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Economía

Domingo Cavallo asegura que de haberse mantenido la Convertibilidad hoy el dólar estaría a $5

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El ex ministro de Economía explicó que se podía salir del 1 a 1 sin romper la Convertibilidad, y que de haberlo hecho la devaluación hubiera llevado el tipo de cambio a 5 pesos por dólar, en vez de los 200 pesos por dólar que impera hoy.

En diálogo con Jorge Fontevecchia, el ex ministro de Economía Domingo Cavallo no se guardó nada y brindó todas sus apreciaciones sobre la coyuntura económica, así como su punto de vista sobre las dramáticas experiencias económicas que vivió el país en el pasado.

A 20 años de la implementación del llamado “Corralito”, el ex ministro explicó que, a diferencia de lo que ocurrió en la administración de Duhalde, sus medidas apuntaban a limitar el retiro de efectivo de las entidades bancarias, pero sin afectar el poder adquisitivo de los fondos retenidos en cuestión.

Dado el esquema monetario que vivía la economía argentina, y ante una corrida bancaria contra los bancos tenedores de títulos públicos provinciales (que habían caído en desgracia), la limitación del retiro en efectivo se perfiló como un mecanismo transitorio para llegar a culminar la reestructuración de la deuda externa con el FMI.

Esta última jugada era crucial, pues del FMI dependía la obtención de recursos como prestamista de última instancia para así lograr detener la corrida.

“El Fondo Monetario Internacional habría desembolsado una cantidad de dinero que nos había prometido. Habríamos tenido liquidez en el sistema bancario como para levantar la restricción. La economía se habría normalizado. A seis meses, se habría revertido la recesión, porque los precios internacionales empezaron a subir enormemente. Si no se hubieran adoptado las decisiones de enero de 2002 de destruir la convertibilidad, de pesificar compulsivamente, Argentina en los años siguientes hubiera tenido un crecimiento tanto o mayor por efecto de los precios internacionales”, explicó Cavallo.

El drama tras la salida de la Convertibilidad se orquestó en torno al “Corralón”, que implicó la pesificación asimétrica y obligatoria de los depósitos bancarios, una medida que fue erróneamente asociada con el corralito.

Este último no manipulaba compulsivamente el tipo de moneda de los depósitos ni afectaba su poder adquisitivo en términos reales.

Pero los efectos a futuro de estas medidas son incluso más desalentadores. Según estima Cavallo, de no haber destruido el orden económico de los 90s, Argentina podría haber dejado flotar su moneda en el marco de la estabilidad (una vez pasada la crisis bancaria y reestructurada la deuda) y podría haber obtenido resultados similares a los que obtuvo Brasil.

Domingo Cavallo, doctor en Economía por la Universidad de Harvard y ex ministro en las presidencias de Menem y De la Rúa.

Brasil también determinó una experiencia de estabilidad basada en el tipo de cambio fijo, pero al dejar flotar su moneda con estabilidad por años, el Real hoy en día fluctúa en las 5,5 unidades por dólar.

Para Cavallo, este escenario podría ser perfectamente replicable a la Argentina de haberse evitado la caótica salida de la Convertibilidad en enero de 2002. En la actualidad, el valor del dólar también hubiera podido fluctuar en torno a los $5 en un mercado cambiario completamente libre.

La convertibilidad no era 1 a 1. Eso era el tipo de cambio fijo de la caja de conversión. Convertibilidad significaba que había que dejar que funcionara el dólar como moneda. El peso podría haber flotado. Así lo había imaginado”, afirmó.

De igual forma que ocurrió en países como Alemania, Japón, Reino Unido o Francia en las décadas de 1950 y 1960, Cavallo explicó que la Convertibilidad no pretendía ser una caja de conversión eternizada en el tiempo, sino que buscaba dotar de la suficiente confianza a la moneda como para algún día poder aspirar a convertirse en un instrumento fiduciario estable.

Con respecto al contexto económico actual, Cavallo reiteró que el Gobierno carece de confianza y aún no presentó un programa consistente. Para el ex ministro, la inflación en 2022 podría cerrar por encima del 60% si el oficialismo persiste en su negativa por permitir reformas estructurales en la economía.

Cabe señalar que, en contra de todos los pronósticos de Martín Guzmán y otros economistas kirchneristas, Cavallo pronosticó una inflación en torno al 50% anual para este año, muy a contramano del 29% que planteaba el Gobierno. Aunque fue duramente criticado por el kirchnerismo, terminó teniendo la razón con una precisión sorprendente y dejó completamente en ridículo a los pronósticos de Guzmán.

Economía

El Banco Central rebajó la tasa de política monetaria de los Pases del 60% al 50% y se espera un colapso de la inflación

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La carga de intereses a cuenta de los pasivos remunerados es cada vez menor, después de la quinta reducción de tasas en lo que va de la presidencia de Javier Milei. La autoridad monetaria también tomó la decisión de incrementar nuevamente el encaje legal aplicado sobre las billeteras virtuales.

