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Economía

Argentina: oficialmente en default por la novena vez en su historia

Finalmente Alberto Fernández y el ministro Guzman no pagaron los 503 millones de dolares de intereses de la deuda con fecha de vencimiento para este 22 de mayo y el país entró nuevamente en default, la novena cesación de pagos de su historia.

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Finalmente, luego de varios años luchando por mantener a Argentina afuera del default, el plazo del vencimiento del periodo de gracia llegó este 22 de mayo, y a pesar de que las negociaciones no terminaron, Argentina se encuentra oficial y técnicamente en default, ya que no ha cumplido con sus obligaciones de deuda para hoy.

El gobierno de todos, ese que orgullosa y confiadamente venía para poner plata en el bolsillo de la gente, llenar las heladeras, encender la economía y terminar con la especulación financiera, hoy ubicó al país nuevamente en default con tan solo 6 meses al frente del gobierno nacional.

A las 18 horas de este viernes y por una cifra insignificante de sólo US$ 503 millones en comparación a otras obligaciones, Argentina entró en nuevo capítulo oscuro de su triste historial financiero: su novena cesación de pagos de deuda soberana de su corta historia al incumplir con la liquidación correspondiente a los intereses de los bonos Globales AA21, AA26 y AA46 emitidos durante la gestión anterior. 

Si bien en el mercado hubo un cierto optimismo por un eventual acuerdo, la realidad indica que en este contexto queda abierta la posibilidad de litigios contra el país por parte de los acreedores en la corte de Nueva York. 

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A raíz de esta situación, se activaron automáticamente los pagos de seguros de bonos provistos por distintas entidades bancarias, comúnmente denominados Credit Default Swaps (CDS), que los bonistas adquirieron para blindarse en caso de un impago como el que finalmente se concretó el día de hoy.

Estos seguros son adquiridos cuando, en el mercado de bonos, un activo entra en una zona de alto riesgo y en donde existen mayores posibilidades de un incumplimiento de pagos que su cumplimiento, activándose de manera inmediata cuando dicha situación se presenta. En el caso de la deuda argentina, estos seguros les permitirían a los acreedores recuperar hasta un 75% del valor total efectivamente asegurado

Medida con una tasa de descuento del 10%, la oferta de Guzmán prometía devolver solo 40 centavos por cada dólar prestado, propuesta que fue rápidamente desestimada por el 80% de los acreedores, cuando, dependiendo de la deuda que corresponda, el nivel de aceptación debía ser mayor al 65%. 

El re-estructuramiento de la deuda no fue rechazado por los acreedores directamente, si no que presentaron contrapropuestas que apuntaban a recuperar de 59 a 63 centavos por dólar sobre los casi US$ 66.000 millones a reestructurar. No obstante, la cartera de Economía no aceptó pero extendió la negociación hasta el día 2 de junio y está trabajando en correcciones y modificaciones de su propuesta inicial, mostrándose optimistas ante el retroceso en las pretensiones de algunos tenedores de bonos, que han llegado a decir que hasta 50 centavos por dólar podrían extenderse.

A pesar de toda la «buena onda» que le quiere poner el ministro Guzman, la fecha límite era hoy y el default ya es certero.

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Este clima de ingenuo entusiasmo no es compartido por los principales fondos acreedores como Blackrock, ya que reside un clima de incertidumbre sobre la figura de Martín Guzmán, de quien creen que volverá a repetir una oferta “unilateral” o hasta podría ser removida más pronto que tarde de su cargo

El efecto de este default selectivo es limitado en el corto plazo. Producto de la crisis de deuda y el impacto económico mundial debido a la pandemia, el acceso al financiamiento externo está virtualmente imposibilitado para la Argentina independientemente del cumplimiento o no del pago de los intereses. Pero la situación podría cambiar si los bonistas accionan dos cláusulas que podrían endurecer la negociación: la aceleración de pagos (pago adelantado e inmediato del total de los intereses y del capital) y el default cruzado (se interpreta que si no se paga un título no se cumplirá con ninguno). 

