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Argentina

Subsidios a la Energía: ¿Hasta cuándo Argentina va a sostener este modelo que destruye al país?

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Con la aprobación de la nueva Ley de Zonas Frías y el proyecto de la Ley de Zonas Cálidas, tanto el macrismo como el kirchnerismo están unidos para profundizar el modelo de subsidios a la energía que está generando ineficiencia y pobreza.

Argentina atraviesa sin duda la peor crisis económica de su historia. El congelamiento sobre los servicios públicos hace cada vez más grandes los aportes del Estado y ya sea por demagogia o porque nadie se atreve a que un titular en los medios masivos de comunicación diga “Tarifazo Nacional y Popular”, el problema continua.

¿Hasta cuándo la macroeconomía permitirá sostener un nivel cada vez más creciente de subsidios energéticos? Las últimas discusiones entre el Ministro de Economía, Martín Guzmán, y el Secretario de Energía, Federico Basualdo, demuestran que hemos llegado a un punto donde incluso lospaladines de los necesitados” necesitan aumentar las tarifas para reducir el costo que los subsidios tienen sobre las arcas del Estado.  

En Argentina los subsidios energéticos se canalizan principalmente a través de dos grandes empresas, CAMMESA (Compañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista) y ENARSA (Energía Argentina SA, hoy renombrada IEASA), que entre otros fines tienen a su cargo, respectivamente, el despacho y administración de la energía eléctrica, y la compra de gas importado para el abastecimiento del mercado interno.

CAMMESA le compra la energía a los generadores, para luego vendérsela a las distribuidoras. Los precios varían según cada tipo de generador (Eólico, Solar, Turbina de gas, si es precio Spot, con contratos, etc.) pero lo más destacable, es que CAMMESA vende la energía a un 40% de su costo, siendo el 60% restante cubierto por subsidios o aportes del Tesoro. 

Vale aclarar, que la mayor parte de la energía del país se produce en centrales térmicas que consumen gas natural. Por lo tanto, no sólo subsidiamos la oferta de gas al productor, sino también el precio de la electricidad que las usinas le dan a CAMMESA mediante ese gas subsidiado.

El último Plan Gas, por ejemplo, asegura que los productores reciban el precio ofertado en un concurso público, y por el otro lado, que dicho costo sea abonado por usuarios. De haber una diferencia, es mismo será cubierto por el Estado mediante subsidios. ¿Qué porcentaje representan esos subsidios? Depende de la clase política. 

Si el Estado paga el 60% del costo de la energía eléctrica, o el 55% del costo del gas, esto significa que los subsidios los pagamos todos a través de nuestros impuestos, independientemente de nuestro poder adquisitivo. El dinero que destinó el Estado a subsidios energéticos fue el 1.7% del PBI en 2020; U$S 6.600 millones aproximadamente. 

Según el presupuesto 2021 se iba a mantener la proporción del 1,7%, pero debido a las sucesivas devaluaciones y el eterno congelamiento tarifario, este porcentaje finalmente aumentará en 2021 más de lo que propone la demagogia electoral plasmada en el presupuesto oficial

Es menester comprender que no existe subsidio más ineficiente que aquel sobre un bien escaso. Si no impulsamos la producción e incentivamos un consumo de gas o electricidad más eficiente, subsidiarlos significa poner parches sobre un problema que cada vez empeora.

Desde principios de siglo, la producción de gas viene en caída, y además, no se optimiza la capacidad en su transporte. Consecuentemente, en épocas invernales las industrias, y principalmente los hogares, demandan mayores cantidades de gas que el sistema energético argentino no puede proveer. ¿Qué parche se crea a este problema? Importar. La energía que importa el Estado cuesta el doble o triple del valor local, y eso significan divisas del Banco Central que hay que utilizar.

Este año los resultados para el Estado serán peores, debido al aumento de precios y volúmenes importados de petróleo y gas natural licuado (GNL). 

Pésimas y sucesivas políticas energéticas, tuvieron como consecuencia que desde el año 2011 la Argentina pasara de ser un exportador neto de energía a tener déficit energético y comenzara a importar energía, sin poder revertir esta situación hasta el día de hoy

¿Se pueden aumentar las tarifas en una crisis económica, con pandemia, en un año electoral? La respuesta ya la dio la casta política, negativamente, con aumentos despreciables frente a una inflación mayor al 40%.

