
Crimen, impunidad y picadas
Dos muertos en Buceo, un asesino al volante y una casta política ineficaz
El pasado domingo 25 de mayo, en Buceo, un doble homicidio sacudió al país. Un hombre de 66 años y una mujer de 57 murieron atropellados por un descerebrado criminal que, totalmente consciente, corría picadas a toda velocidad. Sabía lo que hacía. Sabía el riesgo. Y, aun así, lo hizo. Por lo tanto, no fue un accidente: fue un asesinato.
Mientras cruzaban Bulevar Batlle y Ordóñez y Neyra, sus vidas fueron destruidas en segundos por un irresponsable al volante. Y también por un Estado ausente, cómplice por omisión, que hace años no está a la altura para enfrentar esta epidemia de muertes evitables. Las picadas no son nuevas. Son el síntoma más ruidoso del fracaso de las autoridades.
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Y si hay un rostro para ese fracaso, es el del pichón de Orsi, Marcelo Metediera. Cuando Orsi se dedicó a la campaña electoral, Metediera asumió como intendente de Canelones. Hoy es Director General de Tránsito y Transporte. ¿Su formación para el cargo? Nula. ¿Su experiencia? Solo acumula fracasos. Un simple recorrido por las noticias basta para ver su historial, donde figura en cada una de ellas.
En esa misma búsqueda encontramos otras "joyas" de Metediera: como cuando fue abucheado en Canelones por el desastre en seguridad, o cuando defendió junto a Orsi a un funcionario “compañero” que resultó estar involucrado en tráfico de drogas. Y como buen comunista, tampoco faltó su apoyo explícito a Maduro en la dictadura sangrienta de Venezuela.
Esto es lo que Orsi nos deja. Esta es la gente con la que gobierna. Una manga de acomodados ideologizados, que hablan de “progreso” mientras apañan el caos, que levantan el puño en nombre del pueblo mientras viven del esfuerzo ajeno. Vienen por cinco años de sueldos públicos, sin rendir cuentas a nadie.
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Pero cada vez somos más los que ya no les creemos. Más los que nos hartamos de esta casta que nos miente en la cara, de la impunidad que genera este sistema, del desprecio por la vida y la libertad. Más los que estamos diciendo basta.
Queremos vivir tranquilos, sin miedo a morir en la calle por culpa de un idiota suelto y de un Estado inútil. Queremos orden, justicia, castigo para los delincuentes, respeto por la vida y por la libertad. Queremos recuperar Uruguay.
Pero falta menos. La reacción ya empezó. El despertar está en marcha. Y no hay vuelta atrás.
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