
Alerta: Uruguay impone el constructivismo social y la ideología de género con la ESI
Giro ideológico en la educación sexual uruguaya
Recientemente, la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) reinstaló la Comisión de Educación Sexual Integral (ESI), universalizando en todo el sistema nacional educativo el enfoque epistemológico constructivista y relativista, marcado por teorías feministas de género nacidas en la segunda ola del feminismo.
Esta imposición representa un cambio profundo que afecta la forma en que se concibe la sexualidad en la educación, desplazando a un segundo plano la perspectiva biológica y científica. Es inadmisible la confusión: Educación sexual no es lo mismo que Educación Sexual Integral.
Educación sexual en Uruguay
Durante gran parte del siglo XX, la enseñanza sexual estuvo centrada en una perspectiva positivista, sanitaria y normativa, orientada a la prevención de enfermedades y a la regulación moral de la sexualidad, como se evidenció en iniciativas como el Plan Clemente Estable (1930-1970).

Incluso, anteriormente, la educación sexual promovida por Paulina Luisi introdujo un enfoque basado en la higiene social y la moral biológico-eugenésica.
Este enfoque prevaleció en el sistema educativo y en las políticas públicas hasta fines del siglo XX, cuando la educación sexual comenzó a incorporarse a debates internacionales, con la adhesión de Uruguay a la ONU en 1945, como miembro fundador.
Un punto de inflexión fue la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo en El Cairo en 1994, que impulsó una educación sexual basada en derechos humanos, perspectiva de género y construcción social de la sexualidad.
¿La sexualidad es un derecho?
Uruguay ha ido incorporando progresivamente la agenda de derechos humanos, incluyendo los derechos sexuales, en sus políticas nacionales.
El reconocimiento de la sexualidad como un derecho comenzó en la década de 1970, impulsado principalmente por el movimiento feminista de la segunda ola.

Durante los años 80, el concepto de derechos sexuales se consolidó en círculos feministas, de salud pública y derechos humanos, y fue impulsado por organismos como la OMS.
En 1994, en El Cairo, se reconocieron formalmente los derechos sexuales como derechos humanos fundamentales. Este reconocimiento fue reafirmado un año después en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing.
La ONU y la erosión de la soberanía educativa nacional
En 2005, bajo Tabaré Vázquez, se creó la Comisión de Educación Sexual dentro de la ANEP, planteando la ESI como un derecho educativo fundamental.
En 2008, dos hechos legislativos marcaron un avance: la Ley General de Educación N.º 18.437 (incorporación curricular de la educación sexual) y la Ley N.º 18.426 de salud sexual y reproductiva.
Ese mismo año se lanzó el Programa de Educación Sexual (PES), consolidando la ESI en las escuelas públicas. En 2017, el PES se integró en el Área de Derechos Humanos de la ANEP.

Finalmente, en 2025, se reinstaló la Comisión de ESI con un énfasis renovado en “derechos, igualdad y salud”.
Corrompiendo la educación: del positivismo biológico al constructivismo ideológico
El sistema educativo uruguayo ha transitado de una educación sexual tradicional, basada en biología y hechos científicos, a un modelo constructivista e ideológico.
La ESI, promovida por UNESCO, UNFPA y OMS, relativiza la biología y eleva percepciones subjetivas al mismo nivel que evidencias científicas. Además, incluye contenidos de identidad de género fluida y derechos sexuales infantiles.
El Estado como ejecutor de una agenda supranacional
Con la creación en 2025 del Área de ESI en la ANEP, el Estado dejó de ser garante soberano de la educación y pasó a ser ejecutor de currículos diseñados por burócratas internacionales.
La educación deja de ser un derecho individual a la formación para convertirse en una obligación colectiva de aceptación ideológica.
Un llamado a defender la soberanía educativa y la diversidad
Hoy, Uruguay impone una noción reduccionista y sesgada de la sexualidad basada en teorías feministas de género.
La educación debe ser un espacio para transmitir conocimientos basados en la verdad biológica, no un instrumento de homogeneización ideológica.
Los uruguayos deben defender el derecho legítimo de las familias a una educación libre, cuestionando la imposición globalista que corroe la soberanía educativa y la inocencia de los niños y jóvenes.
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