También entendamos que no podemos dejar afuera a todo un sector de la población que no puede pagar todo el acumulado de esa cadena de costos energéticos. Para ellos existe hoy en día una herramienta: la Tarifa Social.

Aunque la Tarifa Social cubra cierta parte del consumo a cero costo, para luego en el siguiente escalón de consumo cubra la mitad del costo, lamentablemente quienes son destinatarios de esta herramienta suelen ser quienes más consumen y menos conocen sobre ahorro energético, ya que suelen tener equipos o electrodomésticos más viejos, además de no disponer del capital necesario para ir a comprar una heladera eficiente o lámparas led, por citar un ejemplo.

Según los marcos regulatorios vigentes, es el Estado quien decide otorgar subsidios a usuarios o regiones, y los mismos deben estar limitados en el tiempo, ser explícitos, y contar con recursos en el presupuesto de cada año, de manera que su costo no altere el funcionamiento de la industria.

A pesar de esto, la Argentina afronta una política de subsidios que ha sido un problema sin solución durante los últimos 20 años.

A la salida de la convertibilidad, pasamos de un sistema donde los precios y tarifas reconocían precios de prestación, a un congelamiento de tarifas y precios, quizás el más largo de la historia, que funciona como una “tarifa social generalizada” la cual minimizó los errores de exclusión -no dejamos a nadie afuera-, pero tuvo un enorme error de inclusión con un costo fiscal enorme.

¿Cuál fue el costo de la política de subsidios entre 2003 y 2015? 

A partir de 2005, la inflación empezaba a tener dos dígitos y el costo de los subsidios comenzaba a ser relevante, hasta alcanzar un pico en 2015, donde los subsidios llegaron a U$S 17.000 millones anuales.

El costo fiscal de la política de subsidios en el 2014 fue equivalente al déficit fiscal de la Argentina. Para ser más claros: si no se aplicaban subsidios a la energía, la Argentina no tenía déficit fiscal. Por otro lado, la política de tarifas y subsidios en una EMERGENCIA PERMANENTE -18 de los últimos 20 años- desincentivó la inversión, la producción de energía cayó, y la misma fue reemplazada con importaciones que demandaron en 2014 el equivalente al saldo comercial de la Argentina de ese año. Dicho de otra forma: si no importábamos combustibles, la Argentina no tenía déficit en la balanza comercial.

Ausencia de inversiones derivaron en una peor calidad del servicio. La frecuencia de los cortes en el AMBA en 2015 triplican los del año 2000 y la duración de dichos cortes se multiplica por 5. Toda esta ola de subsidios se da en un contexto donde literalmente había crecimiento económico y la gente podría haber afrontado aumentos paulatinos.

Se generó una enorme distorsión en los precios de consumo, descartando cualquier idea de Eficiencia Energética. Además distorsionaron las decisiones de inversión, las cuales sólo funcionaron a partir de planes estímulos o incentivos a la oferta, que intentaban reactivar una inversión privada que veía un escenario de alto riesgo.

El ajuste en la administración de Mauricio Macri era inevitable. Al dejar el gobierno, entregó en 2019 los subsidios en U$S 4.700 millones, habiéndolos reducido en un 72%. Por supuesto que esto, entre tantas otras decisiones, tuvo implicancias en el resultado electoral.

Sin embargo, el inicio de la actual administración, SIN PANDEMIA, trajo bajo el brazo la misma receta del 2003 a 2015: emergencia, congelamiento e intervención de los entes reguladores.

En abril 2019, los subsidios a CAMMESA cubrían el 32% de los costos, mientras que hoy cubren poco más del 60% y el proyectado para fin de año estará en torno al 70%, resultando en U$S10.000 millones

Estamos repitiendo la receta del pasado, pero a una velocidad mayor, porque la inflación crece a pasos agigantados. 

Ley de Subsidios a las Zonas Frías y Cálidas

Los subsidios como están planteados actualmente, no son distributivos sino que favorecen a los usuarios de mayor poder adquisitivo. El 34% de los hogares no están conectados a la red de gas. ¿Cómo puede beneficiarse de una tarifa de gas subsidiada ese usuario que no se encuentra conectado a la red? 

Irónicamente, 2,8 millones de usuarios conectados a la red de gas natural que no forman parte de ningún grupo vulnerable, pagarán el gas a menos de un cuarto del valor que abona un usuario de gas en garrafa.

