Hombre de cabello ondulado y traje oscuro en un evento formal con bandera argentina y guardia de uniforme al fondo
OPINIÓN

'Roma no paga traidores': Javier Milei invoca la sentencia de los emperadores

El Presidente no sólo gobierna con firmeza, sino que educa con historia.

Roma no paga traidores”. Con solo cuatro palabras, Javier Milei condensó siglos de sabiduría política y dejó en evidencia a los oportunistas, los mediocres y los cobardes. No fue una frase suelta.

Fue un mensaje directo a un sector de la política, a una parte del empresariado prebendario, y también a ciertos funcionarios que se pusieron el traje de libertarios para acomodarse en la ola del cambio, pero que nunca creyeron en el proyecto.

La frase tiene un origen glorioso. En la antigua Roma, cuando un traidor entregaba a su propio jefe o traicionaba su lealtad para congraciarse con el Imperio, los cónsules respondían con una sentencia firme:

"Roma traditores non praemiat". Roma no premia traidores. Roma no paga traidores. Roma los desprecia.

Hombre de cabello ondulado y traje oscuro en un evento formal con personas uniformadas y asistentes en el fondo
Javier Milei, presidente de Argentina. | La Derecha Diario

No se trataba sólo de una cuestión de principios morales. Era una advertencia estratégica: si la traición se recompensa, se incentiva. Y si la lealtad no se honra, se debilita el corazón mismo de la República. Por eso, aún cuando un traidor pudiera ser útil, era eliminado sin miramientos.

Milei, conocedor de la historia y de la cultura clásica —como buen lector de filosofía, economía y teoría política—, rescata esa tradición para aplicarla en la batalla cultural y política más importante de los últimos 40 años. Y no lo hace en abstracto: lo hace frente a un contexto muy concreto.

La traición de los que se disfrazan de aliados

Desde que asumió en diciembre de 2023, Milei ha enfrentado ataques sistemáticos de la vieja política, de los medios adictos al gasto público, de los gobernadores feudales, de sindicalistas multimillonarios y de burócratas internacionales que no soportan ver a un líder que no les rinde pleitesía.

Pero quizás el golpe más bajo no vino de la oposición declarada, sino de los que estaban adentro, los que se decían parte del proyecto, pero no soportaron que el cambio fuera en serio.

Hombre de cabello rizado y traje oscuro de pie en un evento formal con varias personas en el fondo dentro de un edificio elegante
Javier Milei, presidente de Argentina. | La Derecha Diario

Uno de los casos más emblemáticos fue el del ex jefe de Gabinete, Nicolás Posse, cuya renuncia fue seguida de filtraciones, rumores y movimientos sospechosos. Su salida fue una oportunidad para los medios tradicionales de armar una narrativa de “crisis interna”, pero la respuesta presidencial no dejó lugar a dudas:
 “Roma no paga traidores.”

No se trató simplemente de una frase altisonante. Fue la forma que encontró Milei de ponerle nombre al fenómeno del falso libertario, del liberal de café, del que se suma al cambio para sacar ventaja, pero que cuando hay que dar la pelea, retrocede, se borra o peor: sabotea.

Lealtad al proyecto, no a los cargos

En la lógica de Milei, la lealtad es a las ideas, no a las personas. El proyecto de la libertad —que implica dinamitar los privilegios de la casta, abrir la economía, reducir el gasto público, restablecer el orden y devolverle la dignidad al argentino de a pie— no puede permitirse ser infiltrado por los oportunistas de siempre.

Por eso, cuando detecta que alguien que está adentro no comparte esa visión, o que simplemente juega a dos puntas, actúa sin dudar. Y lo hace con la frialdad de un emperador romano. No hay espacio para sentimentalismos. No hay lugar para los tibios. No hay recompensa para los traidores.

El mensaje es también hacia afuera: el que se alía con Milei esperando prebendas o privilegios, está en el lugar equivocado. Acá no hay “rosca”, no hay “cargos para todos”, no hay “gobierno de unidad nacional con Massa y los gobernadores feudales”.

Acá hay una revolución liberal en marcha. Y el que no se suma de forma honesta, mejor que se aparte. O que se atenga a las consecuencias.

Un nuevo código político

En un país donde la política estuvo dominada por la traición, el panquequismo y las alianzas contra natura, que un presidente diga abiertamente que no premiará a los traidores es un quiebre cultural. Por primera vez en décadas, el poder se ejerce con coherencia.

Milei no busca caer simpático. No negocia principios. No entrega la bandera de la libertad por una firma en el Congreso. Y a quienes lo subestimaron, a los que creyeron que podían usarlo como trampolín para su propio beneficio, les recuerda con una sentencia que atraviesa los siglos: "Roma no paga traidores".

Esa frase —rescatada del polvo de la historia y lanzada al centro de la política argentina— resuena como un grito de guerra. Es el sello de un liderazgo que no se construye en base a consensos decadentes, sino en base a la verdad, la convicción y la acción.

Porque esta vez, el que traiciona no vuelve. El que se va, no es llorado. El que sabotea, es expuesto.

Y porque finalmente, después de tanto tiempo, en la Argentina se está construyendo una Roma que no paga traidores.

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