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Economía

La inflación anualizada cerró en 42,4% en julio: ¿Desaceleración de precios o efecto cuarentena?

El INDEC anunció que el IPC para el mes de julio aumentó un 1,9%, y la inflación se estabilizó en torno al 42,4% interanual. El “IPC núcleo” aumentó un 2,5%, muy por encima del promedio general.

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El pasado jueves 13, el INDEC informó que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró un aumento del 1,9% en julio, una cifra ligeramente inferior a la del mes anterior. Desde el pasado mes de abril, las cifras mensuales indican que la inflación permanece “dormida”, y lo cierto es que existen razones para justificar este comportamiento. 

Si se comparara el actual nivel de precios con el que había en julio del 2019, la inflación anualizada ronda en torno al 42,4%, teniendo en cuanta el promedio general. Este dato sería el más bajo registrado por el organismo, desde septiembre de 2018. 

La canasta utilizada para medir el IPC contiene una gran variedad de bienes y servicios, algunos con aumentos de carácter estacional, y otros fuertemente regulados por el Estado. Si se excluyen de la medición a estos bienes y servicios con un comportamiento extraño o ajeno al resto, el IPC núcleo fue del 2,5%, lo que implica una inflación anualizada del 46,2%

Resulta importante destacar el creciente desorden en los precios relativos, principalmente de aquellos bienes y servicios con una gran carga regulatoria. La diferencia entre la inflación de los precios regulados y los no regulados, es cada vez más preocupante. 

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Mientras que el IPC general cerró en 1,9%, los precios regulados solamente aumentaron un 0,5%. El gobierno kirchnerista decidió continuar con la agenda del congelamiento tarifario, y el desequilibrio es cada vez mayor. 

La inflación anualizada de este tipo de bienes y servicios regulados fue del 23,6%, prácticamente la mitad de la cifra para el promedio general. Esto muestra una clara idea de la magnitud del desorden en la economía argentina. 

Este tipo de medidas constituyen una herramienta temporal para contener la inflación, a costa de un enorme esfuerzo por parte del Estado en materia de subsidios, gastos que no está en condiciones de hacer. 

La inflación anualizada para los bienes del sector “alimentos” se mantuvo en sintonía con la inflación núcleo, y cerró en torno al 46%. Por este motivo, mientras la inflación se mantiene aparentemente dormida, el aumento de precios se hace sentir con fuerza en el bolsillo de la gente. El consumo de alimentos fue el menos afectado por las condiciones anormales que implica el aislamiento social. 

Dentro de los rubros correspondientes a los bienes y servicios no regulados por el Estado, “equipamiento y mantenimiento del hogar” mostró el mayor aumento de todos, alrededor de un 3,9% mensual. 

Por su parte, “recreación y cultura” registró el segundo mayor aumento, cerrando con un 3,3% mensual.
Aunque la economía mantiene muy bajos niveles de actividad, en lo que se podría denominar una formal depresión económica, los precios siguen subiendo. 

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La inflación acumulada entre enero y julio alcanzó el 15,8%. Todos los indicadores macroeconómicos y monetarios apuntan a una “presión deflacionaria”, pero la disfuncional política monetaria argentina mantiene los precios en alza. 

Con el comportamiento actual de los precios, el oficialismo justifica la política monetaria del gobierno, desestimando los resultados inflacionarios de la emisión monetaria. La heterodoxia argentina apuntó contra los lineamientos del ex presidente del Banco Central, Guido Sandleris, acusándolo de implementar una dura política monetaria contractiva. 

Sin embargo, la variación de los precios no es anormal, lo anormal son las condiciones resultantes que produce el aislamiento social y la depresión económica. La inflación también permanece en cuarentena. 

Según las propias estimaciones del Banco Central, la velocidad de circulación del dinero en la economía cayó a mínimos históricos. 

El BCRA estimó que la velocidad fue la más baja desde 1975, un dato crucial para determinar el comportamiento de los precios.
Existen numerosas maneras indirectas para poder estimar esta velocidad de circulación, pero todas ellas evidencian una caída muy pronunciada de la misma. 

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Comparando el comportamiento de la base monetaria (el agregado monetario conocido como M0), y la producción agregada nominal, la caída en la velocidad del dinero fue más de un 26% desde que se implementó la cuarentena en marzo. 

El Banco Central utiliza también otros agregados monetarios para estimar cada velocidad de circulación correspondiente, así como el nivel de rotación de los depósitos bancarios. En todos los casos, la velocidad del dinero se desplomó. 

Aún con el trabajo de flexibilización en muchas provincias, la velocidad del dinero repuntó muy poco desde abril, y permitió un cierto incremento en materia de actividad. Pero el aislamiento para la región del AMBA continúa destruyendo empleos y negocios.

Contrario a los lineamientos del kirchnerismo, la emisión monetaria récord no se tradujo en un aumento similar del nivel de precios porque las circunstancias anormales impidieron que esto ocurra, como está previsto desde una visión cuantitativa del dinero. 

Conforme se logre un avance hacia la normalización de la actividad económica y del funcionamiento en la economía, la presión inflacionaria se hará cada vez más notable. Se espera que este efecto llegue para el cuarto trimestre, y la inflación esperada oscila en torno al 60% anual para 2020. 