El Banco Central al frente del Presidente Santiago Bausili determinó una nueva reducción de la tasa de política monetaria de referencia, aquella a cuenta de los Pases, pasando del 60% al 50% nominal anual a partir del 2 de mayo. De esta forma, la tasa efectiva anual fue establecida en el 64,82% según informó el propio BCRA.

En otras palabras, los pasivos remunerados que emite el Banco Central pasan a abonar una tasa nominal equivalente al 4,2% por mes, a cuenta de los Pases que se renuevan cada día. 

La decisión oficial responde a la drástica caída de las expectativas de inflación para los próximos meses, un hecho que se refleja claramente en el informe de expectativas REM que elabora la autoridad monetaria. Las principales consultoras privadas del país también dan cuenta de esta situación, y proyectan un claro escenario de desinflación para 2024.

Las mediciones inflacionarias de alta frecuencia están reflejando el colapso de la variación de los precios minoristas en alimentos y bebidas. Para la consultora LCG, la variación semanal en este rubro fue negativa por más de 1 punto porcentual al término de la quinta semana de abril. 

Los sondeos de Alphacast también prevén una ligera caída de precios hacia la segunda mitad del mes pasado, considerando al rubro de los alimentos. En la misma dirección, el economista Alberto Cavallo (el hijo del exministro de Economía) anticipó mediante un índice diario de precios que la inflación ya está viajando al 5% mensual, descontando el efecto de las tarifas de los servicios públicos.

Entran en juego dos lógicas principales detrás de la rebaja de tasas. En primer lugar, la caída de la inflación efectiva y de la inflación esperada permiten una tasa de interés más baja, ya que de este modo se evita generar rendimientos excesivos medidos en dólares. Pero por otro lado, y más importante aún, la caída de la tasa de interés (en un contexto de cepo cambiario) permite sanear el balance del Banco Central y reducir la expansión monetaria a cuenta de los pasivos remunerados.

La carga de la deuda remunerada en pesos del BCRA es cada vez menor en relación al PBI, y lo mismo ocurre con el pago de sus respectivos intereses. Y desde el Gobierno nacional, el superávit fiscal concretado durante los primeros 3 meses del año permite anular cualquier tipo de financiación monetaria para el fisco.

El Banco Central de Bausili también tomó la decisión de elevar la tasa de encaje aplicado para billeteras virtuales del 10% al 15%, y de esta manera es altamente probable que disminuyan los rendimientos de alternativas como por ejemplo Mercado Pago, además del efecto que tuvo la reducción de tasas.

Se busca generar un marco de reglas de juego que genere incentivos para la compra de títulos públicos al Tesoro por parte del mercado. Esto responde a dos fines bien concretos: por un lado el rollover de la deuda interna en pesos a plazos más extensos, y en segundo lugar la retención de pesos para cancelar Adelantos Transitorios con el propio BCRA (una manera adicional para retirar pesos de la circulación).

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Economía

La reforma tributaria que propone Biden amenaza con destruir hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo para el año 2025

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Así lo sugiere un reciente informe de la Tax Foundation, estimando el efecto total de los aumentos impositivos que propone la campaña de Biden de cara a las elecciones. Se estima una reducción del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI en caso de aprobarse los cambios.

El Presidente Joe Biden lanzó una agenda económica completamente radicalizada hacia la izquierda, buscando contentar al ala más extremista de su partido (anteriormente representada por el excandidato Bernie Sanders en la contienda electoral del 2020).

En este sentido, el Presidente recuperó una profunda impronta favorable a subir generalizadamente los impuestos en Estados Unidos, tanto para empresas como para personas físicas y para productos importados. Se buscan gravar ingresos, patrimonios y bienes con tasas sustancialmente más elevadas que las actuales.

La Tax Foundation desarrolló un reciente informe estimando el impacto económico que podría desatar el plan fiscal de Biden para el año 2025. Se estima una reducción total del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI, una caída del 3,8% en el capital social potencial acumulado en las empresas, una reducción del 1,6% sobre la masa salarial promedio, y finalmente la destrucción de hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo en el sector privado, en relación a la cantidad que cabría esperar de no aprobarse las subas impositivas.

La agenda de los demócratas es, y por diferencia, la más ambiciosa y extremista desde la era de Franklin D. Roosevelt. El esquema tributario resultante de una eventual victoria de Biden en las próximas elecciones de noviembre queda resumido de la siguiente manera:

  • Aumento de la tasa del impuesto sobre la renta empresarial del 21 por ciento al 28 por ciento (a partir del año fiscal 2025)
  • Aumento del impuesto mínimo alternativo corporativo introducido en la Ley de Reducción de la Inflación del 15 por ciento al 21 por ciento (a partir de 2024)
  • Cuadruplicar el impuesto a la recompra de acciones implementado en la Ley de Reducción de la Inflación del 1 por ciento al 4 por ciento (a partir de 2024)
  • Hacer permanente la limitación de pérdidas comerciales excesivas para las empresas de paso
  • Limitar aún más la deducibilidad de la compensación de los empleados según la Sección 162
  • Aumento de la tasa impositiva global sobre ingresos intangibles de baja tributación (GILTI) del 10,5 por ciento al 21 por ciento, calcular el impuesto jurisdicción por jurisdicción y revisar las reglas relacionadas
  • Derogar la tasa impositiva reducida sobre los ingresos intangibles derivados del extranjero (FDII)
  • Ampliar la base del impuesto sobre la renta neta de inversiones (NIIT) para incluir ingresos comerciales no pasivos y aumentar las tasas del NIIT y el impuesto adicional de Medicare para alcanzar el 5 por ciento sobre ingresos superiores a $400,000
  • Aumento del impuesto sobre la Renta individual al 39,6 por ciento sobre ingresos superiores a $400 000 para declarantes solteros y $450 000 para declarantes conjuntos (a partir de 2024)
  • Gravar las ganancias de capital a largo plazo y los dividendos calificados a las tasas ordinarias del impuesto sobre la renta para Ingreso imponible por encima de US$ 1 millón de dólares, y gravar las ganancias de capital no realizadas en caso de fallecimiento por encima de una exención de US$ 5 millones, revirtiendo parcialmente la reforma de George Bush (2001-2003)
  • Triplicar los aranceles de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, desatando una nueva guerra comercial con el gigante asiático

Pese a las subas impositivas, la administración Biden no propone un sendero sostenido de reducción del déficit fiscal, ya que la mayor parte del paquete tributario se vería acompañado por nuevas expansiones presupuestarias. 

Y a diferencia de la estrategia seguida por el expresidente Donald Trump, la guerra comercial con China que propone desatar Biden se produciría en un contexto de profunda caída en la competitividad fiscal de Estados Unidos, todo lo contrario a lo que ocurrió entre 2017 y 2020 (cuando las empresas estadounidenses disfrutaron de fuertes recortes impositivos).

Esto deja a Estados Unidos en una posición comparativamente difícil para forzar una nueva “tregua” con China en la cual se flexibilicen controles cambiarios o medidas arancelarias proteccionistas, como sí ocurrió tras el último acuerdo firmado en 2020.

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Economía

Con Milei, los bancos vuelven a cumplir su función fundamental: Prestarle dinero a familias y empresas y no al Estado

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Se redujo drásticamente la absorción de crédito a través del Estado nacional y el Banco Central, y se amplía la cantidad de recursos disponibles para ser prestados al sector privado productivo. La política económica del Gobierno produjo un punto de inflexión para el sistema financiero.

Desde la caída de la convertibilidad y el rebrote inflacionario en la Argentina, la proporción de crédito retenido deliberadamente por el sector público fue creciendo incesantemente en los últimos años.

El Estado se adueñó de una parte creciente en la cantidad de pesos disponibles generados por el ahorro del país, y en consecuencia se redujo la proporción canalizada por el sector privado (las familias y las empresas). Mientras que el crédito al sector privado superaba holgadamente el 20% del PBI durante el menemismo, al término del último experimento kirchnerista consiguió superar a duras penas el 7% del PBI en 2023

A partir de diciembre de 2023, la política económica ejecutada por el Presidente Javier Milei y el ministro Luis Caputo se propuso un giro drástico en la direccionalidad del crédito argentino. El superávit financiero del Sector Público Nacional (SPN) permitió liberar una gran masa de recursos para el sector privado, algo que hasta el momento parecía completamente imposible.

Por primera vez desde 2018 se produjo un rebrote de créditos hipotecarios, nuevamente atados a la unidad UVA más un cierto margen de rendimiento en términos reales. Estos créditos no solo permiten la reapertura del mercado de crédito inmobiliario, sino que además implican una fuerte presión para aliviar los aumentos sobre los precios de los alquileres.

A partir de la nueva política económica, los bancos privados debieron replantearse la canalización del crédito. El Gobierno nacional dejó de incurrir en amplias licitaciones por encima de sus posibilidades para financiar el déficit (las licitaciones actuales solo refinancian la deuda interna), y el Banco Central profundizó su agresiva política de rebajas en la tasa de interés que pagan los Pases (ahora hasta el 60% nominal anual).

Todo esto abrió la posibilidad de volver a financiar a las familias vía hipotecas, y a las empresas a través de diversos proyectos de inversión productiva. El Gobierno espera que este efecto, habitualmente llamado “crowding-in” o desplazamiento positivo, contribuya activamente a la reactivación de la actividad económica a partir del segundo semestre del año.

Dada la fuerte credibilidad en la política económica, el mayor ahorro del sector público (efecto recesivo) podría ser compensado por un repunte de la inversión del sector privado por la vía del crédito (efecto expansivo).

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