Los usuarios que utilizan garrafa, si quisieran tener un nivel de confort similar a los que se encuentran conectados a la red, gastarían entre 4 y 6 veces más dinero que los beneficiados por la ampliación de la zonas frías, pese a no estar contemplados en ningún grupo vulnerable.

Ese hogar que paga su garrafa -además de pagar impuestos y el IVA en  los alimentos o cualquier bien que consume- ayuda a cubrir la tarifa de los usuarios que se encuentran en una situación más favorable.

En los siguientes gráficos podemos observar a la izquierda las provincias beneficiadas con la nueva ley -impulsada por Máximo Kirchner– y a la derecha el nivel de incidencia de pobreza en Argentina:

El resultado es trágico y obvio: las zonas más pobres del país deben subsidiar a las zonas beneficiadas por la nueva ley. Bajo el esquema de subsidios cruzados planteado en la modificación para zonas frías, los usuarios de la red de gas van a pagar un recargo fiduciario por su consumo para financiar que las zonas frías tengan gas más barato.

Para financiarlo, habrá un aumento en los cargos que pagan las PYMEs, las estaciones de GNC, grandes industrias, usinas térmicas y otros usuarios. Como consecuencia, va a volver a subir el costo mayorista de la electricidad.

Es decir, los hogares pobres conectados a la red eléctrica van a tener que pagar un cargo adicional por el gas usado en generación térmica para financiar a los usuarios de algunas localidades que van a ser beneficiados con la extensión del subsidio patagónico. Inédito.

Como si fuera poco, también están preparando otro proyecto -de otro brillante diputado kirchnerista por supuesto- para que se otorguen rebajas de tarifas eléctricas en “zonas cálidas”, el cual ciertamente ya recibió aprobación de la oposición. 

¿Qué podemos resaltar y concluir de todo esto? 

El aumento de tarifas tiene un costo político, social y económico insoslayable. Es importante instalar en la sociedad la idea de que quien consume la energía tiene que pagarla por lo que vale, como fue durante muchas décadas y como ocurre en todo el mundo.  

La salida de la pandemia va a dejar un enorme porcentaje de la población, mayor al actual, por debajo de la pobreza. Urge pensar una política pública de subsidios consensuada por todo el arco político, incorporando al debate a los diversos profesionales que posee la Argentina en materia energética, ya que este problema no se soluciona ni en uno, ni en dos periodos de gobierno.

Esta política debería tener en consideración la eficiencia en el gasto, transformando los subsidios generalizados existentes a la oferta, en subsidios a la demanda con una fuerte campaña de concientización sobre el esfuerzo fiscal que realizan el Estado y los contribuyentes para financiar esos subsidios. Para lograr esa eficiencia en el gasto, debe existir un mecanismo de focalización bien aceptado, que disminuya los errores de inclusión que tenemos actualmente

La herramienta de hoy es la tarifa social, que cubre a jubilados, pensionados, discapacitados, receptores de AUH, etc., y la misma focaliza en base a atributos y criterios sociales objetivos, minimizando errores de inclusión cruzando bases con el registro de inmuebles o del automotor.

Necesitamos salir del congelamiento tarifario eterno, que tiene un costo fiscal cada vez mayor y pone en jaque el funcionamiento de la cadena energética. La extensión en el tiempo de los subsidios va en detrimento del futuro del sector energético y la inversión en él.

Toda esta política de socialismo energético aleja a las personas de la realidad. Nadie va a pagar por una máquina eficiente o por una heladera nueva si la electricidad no es un costo significativo en su canasta industrial o familiar. Esta pésima asignación de recursos genera derroches de energía.

Volviendo más reales los costos, podríamos incentivar la eficiencia energética, un concepto casi inexistente en la Argentina. Esto podría implementarse con un reemplazo de máquinas viejas por equipos más eficientes (motores, heladeras, calefones, etc), lo que produciría significativos ahorros para la economía de los hogares, las industrias, e incluso para las arcas del Estado.

Tenemos todas las herramientas para financiar una correcta política de eficiencia energética y reactivar al mismo tiempo la industria nacional, mientras a la vez se pueden permitir aumentos en las tarifas sin afectar de manera excesiva a los usuarios finales. Sólo falta la voluntad política de hacerlo.