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Economía

El Banco Central rebajó la tasa de política monetaria de los Pases del 60% al 50% y se espera un colapso de la inflación

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La carga de intereses a cuenta de los pasivos remunerados es cada vez menor, después de la quinta reducción de tasas en lo que va de la presidencia de Javier Milei. La autoridad monetaria también tomó la decisión de incrementar nuevamente el encaje legal aplicado sobre las billeteras virtuales.

El Banco Central al frente del Presidente Santiago Bausili determinó una nueva reducción de la tasa de política monetaria de referencia, aquella a cuenta de los Pases, pasando del 60% al 50% nominal anual a partir del 2 de mayo. De esta forma, la tasa efectiva anual fue establecida en el 64,82% según informó el propio BCRA.

En otras palabras, los pasivos remunerados que emite el Banco Central pasan a abonar una tasa nominal equivalente al 4,2% por mes, a cuenta de los Pases que se renuevan cada día. 

La decisión oficial responde a la drástica caída de las expectativas de inflación para los próximos meses, un hecho que se refleja claramente en el informe de expectativas REM que elabora la autoridad monetaria. Las principales consultoras privadas del país también dan cuenta de esta situación, y proyectan un claro escenario de desinflación para 2024.

Las mediciones inflacionarias de alta frecuencia están reflejando el colapso de la variación de los precios minoristas en alimentos y bebidas. Para la consultora LCG, la variación semanal en este rubro fue negativa por más de 1 punto porcentual al término de la quinta semana de abril. 

Los sondeos de Alphacast también prevén una ligera caída de precios hacia la segunda mitad del mes pasado, considerando al rubro de los alimentos. En la misma dirección, el economista Alberto Cavallo (el hijo del exministro de Economía) anticipó mediante un índice diario de precios que la inflación ya está viajando al 5% mensual, descontando el efecto de las tarifas de los servicios públicos.

Entran en juego dos lógicas principales detrás de la rebaja de tasas. En primer lugar, la caída de la inflación efectiva y de la inflación esperada permiten una tasa de interés más baja, ya que de este modo se evita generar rendimientos excesivos medidos en dólares. Pero por otro lado, y más importante aún, la caída de la tasa de interés (en un contexto de cepo cambiario) permite sanear el balance del Banco Central y reducir la expansión monetaria a cuenta de los pasivos remunerados.

La carga de la deuda remunerada en pesos del BCRA es cada vez menor en relación al PBI, y lo mismo ocurre con el pago de sus respectivos intereses. Y desde el Gobierno nacional, el superávit fiscal concretado durante los primeros 3 meses del año permite anular cualquier tipo de financiación monetaria para el fisco.

El Banco Central de Bausili también tomó la decisión de elevar la tasa de encaje aplicado para billeteras virtuales del 10% al 15%, y de esta manera es altamente probable que disminuyan los rendimientos de alternativas como por ejemplo Mercado Pago, además del efecto que tuvo la reducción de tasas.

Se busca generar un marco de reglas de juego que genere incentivos para la compra de títulos públicos al Tesoro por parte del mercado. Esto responde a dos fines bien concretos: por un lado el rollover de la deuda interna en pesos a plazos más extensos, y en segundo lugar la retención de pesos para cancelar Adelantos Transitorios con el propio BCRA (una manera adicional para retirar pesos de la circulación).

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Economía

La reforma tributaria que propone Biden amenaza con destruir hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo para el año 2025

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Así lo sugiere un reciente informe de la Tax Foundation, estimando el efecto total de los aumentos impositivos que propone la campaña de Biden de cara a las elecciones. Se estima una reducción del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI en caso de aprobarse los cambios.

El Presidente Joe Biden lanzó una agenda económica completamente radicalizada hacia la izquierda, buscando contentar al ala más extremista de su partido (anteriormente representada por el excandidato Bernie Sanders en la contienda electoral del 2020).

En este sentido, el Presidente recuperó una profunda impronta favorable a subir generalizadamente los impuestos en Estados Unidos, tanto para empresas como para personas físicas y para productos importados. Se buscan gravar ingresos, patrimonios y bienes con tasas sustancialmente más elevadas que las actuales.

La Tax Foundation desarrolló un reciente informe estimando el impacto económico que podría desatar el plan fiscal de Biden para el año 2025. Se estima una reducción total del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI, una caída del 3,8% en el capital social potencial acumulado en las empresas, una reducción del 1,6% sobre la masa salarial promedio, y finalmente la destrucción de hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo en el sector privado, en relación a la cantidad que cabría esperar de no aprobarse las subas impositivas.

