Dos hombres de traje sonríen y señalan hacia la cámara en un edificio histórico con columnas de piedra
POLÍTICA

Gobierno de AMLO espió a 400 mexicanos con software Pegasus comprado por Peña Nieto

La "cuarta transformación" heredó el sistema de espionaje de Peña Nieto y lo utilizó con fines presuntamente políticos

 Una investigación conjunta de El País, The Guardian y otros medios internacionales confirmó que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador espió al menos 414 números telefónicos de ciudadanos mexicanos durante sus primeros años de mandato, usando el mismo software Pegasus que él prometió no utilizar.

Los números intervenidos pertenecían a periodistas, defensores de derechos humanos, activistas sociales y miembros de la oposición. Esta operación ocurrió entre 2019 y 2021, periodo en el que el presidente aseguró reiteradamente que su administración no espiaba a nadie. La contradicción es frontal y demuestra que el espionaje político sigue operando en México, bajo otra bandera.

La “transformación” también espía

Pegasus es un software espía desarrollado por la empresa israelí NSO Group. Puede infiltrarse en celulares sin que el usuario lo sepa, accediendo a llamadas, mensajes, correos, cámara y micrófono. Aunque fue adquirido en el sexenio de Enrique Peña Nieto, su uso continuó bajo el gobierno de Morena, pese a las condenas públicas de López Obrador.

La investigación reveló que México fue el país con más números espiados en el mundo, superando a naciones en guerra o bajo regímenes autoritarios. Es decir, en un país que presume ser democrático, el espionaje se usó como herramienta de control y vigilancia ciudadana.

Entre los objetivos espiados figuran periodistas de alto perfil, integrantes de organizaciones civiles y críticos del gobierno. Esto evidencia que la 4T usó Pegasus con fines políticos, no para seguridad nacional, contradiciendo su discurso de respeto a los derechos humanos.

La hipocresía institucional

Desde el inicio de su mandato, AMLO afirmó que el espionaje había terminado y que su gobierno sería transparente. Incluso dijo que sus adversarios podían investigarlo porque “no tenía nada que ocultar”. La realidad desmiente cada una de sus palabras.

Lejos de desmontar el aparato de espionaje del PRI, Morena lo recicló y lo puso a su servicio. López Obrador incluso reconoció que su gobierno había “monitoreado” ciertas comunicaciones, aunque trató de minimizarlo.

Este escándalo representa una traición directa a la confianza de los ciudadanos que creyeron en la prometida transformación de Morena. El uso de Pegasus no solo viola la privacidad individual, sino que erosiona la democracia y ahonda la desconfianza institucional.

Hasta el momento, ni el actual gobierno ni la Fiscalía General de la República han dado una explicación creíble. Tampoco hay funcionarios sancionados ni se ha anunciado el desmantelamiento del sistema de espionaje. Todo indica que se trata de una estrategia deliberada para controlar la narrativa y reprimir la disidencia.

El silencio oficial ante estas revelaciones es tan grave como los hechos mismos. En un país golpeado por la violencia y la impunidad, que el gobierno espíe a su propia gente es no solo alarmante, sino imperdonable.

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