Personas sentadas en un vagón de metro, algunas conversando y otras leyendo, mientras un hombre sostiene un micrófono.
SOCIEDAD

Pinchazos con drogas en el Metro: Sheinbaum minimiza una crisis que desborda a la CDMX

Dos mujeres dieron positivo a estupefacientes y el gobierno sigue sin actuar

La SSC confirmó que dos víctimas de pinchazos en el Metro dieron positivo a estupefacientes. Los casos ocurrieron en las líneas 3 y 7, revelando un patrón de ataques que las autoridades habían intentado minimizar.

Las investigaciones apuntan a la posible utilización de drogas para someter a mujeres. A pesar de la gravedad, el gobierno sigue sin aplicar protocolos de protección efectivos en el transporte público. Las declaraciones ambiguas y la falta de medidas solo confirman el desprecio institucional por la seguridad de los usuarios.

Metro bajo ataque y sin autoridad efectiva

La confirmación oficial de la SSC ratifica lo que colectivos y usuarios venían denunciando: los ataques existen y son sistemáticos. Mientras Claudia Sheinbaum inaugura vagones rosas y reparte discursos vacíos, el crimen avanza en el transporte público con total impunidad.

Cada día que pasa sin medidas reales, el Metro se convierte en un territorio sin ley. La inseguridad ya no es una excepción: es la regla. Las autoridades prefieren gastar en propaganda antes que reforzar la seguridad o depurar a los elementos corruptos.

La respuesta gubernamental es lenta, burocrática y sin impacto real. En lugar de enfrentar el problema, la 4T prefiere maquillar cifras y negar la crisis, agrandando el hartazgo social que crece día tras día.

La violencia se normaliza en la Ciudad del "Bienestar"

La confirmación del uso de drogas en pinchazos no es solo un problema de seguridad pública: es una derrota moral del Estado frente al crimen cotidiano. La CDMX, otrora presentada como ejemplo de modernidad, hoy se hunde en una crisis de violencia normalizada y negada desde el poder.

El transporte público debería ser un espacio seguro. Hoy, bajo la gestión de Sheinbaum, es una trampa cotidiana. Mientras el gobierno minimiza los hechos, las víctimas siguen viajando con miedo.

Cada nuevo ataque confirma que, en la Ciudad de México del "bienestar", la seguridad es una promesa rota. La indiferencia oficial no solo agrava la violencia: la normaliza.

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