empezar a entender que ningún líder político le puede solucionar la vida a un ciudadano de manera directa.

Ya lo dijo Javier Milei en su primer acto de campaña: “yo no vine a guiar corderos, vine a despertar leones“. Si queremos ser leones, debemos dejar de quejarnos con el presidente si los mercados financieros bajan o si sube el dólar. Debemos dejar de quejarnos con el presidente si suben o los precios o si hay menos ventas. Si la economía es completamente libre, no es su responsabilidad, es la tuya.

El león es el "rey de la selva". No se queja de aquello que sucede en la selva, sino que intenta cambiar y modificar todo aquello que él cree que debe mejorar para su propio bienestar y para el bienestar de los demás. Los leones no lloran si todo no sale como ellos desean.

El león no le exige a otro león que no viaje a ningún otro sitio y que se quede en la selva para cuidarlo. El león se ve a sí mismo como un rey. Él es líder de su propia vida, es responsable de todo lo que le sucede y sabe que posee todas las herramientas para alcanzar lo que desea.

Los ciudadanos argentinos elegimos el pasado 19 de noviembre ser leones y no corderos. Por lo que llegó el momento de empezar a actuar y pensar con madurez y entender de una vez por todas que los políticos no pueden ni deben solucionar nuestras vidas.

En diciembre del año pasado, comenzó una nueva Argentina. Una Argentina en el camino correcto. Y aunque Javier Milei nos advirtió que el camino no iba a ser fácil, debemos luchar hasta el final por conseguir y materializar aquello que ya elegimos.

“La victoria en la batalla no depende de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo. Viva la Libertad Carajo!"


El Fenómeno Barrial. @mileibarrial (Twitter, X)

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Argentina

Marcha universitaria: La crónica de una sociedad transigente y cómplice, que deja que la política tome sus banderas

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La manifestación del martes pasado expuso la compleja trama que permanece en la sociedad sobre la naturaleza y la necesidad de una educación superior que sea pública como herramienta de movilidad social.

El pasado martes 23 de abril se llevó a cabo en Argentina una marcha en “defensa de la educación pública”. Entre las pancartas de los manifestantes se pudo apreciar consignas tales como “Educación libre y gratuita”, “La universidad es de todos”, o “La educación es la base de la movilidad social”.

Lo más probable y siendo justo con muchos de los que marcharon, es que las mencionadas consignas hayan sido levantadas con las mejores intenciones, tal vez movilizadas por una sentido de pertenencia, agradecimiento para con la universidad pública o bien por una cuestión de pensamiento filosófico.

Sin embargo, un amplio espectro de quienes vemos este reclamo desde una óptica diferente, percibimos que hubo otra gran parte de manifestantes cuya única intención era la de defender sus intereses económicos y personales, que no necesariamente se correspondían con el funcionamiento o la existencia de la educación pública.

Ejemplo de ello lo podemos encontrar con la presencia de agrupaciones sindicales enemistadas con el Gobierno, agrupaciones políticas opositoras y hasta ex ministros de economía que ajustaron el presupuesto de las defendidas universidades en años anteriores, incluso, ajuste de mayores dimensiones que el que se reclama actualmente.

Soy graduado de una universidad pública, tuve excelentes docentes, y la volvería a elegir, pero jamás diría que mí paso por la educación pública fue "gratuita", ya que la pagué con mis impuestos, todavía la sigo pagando y y pagaré la de próximos alumnos.

Es por eso que, analizando la temática de las “consignas levantadas”, he descubierto que Argentina es un país donde la mayor parte de sus habitantes “romantiza la épica” por encima de la razón y, por sobre todo, ignora los hechos concretos que la realidad impone.

Sospecho que es por ignorancia o simplemente como menciono en el título de esta nota, por una arraigada, crónica y cómplice transigencia hacia un sistema que nos devora como seres libres y racionales.

¿Es necesario acaso analizar si la “educación pública gratuita” es un herramienta de “movilidad social ascendente” cuando estamos sumidos en la más profunda decadencia económica, moral, cultural y con niveles de pobreza como no se veían en décadas?

Con esto no quiero decir que la educación no sea importante, solo digo que existen otras herramientas para la prosperidad de una sociedad, especialmente en tiempos de crisis, donde no se piensa en la movilidad de una generación a otra, sino en salir de la pobreza ahora mismo a través del trabajo.

