
Muere en prisión Miguel “N”, químico acusado de asesinar a varias mujeres en Iztacalco
Cayó en su celda horas antes de una audiencia clave; evita enfrentar la justicialista por más de una década de crimenes
Miguel Cortés Miranda químico egresado del IPN, señaló eñalado como presunto asesino serial de mujeres en la alcaldía Iztacalco. Murió este sábado dentro del Reclusorio Oriente.
La causa oficial: un paro respiratorio tras una supuesta caída en su celda. Su muerte ocurrió horas antes de comparecer por el asesinato de una joven de 17 años.
Cortés fue detenido en abril de 2024, acusado del asesinato de María José Castillo e intento de homicidio contra su madre. Durante el cateo en su domicilio. fueron hallados restos humanos, objetos personales de víctimas y evidencia que lo relacionaba con al menos siete casos más

Crímenes que pasaron inadvertidos por más de una década, que ocasionaron la pérdida de vidas inocentes junto a la destruccion colateral ocasionada por este monstruo. Dejando una ciudad traumas a por los horrendos crímenes cometidos.
Murió sin enfrentar la justicia

El acusado estaba programado para comparecer por dos de los casos en su contra. Pero esa mañana, fue encontrado inconsciente en su celda.
Lo trasladaron al Hospital General de Iztapalapa, donde fue declarado muerto.
Nunca recibió sentencia, nunca confesó, nunca explicó.
Las autoridades penitenciarias afirmaron que se trató de una “caída accidental”.
Pero la falta de vigilancia, atención médica y control interno vuelve a levantar sospechas. Una vez más, el sistema carcelario evitó lo que debía garantizar: justicia.
¿Un error del sistema o una salida conveniente?
La muerte de Miguel “N” cerró de golpe varios procesos. Para las víctimas y sus familias, representa la cancelación definitiva de la verdad. Ya no habrá juicio, ya no habrá declaración, ya no habrá respuesta.
El gobierno de la CDMX guarda silencio.
No hay postura oficial, ni pronunciamiento firme, ni explicación profunda. Y los crímenes de mujeres siguen sin resolverse… o sin investigarse.
El caso deja una lección clara y amarga
Durante años, un hombre asesinó, ocultó cuerpos y nadie lo detuvo. Solo hasta que falló con una víctima que logró pedir ayuda, fue capturado. Y ahora, muere sin responder por todo lo que hizo.
El Estado no solo falló en detenerlo a tiempo.
También falló en garantizar que respondiera por sus actos. La justicia en México sigue siendo un privilegio…
y la impunidad, un patrón repetido.
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