Que quede claro, de no pagar las tarifas con subsidios, los pagaremos con impuestos, lo cual es igual de grave. 

Los subsidios son “parches” que no solucionan ningún problema. Por el contrario, se deberían generar mejores incentivos que fomenten la inversión en la industria para volver al autoabastecimiento energético perdido. Un crecimiento en la producción de gas, acompañado de una disminución impositiva, permitiría a los usuarios obtener precios equilibrados en las facturas.

Si no corregimos esto a tiempo, las distribuidoras dejarán de pagar la energía que venden y, en consecuencia, el problema escalará desde las empresas de transporte y distribución al resto del sistema (producción y generación), el cual se encaminará a la cesación de pagos. Esa situación es la cual debemos evitar llegar.

Por los Ing. Nicolás Pierri y Candela Sol Silva, de CAUSA Argentina, para La Derecha Diario

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Un heroico gendarme mató a dos delincuentes que intentaron robarle cuando iba a su trabajo en José C. Paz

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Los ladrones fueron asesinados por el sargento que estaba de franco. Un rato antes quisieron asaltar a un policía de la Ciudad que también se resistió a los tiros pero escaparon con vida.

Un sargento de la Gendarmería se enfrentó este viernes a un grupo de delincuentes que quisieron robarle cuando se dirigía a su trabajo. Sucedió en la localidad bonaerense de José C. Paz y como consecuencia dos de los ladrones resultaron muertos, uno de los cuales era menor de edad.

El hecho ocurrió alrededor de las 4 de la madrugada en la esquina de las calles Fray Butler y Niels Filsen, en las inmediaciones de la estación Sol y Verde del ferrocarril San Martín. Allí, el gendarme identificado como H.O.M. fue asaltado mientras estaba en la parada de colectivos vestido de civil.

Los asaltantes, de 16 y 24 años, amenazaron y le exigieron sus pertenencias a la víctima, que respondió a los tiros. En esa situación, dos de ellos fueron alcanzados por los balazos y cayeron al suelo: uno recibió al menos un disparo en el pecho y murió en el acto, el otro falleció en el hospital horas más tarde.

El resto de la banda huyó y permanece prófugo. La investigación del caso está en manos de la fiscal Alejandra Burges, titular de la Unidad Funcional de Instrucción N°22 de Malvinas Argentinas, y se esperaba la declaración del sargento.

Al iniciar las medidas para reconstruir la secuencia de los hechos, los investigadores descubrieron que los ladrones habían intentado robarle a un policía de la Ciudad un rato antes del ataque al gendarme, a solo unas pocas cuadras de distancia.

El efectivo de la fuerza porteña, quien iba de civil a tomar el tren camino a su puesto de trabajo, también se defendió del robo a los disparos. Una cámara de vigilancia registró ese momento. En las imágenes se ve al agente sacar su arma y abrir fuego.

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Milei le respondió a los «econochantas» que dicen que el dólar está atrasado y explicó su programa económico

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El Presidente publicó en Twitter que Argentina está en medio de un proceso de ordenamiento de precios relativos, donde se destaca por ser costosa en dólares debido a su estructura fiscal y regulatoria.

El presidente Javier Milei compartió una publicación en su cuenta oficial de X donde explicó sobre la discusión acerca de si el precio del dólar oficial se ha atrasado en términos reales después de la última devaluación. Comenzó su posteo con la pregunta «¿Atraso cambiario?».

“Si bien es imposible conocer los parámetros profundos (preferencias, tecnología y dotaciones) para toda la humanidad en el presente y el futuro, por lo que sólo de casualidad un ser humano podría determinar el vector de precios de equilibrio y con ello hablar del desvío, al menos de corto podríamos preguntarnos si un cierto marco de política implica un sendero en dicha dirección”, reflexionó Milei.

A continuación, el presidente enumeró cinco razones por las cuales considera que el tipo de cambio se mantiene en un nivel adecuado respecto a su programa económico:

  • Superávit financiero en el tesoro.
  • Base monetaria constante.
  • Brecha casi nula, con compra de reservas netas.
  • Saneamiento del balance del BC.
  • Levantamiento de restricciones en el mercado cambiario todos los días hasta que un día se termine de salir del cepo.

«Por lo tanto, ¿estamos frente a un caso de apreciación cambiaria o a un caso de reacomodamiento de precios relativos donde Argentina es cara en dólares dada su estructura fiscal y regulatoria?«, concluyó.