Cualquiera de estos escenarios podría significar la estocada final para un país sin un rumbo económico consistente y eficaz. 

De esta manera, se vuelven a confirmar las dificultades de una corriente ideológica para la economía argentina, la cual el año pasado sedujo nuevamente a casi el 50% del electorado heterodoxo del país, con inherentes limitaciones y falta de conocimiento en materia económica, haciendo todo exactamente a contracorriente del mundo, en donde la disciplina fiscal ha posibilitado en diversas sociedades el desarrollo con bienestar individual y colectivo.

Consultado por el incipiente default, el presidente argentino Alberto Fernández respondió que los mercados internacionales ya no le prestaban al gobierno, así que «Argentina ya estaba en default antes que el viernes 22 de mayo». Algo de verdad hay en esto, Macri había sacado al país del default pero al mismo tiempo agotó todas las vías de financiación y no le quedó otra opción que acudir al FMI. Sin embargo, el país solo necesitaba mejorar su situación macroeconómica para volver a acceder a los mercados. Ahora, en un default técnico, antes de mejorar la economía del país hay que pagar una enorme cantidad de deuda.

El presidente cambió en menos de un año su postura frente al default, ya que en 2019 decía que si él era presidente, Argentina jamás caería en default porque él «conoce muy bien lo que es un default, es muy dañino».

En Argentina todavía estamos tratando de inventar el fuego, a pesar de sufrir hace 70 años los efectos incendiarios que éste produce cuando es manipulado por las peligrosas manos del progresismo, el cual siempre encontrará en el bombero (llámese FMI o acreedores privados) un culpable a quien responsabilizar por sus propias falencias inmanentes.

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Economía

El Banco Central rebajó la tasa de política monetaria de los Pases del 60% al 50% y se espera un colapso de la inflación

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La carga de intereses a cuenta de los pasivos remunerados es cada vez menor, después de la quinta reducción de tasas en lo que va de la presidencia de Javier Milei. La autoridad monetaria también tomó la decisión de incrementar nuevamente el encaje legal aplicado sobre las billeteras virtuales.

El Banco Central al frente del Presidente Santiago Bausili determinó una nueva reducción de la tasa de política monetaria de referencia, aquella a cuenta de los Pases, pasando del 60% al 50% nominal anual a partir del 2 de mayo. De esta forma, la tasa efectiva anual fue establecida en el 64,82% según informó el propio BCRA.

En otras palabras, los pasivos remunerados que emite el Banco Central pasan a abonar una tasa nominal equivalente al 4,2% por mes, a cuenta de los Pases que se renuevan cada día. 

La decisión oficial responde a la drástica caída de las expectativas de inflación para los próximos meses, un hecho que se refleja claramente en el informe de expectativas REM que elabora la autoridad monetaria. Las principales consultoras privadas del país también dan cuenta de esta situación, y proyectan un claro escenario de desinflación para 2024.

Las mediciones inflacionarias de alta frecuencia están reflejando el colapso de la variación de los precios minoristas en alimentos y bebidas. Para la consultora LCG, la variación semanal en este rubro fue negativa por más de 1 punto porcentual al término de la quinta semana de abril. 

Los sondeos de Alphacast también prevén una ligera caída de precios hacia la segunda mitad del mes pasado, considerando al rubro de los alimentos. En la misma dirección, el economista Alberto Cavallo (el hijo del exministro de Economía) anticipó mediante un índice diario de precios que la inflación ya está viajando al 5% mensual, descontando el efecto de las tarifas de los servicios públicos.

Entran en juego dos lógicas principales detrás de la rebaja de tasas. En primer lugar, la caída de la inflación efectiva y de la inflación esperada permiten una tasa de interés más baja, ya que de este modo se evita generar rendimientos excesivos medidos en dólares. Pero por otro lado, y más importante aún, la caída de la tasa de interés (en un contexto de cepo cambiario) permite sanear el balance del Banco Central y reducir la expansión monetaria a cuenta de los pasivos remunerados.

