
Memoria Completa: La historia del 24 de marzo que no quieren contar
El golpe de 1976 no fue ideado de un día para otro, fue una expresión más del hilo conductor de esa época en Argentina.
Muchas veces la historia se convierte en una herramienta de manipulación que conlleva fines políticos partidarios y justificadores.
No obstante, a propósito del 24 de marzo, pocas veces llega a instalarse con tanta fuerza una historia incompleta, parcial y engañosa, donde se construye un relato oficial que olvida el contexto y establece un estándar de víctima en la que algunas vidas tienen más valor que otras, como en esta fecha.
La parcialidad está explícita cuando se quiere ponderar la memoria por sobre la historia y, en consecuencia, se niega intencionalmente el contexto previo.
Ciertamente, el golpe de Estado de 1976 no fue un producto aislado ni ideado de un día para otro, fue una expresión más del hilo conductor de la época de los 70 en nuestro país: la violencia política.

Una violencia que, desde distintos sectores del espectro ideológico, ensangrentó a Argentina. Esa violencia se manifestó cuando unos jóvenes, enmarcados en organizaciones guerrilleras y terroristas de poderosa envergadura, no veían problema en colocar bombas, asesinar personas inocentes, secuestrar empresarios y cometer acciones que implantaban terror bajo la idea de que el socialismo estaba a solo un paso, y que mientras peor estemos mejor sería para la concreción de sus ideales.
Ciertamente, aquellos jóvenes que fueron llamados "idealistas" se entrenaron en la tiranía castro-comunista, despreciaban la democracia y no tenían el más mínimo respeto por vida del otro, sea este un conscripto que tenía sueños por cumplir, niños que tenían una vida por delante, como la hija del capitán Viola, o un civil que concurría a su trabajo como todos los días.
Para esto, se legitimaban en la idea de proclamarse defensores de un "pueblo" que, paradójicamente, no simpatizó con sus ideales subversivos y que fue víctima de sus acciones delictivas.
Un pueblo que, en su mayoría, harto de la violencia descontrolada y asesinatos diarios, apoyó en sus inicios al golpe de 1976 con el fin de que se ponga coto a sus organizaciones.

Considerar el contexto previo es aceptar que la violencia se llevó a cabo, también, desde las mismas arcas de un gobierno constitucional y democrático como la experiencia peronista de los años 1973-1976, donde se dio rienda suelta, por acción u omisión, a grupos paraestatales decididos a combatir no solo a aquellas organizaciones sino a cualquiera que no esté en sintonía con los mismos intereses.
Hay que dar cuenta, en justa medida, de que la represión ilegal, los desaparecidos y los Centros Clandestinos de Detención empiezan en ese gobierno democrático con el "Operativo Independencia".
Es verdad que luego instaurada la dictadura cívico-militar esta metodología se sistematiza y profundiza, pero cabe mencionar la escalada de hechos que se dieron antes para que la casta política, que gobernó en ese interludio democrático, asuma su rol como partícipe de haber ensangrentado nuestro país.
No olvidar el contexto previo es también, en definitiva, pedir justicia por aquellas otras víctimas, los asesinados por las organizaciones guerrilleras que, por mucho tiempo, sus dolores fueron silenciados por un relato oficial que solo consideró víctimas a una parte incompleta.
De Maffuche Santiago para La Derecha Diario.
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