Libertad o Muerte
El domingo 24, votemos con fuerza y digamos alto y claro: ¡Libertad!.
Pocos países en el mundo tienen varias banderas oficiales; nosotros tenemos tres. Pocos países en el mundo tienen frases en sus banderas, y los que las tienen suelen esconderlas dentro de un escudo con algún lema decorativo. Pero los uruguayos no nos andamos con rodeos: tenemos una bandera que es, en esencia, una frase: Libertad o Muerte.
Elegida por Lavalleja, no hace más que recoger la herencia artiguista, cuando en 1813 instruyó a promover la libertad "en toda su extensión imaginable". No es casualidad. Este lema también recoge el concepto hispánico de libertad, profundamente arraigado en nuestra cultura.
No en vano Cervantes hizo que Don Quijote le dijera a Sancho: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida."
El amor a la libertad
Los uruguayos amamos la libertad a toda costa. Nos viene de casta. Pero la libertad siempre ha tenido enemigos: los adoradores de tiranos la desprecian y adoran, en su lugar, la igualdad. Y ahí es donde está el peligro. Recientemente, el Sr. Korseniak, traicionando el legado de Artigas y Lavalleja, llegó a la conclusión de que "no hay libertad sin igualdad". Traducido: primero todos iguales, luego veremos si te hago libre. Así comienzan todos los tiranos.
Incluso los revolucionarios franceses, que eligieron la célebre tríada de Libertad, Igualdad y Fraternidad, pusieron a la libertad primero. Porque sin ella, todo lo demás se convierte en opresión. No nos dejemos engañar. Poner cualquier cosa por delante de la libertad es destruirla. Y ni Cervantes, ni Artigas, ni Lavalleja habrían permitido algo semejante.
Hoy, la libertad individual está bajo ataque más que nunca. Tras la caída del Muro de Berlín, la izquierda derrotada se transfiguró en movimientos de "derechos", tratando de imponernos igualdad por encima de la libertad. Pero no somos los únicos en resistir. En Estados Unidos resurgió el lema de hace 200 años: "Don’t Tread on Me" (No me pises). En Argentina, el grito "¡Viva la Libertad, carajo!" se convirtió en una bandera de rebeldía frente a la burocracia y la nivelación para abajo.
Y nosotros, los uruguayos, llevamos 200 años defendiendo la libertad. Rodeados, claro, de enemigos: los Civila, que sueñan con una sociedad sin clases, una pesadilla con los actuales medios de control social; o los Korseniak, que quieren imponer su "igualdad" antes de dejarnos ser libres. No se lo permitiremos. Todo el discurso igualitario es un desprecio a la libertad.
El lema Libertad o Muerte no es solo una declaración de principios: es una advertencia. Estamos dispuestos a morir por defenderla. Y al que intente arrebatárnosla o imponer su definición, que venga confesado. Con la libertad no se juega.
Este domingo, más allá de las consideraciones económicas o sociales, estamos ante una encrucijada filosófica. De un lado, los que privilegian la libertad. Del otro, los que prometen igualdad, pero al precio de quitártela. El Himno Nacional dice que el grito de libertad a nuestros valientes en el combate los llenó de entusiasmo sublime y que en el próximo combate gritaremos libertad y que muriendo también gritaremos libertad.
Este domingo, votemos con fuerza y digamos alto y claro: ¡Libertad!. Porque ese grito a la patria salvó y, sin duda, la salvará otra vez.
Más noticias: