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ANTISEMITISMO

Boicot antisemita de actores de Hollywood contra el cine israelí

Más de 1.800 figuras firmaron una carta abierta pidiendo afectar a las instituciones cinematográficas de Israel

Más de 1.800 figuras de la industria cinematográfica internacional, incluidos actores de renombre de Hollywood, firmaron esta semana una carta abierta  publicada en The Guardian anunciando un boicot contra instituciones de cine israelíes, a las que acusan de estar “implicadas en un genocidio” en Gaza.

Entre los firmantes se encuentran Olivia Colman, Riz Ahmed, Tilda Swinton, Emma Stone, Mark Ruffalo, Javier Bardem, Gael García Bernal y Ken Loach, entre otros. El texto llama a no participar en festivales como el de Jerusalén o Haifa, ni colaborar con productoras o distribuidoras israelíes.

La iniciativa, organizada por Film Workers for Palestine, afirma inspirarse en los boicots culturales contra el apartheid sudafricano. Sin embargo, la comparación revela más ignorancia que compromiso real: Israel es una democracia donde florece la diversidad cultural y política, mientras que en Gaza gobierna Hamas, un grupo terrorista que persigue a mujeres, disidentes y minorías, y que no duda en usar a su propia población como escudos humanos.

No deja de ser llamativo que muchas de estas estrellas, que jamás levantarían la voz contra dictaduras reales como Irán, China o Rusia —donde cineastas son encarcelados y periodistas silenciados—, reserven su indignación selectiva para Israel, el único Estado judío del mundo. Un país que, además, busca defenderse de ataques diarios con cohetes y drones lanzados desde Gaza, Yemen y Líbano.

Los mismos actores que aplauden estrenos en alfombras rojas patrocinadas por monarquías del Golfo ahora se presentan como “paladines de los derechos humanos” frente a Israel. El doble estándar es tan evidente que difícilmente pueda considerarse ingenuidad: es, en cambio, una toma de posición política disfrazada de moralidad artística.

La carta ni siquiera menciona a Hamas ni exige el cese de su terrorismo, ni la liberación de los más de 40 rehenes que siguen cautivos en Gaza desde el 7 de octubre de 2023. Tampoco hay palabras sobre la brutalidad de los ataques a civiles israelíes, ni sobre la estrategia de Hamas de operar desde hospitales, escuelas y mezquitas, poniendo en peligro deliberado a la población gazatí.

Al exigir un boicot a festivales de cine israelíes, estas figuras no castigan a un gobierno, sino a creadores, actores y directores israelíes —muchos de ellos críticos con sus autoridades—, que son víctimas colaterales de un gesto tan superficial como ineficaz.

El verdadero resultado de esta campaña no será la paz en Medio Oriente, sino la erosión de los espacios culturales como terreno de encuentro. Lo que podría ser un puente entre pueblos se convierte en una trinchera ideológica más, alimentada por discursos vacíos desde la comodidad de Hollywood.

Israel seguirá produciendo cine, arte y cultura que reflejan su vitalidad democrática. Lo que quedará en evidencia, con cada boicot de celebridades, es que detrás de la retórica “humanitaria” se esconde una peligrosa normalización del antisemitismo disfrazado de activismo cultural.

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