Así fue cómo Israel acabó con toda la cúpula de Hezbolá en tan solo 12 días
Las Fuerzas de Defensa de Israel mataron, uno por uno, a los hombres más influyentes del grupo terrorista.
El panorama global se transformó el día en el que el Mossad israelí estableció una empresa fachada en Budapest y fabricó buscapersonas modificados con explosivos bajo una licencia obtenida en Taiwán, que fueron introducidos en Líbano y distribuidos dentro de la red de comunicaciones de Hezbolá.
De esta manera, cuando el grupo terrorista se dio cuenta de que sus radios también estaban comprometidas, Israel activó los explosivos, causando la muerte de varios miembros y generando una gran confusión en la estructura interna de la organización.
Los israelíes demostraron al mundo que la tecnología de uso cotidiano no solo es efectiva para el espionaje masivo, sino también para llevar a cabo asesinatos selectivos. De un golpe, lograron destrozar la moral de Hezbolá, exterminar a su cúpula y desmantelar las redes de comunicación que los conectaban.
La brillante operación de los servicios de inteligencia de Israel, que llevó casi un año de preparación, fue el preludio de un desmantelamiento que un mes atrás hubiera parecido imposible.
El primer paso fue la detonación sincronizada de los dispositivos comunicación en los bolsillos o a escasos centímetros de los rostros de sus portadores. El segundo, al día siguiente, fue la explosión de cientos de teléfonos móviles, walkie-talkies, radios portátiles e incluso paneles solares.
El tercero, especialmente en la última semana, fue una oleada de ataques aéreos en el sur del Líbano y en el barrio chiita de Beirut, áreas bajo control de Hezbolá, con el objetivo de destruir los arsenales de la organización.
El cuarto paso, en este mismo período, fue eliminar, uno a uno, a los hombres más influyentes del grupo terrorista, dejando para el final al líder máximo, Hassan Nasrallah, quien había recibido miles de millones de dólares de Irán para intentar destruir o al menos intimidar al Estado de Israel.
Ningún asesinato anterior se compara en relevancia con el de Nasrallah. Sin embargo, entre los muertos resaltan algunos nombres clave. Ibrahim Aqil, jefe de Operaciones y comandante de la élite de Hezbolá, los Radwan, fue abatido el sábado pasado.
De esta manera, se puso fin a la recompensa que Estados Unidos ofrecía por cualquier información sobre su paradero, ya que Aqil fue el responsable de la muerte de 314 estadounidenses y 58 franceses en los años ochenta.
Ibrahim Muhammad Qabisi, jefe de la Fuerza de Misiles y Cohetes, cayó el martes junto a sus colaboradores Abbas Ibrahim Sharaf Ad-Din y Hussein Hany.
Fuad Shukr, jefe de las Unidades de Organización Estratégica y uno de los criminales más buscados por Estados Unidos, fue abatido antes que los demás, a finales de julio. Finalmente, Ali Karaki, comandante del Frente Sur, también fue eliminado el lunes, según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Tres fuentes diferentes informaron a los periodistas Ronen Bergman y Patrick Kingsley, del diario estadounidense The New York Times, que los servicios secretos israelíes venían siguiendo a Nasrallah desde hacía meses.
Finalmente, el viernes pasado, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, informado antes de su intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, dio su autorización, y la Fuerza Aérea de Israel lanzó 80 bombas sobre la ubicación del líder supremo de Hezbolá, quien estaba reunido en un edificio en Beirut con altos oficiales de la Guardia Revolucionaria iraní.
Una respuesta sin precedentes
En 2006, cuando las tropas israelíes cruzaron la frontera libanesa para enfrentarse a Hezbolá, sus fuerzas aéreas atacaban unas 200 posiciones diarias.
Solo el lunes pasado, Israel alcanzó 1.600 objetivos. En aquel entonces, el primer ministro Ehud Olmert fue criticado por su tibieza ante la principal amenaza al norte del país, críticas que lo persiguieron por años.
En la última década, Israel decidió cambiar su estrategia, combinando el poder aéreo y balístico con un fortalecimiento de sus servicios de inteligencia para hacer frente a Irán y sus aliados en el Medio Oriente, y los resultados están a la vista.
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