
Soterramiento del Sarmiento: 17 años y 420 millones de USD perdidos en inoperancia
El Gobierno cerró definitivamente el soterramiento del Sarmiento, tras 17 años y millones de dólares perdidos.
Después de 17 años de anuncios, cambios de gestión y promesas incumplidas, el soterramiento del ferrocarril Sarmiento llegó a su fin. La decisión fue tomada por la administración de Javier Milei, que resolvió sellar para siempre el túnel de 7,2 kilómetros construido parcialmente.
Esta obra, iniciada con gran expectativa en 2008 por Cristina Fernández de Kirchner, nunca llegó a cumplir ni una cuarta parte de su objetivo original. Hoy, queda como un testimonio subterráneo del derroche y la ineficiencia del Estado.
Una promesa incumplida desde 2008
El proyecto original preveía 32,6 kilómetros de túnel, abarcando desde Caballito hasta Moreno. La primera etapa, de 9,2 kilómetros, ya representaba una inversión de 1000 millones de dólares. Sin embargo, las excavaciones solo alcanzaron 7,2 km antes de quedar paralizadas en Villa Luro.

Durante más de una década, la obra fue utilizada como bandera política y promesa de modernización ferroviaria, pero nunca contó con el respaldo económico sostenido para concretarse.
Millones bajo tierra
Según datos oficiales, se invirtieron 420 millones de dólares en la obra antes de su paralización definitiva. La tuneladora “Argentina”, una gigantesca máquina de 125 metros de longitud y cientos de toneladas de acero, permanece enterrada e inutilizada a 20 metros de profundidad.
El cierre implica la construcción de muros en ambos extremos del túnel, dejando sepultado no solo el material sino también los recursos que nunca retornarán a los contribuyentes.

Una historia de corrupción y desidia
El soterramiento del Sarmiento estuvo marcado por sospechas de corrupción, principalmente vinculadas a la constructora Odebrecht. Mientras en otros países de la región las investigaciones derivaron en condenas, en Argentina la causa quedó estancada.
Tres gobiernos kirchneristas, sumados a parte de la gestión de Mauricio Macri, fueron incapaces de darle un destino funcional al proyecto. La política eligió postergar definiciones mientras la infraestructura se degradaba.
Impacto urbano negativo
Durante casi veinte años, la traza del Sarmiento fue un obstáculo para los vecinos. El proyecto bloqueó la posibilidad de realizar obras alternativas, como viaductos o pasos bajo nivel, que hubieran mejorado la circulación y reducido riesgos en los pasos a nivel.
En la Ciudad de Buenos Aires, más de la mitad de estos cruces peligrosos corresponden al Sarmiento. Los barrios convivieron con calles cortadas, terrenos ocupados y una barrera urbana que partió comunidades en dos.
El cierre definitivo

Las empresas Sacde y Ghella, responsables de la construcción, acordaron con el Gobierno la rescisión del contrato. La medida incluye el desmantelamiento de instalaciones y el sellado de la obra.
A corto plazo, no existen planes para retomar el proyecto. La administración actual apuesta a liberar la traza para que la Ciudad y los municipios bonaerenses avancen con soluciones más económicas y factibles.
El costo del fracaso
Lo que se anunció como una obra emblema del Bicentenario terminó convertido en un símbolo de ineficiencia estatal y mala administración. El soterramiento del Sarmiento debía completarse en 36 meses y se extendió en el tiempo hasta convertirse en una estructura muerta.
Hoy, a 20 metros de profundidad, descansan millones de dólares, maquinaria de última generación y una oportunidad perdida para modernizar el transporte ferroviario argentino.
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