
Córdoba: policía que robaba a detenidos fue condenado a un año y medio de prisión
El cabo primero Ignacio Matías Barrionuevo, de 38 años, deberá purgar la condena en la cárcel.
En otro caso de corrupción policial, el cabo primero de la Policía de Córdoba, Ignacio Matías Barrionuevo, de 38 años, fue sentenciado a un año y medio de prisión por robar pertenencias de los detenidos en su quehacer diario.
El hecho se tramitó en los Tribunales II de Córdoba.
Barrionuevo estaba detenido desde hacía más de cinco meses en la cárcel de Bouwer y ahora deberá purgar un año más tras las rejas.

El cabo fue imputado como autor de estafas reiteradas, de tentativas de estafa y de hurto doblemente calificado.
Ya no volverá a vestir el uniforme, según él mismo reconoció durante el proceso.
Su pareja, Raquel Elizabeth Roldán (36), también reconoció su responsabilidad en el abreviado.
Fue condenada a un año de prisión condicional como coautora de varias estafas.
Esa condición la deja en libertad, aunque bajo estrictas reglas: deberá cumplir una serie de obligaciones judiciales.
El modus operandi del policía padrón de Córdoba
Barrionuevo trabajaba en la comisaría 8ª, en barrio Patricios, en la zona nordeste de la capital cordobesa.
Allí debía cumplir funciones de guardia y custodiar las pertenencias de los detenidos.
Sin embargo, según quedó probado, aprovechaba ese acceso privilegiado para apropiarse de datos personales y bancarios de los aprehendidos.
Durante la noche, revisaba billeteras y documentos que estaban bajo resguardo oficial, sacaba fotos de tarjetas y documentos con su celular y las enviaba por WhatsApp a su pareja.
Ella, desde su casa, realizaba compras online, transferencias a billeteras virtuales y recargas telefónicas.
En algunos casos, los fraudes se concretaron, y las víctimas terminaron pagando consumos ajenos.
En otros, los intentos quedaron frustrados por medidas de seguridad bancaria. Pero todos los episodios sumaron pruebas que terminaron siendo demoledoras.
El detalle que más llamó la atención de los investigadores fue que algunas de las fotos enviadas a Roldán tenían como fondo el libro de guardia de la comisaría, una imprudencia que dejó evidenciado que los datos habían sido obtenidos dentro de la dependencia policial.
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