Posteriormente, Milei compartió una publicación del economista Federico Furiase, asesor del Ministerio de Economía. “Clave lo que marca el Presidente. La apreciación real es resultado del ancla fiscal, monetaria y el saneamiento del BCRA. El desplome en brecha, riesgo país e inflación reflejan esa consistencia. Sube tasa real bajando tasa nominal y se modera apreciación real con el crawling peg de 2%”, comentó Furiase.

Las declaraciones van en línea con las palabras que dio esta semana el ministro de Economía, Luis Caputo, en su discurso en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Allí afirmó que la apreciación del tipo de cambio “vino para quedarse” y que no hay que esperar “un cimbronazo” en materia del valor del dólar.

Si se hacen los deberes, el tipo de cambio real se aprecia. Vamos a convivir con un tipo de cambio más apreciado, tenemos equilibrio fiscal y superávit comercial. Si mantenemos eso, esa apreciación vino para quedarse”, señaló Caputo en un evento organizado por la Fundación Mediterránea. “No nos ponemos una meta de tipo de cambio real, no es una medida razonable”, dijo en conversación con Juan Ignacio Abuchdid, del Grupo IEB.

Comparar un año con otro puede ser parecido pero no es una comparación válida. No ignoramos que muchos miran eso. El tipo de cambio real promedio fue $880 a lo largo de los últimos 120 años. Y en momentos de confianza, el tipo de cambio a precios de hoy fue de $560, casi la mitad de hoy. Vamos a convivir con un tipo de cambio más apreciado», mencionó el jefe del Palacio de Hacienda.

«Tenemos equilibrio fiscal y superávit comercial. Esa apreciación vino para quedarse, no esperen el cimbronazo. Para los que todavía esperan un tipo de cambio real caro: no va a pasar eso”, agregó.

Por otro lado, Milei reposteó una publicación de Federico Sturzenegger, asesor presidencial y co-autor de la Ley Bases y el DNU 70/2023. El economista recordó el “Teorema de la imposibilidad de la empresa pública” que dice que “si el Estado tiene una empresa pública, la calidad regulatoria de un sector es inversamente proporcional a la relevancia de la empresa en el sector”.

Quiere decir que si tenés una empresa pública Y en un sector X, la regulación del sector X va a ser peor cuanto más grande sea Y. La imposibilidad reside en que es imposible tener la regulación correcta de un sector si tenés una empresa pública en ese sector”, explicó Sturzenegger.

Hay una extensa literatura de la captura regulatoria. Empresas que captan al regulador para generar regulaciones a su favor. Pero cuando hay una empresa pública el regulado es el regulador. Una situación imposible”, añadió.

El economista sostuvo que los ejemplos “abundan”. “Monopolios innecesarios que persisten para sostener la empresa pública. ¿O sino por qué tuvimos nuestros cielos cerrados 100 años? ¿Por qué tenemos una ley postal que da un monopolio a Correos Argentinos y que incluso le permite al Estado abrir la correspondencia?”, mencionó.

Por qué se llegó al absurdo de la ley 27.007 que transfirió una renta equivalente a un PBI a las empresas petroleras? (Ahí el verdadero costo de la nacionalización de YPF). Por qué se restringía la internet satelital que pronto permitirá una cobertura integral de nuestro país?”, concluyó Sturzenegger.

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Milei sigue cumpliendo promesas: Eliminará el 40% de los Registros del Automotor intervenidos por causas de corrupción

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Además, se eliminará la cédula azul, la CETA, las cédulas verdes no tendrán fecha de vencimiento, se digitalizarán todos los trámites, y se fiscalizarán los registros que quedan abiertos.

El gobierno de Javier Milei había prometido la eliminación de los registros automotores, y tras cumplirse el plazo establecido para avanzar con esta medida, se emitió un comunicado anunciando el cumplimiento de esa promesa.

El comunicado, basado en los resultados de la primera etapa de la auditoría realizada en la DIRECCIÓN NACIONAL DE LOS REGISTROS NACIONALES DE PROPIEDAD DEL AUTOMOTOR Y CRÉDITOS PRENDARIOS (DNRPA), y con el propósito de reducir costos y simplificar trámites burocráticos, detalla las siguientes medidas a ejecutar:

Se cerrará el 40% de los Registros Automotores, comenzando por aquellos que llevan intervenidos más de 2 años, y luego se procederá con el cierre de los restantes intervenidos.