La agenda de los demócratas es, y por diferencia, la más ambiciosa y extremista desde la era de Franklin D. Roosevelt. El esquema tributario resultante de una eventual victoria de Biden en las próximas elecciones de noviembre queda resumido de la siguiente manera:

  • Aumento de la tasa del impuesto sobre la renta empresarial del 21 por ciento al 28 por ciento (a partir del año fiscal 2025)
  • Aumento del impuesto mínimo alternativo corporativo introducido en la Ley de Reducción de la Inflación del 15 por ciento al 21 por ciento (a partir de 2024)
  • Cuadruplicar el impuesto a la recompra de acciones implementado en la Ley de Reducción de la Inflación del 1 por ciento al 4 por ciento (a partir de 2024)
  • Hacer permanente la limitación de pérdidas comerciales excesivas para las empresas de paso
  • Limitar aún más la deducibilidad de la compensación de los empleados según la Sección 162
  • Aumento de la tasa impositiva global sobre ingresos intangibles de baja tributación (GILTI) del 10,5 por ciento al 21 por ciento, calcular el impuesto jurisdicción por jurisdicción y revisar las reglas relacionadas
  • Derogar la tasa impositiva reducida sobre los ingresos intangibles derivados del extranjero (FDII)
  • Ampliar la base del impuesto sobre la renta neta de inversiones (NIIT) para incluir ingresos comerciales no pasivos y aumentar las tasas del NIIT y el impuesto adicional de Medicare para alcanzar el 5 por ciento sobre ingresos superiores a $400,000
  • Aumento del impuesto sobre la Renta individual al 39,6 por ciento sobre ingresos superiores a $400 000 para declarantes solteros y $450 000 para declarantes conjuntos (a partir de 2024)
  • Gravar las ganancias de capital a largo plazo y los dividendos calificados a las tasas ordinarias del impuesto sobre la renta para Ingreso imponible por encima de US$ 1 millón de dólares, y gravar las ganancias de capital no realizadas en caso de fallecimiento por encima de una exención de US$ 5 millones, revirtiendo parcialmente la reforma de George Bush (2001-2003)
  • Triplicar los aranceles de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, desatando una nueva guerra comercial con el gigante asiático

Pese a las subas impositivas, la administración Biden no propone un sendero sostenido de reducción del déficit fiscal, ya que la mayor parte del paquete tributario se vería acompañado por nuevas expansiones presupuestarias. 

Y a diferencia de la estrategia seguida por el expresidente Donald Trump, la guerra comercial con China que propone desatar Biden se produciría en un contexto de profunda caída en la competitividad fiscal de Estados Unidos, todo lo contrario a lo que ocurrió entre 2017 y 2020 (cuando las empresas estadounidenses disfrutaron de fuertes recortes impositivos).

Esto deja a Estados Unidos en una posición comparativamente difícil para forzar una nueva “tregua” con China en la cual se flexibilicen controles cambiarios o medidas arancelarias proteccionistas, como sí ocurrió tras el último acuerdo firmado en 2020.

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Economía

Con Milei, los bancos vuelven a cumplir su función fundamental: Prestarle dinero a familias y empresas y no al Estado

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Se redujo drásticamente la absorción de crédito a través del Estado nacional y el Banco Central, y se amplía la cantidad de recursos disponibles para ser prestados al sector privado productivo. La política económica del Gobierno produjo un punto de inflexión para el sistema financiero.

Desde la caída de la convertibilidad y el rebrote inflacionario en la Argentina, la proporción de crédito retenido deliberadamente por el sector público fue creciendo incesantemente en los últimos años.

El Estado se adueñó de una parte creciente en la cantidad de pesos disponibles generados por el ahorro del país, y en consecuencia se redujo la proporción canalizada por el sector privado (las familias y las empresas). Mientras que el crédito al sector privado superaba holgadamente el 20% del PBI durante el menemismo, al término del último experimento kirchnerista consiguió superar a duras penas el 7% del PBI en 2023

A partir de diciembre de 2023, la política económica ejecutada por el Presidente Javier Milei y el ministro Luis Caputo se propuso un giro drástico en la direccionalidad del crédito argentino. El superávit financiero del Sector Público Nacional (SPN) permitió liberar una gran masa de recursos para el sector privado, algo que hasta el momento parecía completamente imposible.

Por primera vez desde 2018 se produjo un rebrote de créditos hipotecarios, nuevamente atados a la unidad UVA más un cierto margen de rendimiento en términos reales. Estos créditos no solo permiten la reapertura del mercado de crédito inmobiliario, sino que además implican una fuerte presión para aliviar los aumentos sobre los precios de los alquileres.

A partir de la nueva política económica, los bancos privados debieron replantearse la canalización del crédito. El Gobierno nacional dejó de incurrir en amplias licitaciones por encima de sus posibilidades para financiar el déficit (las licitaciones actuales solo refinancian la deuda interna), y el Banco Central profundizó su agresiva política de rebajas en la tasa de interés que pagan los Pases (ahora hasta el 60% nominal anual).

Todo esto abrió la posibilidad de volver a financiar a las familias vía hipotecas, y a las empresas a través de diversos proyectos de inversión productiva. El Gobierno espera que este efecto, habitualmente llamado “crowding-in” o desplazamiento positivo, contribuya activamente a la reactivación de la actividad económica a partir del segundo semestre del año.

Dada la fuerte credibilidad en la política económica, el mayor ahorro del sector público (efecto recesivo) podría ser compensado por un repunte de la inversión del sector privado por la vía del crédito (efecto expansivo).

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