La carga de la deuda remunerada en pesos del BCRA es cada vez menor en relación al PBI, y lo mismo ocurre con el pago de sus respectivos intereses. Y desde el Gobierno nacional, el superávit fiscal concretado durante los primeros 3 meses del año permite anular cualquier tipo de financiación monetaria para el fisco.

El Banco Central de Bausili también tomó la decisión de elevar la tasa de encaje aplicado para billeteras virtuales del 10% al 15%, y de esta manera es altamente probable que disminuyan los rendimientos de alternativas como por ejemplo Mercado Pago, además del efecto que tuvo la reducción de tasas.

Se busca generar un marco de reglas de juego que genere incentivos para la compra de títulos públicos al Tesoro por parte del mercado. Esto responde a dos fines bien concretos: por un lado el rollover de la deuda interna en pesos a plazos más extensos, y en segundo lugar la retención de pesos para cancelar Adelantos Transitorios con el propio BCRA (una manera adicional para retirar pesos de la circulación).

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Economía

La reforma tributaria que propone Biden amenaza con destruir hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo para el año 2025

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Así lo sugiere un reciente informe de la Tax Foundation, estimando el efecto total de los aumentos impositivos que propone la campaña de Biden de cara a las elecciones. Se estima una reducción del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI en caso de aprobarse los cambios.

El Presidente Joe Biden lanzó una agenda económica completamente radicalizada hacia la izquierda, buscando contentar al ala más extremista de su partido (anteriormente representada por el excandidato Bernie Sanders en la contienda electoral del 2020).

En este sentido, el Presidente recuperó una profunda impronta favorable a subir generalizadamente los impuestos en Estados Unidos, tanto para empresas como para personas físicas y para productos importados. Se buscan gravar ingresos, patrimonios y bienes con tasas sustancialmente más elevadas que las actuales.

La Tax Foundation desarrolló un reciente informe estimando el impacto económico que podría desatar el plan fiscal de Biden para el año 2025. Se estima una reducción total del 2,2% en la tasa de crecimiento potencial del PBI, una caída del 3,8% en el capital social potencial acumulado en las empresas, una reducción del 1,6% sobre la masa salarial promedio, y finalmente la destrucción de hasta 788.000 puestos de trabajo a tiempo completo en el sector privado, en relación a la cantidad que cabría esperar de no aprobarse las subas impositivas.

La agenda de los demócratas es, y por diferencia, la más ambiciosa y extremista desde la era de Franklin D. Roosevelt. El esquema tributario resultante de una eventual victoria de Biden en las próximas elecciones de noviembre queda resumido de la siguiente manera:

  • Aumento de la tasa del impuesto sobre la renta empresarial del 21 por ciento al 28 por ciento (a partir del año fiscal 2025)
  • Aumento del impuesto mínimo alternativo corporativo introducido en la Ley de Reducción de la Inflación del 15 por ciento al 21 por ciento (a partir de 2024)
  • Cuadruplicar el impuesto a la recompra de acciones implementado en la Ley de Reducción de la Inflación del 1 por ciento al 4 por ciento (a partir de 2024)
  • Hacer permanente la limitación de pérdidas comerciales excesivas para las empresas de paso
  • Limitar aún más la deducibilidad de la compensación de los empleados según la Sección 162
  • Aumento de la tasa impositiva global sobre ingresos intangibles de baja tributación (GILTI) del 10,5 por ciento al 21 por ciento, calcular el impuesto jurisdicción por jurisdicción y revisar las reglas relacionadas
  • Derogar la tasa impositiva reducida sobre los ingresos intangibles derivados del extranjero (FDII)
  • Ampliar la base del impuesto sobre la renta neta de inversiones (NIIT) para incluir ingresos comerciales no pasivos y aumentar las tasas del NIIT y el impuesto adicional de Medicare para alcanzar el 5 por ciento sobre ingresos superiores a $400,000
  • Aumento del impuesto sobre la Renta individual al 39,6 por ciento sobre ingresos superiores a $400 000 para declarantes solteros y $450 000 para declarantes conjuntos (a partir de 2024)
  • Gravar las ganancias de capital a largo plazo y los dividendos calificados a las tasas ordinarias del impuesto sobre la renta para Ingreso imponible por encima de US$ 1 millón de dólares, y gravar las ganancias de capital no realizadas en caso de fallecimiento por encima de una exención de US$ 5 millones, revirtiendo parcialmente la reforma de George Bush (2001-2003)
  • Triplicar los aranceles de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, desatando una nueva guerra comercial con el gigante asiático