Se reducirá el 30% del personal de la Dirección de Registros Automotor, en el marco de un plan de retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas.

• Se eliminó el Certificado de Transferencia Automotor (CETA) que obligaba al ciudadano a reportar la venta de su vehículo a la AFIP.

• Se eliminará la “cédula azul”: a partir de mayo, cualquier persona podrá circular dentro del territorio de la República Argentina con la sola exhibición -física o digital- de la cédula verde del titular del automóvil.

• Se eliminará el vencimiento de todas las “cédulas verdes”.

• Los titulares de los registros seccionales se harán cargo del 100% de sus costos operativos, adecuando su ingreso a la tarea efectivamente desempeñada y su productividad. El Ministerio de Justicia podrá controlar, en todo momento, la estructura de costos de los Encargados de Registros.

• Se digitalizarán la totalidad de los legajos de los vehículos, en todos sus tipos, para constituir un registro digital único y completo, permitiendo la eliminación de los legajos físicos.

Se propondrá a las Provincias la adhesión al convenio de baja de impuestos de sellos y patentes provinciales, para reducir el costo de las operaciones registrales, que asciende hasta el 70% del costo total de una transferencia.

• Se implementará un Régimen de Concursos transparentes para impedir la contratación de personas que hayan tenido cargos políticos durante los últimos 10 años, sus familiares y aquellas personas que no acrediten los requisitos de idoneidad y experiencia en la actividad privada para cumplir tal función.

• Se auditará el sistema de fiscalización de los registros seccionales por la Subsecretaría de Asuntos Registrales.

Se deroga el régimen que impone el monopolio de la Casa de la Moneda en la compra de insumos. Ello permitirá la libre competencia de oferentes, lo que se traducirá en una mejora de precios.

Se digitalizará la verificación policial de vehículos, en una agenda conjunta con las autoridades provinciales y las fuerzas federales.

• Se aumentará significativamente el importe que obliga al ciudadano a informar al Estado el origen de los fondos para adquirir un vehículo.

El 21 de diciembre del año pasado, apenas 11 días después de que el gobierno de Milei asumiera el cargo, se firmó un decreto que proponía la transformación del sistema registral de automotores en Argentina.

En su artículo 364, este decreto instaba a que los Registros de la Propiedad Automotor se convirtieran en un Registro Automotor digital de alcance nacional, con un plazo máximo de implementación hasta el 2 de mayo de 2024. Se destacaba que el servicio de inscripción sería remoto, abierto, accesible y estandarizado.

Con el objetivo de simplificar los trámites registrales, el pasado 25 de abril se publicó en el Boletín Oficial la Resolución General 5505/2024, mediante la cual la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) derogó el trámite necesario para obtener el Certificado de Transferencia de Automotores (CETA). Este certificado era requerido al momento de realizar la transferencia de titularidad de automotores y motovehículos usados radicados en el país, para aquellos vehículos que superaran los $4.500.000.

En Argentina, existen 1.554 registros del automotor, con aproximadamente 180.000 transferencias o inscripciones mensuales. Además, alrededor del 40% de estos registros están manejados por interventores. Una de las incógnitas que surgen en el sector es cómo afectará el cierre de los organismos intervenidos.

Según el comunicado del Ministerio de Justicia dirigido por Mariano Cúneo Libarona, «a partir de este momento, se inicia la segunda etapa de la auditoría, que tendrá por objetivo revisar el contrato general de administración de los Registros Automotor, acelerar la digitalización y transformación del proceso, y reducir significativamente los costos de transferencias y/o patentamientos«.

La auditoría se llevó a cabo en 41 registros que ya estaban intervenidos. Esta lista incluye 42 registros de la provincia de Buenos Aires, 13 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 10 de Córdoba, 10 de Entre Ríos, 6 de Chaco, entre otros.

Desde el Gobierno, se señaló que este control tenía como propósito descubrir gastos con sobreprecios, revisar las adjudicaciones sin concurso y examinar la escasa rendición de cuentas de los fondos que se recaudan, ya que muchas designaciones como titulares de los Registros se realizaron por favores políticos, especialmente en las últimas décadas, y por ello se busca transparentar los procesos.


De Kevin Frank para La Derecha Diario.

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