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El jefe de la CIA de Biden trató de apretar a Bolsonaro para que no cuestione las elecciones si gana Lula

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William Burns, el canciller del Deep State, viajó a Brasilia el año pasado para intentar que Bolsonaro deje de cuestionar el sistema de votación digital sin auditoría brasileño.

Finalmente sabemos qué se habló en la extraña reunión que tuvo el director de la CIA de Estados Unidos, William Burns, cuando viajó a Brasilia a fines de julio del año pasado para ver en privado al presidente Jair Bolsonaro.

Burns fue, y sigue siendo, el funcionario estadounidense de mayor rango que se reunió en Brasilia con el gobierno de derecha brasileño desde la elección del presidente estadounidense Joe Biden.

Según una nota de Reuters, medio de operación de la Casa Blanca, en esa reunión a puertas cerradas, Burns intentó apretar y amenazar a Bolsonaro para que no cuestione más el sistema de votación de Brasil, que es completamente digital con máquinas que ni siquiera imprimen boletas de papel para que se pueda hacer una auditoría.

Bolsonaro había hecho un importante esfuerzo el año pasado para impulsar en el Congreso una ley de "Voto Impreso Auditable", pero no logró que se apruebe. En ese momento, hubo masivas manifestaciones en todo el país presionando a los diputados para que lo aprueben, pero no hubo caso.

En ese contexto, Biden envió a su jefe de los espías para presionar a Bolsonaro a que desista de este tipo de retórica, una intromisión en una elección extranjera que viola todos los estatutos internacionales, y que el propio gobierno demócrata criticó a Rusia por supuestamente hacer en Estados Unidos.

Esto también deja en claro que Lula tiene el total respaldo de la Casa Blanca, la CIA y la Embajada de Estados Unidos. Algo que ya se sospechaba cuando se anunció que Gerardo Alckmin, la cara más prominente del establishment, lo acompañaría en la boleta presidencial.

El Gabinete de Seguridad Institucional (GSI) de Brasil, que forma parte de la oficina del presidente y está dirigido por el Asesor de Seguridad Nacional Augusto Heleno, recordó en un comunicado que la reunión de Burns había sido anunciada públicamente.

"Los asuntos tratados en las reuniones de inteligencia son confidenciales", remarcó. “El GSI no recibe mensajes de ningún país del mundo, ni los transmite”, destacando la cordialidad del gobierno de Bolsonaro para manejar estos temas, un tacto que los demócratas no parecen tener.

Burns, un diplomático de carrera nominado por Biden el año pasado para la CIA, y que ha estado funcionando como un canciller en las sombras, ha hecho viajes secretos a Afganistán, a Ucrania y a Brasil para tener conversaciones que el Secretario de Estado no podría tener.

Con Bolsonaro se reunió en el palacio presidencial, junto a dos altos asesores de inteligencia del mandatario derechista: Augusto Heleno y Alexandre Ramagem, entonces jefe de la agencia de inteligencia brasileña Abin.

Estas noticias señalan la vuelta a una época muy oscura en la que los directores de la CIA entregan mensajes políticos y aprietes a dirigentes de otros países, que parecía haber quedado en el pasado luego de los gobiernos de Bush.

Pero Biden ha empoderado a Burns para que sea un portavoz en las sombras de la Casa Blanca, algo que excede su rol en la CIA y lo convierte en una de las caras más visibles del llamado Deep State.

El mes pasado, por ejemplo, Burns dijo en un discurso público que en noviembre, cuatro meses después de visitar Brasilia, Biden lo envió a Moscú para transmitir directamente al presidente ruso Vladimir Putin y a varios de sus asesores más cercanos la profundidad de nuestra preocupación por su planificación para la guerra y las consecuencias para Rusia" si procedieran.

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Desastre del socialismo en Brasil: Lula destruyó las finanzas del Estado, puso al país bajo déficit y se espera una explosión de deuda

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El Gobierno brasileño abandonó rápidamente el superávit primario heredado de la gestión de Bolsonaro, y el déficit financiero ya es el más alto desde el estallido de la pandemia. Las metas fiscales trazadas por el Ministro Haddad se desdibujan cada vez más.

El socialismo brasileño promulgó una agenda fiscal extremista y completamente irresponsable, que condujo al desequilibrio de las finanzas públicas de Brasil en tiempo récord.

