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POLÍTICA

El 73,7% de los jóvenes más pobres de Argentina no lograron acceder a la universidad

Además, del sector más pobre de la sociedad, solo el 1% de los jóvenes pudo finalizar los estudios superiores.

En el marco de su reciente presentación del nuevo Centro Cultural Palacio Libertad Domingo Faustino Sarmiento, el presidente Javier Milei lanzó una impactante pero real afirmación.

"En un país donde la gran mayoría de los niños son pobres y no saben leer, escribir ni realizar una operación matemática básica, el mito de la universidad gratuita se convierte en un subsidio de los pobres hacia los ricos, cuyos hijos son los únicos que llegan a la universidad con los recursos, la cultura y el tiempo común para poder estudiar".

Esta declaración, que generó polémica en algunos sectores de la sociedad, pone evidencia un problema que fue ignorado durante demasiado tiempo:  el acceso desigual a la educación superior en Argentina.

El gráfico presentado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina en 2023 revela una realidad alarmante. Entre la población de 18 a 24 años, la finalización de la educación terciaria, universitaria o de posgrado es muchísimo mayor entre los quintiles de ingreso más altos.

En el primer quintil, que representa al sector más pobre de la sociedad, solo el 1% de los jóvenes finalizó los estudios superiores, comparado con un 7.8% en el quinto quintil, el sector más rico. Además, mientras que tan solo el 25% del primer quintil está cursando una carrera universitaria, en el quinto quintil esa cifra asciende al 47,5%.

El porcentaje más impactante hace referencia a la cantidad de personas que no lograron acceder a los estudios universitarios. Mientras que en el quintil más rico el 44,8% de los jóvenes no comenzó los estudios superiores, en el sector más pobre de la sociedad esa cifra aumenta a un alarmante 73,7%.

A su vez, solo el 13,4% de los jóvenes de familias más ricas no terminaron el secundario, mientras que ese número asciende al 48,2% para los más pobres.

Estos datos reflejan que, mientras los hogares con mayores recursos logran que sus hijos accedan y finalicen sus estudios superiores, los jóvenes de familias de bajos ingresos enfrentan barreras insalvables.

La estructura actual del sistema educativo argentino, que sostiene la universidad pública como un derecho universal y gratuito, fue utilizada como un argumento para asegurar que todos los ciudadanos tienen acceso a la educación.

Sin embargo, esta premisa es falsa. La realidad muestra que los más pobres apenas logran ingresar a la universidad, y de aquellos que lo hacen, una ínfima proporción logra finalizar sus estudios

Los estudiantes de quintiles más altos no solo tienen acceso a mejores instituciones educativas, sino que también cuentan con el apoyo cultural y financiero que les permite dedicarse plenamente a sus estudios. En contraste, los jóvenes de familias con menos recursos a menudo deben trabajar para ayudar a sus hogares, lo que les deja poco tiempo y energía para concentrarse en su educación.

Milei acierta al señalar que la universidad gratuita se ha convertido en un subsidio para aquellos que ya tienen el capital cultural y económico para aprovecharla. La verdadera solución no es continuar financiando un sistema que perpetúa la desigualdad, sino transformar la educación pública en un sistema que realmente abra puertas a los jóvenes de todos los estratos socioeconómicos.

En lugar de insistir con un sistema que no cumple su promesa de igualdad, es tiempo de reformular la estructura educativa argentina. Esto implica invertir en la educación primaria y secundaria, en donde se quedan estancados la gran parte de los jóvenes del país, para asegurar que todos los niños adquieran las habilidades básicas necesarias para el éxito académico. 

Por lo tanto, las declaraciones del presidente Milei, lejos de ser una "provocación", reflejan una crítica necesaria a un sistema educativo que necesita una profunda transformación. La educación pública debe ser un vehículo para la igualdad, no una herramienta que perpetúe las brechas entre ricos y pobres

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