Vale aclarar también que la universidad no es “de todos”, ni mucho menos es “gratuita”. Para ilustrar esta situación basta con mirar cuántas personas estudian una carrera, qué porcentaje de la sociedad. Si bien todos los argentinos contribuyen al funcionamiento de las unversidades públicas, en un año aproximadamente entre 3 y 5% de la población estudia una carrera universitaria.

Habría que preguntarle al otro 95% de la población, quienes “no consumen” la universidad pública (por los motivos que fuere) si piensan que la universidad “es de ellos” y si están contentos pagando impuestos de forma directa (por ejemplo, Ganancias o Bienes Personales) o por vía indirecta (IVA, impuesto a los combustibles, o ingresos brutos), para financiarla.

Es decir, una parte de la sociedad paga la cuenta que no consume en favor de quienes sí la consumen. Además, como nota de color, la educación pública se paga de por vida ya que una vez producida la graduación y hasta tanto no se produzca la derogación de los impuestos que la financian, los egresados pagarán la cuenta hasta el fin de sus días. Esto es una gran diferencia con una universidad privada cuya financiación es limitada en el tiempo.

En libertad, sin un conjunto de burócratas estatales defendiendo la diatriba mentirosa de que la educación es “un derecho universal” con la única finalidad de aumentar el poder de dominación sobre una sociedad, las universidades privadas podrían ofrecer múltiples alternativas de financiación de contenidos educativos para aquellas personas que no puedan acceder a ella.

Brevemente, cito algunos ejemplos: becas que cubran la totalidad o parte de la carrera; convenios multi empresas que permitan a los trabajadores obtener beneficios para educar a sus hijos en diversas instituciones; convenios entre bancos y clientes para financiar las cuotas, como ocurre en Estados Unidos; o empresas que cubran la educación de “potenciales talentos” como ocurre en Europa.

Un mercado actuando en verdadera libertad, sin ningún tipo de intervención estatal, es capaz de lograr una amplia inclusión de las personas que por cuestiones económicas no pueden acceder a la educación universitaria. Y si hay intervenciones del Estado, que estén dirigidas a estos grupos, como ocurre con los vouchers que se entregan a las personas de bajos recursos, terminando con la falacia de la universalidad.

Sin lugar a dudas, la marcha del martes sirvió para ilustrar que muchos conciudadanos viven en una nebulosa levantando consignas de la década del ’40, tales como que “el hijo del obrero puede educarse”, cuando en plena era del internet, la inteligencia artificial, la globalización y la tecnificación, el acceso a la educación se hizo mucho mas accesible y diverso haciendo que una cuota universitaria obligatoria, tenga cada vez menor validez.

Tampoco pueden ver que la pobreza crónica de Argentina tiene que ver con la matriz de intervencionismo estatal salvaje a la que estuvo sometida durante décadas y que el problema es el Estado y no los “empresarios codiciosos”.

Si la mayor parte de la sociedad pudiera darse cuenta que el mensaje de fondo no es “educación gratuita para todos” sino más bien “ustedes son tan inútiles e incapaces de poder autofinanciarse la educación que por ello van a necesitar que nosotros, los políticos iluminados y seres superiores a ustedes, se lo tengamos que conceder”.

Dentro de este “paquete de mentiras” también se nos habló de educación en términos que solo ellos (los burócratas del Estado y sus cómplices morales) pueden hablar o mencionar. Cómo si esta fuera una especie de contenido indisoluble, de valor y significado único y que solo quienes la defienden tienen el “derecho moral” de dictaminar que debe ser un “contenido educativo” y que no.

La Educación no se limita en los contenidos obligatorios impuestos por un Ministerio, sino que también es provista a través de las diversas vivencias y/o contextos sociales de cada individuo. Un viaje, una película, una función de cine o teatro, un deporte, la cultura familiar, un oficio, comercio, profesión, entre tantos otros, pueden ser grandes fuentes de educación a lo que no necesariamente toda la población puede acceder en la misma forma y cantidad.

La educación no es monopolio del Estado, sino más bien un patrimonio difuso y divisible de la subjetividad de cada individuo y su contexto. Nos han mentido, nos han empobrecido, nos han dominado y, por si fuera poco. nos dicen que sin ellos “seremos brutos”.

Mí obligación ética y moral no se debe al levantamiento hueco y pasivo de consignas transigentes que solo contribuyen a mantener viva esta dominación estatal, sino más bien a la intransigencia de la razón liderada por las ideas correctas.

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