Solamente en los primeros 6 meses de gestión del Presidente Lula da Silva se agotó todo el superávit primario que había dejado Jair Bolsonaro. Al cabo de 15 meses, el último dato publicado por el IBGE y convalidado por el Banco Central de Brasil registró un déficit primario equivalente al 2,47% del PBI para el término de marzo de 2024. Cuando Lula asumió la presidencia, había un superávit en torno al 0,56% del producto respectivamente.

Asimismo, en conjunto con el pago de intereses de la deuda pública, el Gobierno federal de Brasil registró un déficit financiero del 7,5% del PBI en marzo, 3,2 puntos porcentuales por encima del que recibió en enero de 2023. 

La recaudación tributaria se vio favorecida por la introducción de nuevos impuestos, pero la agenda socialista desde el punto de vista de las erogaciones simplemente agotó cualquier posibilidad de saneamiento presupuestario.

El Ministro de Finanzas Fernando Haddad anunció un “bloqueo” de gastos por al menos R$ 2.900 millones de reales, entre inversión pública y gastos prescindibles en el corto plazo. Sin embargo, el déficit fiscal se encuentra en los niveles más altos desde la pandemia, el núcleo radicalizado y de extrema izquierda dentro del oficialismo avanza sobre el posicionamiento de Haddad para profundizar la agenda extremista.

Pese a que el Ministro se comprometió con el déficit primario cero para fin de año, esta meta parece completamente imposible de cumplir. El Gobierno federal incurrió en un desequilibrio de hasta R$ 114.000 millones de reales en febrero, y R$ 63.000 millones adicionales en marzo, pese al tenue superávit por R$ 22.000 millones correspondiente a enero.

El superávit primario puntual en el mes de enero se debe a un efecto propio de la estacionalidad del mes, ya que ciertos impuestos impactan de manera directa en dicho período. Pero el saldo observado en enero de 2024 fue inferior al que se registró en el mismo mes de 2023, 2022 e incluso en comparación con enero de 2021 (en plena pandemia).

La mayor parte de las consultoras privadas de Brasil sugieren que la meta fiscal de Haddad carece de fundamentos, y fundamentalmente de apoyo político interno dentro de la coalición oficialista.

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Las prioridades de Lula: Mientras la clase alta disfruta de un show gratuito de Madonna, la clase baja se inunda por falta de inversión

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Casi 60 brasileños fallecieron por las inundaciones y cientos de miles de habitantes de Porto Alegre pierden sus casas, mientras el socialismo gasta casi 12 millones de dólares para llevar a Madonna a las adineradas playas de Copacabana.

Los pudientes residentes de Copacabana saltando y celebrando el show de Madonna financiado por el Estado, y los pobres vecinos de Porto Alegre luchando por su vida para salvar sus pertenencias de la peor inundación de la historia.

Esa es la imagen que dejó este sábado el gobierno de Lula da Silva en Brasil. Toda la retórica de la lucha por cerrar la brecha entre ricos y pobres quedó sepultada debajo de la clásica hipocresía socialista.

Al menos 57 personas han muerto y otras 373 están desaparecidas a causa de las inundaciones que han azotado esta semana el estado brasileño de Rio Grande do Sul, una región donde gobierna la izquierda hace más de 40 años de manera ininterrumpida.

A pesar de las promesas, ni el Partido de los Trabajadores de Lula ni el Partido Social Demócrata del vice de Lula, Gerardo Alckmin, en sus décadas al frente del estado sureño han hecho las obras fluviales necesarias para evitar que las fuertes lluvias colapsen la infraestructura de la región.

El gobierno del izquierdista Eduardo Leite ha tenido que declarar el estado de calamidad en zonas donde hay más de 100.000 damnificados, mientras más de 10.000 han sido desplazadas y más de 4.500 se encuentran en refugios temporales, según explicó defensa civil.

"Desgraciadamente, estamos asistiendo a un desastre histórico", declaró Leite. "Las pérdidas materiales son gigantescas, pero nuestro objetivo en este momento son los rescates. Todavía hay gente esperando ayuda".

Del otro lado de la moneda, está la opulenta presentación que dio "de manera gratuita" el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, quien pertenece al mismo partido izquierdista que Leite, aliado de Lula en el gobierno, llevando a la artista Madonna a las playas de Copacabana.