Pese a las subas impositivas, la administración Biden no propone un sendero sostenido de reducción del déficit fiscal, ya que la mayor parte del paquete tributario se vería acompañado por nuevas expansiones presupuestarias. 

Y a diferencia de la estrategia seguida por el expresidente Donald Trump, la guerra comercial con China que propone desatar Biden se produciría en un contexto de profunda caída en la competitividad fiscal de Estados Unidos, todo lo contrario a lo que ocurrió entre 2017 y 2020 (cuando las empresas estadounidenses disfrutaron de fuertes recortes impositivos).

Esto deja a Estados Unidos en una posición comparativamente difícil para forzar una nueva “tregua” con China en la cual se flexibilicen controles cambiarios o medidas arancelarias proteccionistas, como sí ocurrió tras el último acuerdo firmado en 2020.

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Economía

Con Milei, los bancos vuelven a cumplir su función fundamental: Prestarle dinero a familias y empresas y no al Estado

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Se redujo drásticamente la absorción de crédito a través del Estado nacional y el Banco Central, y se amplía la cantidad de recursos disponibles para ser prestados al sector privado productivo. La política económica del Gobierno produjo un punto de inflexión para el sistema financiero.

Desde la caída de la convertibilidad y el rebrote inflacionario en la Argentina, la proporción de crédito retenido deliberadamente por el sector público fue creciendo incesantemente en los últimos años.

El Estado se adueñó de una parte creciente en la cantidad de pesos disponibles generados por el ahorro del país, y en consecuencia se redujo la proporción canalizada por el sector privado (las familias y las empresas). Mientras que el crédito al sector privado superaba holgadamente el 20% del PBI durante el menemismo, al término del último experimento kirchnerista consiguió superar a duras penas el 7% del PBI en 2023

A partir de diciembre de 2023, la política económica ejecutada por el Presidente Javier Milei y el ministro Luis Caputo se propuso un giro drástico en la direccionalidad del crédito argentino. El superávit financiero del Sector Público Nacional (SPN) permitió liberar una gran masa de recursos para el sector privado, algo que hasta el momento parecía completamente imposible.

Por primera vez desde 2018 se produjo un rebrote de créditos hipotecarios, nuevamente atados a la unidad UVA más un cierto margen de rendimiento en términos reales. Estos créditos no solo permiten la reapertura del mercado de crédito inmobiliario, sino que además implican una fuerte presión para aliviar los aumentos sobre los precios de los alquileres.

A partir de la nueva política económica, los bancos privados debieron replantearse la canalización del crédito. El Gobierno nacional dejó de incurrir en amplias licitaciones por encima de sus posibilidades para financiar el déficit (las licitaciones actuales solo refinancian la deuda interna), y el Banco Central profundizó su agresiva política de rebajas en la tasa de interés que pagan los Pases (ahora hasta el 60% nominal anual).

Todo esto abrió la posibilidad de volver a financiar a las familias vía hipotecas, y a las empresas a través de diversos proyectos de inversión productiva. El Gobierno espera que este efecto, habitualmente llamado “crowding-in” o desplazamiento positivo, contribuya activamente a la reactivación de la actividad económica a partir del segundo semestre del año.

Dada la fuerte credibilidad en la política económica, el mayor ahorro del sector público (efecto recesivo) podría ser compensado por un repunte de la inversión del sector privado por la vía del crédito (efecto expansivo).

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