Llevarla a Madonna para que brinde un show sin cobrar entrada costó unos US$ 3,3 millones de dólares, de los cuales 1,4 millones fueron aportados por el Banco Itaú, que se aseguró ser el espónsor del evento para promocionar sus cien años de operaciones en Brasil, mientras que los restantes 1,9 millones los desembolsó la municipalidad de Río de Janeiro.

A esto hay que sumarle el costo operativo que la ciudad despliega para medidas de seguridad y que el show se desarrolle sin contratiempos. Si bien el municipio se negó a publicar por el momento estos costos, se estima en aproximadamente US$ 10 millones de dólares.

Esto deja en evidencia la destructiva manera en la que el socialismo asigna recursos. Casi 12 millones de dólares fueron destinados en un show que duró apenas unas horas para aproximadamente un millón de cariocas, mientras que hace 40 años que no se invierte en cloacas para evitar inundaciones que afectan a decenas de millones de gaúchos.

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Masiva protesta en Brasil en contra de la censura de Lula: Bolsonaro habló ante millones y pidió un aplauso para Elon Musk

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En la protesta se vieron manifestantes vestidos de Bolsonaro, de Elon Musk y hasta del presidente argentino Javier Milei, en favor de la libertad de expresión y el fin del régimen autoritario de Lula.

El ex presidente Jair Bolsonaro convocó a millones de manifestantes en las playas de Copacabana, este domingo en Río de Janeiro, para protestar contra la persecución política del régimen de Lula da Silva y pedir por el fin de la censura en redes sociales contra la oposición.

Millones de manifestantes comenzaron a llegar poco después de las 8 de la mañana. Bolsonaro salió del hotel cercano alrededor de las 10:00 horas, se subió a uno de los camiones y pronunció un discurso que duró unos 35 minutos, con un micrófono y parlantes para que escuche toda la ciudad.

En su discurso, Bolsonaro criticó con dureza a Lula y al juez del Supremo Tribunal Federal (STF), Alexandre de Moraes, por sus medidas contrarias a la libertad de expresión. El juez Moraes ha metido presos a empresarios, políticos, periodistas y activistas bolsonaristas en los últimos 2 años.

El líder de la oposición pidió una amnistía para los presos del 8 de enero, día en el cual manifestantes de derecha ingresaron al edificio del Congreso y de la Corte Suprema en protesta contra el fraude electoral impulsado por el Tribunal Supremo Electoral, que preside el propio Moraes.

Como ocurrió con el Asalto al Capitolo en Estados Unidos dos años antes, no solo el puñado de violentos fue arrestado, sino que el gobierno de Lula mantiene apresados a miles de brasileros que se estaban manifestando pacíficamente y no ingresaron a los edificios públicos ese día.

En otra parte del discurso, Bolsonaro pidió un aplauso para Elon Musk, a quien apodó como una "leyenda" y aseguró que es un "hombre que quiere preservar la libertad". Tras comprar Twitter, Musk desafió a Moraes y levantó todos los bloqueos que había impuesto la Suprema Corte.

El expresidente volvió a hablar de las elecciones de 2022, que fueron robadas por el Tribunal Electoral, y recordó que hubo fraude en las urnas: "Lo que más queremos es que Brasil vuelva a la normalidad, que podamos participar en las elecciones sin sospecha alguna".

"Al fin y al cabo, el alma de la democracia son unas elecciones limpias en las que nadie puede siquiera pensar en dudar de ello", aseguró.

La protesta fue convocada por Bolsonaro en medio de un intento del juez Moraes por apresarlo al expresidente, por una presunta participación en un intento de golpe de Estado para permanecer en el poder, del cual no hay pruebas.

Sin embargo, Moraes ya apresó a varios ex ministros, a múltiples empresarios que le donaban dinero y a todos los periodistas que apoyaron su gobierno. El próximo objetivo de la dictadura, y el gran trofeo que busca Lula, es arrestarlo a Bolsonaro.

A pesar de que Bolsonaro era un simple diputado y que estaba a un año de anunciar su campaña presidencial cuando la Justicia arrestó a Lula en julio de 2017, por lo que no estuvo relacionado en lo más mínimo con su detención, el dictador de izquierda nunca le va a perdonar que puso de Ministro de Justicia a Sergio Moro, el juez que le dictó prisión efectiva.

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